domingo, 3 de agosto de 2025

La musa reprochona de Celedonio Esteban Flores.

 


La musa reprochona de Celedonio Esteban Flores.

Por Fernando Sorrentino.

A diferencia de la inmensa mayoría de los letristas de tangos, que carecen del mínimo conocimiento del arte y de la técnica de la versificación, Celedonio Esteban Flores (1896-1947) domina con total autoridad tales saberes, lo que no significa que siempre los aplique en sus obras.

En contraposición a estas excepcionales bondades académicas, parece estar enojado hacia la mayor parte del universo visible e invisible. Y su máximo placer consiste en asestar reprimendas de toda índole a diversas personas de uno u otro sexo.

Entre tantas obras suyas con reprobaciones, echemos una mirada a sólo tres.

REPROCHES CON VERSOS HERMOSOS.

En Margot y Mano a mano prefiere utilizar un verso de dieciséis sílabas (hexadecasílabo u octonario), dividido en dos hemistiquios de ocho sílabas, con rimas consonantes que constan, sin error y sin desliz ninguno, con maravillosa maestría.

Margot, 1921:

Se te embroca desde lejos, pelandruna abacanada,

que has nacido en la miseria de un convento de arrabal…

(…) Son macanas, no fue un guapo haragán ni prepotente

ni un cafisho de averías el que al vicio te largó…

Vos rodaste por tu culpa y no fue inocentemente…

¡berretines de bacana que tenías en la mente

desde el día que un magnate cajetilla te afiló!

Mano a mano, 1923:

Hoy tenés el mate lleno de infelices ilusiones;

te engrupieron los otarios, las amigas y el gavión;

la milonga, entre magnates, con sus locas tentaciones, donde triunfan y claudican milongueras pretensiones, se te ha entrado muy adentro en tu pobre corazón.

CATARATA DE AUTOELOGIOS Y MENOSCABO DE ‘LA MINA’.

Desde el título se infiere la actitud del poeta: es “canchero”, tiene un altísimo concepto de sí mismo y, por ende, ejerce el derecho de despreciar a una mujer a la que no considera hallarse ni remotamente a la altura de sus propios méritos.

Desde la, digamos, “largada” de la carrera elige animalizarse y, ya convertido en caballo, elabora, en autohomenaje, un fervoroso ditirambo equino. Èl es el macho que va a triunfar fácilmente en la carrera; la mujer a la que se dirige, la “potranca”, pertenece al sexo femenino caballar, o sea que se la podría ubicar taxonómicamente como “yegua”.

Canchero (1930):

Para el récord de mi vida sos una fácil carrera

que yo me animo a ganarte sin emoción ni final.

Te lo bato pa’ que entiendas en esta jerga burrera

que vos sos una “potranca” para una “penca cuadrera”

y yo –¡che, vieja!– ya he sido relojiao pa’l Nacional…

Vos sabés que de purrete tuve pinta de ligero.

¡Era audaz, tenía clase, era guapo y seguidor!

Por la sangre de mi viejo salí bastante barrero

y en esa biaba de barrio figuré siempre primero

ganando muchos finales a fuerza de corazón.

A continuación, ahora convertido en centauro (caballo y hombre a la vez), confiesa, ecuánime, también alguna derrota, atribuible, eso sí, a su juvenil falta de experiencia, pero de la cual se repuso muy rápidamente:

El cariño de una mina que me llevaba doblado en malicia y experiencia me sacó de perdedor.

Pero, cuando estuve en peso y a la monta acostumbrado,

¡que te bata la percanta el juego que se le dio!

Vuelto a su esencia de animal racional, se enorgullece de sus altibajos en una de las actividades más nobles, exigentes y edificantes de la historia de la humanidad: el escolaso:

Ya después, en la carpeta, empecé a probar fortuna

y muchas veces la suerte me fue amistosa y cordial…

Otras veces salí seco a chamuyar con la luna

por las calles solitarias del sensiblero arrabal…

Me hice de aguante en la timba y corrido en la milonga, desconfiao en la carpeta, lo mismo que en el amor…

Y ahora, inesperadamente, amonesta a la “potranca”, dando a entender que algunas congéneres de ésta han cometido la osadía de hacer llorar a guapos:

Yo he visto venirse al suelo sin que nadie lo disponga

cien castillos de ilusiones por una causa mistonga

y he visto llorar a guapos por mujeres como vos.

Concluye con la descripción de cuáles son sus aspiraciones, al parecer con la esperanza de que la “potranca” se apresure a satisfacerlas:

Ya ves que por ese lado vas muerta con tu espamento…

Yo no quiero amor de besos, yo quiero amor de amistad.

Nada de palabras dulces, nada de mimos ni cuentos:

yo quiero una compañera pa’batirle lo que siento y una mujer que aconseje con criterio y con bondad.

El caballero no pretende lograr objetivos muy difíciles, de manera que podemos ser optimistas en cuanto a los resultados: por un lado, la dama debe abstenerse de generar besos, palabras dulces, mimos y cuentos, y, por otro, debe brindarle amistad y, al modo de un psicólogo o de un cura confesor, escuchar con la merecida atención los sentimientos de aquél y, en consecuencia, suministrarle consejos tan inteligentes como bondadosos.

¡Fácil tarea, pues, para la “potranca”! Todo solucionado entonces y previsible happy end.

PUBLICADO EN LA PRENSA.

https://www.laprensa.com.ar/La-musa-reprochona-de-Celedonio-Esteban-Flores-562540.note.aspx

MOMENTO MUSICAL.



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