Al agua de una fuente
un día me acerqué
un día me acerqué
buscando la frescura
para calmar mi sed.
Te quise toda la vida
y nunca te olvidaré.
Debajo de una encina
me adormecí después.
Un ruiseñor cantaba
acompañandomé.
En lo alto de una rama
cantaba por placer.
Ay, quién tuviera el alma
del ruiseñor aquel.
Alguien ya no me ama
por culpa de un clavel
que me pedía siempre
y nunca le corté.
Cuando el clavel marchito
florezca como ayer,
será posible entonces
que me ames otra vez.
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