LOS ASERRADEROS.
Por los años sesenta, son fuentes de recuerdos
que habitaron mis días, en los aserraderos
trabajos penitentes, rigor de asalariados
con olor a perfumes, de rollizos cortados
Estaban instalados, en solar de arrabales
Pancani, Alzúa, Pietrini, Pirri Antonio y Galleta
Fioravanti, Alderette, Cirilo Sacks y algunos
seguro que me olvido, por perderlo en mi cuenta
Inmigración Chilena, mano de obra segura
contumaz del esfuerzo, por un magro salario
se dejaban la espalda, entre el serrín etéreo
y los lunes ausentes, por la trompa del sábado
Las pilas de tableros secándose en el patio
la sinfín diligente cortando los maderos
y al fin de la jornada, volando cual bandada
todos en bicicleta, partían los obreros
Yo constituí ese grupo de sufridos empleados
también mi padre supo, de ese magro salario
destino de ser pobre, luchador de la vida
que la vida misma, se encarga de cambiarlo
Pero no me arrepiento de esa hermosa experiencia
porque fuí muy feliz de todas las maneras
había que vivir y enfrentarse al destino
que me llevó tan lejos de mi querida tierra.
Los aserraderos en el Valle conformaron una inestimable fuente de trabajo y riqueza. Había que fabricar maderas para los cajones de frutas en una zona netamente frutícola. Le dio sustento a grandes contingentes migratorios Chilenos y a todo aquel que no poseía otra habilidad profesional. Los chicos trabajábamos armando cajones y clavando tapas que luego terminaban en los galpones de las florecientes chacras.
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