PALABRA ES PALABRA.
Tenía unos pocos pesos ahorrados.
Por ese entonces yo estaba
trabajando en el Banco de la
Provincia de Río Negro, en Viedma.
No se porqué me llamaba la
atención el campo y la cría del ganado. Quizá fuera por mi afición a la caza, o
por el deleite que me producía
respirar aire puro en la meseta patagónica. La simpleza del hombre
de campo también llamaba mi atención.
La idea dio vueltas y al poco tiempo, precisamente a mediados del año 84, me había puesto entre ceja y ceja la meta de ser ganadero.
La imposibilidad de comprar un
campo era total… la de tomarlo en alquiler
también era utópica al no tener el capital necesario…, -hacía falta una cantidad importante de vacas para justificar el gasto del alquiler-…
Un mercachifle que recorría los
campos del sur de La Pampa ,
contra la margen norte del Río Colorado, estaba siempre atento a la posibilidad de
ganarse un peso…
Oiga “don”, -me dijo-..., yo
puedo conseguirle un campo que acepten hacienda y usted le paga solo
mensualmente por cada vaca que le tomen en pastoreo… ellos se encargan de todo… solo
tiene que ir a vacunar y a llevarse las crías que nazcan… usted puede seguir
haciendo su trabajo en Viedma y ellos hacen todo.
La cosa me gustó. Sacamos cuentas con el mercachifle, y los números me
daban para comprar apenas unas ocho o
nueve vacas, ni siquiera me alcanzaba para el toro que les hacía falta.…
No abandoné… el tema quedó invernando…
El hombre se quería ganar la
comisión a cualquier precio… volvió a la carga a la semana siguiente…”mire don,
porque no compra unas terneras?, con esa plata le puede alcanzar para unas
treinta o cuarenta, y no necesita toros… al menos por ahora”…, “cuando
se quiere acordar se van a hacer vacas y usted ni cuenta se va a dar”. “ dos
veces por año, con que vaya a cumplir con la vacuna, listo”
El “viejo” Benito, era un gran
tipo. No es que fuera un “viejo”, solo tenía algún año más que el resto, pero
le decíamos así cariñosamente. Su grupo, generalmente estaba compuesto por gente mas joven que él, porque tenía el atractivo de la “calle vivida” para
los que éramos más pichones. Nos atraía
como la miel a los osos.
Dale “viejo”, acompañame, vamos a
un campo del otro lado del “Colorado”, son como doscientos kilómetros de aquí,
y todo camino de ripio, va a ser una aventura…, yo compro una tira de carne y
vos hacés el asado...
Ché… semejante viaje…-me
dijo-, yo mucho no tengo que hacer,
pero…
Decime, podré llevar la escopeta?
Y mirá… como poder no se puede,
pero en ese desierto quien nos va a agarrar?, dale viejo, juntá coraje y
arrancamos mañana temprano.
Mucho no se hizo rogar… yo llevo
el vino –ofreció-, a que hora pasas?
Eran las 6 de la mañana yo a los bocinazos, y el viejo con su gorra,
su escopeta y la damajuana se subían de prisa al R12…, combustible ya había completado la noche
anterior, así que sin más salimos
muertos de frío para “La
Japonesa ”.
El “merca” era un parlanchín de
primera, las palabras las atropellaba
unas con otra mientras las iba largando salpicando como ametralladora.
Desde Chelforó hasta el puente de “La Japonesa ”, el auto apenas
si se podía nivelar entre pozo y pozo… “estas son las penurias del asfalto…” “
ya van a ver como se va a serenar cuando tomemos el ripio del otro lado del río”,
nos comentaba riendo el “charleta”..
El primer susto lo tuvo el viejo,
cuando llegamos al destacamento de la caminera antes del puente… zorro, nuestro pasajero le preguntó muy serio…¿¿¿oiga
don, tiene portación de armas y permiso de caza???... porque estos requisan… A
mi pobre amigo no le daban las manos para tapar el arma con cuanta cosa pudo…
A donde van? Preguntó el policía
de guardia… al campo de don Eugenio, presto contestó nuestro guía… Ahh… buen
viaje, y saludos. Salvado el hombre,
pensó mi amigo, y no con menos picardía rápido le dije … no descubras el fierro,
viejo, que del otro lado del puente está la otra
policía… volvió a ponerse pálido enrollando las piernas sobre la “Centauro”.
Ya en La Pampa y dejando atrás a
Gobernador Duval, subimos la loma y tomamos
una ruta enripiada paralela a la costa, que se abre a la derecha.
Casi cien kilómetros hicimos empolvándonos,
y el primer reto lo tuvo el viejo cuando quiso tirarle a una martineta…”no mi amigo… con ese cañón tírele al
vuelo si se las banca”… Orgulloso Benito se bajó corriendo para que levantara vuelo y poder tirarle. Volvió contento
con su presa, poniéndola en una bolsa de
nylon.
Nuestro mercachifle parece que la
tenía con él…!! ¿¿¿y ahora como se las va a rebuscar con el guarda fauna que
nos espera allá adelante en el camino???... El viejo se puso blanco…, poco
veía, pero divisó como a quinientos metros la figura del tipo uniformado y apoyado en el alambrado contra
el guardaganado…Fruncía los ojitos… el tipo tieso. Yo, mirando la sonrisa
picaresca del paisano, y los nervios del
viejo, pensé… tan maldito es este tipo que goza viéndolo sufrir…
¿¿¿y, que hacemos??, -pregunté-. Nada, siga nomás Don…
Claro él sabía que el de la tranquera era un monigote que había fabricado “Chicharra” –el sobrino de Don Eugenio- para
que a modo de espantapájaros asustara a las vacas y no saltaran los hierros
hacia el otro campo…
…Mientras hacía el fuego para el
asado, el viejo retomó su color y estado de ánimo, mientras yo hacía negocio en el corral, como normalmente se acostumbra en el campo.
Vamos a tomar unos mates, a ver
si sacamos los números –dijo-.
Había llevado la chequera, pero
era consciente que allí en el medio del desierto no era una persona conocida,
así que estaba resignado a volver al día siguiente con el dinero, si es que
cerrábamos trato. Por las dudas, le pregunté…”¿puede servirle un cheque a
treinta días?”…, “para nada mi
amigo”, “que quiere que haga yo con un
papel aquí en el medio del monte,… para que me sirve”…
¿¿Usted es un tipo de palabra,
como somos los criollos?? –preguntó- . Sí, por supuesto -le contesté-. Sin decir palabra
se levantó, miró el almanaque con figura de Molina Campos que tenía en la
cocina, y volviendo me dijo, cerremos trato, saquemos la cuenta, mande un
camión mañana a primera hora y el día 17 de julio lo espero con la plata en la
puerta de la cocina. Yo no lo podía creer!!!!!
El 14 de julio, mi “comisionista” me llama por teléfono para decirme que tenía otra
partidita de 10 terneras en el campo
vecino al de don Eugenio, y que encerraban el 19 para vacunar.
Son doscientos kilómetros para allá
y doscientos de vuelta –me decía mi
señora-… en lugar de ir a pagarle a don Eugenio el 17, hacé un solo viaje y le
pagas el 19.
El viejo, que estaba tomando un
café en casa, asentía comentando para
reforzar… “con las bicicleteadas a que estamos acostumbrados ¿que son dos días
de atraso?, le explicamos y listo”, son muchos kilómetros pibe.
Tenía que tomar una decisión y de
yapa el viejo no podía acompañarme si es que hacía dos viajes.
El 17, don Eugenio me esperaba en
la puerta del rancho… pase mi amigo…tómese unos mates, adelante… Un rato
después de haberle pagado, no quise dejar la ocasión de comentarle… “y sabe…
pasado mañana tengo que volver aquí al lado, al lote trece, que me van a tener encerradas unas terneras…..
pero vio… me había comprometido…”
Yo descontaba que la respuesta iba a ser…… “hombre…, hubiera hecho un solo
viaje…”.
Sin embargo, alcanzándome el mate que había cebado, me dijo
pausadamente…, “lo bien que hizo mi
amigo…porque… palabra es palabra”.
Nota: Esta historia fue publicada en "El Globo de Villa Regina" el martes 7 de agosto de 2012, página 2.
Correo electrónico para quienes desean contactarse con el autor:
mgiammona2002@hotmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario