El sol, la rosa y el niño
de Miguel Hernández.
El sol, la rosa y el niño
flores de un día nacieron.
Los de cada día son
soles, flores, niños nuevos.
Mañana no seré yo:
otro será el verdadero.
Y no seré más allá
de quien quiera su recuerdo.
Flor de un día es lo más grande
al pie de lo más pequeño.
Flor de la luz el relámpago,
y flor del instante el tiempo.
Entre las flores te fuiste.
Entre las flores me quedo.
Miguel Hernández Gilabert
nace en Orihuela, Alicante, 30 de octubre de 1910.
Hernández se alistó en el bando republicano. En el verano de
1936 también se afilió al Partido Comunista de España.
Hijo
de campesinos, desempeñó entre otros oficios, el de pastor de cabras. Guiado
por su amigo Ramón Sijé, se inició en la poesía desde los veinte años;
publicó su primer libro “Perito en lunas” en 1933 y posteriormente, los
sonetos agrupados en “El rayo que no cesa”, marcaron la experiencia amorosa del
poeta.
Durante la guerra civil española militó muy activamente en el
bando republicano como Comisario de Cultura, siendo encarcelado y
condenado a muerte al terminar el conflicto, , se le conmuta por la de treinta
años pero no llega a cumplirla porque muere de tuberculosis el 28 de marzo de
1942 en la prisión de Alicante. Antes de morir, enfermo y detenido, publicó su
última obra, “Cancionero y romancero de ausencias”. En su obra se encuentran influencias de
Garcilaso de la Vega, Luis de Góngora, Francisco Quevedo y San Juan de la Cruz.
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