sábado, 24 de abril de 2021

Genealogía Gauchesca por FERNANDO SORRENTINO.

 

Mediante el artificio de fingirse gauchos, imitando, con frecuencia de manera hiperbólica, el habla de nuestros paisanos rurales, diversos autores han compuesto obras de la modalidad literaria que se conoce como “poesía gauchesca”. (1)

En ella se inscribe la obra cumbre de la literatura argentina del siglo XIX, el Martín Fierro, publicado en dos partes: El gaucho Martín Fierro (1872) y La vuelta de Martín Fierro (1879).

Sabemos que no fue el primero en ejercitar dicho género. La primera edición de El gaucho Martín Fierro registra una carta de José Hernández a José Zoilo Miguens, el estanciero de Ayacucho que, según las evidencias, solventó la publicación. Hacia el final de la misiva hay una referencia a dos antecesores:

Por lo demás, espero, mi amigo, que usted lo juzgará con benignidad, siquiera sea porque Martín Fierro no va de la ciudad a referir a sus compañeros lo que ha visto y admirado en un 25 de Mayo u otra función semejante, referencias algunas de las cuales, como en Fausto y varias otras, son de mucho mérito ciertamente, sino que cuenta sus trabajos, sus desgracias, los azares de su vida de gaucho, y usted no desconoce que el asunto es más difícil de lo que muchos se lo imaginarán.

Autores aludidos

Los autores cuyos gauchos refieren lo que han visto y admirado “en un 25 de Mayo u otra función semejante” son los dos siguientes:

1. Bartolomé José Hidalgo (1788-1822). Nació en Montevideo, de padres argentinos, y murió en Morón. Un romance de 310 octosílabos despliega la “Relación que hace el gaucho Ramón Contreras a Jacinto Chano de todo lo que vio en las fiestas mayas de Buenos Aires, en 1822”. He aquí el comienzo de la descripción (versos 55-69):

¡Ah, fiestas lindas, amigo!

No he visto en los otros años

junciones más mandadoras,

y mire que no lo engaño.

El veinticuatro a la noche,

como es costumbre, empezaron.

Yo vi unas grandes colunas

en coronas rematando,

y ramos llenos de flores

puestos a modo de lazos.

Las luces como aguacero

colgadas entre los arcos,

el cabildo, la pirame,

la recova y otros laos,

y luego la versería.

2. Hilario Ascasubi (1807-1875). Nació en la posta de Fraile Muerto, hoy Bell Ville, Córdoba. Me permito abreviar el larguísimo título (“Jacinto Amores, gaucho oriental, haciéndole a su paisano, Simón Peñalva […], una completa relación de las fiestas cívicas […]” del no menos extensísimo romance (960 octosílabos). Vaya un botón de muestra del –agobiante y desvaído– diálogo (versos 57-66):

Simón:

No me venga con preludios,

pues ya sé que es parador.

 

Jacinto:

A veces, pero no en todas;

por fin, eso ya pasó.

Y, volviendo a su deseo,

en cuanto a conversación,

traigo más cuento que infierno

y podré darle razón,

como guste, en lo tocante

al todo de la función.

Dicho sea al pasar: tanto Hidalgo como Ascasubi eligieron la forma más amigable para versificar: el romance octosílabo con una única rima asonante en los versos pares.

En cambio, dos autores llegados después prefirieron exigirse más a sí mismos en cuanto a variedad y consonancias de rimas. 

Con respecto al Fausto criollo…

Estanislao del Campo (1834-1880) utilizó el seudónimo de Anastasio el Pollo, a manera de homenaje tributado por discípulo a maestro: es decir Hilario Ascasubi, que solía emplear el de Aniceto el Gallo.

Como Ascasubi había aclarado que no le pertenecían ciertos versos de del Campo, éste, con –creo yo– exagerada modestia, le dedicó cuatro décimas amistosas, la tercera de las cuales expresa:

Paisano Aniceto el Gallo,

puede sin cuidao vivir,

que primero han de decir

que la vizcacha es caballo,

y que la gramilla es tallo,

y que el ombú es verdolaga,

y que es sauce la biznaga,

y que son montes los yuyos,

que asegurar que son suyos

los tristes versos que yo haga.

Por otra parte, opino que la literatura del “discípulo” Estanislao es muy superior a la del “maestro” Hilario.

Con respecto al Fausto criollo, no resisto la tentación de reproducir, a pesar de ser archiconocida, la hermosa espinela que le da principio:

En un overo rosao,

flete nuevo y parejito,

caia al bajo, al trotecito,

y lindamente sentao,

un paisano del Bragao,

de apelativo Laguna:

mozo jinetazo, ¡ahijuna!,

como creo que no hay otro,

capaz de llevar un potro

a sofrenarlo en la luna.

 

El Fausto es de 1866; en 1872 llegará El gaucho Martín Fierro.

 (1) No incluyo en esta categoría poemas de tema gauchesco, pero escritas en la lengua considerada “culta”, tales, por ejemplo, “Endecha del gaucho” de Juan María Gutiérrez, “A Santos Vega” de Bartolomé Mitre, “Santos Vega” de Rafael Obligado, y otras composiciones de la misma índole.

Publicado en Diario "La Prensa", 24 de abril del 2021.

http://www.laprensa.com.ar/501336-Genealogia-Gauchesca.note.aspx

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