VA OTRO CUENTO IMPERDIBLE DEL ESCRITOR PATAGÓNICO DON MARIANO GIAMMONA PARA USTEDES. ¡QUE LO DISFRUTEN!
MESA SERVIDA.
Eran Los últimos días de agosto del año 1989.
La helada que había caído en las
horas previas a la salida del sol ya se había levantado y estaba el piso muy
húmedo a causa de ella, pero en compensación la jornada se presentaba
espléndida con el cielo totalmente despejado y una temperatura realmente agradable para esa época del año
tan cercana a la primavera.
El puestero parece que se había
levantado “alunado” porque pocas palabras decía, y recién después de almuerzo
dio rienda suelta a sus charlas.
Hace unos veinte días atrás,
después que vos te fuiste, -comentó-, seguí a un puma con los perros…; lo “empacaron” como a una legua de aquí.
Aja…y? lo mataste? –pregunté-.
No, comentó orgulloso… lo agarré
vivo. Suerte, viste porque me lo pagan como seiscientos o setecientos dólares.
Y quien ché? Y para que lo quieren, si es que se puede saber?, Porque
eso está prohibido, no se si estás enterado?
Lo quieren para un coto de caza cerca de Santa Rosa
–contestó suelto de cuerpo-.
Contame como hiciste y como
hacen ellos para llevarlo y para que no se les escape en el coto? –curioso seguí indagando-.
Bueno, mirá es fácil. Yo tenía el
cuchillo, el revólver, el lazo de cuatro,
uno trenzado y varias piolitas
que siempre las tengo a manos por las dudas. El bicharraco estaba en un limpio
y se prestaba para que pudiera enlazarlo, así que me animé. Quedó enlazado del
cogote y amarrado a un piquillín, después con el otro lazo de las patas lo dejé
como cuerda de guitarra. Le puse la inyección y me lo cargue al hombro para
llevarlo cerca de una picada y dejarlo atado
con el collar y la cadena para enseñarle a comer. Hasta allí lo mío –dijo-.
Pará, pará, -lo interrumpí-, de que inyección me hablas y que es eso de
“enseñarle” a comer, mirá si no va a saber el pobre animal!!
Nada de “pobre” que bastante daño
hace, que si te descuidás se le anima hasta a las vacas. A comer hay que enseñarle, porque el solo
come lo que caza, y más si te ve que se lo arrimás vos. Yo le tiro alguna
martineta viva, o algún piche, sea con el ala o una pata quebrada para que el
se los cace y así toma confianza…, cuando se acostumbra ya no hay problemas. La
inyección es ésta –me mostró-, sacando de una riñonera una jeringa sin
aguja cargada con un líquido
amarillento. Es un somnífero, lo pones y en cinco minutos te lo cargas al
hombro –sonreía-.
Los del coto te avisan y lo vienen a buscar, es así no? – inquieto yo
quería saber-.
No, esos ni aparecen, hay mucha
gente involucrada en esto. Viene un tipo
que lo lleva disimuladamente en auto.
Como en auto?, en camioneta dirás…
No en auto, y en uno último
modelo para no llamar la atención...
Y ??, dále seguí, no me dejes con la intriga.
Bueno, te cuento de un tiro,
porque sino me vas a volver loco: el más corajudo lo lleva en la parte de atrás
entre los dos asientos en el piso, tapado con una manta. Obvio le ponemos una
dosis reforzada del somnífero antes de salir, el ya tiene el tiempo calculado y
si ve que empieza a moverse o a runruniar, le pone algún centímetro más y
listo; el otro que sabe venir no se anima,
y trae una jaula en la que lo metemos cabeza abajo tomándolo de las
patas, después se pone sobre el asiento y siempre va tapado por la manta.
Ya en el coto, lo atan, pero con dos cadenas, una a cada lado que las dejan flojas así puede
moverse algún metro para adelante y para atrás. Allí le dan de comer capón o
alguna oveja vieja…, agua no le dan.
Cuando calculan que tiene mucha sed, lo toman –por lados opuestos-, uno de cada cadena y lo llevan medio a la rastra hasta el tajamar
que no está muy lejos y lo dejan tomar. Después ya se acostumbra y no hace
falta arrastrarlo. Muchos días antes
que llegue el héroe, que se supone es el cazador que llega del exterior, le
avisan al campo los de Buenos Aires, y los puesteros dejan de darle de comer. Para
esto ya el tipo sabe de memoria el camino al charco.
El extranjero que los contrató,
llega a Buenos Aires…, los están esperando un señor y una señorita
elegantemente vestidos y perfumados. Ya en
el hotel cinco estrellas, la chica se queda para ponerlo en órbita sobre
la Ciudad ,
obviamente se hace la simpática -o la sensual –como quieras…,
en la habitación se descuenta que hay dos botellas de
champagne bien helado en un balde de plata!!.
Una vez descansado, a los dos o
tres días lo embarcan en Aeroparque, la chica lo despide antes de hacer el
check in, y en una hora lo reciben en Santa Rosa en una flamante 4x4 con
destino a la Estancia.
La primer noche lo hacen apostar
y por supuesto después de cuatro o cinco horas y muy muerto de frío, lo llevan
a dormir.
Si no bajó anoche, seguro hoy va
a ser el día, vamos a ir temprano apenas anochezca, -comentaban en la mesa-.
Hacía ya muchos días que estando
avisados, los paisanos le habían dado medio capón que previamente habían puesto
en sal desde hacía una semana. Agua ni por asomo...
En esa segunda noche, y ya con
los ojos entrecerrados por el sueño, el “cazador” ve acercarse suavemente al
“león”, quien despojado de las cadenas y el collar sabía de memoria el camino a
recorrer para apagar su sed… El “gringo” se volvía pensando que era un
campeón!!
Bueno… vamos a verlo –propuse-.
El bicho tranquilo, como acostumbrado
a las visitas, y el gaucho nervioso me apuró para que nos fuéramos. Viste,
comentó… tiene que quedar salvaje y no estar mucho tiempo con cristianos.
Me alcanzó el Mauser, y el
llevaba en la mano el revólver 38. Te animás? –preguntó-.
Nos asomamos entre las ramas de
los piquillines y vimos una mesa de
madera en el “desplayado” que había hecho el puma de tanto dar vueltas
alrededor del hierro que estaba
clavado en la tierra para sujetar su cadena. Un círculo de unos dos metros
estaba perfectamente limpio de pasto y maleza. Casi ocupando todo el perímetro y hacia el norte había una mesa, …el
“león” estaba acurrucado hacia el lado sur del redondel. Seguro nos sintió, y
más vale que nos “venteó”, pero ni nos miró... Su vista estaba fija en la mesa
que no estaba más que a medio metro de su cabeza. Estaba como aterrado, …nosotros
también. Despacito retrocedimos y sin soltar las armas volvimos en silencio
hacia la casa.
Nos quedamos como dos horas
tomando ginebra para juntar coraje y acostarnos. Mientras tanto lentamente empezaron
los comentarios.
Viste, -me dijo-, que tenía un
mantel blanco, y que había platos,
cubiertos, comida y vasos?
Si, y hasta platos de postre con
sus cucharas, agregué, solo que no había vino, yo solo vi
una jarra con agua. Y el gato…, viste el susto que tenía?
En fin ché… vamos a dormir que
mañana de día vamos en camioneta, para hacer ruido para que si hay alguno se espante y no nos joda.
Esta vez si que nos miró la
bestia. Parecía estar bastante nervioso.
La mesa no estaba, las sillas
tampoco, rastros no había ni de quien la puso ni de quien la sacó, tampoco
había marcas dejadas por la mesa y las sillas. Solo pisadas del león, pero del
día anterior, porque ese día se notaba clarito que el animal no se había salido
del pedacito donde se había refugiado en el lado sur.
Nunca escuché nada parecido, -le
dije-. No vayas a creer, -respondió-, aquí cerquita en el cementerio pasó
varias veces…, sin ir mas lejos te puede contar la señora que vende flores en
la puerta.
Me irá a contar?, o me sacará
corriendo?
Yo creo que sí, andá y probá.
Ayer, como a las once, como un
solo hombre me apersoné en el kiosquito que tiene la señora.
Bueno… el asunto, parece que fue
cierto, por lo menos ella así lo asegura…, la vió
a la mesa…, fueron tres
veces… en distintos lugares del cementerio, pero la primera vez solo a cinco o
seis metros de su negocio. Fue en los años 2006, 2007 y 2008. Era una mesa,
servida para tres comensales,
con mantel blanco, vino, pollo y un muñeco negro, con moño rojo. Los perros que
tiene la señora no tocaron el pollo servido. Nada desaparecía como en el campo,
porque los empleados del cementerio quemaban todo al otro día. Rastros no
había, pero para la señora alguien se entretenía en ponerla.
Y le digo más, -agregó-, en cada
uno de esos años en que apareció la mesa, se me acercaron al kiosco, en tres oportunidades, tres
personas que llegaban en un auto lujoso muy moderno, vestidos con un tul blanco,
y con una especie de corona en la cabeza, que me compraron cada vez tres crisantemos que querían
llevar a la Capilla del Cementerio. Era evidente que estaba
relacionando las visitas con el tema de
la mesa.
Fuera de las leyendas y las
historias de buques fantasmas, el buscador reporta dos casos muy concretos,
reales y documentados
Mary Celeste
La última anotación del libro de
a bordo fue el 25 de noviembre y decía que estaban a tres
kilómetros de la punta Este de la isla St Mary. El cinco de diciembre a las tres de la tarde, el capitán del
buque Dei Gratia (que había divisado al
Mary Celeste cerca de Gibraltar, y creía
que estaba en problemas), llama tres
veces ofreciendo ayuda. Al no obtener respuesta, envía a tres tripulantes para abordarlo. Estos marineros, encuentran
al buque en perfectas condiciones, sin ningún tripulante, con la
mesa servida y sobre ella una taza de café todavía humeante. Tres personas pusieron en orden
al buque abandonado y las mismas tres
lo condujeron hasta Génova, llegando un día después que amarrara el Dei Gratia
en el mismo puerto.
Kazz II
fue encontrado a la deriva, en
alta mar en Australia, en perfectas condiciones, con sus velas desplegadas, su
motor encendido y sus tres
salvavidas sin usar. En la cubierta, la mesa
estaba servida, y eran tres
los tripulantes, los que nunca pudieron ser hallados, pese a haber sido buscados
por barcos privados, diez aviones y dos helicópteros de la Autoridad Australiana de Seguridad marítima. Hoy ya hace
cuatro años y como dice Google…ni noticias…
Por qué será que se repite sistemáticamente el número tres?
Que cada uno saque sus propias conclusiones o que
cada quien quede con su intriga, pero no sea que vayan a pensar en brujas,…
porque las brujas no existen, pero que
las hay, … las hay.!!!!!
El correo electrónico para quienes desean contactarse con el autor Mariano Giammona: mgiammona2002@hotmail.com
2 comentarios:
Felicitaciones a Mariano, desconocía su obra.
Gracias por compartirla, Guillermo y darle voz a los que andamos por ahí, en silencio.
Que interesante. Una historia que deja pensando.... y muy bien escrita.
Felicitaciones.
mariarosa
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