PLATERO Y YO.
I - Platero.
Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que
se diría todo de algodón, que no lleva huesos. Sólo los espejos de azabache de
sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro.
Lo dejo suelto y se va al prado, y acaricia tibiamente con
su hocico, rozándolas apenas, las florecillas rosas, celestes y gualdas. . .
Lo llamo dulcemente: "Platero?", y viene a mí con
un trotecillo alegre que parece que se ríe en no sé qué cascabeleo ideal . . .
Come cuanto le doy. Le gustan naranjas, mandarinas, las uvas
moscateles, todas de ámbar, los higos morados, con su
cristalina gotita de miel . . .
Es tierno y mimoso igual que un niño, que una niña . . .;
pero fuerte y seco como de piedra. Cuando paso sobre él, los domingos, por las
últimas callejas del pueblo, los hombres del campo, vestidos de limpio y
despaciosos, se quedan mirándolo:
-Tiene acero . . .
Tiene acero. Acero y plata de luna, al mismo tiempo.
Juan Ramón Jiménez Mantecón (Moguer, 23 de diciembre de 1881-San Juan, 29 de mayo de 1958).
No hay comentarios:
Publicar un comentario