en la estéril región de nuestros años,
que premiada la culpa y los engaños,
el mérito se encoge escarnecido.
Ser un inútil anhelar perdido,
y natural remedio a los extraños;
avisar las ofensas con los daños,
y haber de agradecer el ofendido.
Máquina de ambición, aplausos de ira,
donde solo es verdad el justo miedo
del que percibe el daño y se retira.
Violenta adulación, mañoso enredo,
en fe violada han puesto a la mentira
fuerza de ley y sombra de denuedo.
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