que el dolor no me sea indiferente,
que la reseca muerte no me encuentre
vacío y solo sin haber hecho lo suficiente.
Sólo le pido a Dios
que lo injusto no me sea indiferente,
que no me abofeteen la otra mejilla
después que una garra me arañó esta suerte.
Sólo le pido a Dios
que la guerra no me sea indiferente,
es un monstruo grande y pisa fuerte
toda la pobre inocencia de la gente.
Sólo le pido a Dios
que el engaño no me sea indiferente
si un traidor puede más que unos cuantos,
que esos cuantos no lo olviden fácilmente.
Sólo le pido a Dios
que el futuro no me sea indiferente,
desahuciado está el que tiene que marchar
a vivir una cultura diferente.
León Gieco la compuso en 1978, en el pueblo de su infancia,
Cañada Rosquín. Gieco no estaba muy
convencido de incluir este tema en el disco IV LP, puesto que lo encontraba
"aburrido y monótono",3 pero al fin siguió el consejo de Charly
García. En 2002, según la revista Rolling Stone y la cadena MTV, es la sexta
mejor canción de la historia del rock argentino. En 2007, según Rock.com.ar, es
las décima mejor canción de la historia del rock argentino.
20 DE NOVIEMBRE DE 1.951: NACIMIENTO LEÓN GIECO EN CAÑADA ROSQUÍN, PROVINCIA DE SANTA FÉ, LA ARGENTINA.
Raúl Alberto Antonio Gieco nació en una chacra cercana a la
localidad de Cañada Rosquín, centro de la provincia de Santa Fe, lugar del que
es ciudadano ilustre el 20 de noviembre de 1.951.
Compró una guitarra con su propio dinero y comenzó a tocar en una banda de rock llamada “Los Moscos.
¿De donde viene su apodo “León”? cuentan que vez en que
preparaban los instrumentos para una prueba de sonido cuando estaba en "Los Moscos". Al realizar la
instalación de unos aparatos de amplificación, lo hizo en manera incorrecta por
lo cual el equipo se quemó y le dijeron: "Qué hacés, este sí que es rey de
las bestias" por el león que se considera el rey de los animales de allí
en adelante pasó a ser León Gieco.
A los 18 años fue a probar suerte a la ciudad de Buenos
Aires.
Del mismo barro
de León Gieco.
Cuando tenía solo 18
llegaba a Buenos Aires,
era marzo de neblinas
del tren bajé temblando.
Parecíamos todos del mismo barro.
Los almendros saludaban
al último gran verano,
lamentaban no hacer más sombra
a unos gatos naufragando.
Parecíamos esperanzas caminando.
Dónde quedó esa canción,
quizás adentro del corazón.
Todavía quedaba algo
del libro de primer grado.
Se saludaban los pelos largos
cuando las calles se cruzaban.
Parecíamos todos del mismo barro.
Lucy traía unos diamantes
de un mundo inesperado,
Francia en colores del día domingo,
marcha de los estudiantes.
Dónde quedó esa canción
quizás adentro del corazón.
Desembarco en bateas con el disco con su nombre que se editó
en marzo de 1973 y que incluía títulos aún vigentes como En el país de la
libertad, Hombres de hierro y Todos los caballos blancos, lanzado por el
flamante sello de rock de Argentina, Music Hall.
Un año después, su segundo LP, La banda de los caballos
cansados, mantuvo el mismo estilo de tratar de “entender el destino de los
pueblos, el porqué de las injusticias”.
Recopiló material de los diferentes lugares que visitó en
Argentina durante esa gira y grabó en Buenos Aires junto a varios músicos
autóctonos el primer volumen de De Ushuaia a La Quiaca en 1985. El siguiente De
Ushuaia a La Quiaca 2 y De Ushuaia a La Quiaca 3 fueron grabados en un estudio
móvil en diferentes ciudades del país. Obtuvo el Premio Konex de Platino como
Mejor Cantante de Rock. También dio conciertos en Alemania con su amiga
Mercedes Sosa.
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