Gocémonos, Amado,
y vámonos a ver en tu hermosura
al monte o al collado,
do mana el agua pura;
entremos más adentro en la espesura.
al monte o al collado,
do mana el agua pura;
entremos más adentro en la espesura.
Y luego a las subidas
cavernas de la piedra nos iremos,
que están bien escondidas;
y allí nos entraremos,
y el mosto de granadas gustaremos.
Allí me mostrarías
aquello que mi alma pretendía,
y luego me darías
allí, tú, vida mía,
aquello que me diste el otro día:
El aspirar del aire,
el canto de la dulce Filomena,
el soto y su donaire,
en la noche serena,
con llama que consume y no da pena.
Que nadie lo miraba,
Aminadab tampoco parecía,
y el cerco sosegaba,
y la caballería
a vista de las aguas descendía.
San Juan de la Cruz, cuyo nombre secular era Juan de Yepes
Álvarez y su primera identificación como fraile Juan de San Matías (Fontiveros,
Ávila, España, 24 de junio de 1542 – Úbeda, Jaén, 14 de diciembre de 1591), fue
un religioso y poeta místico del renacimiento español. Fue reformador de la
Orden de Nuestra Señora del Monte Carmelo y cofundador de la Orden de los
Carmelitas Descalzos con Santa Teresa de Jesús. Desde 1952 es el patrono de los
poetas en lengua española.
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