EL CHENQUE.
En Villa Regina, pueblito rural de inmigrantes casi la
mayoría italianos venidos en la primera década del siglo veinte, levantado
sobre la ladera misma de una meseta que forma el valle del Río Negro en la
patagonia argentina hubieron momentos en que sus habitantes tenían tiempo
suficiente como saludarse uno a uno ya que practicamente todos se conocían y
gustaban de conversaciones distendidas y amables.
Los bares siempre estaban animados por parroquianos
conversadores que sostenían una charla casi permanente sobre los trabajos y
cuestiones de las "chacras", (fincas rurales) donde se sembraba lo
que oportunamente daba un beneficio inmediato, alfalfa, patatas, tomates, etc.,
esperando mientras tanto los trabajos importantes de la vendimia o recogida de
frutas que solía ser en verano.
Un día me contaron una historia que muchos recordarán y que
a decir verdad nunca constrasté pero que me llamó la atención por el desarrollo
de lo que se asocia con una leyenda de aborígenes de la zona.
Como digo la población de Villa Regina mantenía una vida
tranquila y los jóvenes repartían el tiempo sobrante del trabajo instalados en
alguna mesa de la Confitería del "Club Atlético Regina" o el Círculo
Italiano preferentemente mientras que un día a la semana se reunían varios amigos
de forma permanente en un lugar establecido y disfrutaban de la clásica
"peña" consistente en comer un asado a la parrilla, con chorizos y
vino tinto de la bodega de Favretto . La conversación era casi calcada cada
jueves; los temas rondaban sobre mujeres y fútbol pudiendo extenderse a lo
político si sobraba tiempo, ...aquella noche el tema fue otro solamente
distinto porque se relacionaba con el descubrimiento de unos huesos humanos
encontrados cerca de lavías del ferrocarril General Roca muy cerca de la vecina
localidad de Chichinales y a la vera de un brazo carprichoso y profundo del río
negro.
Al parecer estos restos podían pertenecer a cementerio indio
que alguna vez estuvo asentado en esa zona pues a escasos metros de distancia
la localidad de Chichinalesformó parte de un fortín militar en la época de la
llamada "Campaña al desierto".
Más tarde en 1879 se fundó la población actual, por lo tanto
no sería muy descabellado pensar que los antiguos moradores establecieran un
asentamiento y un cementerio.
La conversación comenzó sobre el descubrimiento de los
huesos y algunos cacharrosal parecer indígenas que los habitante cercanos no se
animaban a desenterrar por miedo a la leyenda de los "Chenques". Esta
leyenda conocida en el Sur argentino dice que el Chenque es una palabra
posiblemente "Pehuenche" y no Mapuche que describe como lugar donde
se entierran los muertos, pero que además ¡ y ahí está lo importante! El que
cava y saca o remueve esqueletos en uno de estos cementerios tiene adjudicada
una maldición que consiste en un castigo para él y su familia durante cien años
asegurando que por lo general quién haya sacado flechas, huesos o cacharros al
cumplirse el año o durante ese período muere por alguna causa.
Uno de los integrantes de la peña que trabajada en el taller
mecánico de la "Agencia Ford" muy amigo de hablar fuerte, gesticular
y soltar una estruedosa risotada a cada rato festejando algo cómico, y
escéptico de aquellas leyendas hacía chistes sobre los que creían y en un
arranque de bravuconada les apostó algo a los restantes peñerospara que lo
acompañaran y presenciaran su trabajo de remover los huesos sin que esto
signifique la muerte ni la desgracia de nadie.
Al principio todos quedaron serios porque la conciencia les
reclamaba prudencia antes estas sentencias populares pero al final y ante la
insistencia del mecánico decidieron que un determinado día irían al chenque y
serían meramente espectadores del remoción de nuestro protagonista. ¡Y así fue!
¡Una tarde de verano se reunieron y partieron hasta poco más
allá de las vías del ferrocarril, "portal del alto valle" y desde
allí siguieron caminando por la orilla del río hasta llegar al lugar indicado
donde se podían observar restos humanos a flor de tierra.
Se detuvieron y un silencio se apoderó de todos ya que
estaban ante un desafío poco común y las dudas o el resultado tenía tiempo de
darles la razón o no!. Nuestro personaje al ver los huesos rompió el silencio
con una estruendosa carcajada como solía hacer siempre y decididamente empezó a
desenterrarlos junto a algunos utensillos hasta que encontró una calavera con
la cuál hizo un monólogo entretenido delante del grupo, después dejó nuevamente
las cosas en su lugar como temiendo alguna superstición y regresaron al auto
que los llevaría de regreso a Villa Regina.
El viaje de retorno quedó lleno de interrogantes por un lado
y por otro el mecánico les iba recordando continuamente que tenían todo un año
para juntar dinero y pagarle la apuesta si la maldición Pehuenche no se
cumplía.
Repetía continuamente que lo habían pasado muy bien más que
nada luego de visitar el chenque pasando por el "El solito", lugar
donde la lengua del río negro hace una curva entre la verde vegetación de las
dos costas y se dieron un chapuzón en el agua que supo a gloria sin presencia
de extraños y completamente desnudos.
Así fueron transcurriendo los meses, llegó la recogida de
peras primero, luego las manzanas de distintas variedades, el tomate y la uva,
donde las fiestas culminaban un año entero de sacrificios ofrecía "la fiesta
provincial de la vendimia". En la plaza San Martín se levantó un escenario
donde actuaron números locales de aquellos que siempre ofician de
"teloneros" y como corolario, la actuación de una gran orquesta que
no era costumbre ver por esos lugares menos llegada desde la Capital o el
extrajero sin saberlo a ciencia cierta ya que se presentaban como "Los
Gavilanes de España" y musicalizaban la coronación de la reina de la
manzana mientras el intendente le entregaba el premio colocándole la corona a
la nueva soberana.
Llegó el invierno al valle de Río negro y los fríos
acompañados de lluvias y heladas fueron mermando los encuentros de los jueves
en aquella peña de amigos.
Solamente si el tiempo lo permitía se anunciaba el asado,
los chorizos, el generoso vino de Favretto y las anécdotas sobre mujeres y
fútbol, acompañado a veces por un cantor guitarrero que compartía un par de
milongas sureras con unos tajos a las costillas asadas a las brasas como moneda
de cambio.
Las fiestas de fin de año fueron festejadas con tracas de
cohetes y entre abrazos y saludos deseando un nuevo año próspero.
Algunos se volcaron con la intención de plantar un chivito
al asador en la orilla del río reunidos con familiares y cerveza fresca se
metían dentro de medio tambor con una barra de hielo a modo de refrigeración.
Los calores del verano en pleno enero animaban a los vecinos
de Villa Regina a pasar largos fines de semana en una especie de convocatoria
gastronómica asando todo tipo de carnes a las orillas del río en la Isla 58 y el
mecánico les recordó a sus amigos que ese fin de semana se cumplía un año de la
apuesta del chenque y que harían un gran asado para festejar el incumplimiento
de la maldición, por lo tanto deberían pagar la mala jugada que les había hecho
la leyenda.
Desde temprano fueron llegando y para media mañana ya estaba
el cordero en el asador esperando que fueran las doce del mediodía, entre
comentarios y charlas diversas nuestro protagonista se burló de las creencias y
cobró la apuesta hecha un año antes, ¡poniéndo estaba la gansa!!! le repetía a
cada perdedor!!. Terminaron de comer y regresaron al pueblo después de jugar un
partidito de fútbol en el potrero comunitario, se despidieron y cada uno para
su casa,...
El mecánico contó a su familia como lo había pasado y
decidieron cenar unos trozos de lechón que la familia había cocinado para medio
día.
Calentando al horno pusieron la mesa y trajeron un par de
cervezas bien heladas que habían sobrado del cordero. ¡¡Antes de medianoche
cuándo el año de la apuesta se despedía los integrantes de la peña de los
jueves fueron informados que el mecánico estaba ingresando en el hospital
regional muy grave,.¡¡Falleció a las doce menos cuarto según el parte médico de
un pasmo producido por la indigestión de cerveza muy fría!!!.
*Se transcribe el cuento "EL CHENQUE" del libro
"Cuentos argentinos COMO LA MONA (Expresión Argentina que significa
"Mal hecho") de Carlos Basabe, pág. 57 a 62.
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