LA MUJER DEL JARDÍN.
Ella lo sabe, no hay ni habrá resurrección posible,
simplemente, no la habrá.
Ahora, sólo cree en la verdad de la flor que duerme en su jardín,
no admite grietas en sus pétalos
ni concibe la sed del insecto que sobrevuela las imperfecciones del cielo.
Todo orden de lo que nace está ahí, rígido, inmóvil, inerte.
Pero a veces, presa de un arrebato,
corre enloquecida como una manada de hembras preñadas
mientras arroja pañuelos a los pájaros justos
para que los lleven como santos sudarios a la muerte.
1 comentario:
Un gran poeta argentino que escribía a puro sentimiento.
mariarosa
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