ni feria, castañuela o sevillana,
ni Alhambra, ni Giralda, ni sultana,
ni capote y clavel sobre la arena.
No diré romería ni verbena,
ni macetas, ni tiestos en ventana,
ni guitarra, palmitas, ni jarana,
ni patio con jazmín y yerbabuena.
Hablo del paro, un cristo miserable,
la emigración, que es virgen lacerable,
y el analfabetismo como un sino.
Perdona, Andalucía. Ante ese ultraje,
hoy, al revés, te ofrezco mi homenaje
y te lo brindo con un triste vino.
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