EL VIEJO MATIAS
de Víctor Heredia.
La lluvia y el viento eran dos hermanos
corriendo furiosos por el terraplén,
y en un banco oscuro, mojado y mugriento
él se acomodaba su uniforme gris.
El viejo Matías duerme en cualquier parte,
un fantasma errante le toca la piel.
Pero cuando llueve sus despojos buscan
la estación de chapas de Paso del Rey.
Es cuco de niños y de no tan niños
su figura triste cruzando el andén,
porque nadie ha visto sus ojos cansados,
la cruz del olvido temblando en sus pies.
A veces murmura cosas incoherentes,
habla de la guerra, imita al cañón,
y otras veces pone en sus ojos un niño
y acuna en sus brazos su bolso marrón.
Cuando llegan trenes repletos de obreros
se pone contento, brilla su mirar.
Gorrión de la tarde, quiere hablar con todos,
y después se queda solo en el andén.
Se queda mirando las vías vacías,
la luz que se pierde del tren que pasó,
y después se aleja, murmurando cosas,
el viejo Matías, ogro del lugar.
La lluvia y el viento eran dos hermanos
corriendo furiosos por el terraplén
y en un banco oscuro, mojado y mugriento
él se acomodaba su uniforme gris.
“Cuando compuso El viejo Matías , en el invierno de 1969,
Víctor Heredia tenía 22 años y vivía en dos ambientes en Paraná y Sarmiento
junto con su primera mujer, Lidia. Era una tarde gris, propicia para escribir
canciones de amor. Heredia empezó a probar acordes en el piano mientras,
buscando inspiración, trazaba el perfil vago e imaginario de una mujer.
"Me puse a tararear y salieron dos líneas: La lluvia y el viento eran dos
hermanos / corriendo furiosos por el terraplén . Dije terraplén y de pronto
estaba en Paso del Rey, donde había vivido de los 9 a los 17 años. A partir de
ahí, de un tirón, me salió la canción de amor más grande de toda mi vida. Se
impuso, como todas las canciones verdaderas."
No le corrigió ni una coma y le pidió a Lidia, concertista
de piano, que la tocara. Ella lo hizo. Y se emocionó. Entusiasmado, Víctor
llevó la nueva creación a su compañía, Microfón. "El director artístico me
sacó corriendo: duraba seis minutos y ninguna radio iba a querer pasarla",
recuerda el músico. Finalmente, la grabó y fue en el lado B de su siguiente
simple.
Llevaba vendidas apenas unas 300 placas cuando el Cuarteto
Zupay la cantó en Cosquín 69. Fue un éxito. Entonces, al productor de radio
Víctor Cicuta se le ocurrió lo obvio: pasar la cara B del simple. "En esos
días recibo un llamado de Juan Guerra, del depósito de Microfón: Nene, picó el
disco , me anuncia. Se vendieron 13 mil placas en una semana. Y, en dos meses,
las ventas treparon a medio millón", recuerda Heredia.
"Con los años perdí la emoción de cantarla"
-confiesa-. "En 1985, durante un recital en el Luna Park, decidí sacarla
definitivamente del repertorio. Esa noche hicimos cinco bises, pero estábamos
en camarines y la gente la pedía. Volví al escenario dispuesto a cantarla, y
apareció la negación: no me acordé cómo empezaba. Le pedí ayuda a mi bajista,
Riki Zielinski, y él, divertido, me dice: Es aquella del viejito. Usé otra
alternativa, le dije al público: A ver, ¿cómo empieza esta canción? Toqué los
primeros acordes, y a partir de allí la gente la cantó íntegra. Desde entonces
le volví a encontrar el sentido, y hoy la canto con unción. Fue la canción
disparadora de mi vida artística." Extraído de la “Canción no se detiene” Diario “La Nación” domingo 24 de marzo de
2002.
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