Purpura.
Eras la uva madura
y el vino fresco en la siesta de verano.
El río manso bebiéndose la tarde,
la rosa morada y el clavel bordó.
La placidez del estío
y las primeras luciérnagas
iluminando mi cansancio.
Eran púrpura tus labios,
gastándose en las flores de lavanda
y perfumando el aire.
Era púrpura el viento del sur
doblando los árboles con su rito antiguo
y hundiéndose en la hierba
blanda de rocío.
Y era tu voz
caricia
y vacío en la oscuridad.
Fuiste tanto
que hoy nada queda.
Sólo la evocación de un río morado
que se fue alejando
hasta perderse en el mar
y hoy es pasado.
1 comentario:
Gracias Gillermo. Siempre es emocionante ver mis poemas publicados, eres muy amable.
mariarosa
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