Armonías.
Cual la naturaleza
de la que forma parte y es fiel copia
el alma humana tiene ocultas fuerzas
silencios, luces, músicas y sombras.
Vagas nieblas también... las ilusiones
que el paisaje embellecen cuando brillan
y que desaparecen cuando asomas,
sol de la realidad que las disipas...
Y como en sucesión jamás turbada
todo nace en la tierra y todo muere,
en el mundo ideal de los espíritus
rigen eternas, semejantes leyes:
brotan sobre las tumbas de los muertos
las flores, mensajeras de alegría;
sobre la tumba de un amor llorado
brotan ensueños de tristeza mística.
Los maderos de San Juan.
¡Aserrín!
¡Aserrán!
Los maderos de San Juan,
piden queso, piden pan,
los de Roque
alfandoque,
los de Rique
alfeñique
¡Los de triqui,
triqui, tran!
Y en las rodillas duras y firmes de la Abuela,
con movimiento rítmico se balancea el niño
y ambos agitados y trémulos están;
la Abuela se sonríe con maternal cariño
mas cruza por su espíritu como un temor extraño
por lo que, en lo futuro, de angustia y desengaño
los días ignorados del nieto guardarán.
Los maderos de San Juan,
piden queso, piden pan.
¡Triqui,
triqui,
triqui, tran!
Esas arrugas hondas recuerdan una historia
de sufrimientos largos y silenciosa angustia
y sus cabellos blancos como la nieve están.
De un gran dolor el sello marcó la frente mustia
y son sus ojos turbios espejos que empañaron
los años y que, ha tiempos, las formas reflejaron
de cosas y de seres que nunca volverán.
Los de Roque, alfandoque
¡Triqui, triqui, triqui, tran!
Mañana, cuando duerma la anciana, yerta y muda,
lejos del mundo vivo, bajo la oscura tierra
donde otros, en la sombra, desde hace tiempo están,
del nieto a la memoria, con grave son que encierra
todo el poema triste de la remota infancia,
cruzando por las sombras del tiempo y la distancia,
¡de aquella voz querida las notas vibrarán!
Los de Rique, alfeñique
¡Triqui, triqui, triqui, tran!
Y en tanto en las rodillas cansadas de la Abuela
con movimiento rítmico se balancea el niño
y ambos conmovidos y trémulos están,
la Abuela se sonríe con maternal cariño,
mas cruza por su espíritu como un temor extraño
por lo que, en lo futuro, de angustia y desengaño
los días ignorados del nieto guardarán.
¡Aserrín!
¡Aserrán!
Los maderos de San Juan
piden queso, piden pan,
los de Roque
alfandoque
los de Rique
Alfeñique
¡Triqui, triqui, triqui, tran!
¡Triqui, triqui, triqui, tran!
Este poema hace una recreación de la antigua canción popular
española "Los maderos de San Juan", relacionada con la fiesta de San
Juan y el solsticio de verano, y de la cual existen diferentes versiones.
José Asunción Silva Gómez
nace en Bogotá (Colombia) un 27 de noviembre de 1865 fue un poeta colombiano que fue uno de los más
importantes precursores del modernismo hispanoamericano, tendencia literaria
que alcanzaría su culminación en la obra del nicaragüense Rubén Darío.
Se suicidó a sus 30 años el 24 de mayo de 1896 dándose un
tiro en el corazón con un revólver Smith & Wesson.
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