lunes, 28 de agosto de 2023

La balada del boludo de Isidoro Blaistein.

 

La balada del boludo.

Por mirar el otoño perdía el tren del verano. Usaba el corazón en la corbata. Se subía a una nube, cuando todos bajaban.

Su madre le decía:

No mires las estrellas para abajo,

no mires la lluvia desde arriba.

No camines las calles con la cara,

no ensucies la camisa;

no lleves tu corazón bajo la lluvia, que se moja.

No des la espalda al llanto,

no vayas vestido de ventana,

no compres ningún tílburi en desuso.

Mirá tu primo el recto

que duerme por las noches.

Mirá tu primo el justo

que almuerza y se sonríe.

Mirá tu primo el probo

puso un banco en el cielo.

Tu cuñado el astuto

que ahora alquila la lluvia.

Tu otro primo el sagaz

que es gerente en la luna.

—Tienes razón, mamá —dijo el boludo

y se bebió una rosa.

—No seré más boludo—

y se bajó del viento.

—Seré astuto y zahorí—

y dio vuelta una estrella para abajo

y se metió en el subte

y quedaron las gaviotas.

Entonces vinieron los parientes ricos

y le dijeron:

—Eres pobre, pero ningún boludo.

Y el boludo fue ningún boludo

y quemaba en las plazas

las hojas que molestan en otoño.

Y llegó fin de mes.

Cobró su primer sueldo

y se compró cinco minutos de boludo.

Entonces vinieron las fuerzas vivas

y le dijeron:

—Has vuelto a ser boludo, boludo.

—Seguirás siendo el mismo boludo de siempre.

—Debes dejar de ser boludo, boludo.

Y medio boludo,

con esos cinco minutos de boludo,

dudaba entre ser ningún boludo

o seguir siendo boludo para siempre.

Dudaba como un boludo.

Y subió las escaleras para abajo,

hizo un hoyo en la tierra

miraba las estrellas.

La gente le pisaba la cabeza,

le gritaba boludo.

Y él seguía mirando

a través de los zapatos

como un boludo.

Entonces vino un alegre y le dijo:

—Boludo alegre.

Vino un pobre y le dijo:

—Pobre boludo.

Vino un triste y le dijo:

—Triste boludo.

Vino un pastor protestante y le dijo:

—Reverendo boludo.

Vino un cura católico y le dijo:

—Sacrosanto boludo.

Vino un rabino judío y le dijo:

—Judío boludo.

Vino su madre y le dijo:

—Hijo, no seas boludo.

Vino una mujer de ojos azules y le dijo:

—Te quiero.

Este poema lo recitaba Gian Franco Pagliaro (Nápoles; 26 de julio de 1941-Buenos Aires; 27 de marzo de 2012).

Isidoro Blaistein nacido en Concordia (provincia de Entre Ríos, Argentina) 12 de enero de 1933.

Hijo de David Blaisten y Dora Gliclij, fue uno de los tantos judíos argentinos que poblaron el interior del país.

Nacido con el apellido Blaisten, posteriormente lo cambiaría pasándose a llamar Isidoro Blastein.

Varios oficios para ganarse el pan nuestro de cada día como fotógrafo de plaza, vendedor de bromuros coloreados, viajante de comercio ofreciendo aparatos vibromasajeadores, periodista, redactor publicitario.

Queda sin padre a los 9 años y un año después, habitando ya en Buenos Aires, fallece su madre, cuando vivía en un conventillo pobre de la calle Pringles, en el barrio de Almagro de Capital Federal.

En 1965 publicó su primer libro de poemas, "Sucedió en la lluvia", premiado por el Fondo Nacional de las Artes.

Autor de "Dublin al sur",  "La Felicidad", "La Salvación", "El Mago", "Cerrado por Melancolía" y "Anticonferencias", entre otros. 

Obtuvo la Faja de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE) y fue miembro de la Academia Argentina de Letras. 

Algunos de sus libros fueron traducidos al inglés, alemán, griego, serbio y francés.

Recibió Premio Konex de Platino en 1994 y 2004.

Fallece en Capital Federal el 28 de agosto de 2004, a los 71 años.

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