La blanca nieve y la purpúrea rosa,
que no acaba su ser calor ni invierno;
el sol de aquellos ojos puro, eterno,
donde el Amor como en su ser reposa;
la belleza y la gracia milagrosa,
que descubren del alma el bien interno;
la hermosura donde yo discierno
que está escondida más divina cosa;
los lazos de oro donde estoy atado;
el cielo puro donde tengo el mío;
la luz divina que me tiene ciego;
el sosiego que loco me ha tornado;
el fuego ardiente que me tiene frío,
yesca me han hecho de invisible fuego.
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