Dime, hermoso Baco, ¿quién me aparta
contra mi voluntad de tu servicio
y de aquel gustosísimo ejercicio
que alegra, hincha, traba, mas no harta?
¿No me contaste tú por buena sarta,
con el pichel colmado, el sacrificio?
¿No he gastado en sainetes del oficio
cuanto Pedro devana y hila Marta?
Pues, ¿cómo agora, triste no te veo?
¿Cómo no vuelvo a ti? ¿Cómo la vida
gasto, sin tu licor divino, ardiente?
Dulcísimo veneno es, ¡oh Lineo!,
seguir un rojo dios que trae ceñida
siempre de verdes pámpanos la frente.
Autor: Baltasar del Alcázar (1530-1606).
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