PIBE DE CAMPO.
¡¡¡QUE LO DISFRUTEN!!!
Tenía solo 5 años y algo más.
Vivía en el pueblo, donde iba a
su jardín todos los días., pero su locura era ir al campo donde su papá
trabajaba. Allí me lo solía encontrar cuando me aparecía de visita, solito con
el viejo… si parecía un hombre el piojito!!
Se acostaba primero que ninguno y a la mañana era raro que no saltara de
la cama al primer ruido en la cocina.
Va a desayunar m´hijo? Le preparo
algo? –decía su padre-
No gracias, yo me hago un té. Y allí
partía poniendo un jarro sobre la llama de la cocina que acababa de encender.
Leche en polvo, un saquito y media galleta de campo aprontaba en la mesa
mientras aguardaba el punto del agua. Cuando terminaba, limpiaba la mesa y
lavaba la taza, guardando la leche y la cucharita.
Tiene que hacerse hombre, decía su papá. Tiene que jugar, y bastante lo
hace en el pueblo, y aquí también en cuanto puede, pero goza más ayudando en
los corrales que correteando por allí, pero su tiempo se lo toma, no vaya a
creer –me decía-.…
Me había tomado el tiempo.
Conocía mejor que los perros el ruido de mi Peugeot cuando me acercaba al
rancho. Jadeando ya estaba abriendo la tranquera cuando asomaba de la curva.
Claro… yo tenía que parar, porque cerrarla no sabía el muy chiquito. Venía con
su manita derecha extendida para saludarme, con voz chillona me decía “como
está mi amigo?” estrechando la mía con seriedad, para después colgarse de de mi cuello besándome sonoramente. Quería ser
hombre, pero le salía su bondad y cariño de pibe bueno.
Te corro….. proponía, y al costado de la pick up hacía esos cien
metros hasta la casa a toda carrera. Claro… me ganaba siempre por supuesto, ja
ja, y con orgullo y con la lengua afuera
le contaba la hazaña a su papá que estaba en los corrales.
Un día, estando seco el tajamar,
su papá arrancaba el generador con la batería de su camioneta. La vuelta hasta
la casa por fuera del tajamar era casi tres veces la distancia que si se cruzaba
por el medio. El papá debía rodearla no había dudas. El charco estaba seco.
Te corro, desafió…, y salió junto al Beethoven a toda marcha con
sus patitas a mil. Obvio el perro le sacaba mucha distancia, pero a él le
interesaba ganarle al papi, claro. Miraba de reojo la camioneta, y adelante,
pero al suelo ni por asomo. El papa
pensó que iba a tropezar con las huellas endurecidas que habían dejado las vacas mientras el fondo estuvo
fangoso. Pero no, no se cayó. Solo que ya casi llegando comenzó a dar unos
saltos impresionantes, a la par que gritaba como un marrano con la cara
desencajada por el miedo. Su papi llegó corriendo, viendo unos metros atrás a
una enorme culebra que se alejaba velozmente. Vio mi amigo porqué su padre le
dice siempre que mire al suelo cuando camina y que tenga cuidado por donde va a
pisar? Podría haber sido una víbora y ahí si que se las hubiera visto fulera
m´hijo!!.
Todos los días le enseñaba algo
al chiquitín sobre la vida en el campo. La familia era toda gente de campo, lo
normal sería que algún día fuera a parar a un puesto. Si le gusta estudiar y
ser otra cosa, mejor, pero si viene al
monte tiene que saber como sobrevivir.
No hijo, no le dé esas cáscaras
de huevo al perro, porque las va a
lamer, le va a gustar y después se va a
poner más dañino que los zorrinos o las comadrejas con los nidos de las
gallinas. No hijo, tenga cuidado cuando levanta esa chapa que abajo puede haber
una yarará. No hijo, no mate pájaros si no los va a comer. Papá, se los cacé
para el gato decía orgulloso mostrando su aire comprimido y los primeros dos
chingolitos que había acertado a cazar. Así se hace la “armada” le enseñaba
lazo en mano. No hijo, no pise ese “chinchimoye” que lo va a “miar” y va a
quedar mas hediondo que un zorrino.
El pibe aprendía a pasos
agigantados, ya sabía mucho de la vida de campo. A mi me pasaba el trapo cinco
veces y se reía cuando me agarraba con algo que yo no sabía. A que no sabes si
es potrillo o potranca esa cría que viene con la yegua? Me preguntó-, Dame un
largavista le dije, si está como a quinientos metros... Ja, ja, se reía, no sabes que si viene a la
par es hembra, y si viene a la siga es
macho me dijo.
Eso no es nada, me respondió.
Siéntese que le cuento::
Vió que su perro es el Beethoven?
Si claro, raro que no lo veo.
Seguro que no lo va a ver.
Siempre andaba suelto, al
contrario que el “Pirata” que lo mantengo atado todo el tiempo. Resulta que el
“pirata” se soltó, y no se como los perros se pusieron de acuerdo. El pirata lo
mandó al Beethoven al lado oeste del
gallinero donde arriba hay una franja de unos cuarenta centímetros sin tejido,
y el se puso a torear a las gallinas desde el tejido del lado este. Claro las
gallinas se volvieron locas y revoloteaban tratando de escapar, cosa que
conseguían saliendo por el agujero del lado del Beethoven. Allí las esperaba el
cooker que las agarraba al vuelo masticándolas alegremente.
Justo arribamos nosotros. Desde
la tranquera sentimos el alboroto. Llegamos corriendo. Beethoven contento nos
mostraba su proeza, con una gallina en la boca, mirándonos alegremente y
moviendo el rabito que le quedaba de cola.
Que hacemos m´hijo pregunté. El
chico las costumbres del campo las sabía
muy bien porque yo se las había enseñado, pero
era su perro!!!
Y… papá hay que matarlo!! Ya se
ha puesto dañino y nunca nos va a dejar tener un animal en la casa, hay que
matarlo!!
A mi se me partía el corazón,
pero es la realidad que tengo me dije y junté coraje (para hacerlo delante de él,
claro).
Una vez muerto el animal, se mantuvo entero. Le pregunté, ¿y ahora?
Yo descontaba que me iba a decir:
busquemos una pala y enterrémoslo. Pero el pibe siguiendo con su entereza me
dijo: vamos a carnearlo papi!.
Yo asombradísimo. ¿y para que,
-pregunté? Para dárselo a los otros perros papi, así nos ahorramos la comida…
antes de tirarlo lo aprovechamos, porque en el campo no se tira nada!!…
Mi madre11, dije yo
interrumpiendo su relato. ¡es un hombre,
caracho!. ¿Cuántos años tiene?,
El mes que viene cumple seis
respondió su padre!
Embelesado me miraba mientras le contaba…, parece un grande…pero es un pibe…UN PIBE DE CAMPO!!!
Este cuento de Mariano Giammona fue publicado en "El Globo de Villa Regina" el martes 21 de agosto de 2012.
Correo electrónico para quienes desean contactarse con el autor:
mgiammona2002@hotmail.com
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