sábado, 31 de mayo de 2025

LUNA TUCUMANA - ATAHUALPA YUPANQUI / PABLO DEL CERRO.

 


LUNA TUCUMANA.

Yo no le canto a la luna

porque alumbra y nada mas,

le canto porque ella sabe

de mi largo caminar.

 

Ay lunita tucumana

tamborcito calchaquí,

compañera de los gauchos

en las sendas de Tafí.

 

Perdida en las cerrazones

quien sabe vidita

por donde andaré

mas, cuando salga la luna,

cantaré, cantaré.

A mi Tucumán querido

cantaré, cantaré, cantaré.

 

Con esperanza o con pena

en los campos de Acheral

yo he visto a la luna buena

besando el cañaveral.

 

En algo nos parecemos

luna de la soledad:

yo voy andando y cantando

que es mi modo de alumbrar.

'Yo no le canto a la luna, porque alumbra y nada más, le canto porque ella sabe de mi largo caminar”.

Atahualpa Yupanqui  con su sabiduría criticaba a los poetas "alunados", como los llamaba, con esos versos terribles: "de tanto mirar la luna/ ya nada sabes mirar; eres como un pobre ciego/ que no sabe a dónde va" en "El Poeta" porque Don Ata pensaba lo que manifiesta en la zamba "Luna Tucumana": "yo no le canto a la luna/ porque alumbra y nada más; le canto porque ella sabe/de mi largo caminar". 

Esta creación suya desde hace años pasó a ser de la gente "que se la apropió" pues prendió como pastito seco.

Hasta que el pueblo las canta,
las coplas, coplas no son,
y cuando las canta el pueblo,
ya nadie sabe el autor.

Manuel Machado - Coplas Andaluces.

El 23 de enero de 1949, se registra la zamba «Luna Tucumana» con el subtítulo «Yo le canto a la luna», con música y letra de Atahualpa Yupanqui. Esto es lo que figura en SADAIC. Sin embargo, Héctor Roberto Chavero, hijo de don Atahualpa, sostiene que en esta zamba, también tiene parte como autora su madre Antonietta Paule Pepin-Fitzpatrick, quien firmaba con el seudónimo “Pablo del Cerro”.

"Con el tiempo me trajo esta facultad y este montón de recuerdos, de ideas y las ganas de decirle mi amor, mi cariño y mi recuerdo permanente a Tucumán, a Acheral y sobre todo a la luna tucumana" -decía Atahualpa Yupanqui-.

La zamba Luna Tucumana de Atahualpa Yupanqui fue declarada Himno Cultural de la Provincia, por Ley N° 7375.

El 30 de marzo de 2004 el gobierno tucumano decidió adoptar esta zamba del año 1949 como himno provincial. Su ejecución y canto ha sido incorporado al protocolo para todos los actos oficiales o escolares.

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DON ATAHUALPA YUPANQUI. Héctor Roberto Chavero, verdadero nombre de Yupanqui, nació el 31 de enero de 1908 en el partido bonaerense de Pergamino, en las pampas, provincia de Buenos Aires. Nace en J. de la Peña, paraje Campo de la Cruz fue un hombre de muchos oficios, de esos que se hacen a sí mismos, con sabiduría.

Su madre, Higinia, era de origen vasco; su padre, José Demetrio Chavero, un humilde funcionario de ferrocarril criollo, que le bastaron para afirmar al historiar sus orígenes:

“Me galopan trescientos años de América, desde que don Diego Abad Chavero llegó para abatir quebrachos y algarrobos, a hacer puentes y columnas para iglesias y capillas”.

 

Mi agüelo fue carretero,

mi tata fue domador;

nunca se buscó dotor

pues se curaban con yuyos,

o escuchando los murmullos

de un estilo de mi flor.

 

El destino familiar lo llevó de niño a vivir en Tucumán, en el noroeste argentino que permite ponerse en contacto con la cultura hispanoamericana que marcaría a fuego el ser cantor de las artes olvidadas.

En sus últimos años opinaba: “Argentina siempre quiso ser universal… Así como un francés es analfabeto del mundo y erudito en Francia, nosotros somos eruditos en cosas del mundo y analfabetos en las del país” y agregaba con sabiduría “en China hay chinos que piensan y hablan en chino. Los húngaros son húngaros y los franceses, franceses. De esa unidad parten hacia la cultura, hacia el prisma ¿qué pasa con nuestra condición? ¿Cuándo aprenderemos a ser nacionalmente argentinos?

Falleció en Nimes (Francia) el 23 de mayo de 1992.  Por su expreso deseo, sus restos fueron repatriados y descansan en Cerro Colorado (provincia de Córdoba) bajo un roble europeo.

 

Y aunque me quiten la vida

O engrillen mi libertá

Y aunque chamusquen quizá

Mi guitarra en los fogones,

Han de vivir mis canciones

En un alma de los demás.

 

No me nuembren qu es pecao

Y no comenten mis trinos,

Yo me voy con mi destino

P al lao donde el sol se pierde;

Tal vez alguno se acuerde

Que aquí cantó un argentino.

 

* Versos de "Coplas del payador perseguido" de Atahualpa Yupanqui.

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Nenette, la compositora “Pablo del Cerro”.

PABLO DEL CERRO. La esposa de Atahualpa Yupanqui, Antonietta Pepin Fitzpatrick (9 de abril de 1908 -  14 de noviembre de 1990), también conocida como Nenette (diminutivo de Antonietta), firmaba sus composiciones, incluyendo aquellas en colaboración con Yupanqui, bajo el seudónimo "Pablo del Cerro". Eligió ese seudónimo por su nombre (Paule) y por su lugar amado, Cerro Colorado (en la provincia de Córdoba.

Junto a Don Atahualpa Yupanqui, compuso temas como Indiecito dormido, El alazán, El arriero, Guitarra dímelo tú, Luna Tucumana (primera pieza de la dupla compositiva), Chacarera de las piedras, Melodía del adiós-Danza rústica y muchas más.

65 composiciones figuran a nombre de“Antonieta Paula Pepin” en la página de SADAIC, de las cuales 37 fueron escritas por la pareja.

Aún así, eso quedó como un detalle oculto detrás de los prejuicios de la época, que la obligaron a firmar ante la audiencia como “Pablo del Cerro”.

El seudónimo Pablo del Cerro”, cuenta su hijo Roberto en la web de Fundación Yupanqui, “lo tomó primero porque en los tiempos en que ella y mi padre se unieron, mi padre estaba casado pero no divorciado de su primer matrimonio. Y no estaba bien visto el aspecto de la concubina, no estaba bien visto además el hecho de que Yupanqui, que ya era Yupanqui, firmara ahora con una francesa. Todos esos prejuicios que solían haber. Por eso mi madre firmaba como Pablo del Cerro. Además, fue por el Cerro Colorado, que fue el lugar que nos albergó en tiempos duros y allí construimos ese rincón donde está el museo actualmente”.

Generalmente, él escribía una letra y ella la musicalizaba. Y así como mi madre opinaba sobre las letras, mi padre opinaba sobre algunos giros armónicos en las melodías, cosa de siempre conservar una buena literatura, si se quiere, en los textos, y una buena expresión musical, bien criolla. Así trabajaban ellos.”

Se comunicaban mostrándose las partes: ella al piano, él a la guitarra. “Mi padre tocaba un poco de piano; las partituras las escribía mi madre, pero sólo al momento de registrarlas, porque a veces es difícil transcribir todos los matices guitarrísticos.” En sus momentos juntos, Nenette y Yupanqui escuchaban a figuras musicales de ambos hemisferios: tanto Edvard Grieg y Sergei Rachmaninoff como los Hermanos Ábalos o Julio Argentino Jerez. Recién se casaron por civil e iglesia en 1979, al enviudar Yupanqui de su primera esposa. Todavía no existía la ley de divorcio.

"Mi padre tocaba un poco de piano; las partituras las escribía mi madre, pero sólo al momento de registrarlas, porque a veces es difícil transcribir todos los matices guitarrísticos.” Roberto Chavero, hijo.

Si bien en una carta de 1971, Yupanqui le anuncia a Nenette que ese sería su último año en Europa, lo cierto fue que resultó su modus operandi por el resto de su vida. "Acá, en Cosquín, por ejemplo –cuenta Kolla– que podía cobrar un tercio del cachet de las figuras más populares." El cansancio se iba acumulando en ambos cuerpos, y las distancias se sentían más cada vez más."

De lo publicado en Diario Clarín. Viva, 29/11/2021.

Los prejuicios de la época la obligaron a firmar ante la audiencia como "Pablo del Cerro".

Su nombre era Antonietta Paule Pepin Fitzpatrick, era francesa y pianista clásica nacida en en la isla de Saint Pierre et Miquelon (San Pedro y Miquelón) un archipiélago situado en América del Norte, frente a las costas canadienses de Terranova. Desde 1985 es una colectividad territorial francesa con un estatuto particular. Por ser una colonia del imperio francés, Nenette tuvo toda la vida la ciudadanía francesa.

Vivió en la Argentina nuestra. Se estableció en aquella Argentina próspera y de futuro junto a su padre, en 1928, en la localidad de Villa Ballester, Buenos Aires.

En 1942 llegó a San Miguel de Tucumán luego de uno de sus conciertos con la Orquesta Sinfónica Nacional, fue llevada por los organizadores a escuchar música folklórica del norte argentino.

Así conoció al cantautor argentino Atahualpa Yupanqui (Héctor Roberto Chavero, 1908-1992), hijo de un santiagueño y una vasca tuvo su único hijo, Roberto” Koya” Chavero.

Versiones en youtube.

Ver en Youtube.






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