EL LOCO DE LA AMETRALLADORA.
Poco contaba papá
de su vida en Italia. Cuando lo hacía, normalmente eran cosas triviales,
generalmente alegres y referidas a su
vida de muchacho inquieto haciendo travesuras en el puerto o en los campos
cercanos al poblado. Solo se le ponían los ojos brillosos cuando nos contaba de
la guerra. Siempre lo mismo y lo hacía sin cambiar ni una palabra, como si fuera un verso aprendido de memoria.
Había sido soldado
en la segunda guerra mundial, y antes que apagáramos la estufa, haciendo girar
el contenido de su copa de coñac, y oliendo su aroma comenzaba su relato:
“Era una noche de invierno. El enemigo estaba muy cerca.
Nos mandaron a mí y a Pietro a hacer un reconocimiento. Estábamos camuflados,
cada uno con su casco, cada uno con su ametralladora, los dos muertos de frío y
yo muy asustado. Pietro también. Cuando terminábamos de cruzar un claro, escuchamos
un fuerte estampido e inmediatamente sentí en mi brazo izquierdo un fuego y un
ardor muy fuerte seguido de un gran
dolor. Mi ametralladora cayó al suelo… Enfrente como a veinte metros vimos la figura de un soldado
enemigo con su pistola todavía humeante.
Rápido como un rayo Pietro puso rodilla en tierra y
comenzó a disparar: “pa.pa.pa.pa.pa….
pa.pa.pa.pa,,” “pa.pa.pa.pa.pa…. pa.pa.pa.pa,,”.
Pietro me tomó del brazo sano y me gritó: “ Salvemos la vida… a la trinchera,
rápido!!” “Vamos… vamos”, no se de donde sacó fuerzas, pero como si fuera
un trapo me arrastró con él. Sentimos
ruido de motores… Pietro se asomó y volvió a disparar como un loco, “pa.pa.pa.pa.pa….
pa.pa.pa.pa,,” “pa.pa.pa.pa.pa…. pa.pa.pa.pa,,”, mientras apuntaba a un auto descapotable con dos oficiales
contrarios, a la par que gritaba con
todas sus fuerzas… “ MUERE ASQUEROSO
ENEMIGO” MUERE”… Nunca más lo vi,…
me desperté en el hospital de campaña… después terminó la guerra y me vine a la Argentina ,… no se si salvó su vida,… no tuve nunca mas
noticias de él…”
Pasaron muchos
años, yo me había transferido de mi ciudad natal a un pueblo del Alto Valle del
Río Negro. Me había hecho amigo de Rafael, -el peluquero del barrio-.
La calle, como
todas, salvo la principal, era de tierra y
contra la vereda corría una
acequia. Ahí viene el “loco de la ametralladora me dijo”.
Fijate lo que hace cuando llegue a la esquina.
A lo lejos se veía
venir a un hombre delgado, de cara afilada y desprolija barba, parecía de unos
ochenta años. Estaba montado en una bicicleta de mujer que tenía detrás del
asiento un portaequipaje con un resorte para fijar la carga. Allí llevaba una rama, y sobre ésta un viejo
y abollado colador de pastas.
En la esquina
estaba la parte mas honda de la acequia,
Por la época del
año no corrían aguas por ella.
En cuanto cruzó la
bocacalle, se tiró bruscamente de la bici, tomó la rama y poniendo rodilla en
tierra, apuntaba con ella a la nada
comenzando a hacer sonidos con su boca… “ratatata….ratatata,,”
mientras movía el palo de derecha a izquierda…. Se paró apresuradamente. Tomó la bicicleta del
manubrio, y tirando con fuerza la miró
fijamente y le gritó:: ….. “ Salvemos la vida… a la trinchera,
rápido!!” “Vamos… vamos”, y se zambulló junto a ella en la acequia de
la esquina…
Lo vimos asomar con algo brilloso en la cabeza. Afinando la
vista vi que se había puesto el colador
a modo de casco.. Cautelosamente sacó la
punta del palo y siguió con sus ruidos. “ratatata….ratatata,,”
“ratatata….ratatata,,”
“ratatata….ratatata,,”
mientras le apuntaba
al taxi del pueblo a la par que gritaba con todas sus fuerzas…
“ MUERE ASQUEROSO ENEMIGO”… MUERE”……
“ MUERE ASQUEROSO ENEMIGO”… MUERE”……
Ahora dedicado a escribir. Ya presentó su primer libro que es una biografía novelada "La Sirena de Vapor" que lo entusiamaron en incursionar en los cuentos cortos. Enhorabuena.
mgiammona2002@hotmail.com
2 comentarios:
Le aseguro que estoy con lágrimas en los ojos. Mi papá nos contaba una historia similar respecto de un hombre que vivió en Guernica. Demasiado igual, parece mentira haberlo leído de esta manera.
Es tan cruel la guerra que, en algunos casos, la muerte habría sido más piadosa. A veces, el cuerpo queda solo, sin uno que se va.
Le aseguro que estoy con lágrimas en los ojos. Mi papá nos contaba una historia similar respecto de un hombre que vivió en Guernica. Demasiado igual, parece mentira haberlo leído de esta manera.
Es tan cruel la guerra que, en algunos casos, la muerte habría sido más piadosa. A veces, el cuerpo queda solo, sin uno que se va.
http://enfugayremolino.blogspot.com.ar/
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