Una variante de este tópico que venimos desarrollando en otras columnas de las mujeres como “botines de guerra” es sin dudas el de las cautivas. En la historia argentina son abundantes los casos de las cautivas; entendidas estas como mujeres hechas prisioneras por los aborígenes que pasan a formar parte de la tribu. Las mujeres en el mundo indígena representaban propiedad y eran expresión de poder y status. Hay testimonios de mujeres que han pasado toda la vida y han formado familias junto a sus captores; otras fueron rescatadas o liberadas.
La figura de la cautiva tiene una larga tradición en la literatura argentina. Está unida a la dicotomía que atraviesa el siglo XIX: civilización/barbarie, y la cautiva es un personaje en disputa, arrebatada a la civilización sufre los tormentos de la barbarie en esta lucha varonil por la apropiación de la mujer. Desde la escritura inicial de Esteban Echeverría pasando por José Hernández las cautivas son mujeres resistentes que todo lo soportan en su afán de volver a territorio blanco.
El ejemplo paradigmático es “La cautiva” de Echeverría. María es la heroína, una cautiva que salva a su marido herido y logra huir de las tolderías no sin antes matar a uno de sus captores. “Una mujer; en la diestra/ un puñal sangriento muestra,/ sus largos cabellos flotan/ desgreñados, y denotan/ de su ánimo el batallar. […]Un cuerpo gruñe y resuella,/ y se revuelve; mas ella/ cobra espíritu y coraje,/ y en el pecho del salvaje/ clava el agudo puñal”. Después de infinitos trabajos María es rescatada del infierno.
Desde una mirada menos romántica, la cautiva de “El Martín Fierro” responde un poco más a la realidad que pasaban aquellas mujeres. Dos años está prisionera la mujer y se describen las innumerables penurias por las que pasa. Con el cacique tiene un hijo, producto de la violación, esto ocasiona los celos de la mujer principal. Así la ve Martín Fierro y la rescata del indio: “Toda cubierta de sangre/ aquella infeliz cautiva: /Tenía dende abajo arriba/ la marca de los lanzazos;/ sus trapos hechos pedazos/ mostraban la carne viva”.
En ambos textos las cautivas retornan de la frontera, son exhibidas como víctimas de la barbarie y rescatadas por la civilización, son un vehículo también de propaganda política.
Publicado en Diario "Río Negro", domingo 1º de Diciembre de 2019.
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