domingo, 28 de febrero de 2021

Por qué bajaste oscura de Amelia Biagioni.




Oh tenebrosa fulgurante
Oh tenebrosa fulgurante, impía
que reinas entre cábala y quimera,
oh dura poesía
que hiciste mi imprevista calavera. 

Por qué me diste huesos
sí yo era, entre lenguas, "la que nombra
muriendo transparente", y entre besos
"llovizna" desde el beso hasta la sombra. 

Sí yo era la pálida costumbre
de cruzar el otoño trashumante,
mientras tú suavemente, ave de lumbre,
alta volabas y constante. 

Por qué bajaste oscura. Mis despojos
creas, desencadenas mi esqueleto.
Devoraste mis párpados, mis ojos,
mi corazón secreto. 

Oh sacrílega maga que ceñiste
la gracia en hambre, alazo, pico y garra,
por qué en tu salamandra convertiste
a mi tristísima cigarra. 

Por qué. Pero me ofrezco y apaciento
mis huesos, y mi cara se acostumbra
a ser tan sólo profecía y viento.
Come, cuerva. Y relumbra.

sábado, 27 de febrero de 2021

Tener y dar - Amelia Biagioni.

Me propuse ser alguien,
tener y dar
horizonte propio
y persona.
Mendigué hasta alcanzar un cuarto vivo.
Firmé el aire, las sábanas
y la escritura.
Organicé la luz, las horas,
dicté las jerarquías,
moví los sitios, las orillas,
los elementos quietos,
los movimientos y los ruidos.
Abrí la puerta
y entraron ceremonias
y el coro
y el azar
y me rodearon.
Y entró el solista,
me enhebró con un hilo azul,
me dio una oculta condición de fábula
y un oficio visible y errabundo
de hierba recorriendo las criaturas.
Y la fiesta brilló sobre su música
a lo largo del día.
Pero llegó la noche
y floté sola entre penumbras y enemigos.
Maderas, grifos,
alfombras, rincones, cristales,
todas las cosas
levantaron sus leyes,
sus dinastías,
sus personas,
devoraron
mi argumento de vida,
mi sonido,
mi calor,
y me echaron.
Detrás de mí se acerrojó la puerta.

martes, 23 de febrero de 2021

EL BESO de MANUEL ALTOLAGUIRRE.

 El beso en la cama de Henri de Toulouse-Lautrec.

EL BESO.


¡Qué sola estabas por dentro!
Cuando me asomé a tus labios
un rojo túnel de sangre,
oscuro y triste, se hundía
hasta el final de tu alma.

Cuando penetró mi beso,
su calor y su luz daban
temblores y sobresaltos
a tu carne sorprendida.

Desde entonces los caminos
que conducen a tu alma
no quieres que estén desiertos.

¡Cuántas flechas, peces, pájaros,
cuántas caricias y besos!


LAS CARICIAS.

¡Qué música del tacto 
las caricias contigo! 
¡Qué acordes tan profundos! 
¡Qué escalas de ternuras, 
de durezas, de goces! 
Nuestro amor silencioso 
y oscuro nos eleva 
a las eternas noches 
que separan altísimas 
los astros más distantes. 
¡Qué música del tacto 
las caricias contigo!


Manuel Altolaguirre Bolín fue un poeta, guionista y cineasta español, perteneciente a la Generación del 27.​

sábado, 20 de febrero de 2021

Pregunta vieja, vieja respuesta de Luis Cernuda.


¿Adónde va el amor cuando se olvida?
No aquel a quien hicieras la pregunta
           Es quien hoy te responde.


Es otro, al que unos años más de vida
Le dieron la ocasión, que no tuviste,
           De hallar una respuesta.

Los juguetes del niño que ya es hombre,
¿Adónde fueron, di? Tú lo sabías,
           Bien pudiste saberlo.

Nada queda de ellos: sus ruinas
Informes e incoloras, entre el polvo,
           El tiempo se ha llevado.

El hombre que envejece, halla en su mente,
En su deseo, vacíos, sin encanto,
           Dónde van los amores.

Mas si muere el amor, no queda libre
El hombre del amor: queda su sombra,
           Queda en pie la lujuria.

¿Adónde va el amor cuando se olvida?
No aquel a quien hicieras la pregunta
           Es quien hoy te responde.

jueves, 18 de febrero de 2021

¡Los suspiros son aire y van al aire! Rimas de Gustavo Adolfo Bécquer.

¡Los suspiros son aire y van al aire! 

¡Las lágrimas son agua y van al mar! 
Dime, mujer, cuando el amor se olvida 
¿sabes tú adónde va?

(Rimas, 1871).
Gustavo Adolfo Claudio Domínguez Bastida nace en Sevilla el 17 de febrero de 1836. Por el lado paterno descendía de una noble familia de comerciantes de origen flamenco, los Becker o Bécquer, establecida en la capital andaluza en el siglo XVI; de su prestigio da testimonio el hecho de que poseyeran capilla y sepultura en la catedral misma desde 1622. Tanto Gustavo Adolfo como su hermano, el pintor Valeriano Bécquer, adoptaron Bécquer como primer apellido en la firma de sus obras. Fallece en Madrid, 22 de diciembre de 1870. Conocido como Gustavo Adolfo Bécquer, fue un poeta y narrador español.

miércoles, 17 de febrero de 2021

Rima XII de Gustavo Adolfo Becquer.

 Porque son, niña, tus ojos
verdes como el mar, te quejas;
verdes los tienen las náyades,
verdes los tuvo Minerva,
y verdes son las pupilas
de las hurís del Profeta.


    El verde es gala y ornato
del bosque en la primavera.
Entre sus siete colores
brillante el Iris lo ostenta.

Las esmeraldas son verdes,
verde el color del que espera,
y las ondas del Océano
y el laurel de los poetas.


    Es tu mejilla temprana
rosa de escarcha cubierta,
en que el carmín de los pétalos
se ve al través de las perlas.
            Y sin embargo,
        sé que te quejas,
        porque tus ojos
        crees que la afean: 

        pues no lo creas.
Que parecen sus pupilas,
húmedas, verdes e inquietas,
tempranas hojas de almendro,
que al soplo del aire tiemblan.


    Es tu boca de rubíes
purpúrea granada abierta,
que en el estío convida
a apagar la sed en ella.
             Y sin embargo,
         sé que te quejas
         porque tus ojos
         crees que la afean:

         pues no lo creas.
Que parecen, si enojada
tus pupilas centellean,
las olas del mar que rompen
en las cantábricas peñas.


    Es tu frente que corona
crespo el oro en ancha trenza,
nevada cumbre en que el día
su postrera luz refleja.

              Y sin embargo,
          sé que te quejas
          porque tus ojos
          crees que la afean:

          pues no lo creas.
Que entre las rubias pestañas,
junto a las sienes, semejan
broches de esmeralda y oro
que un blanco armiño sujetan.


    Porque son, niña, tus ojos
verdes como el mar te quejas;
quizá, si negros o azules
se tornasen, lo sintieras.

domingo, 14 de febrero de 2021

No cesará este rayo que me habita de Miguel Hernández.

No cesará este rayo que me habita

de  Miguel Hernández.

¿No cesará este rayo que me habita
el corazón de exasperadas fieras
y de fraguas coléricas y herreras
donde el metal más fresco se marchita?


¿No cesará esta terca estalactita
de cultivar sus duras cabelleras
como espadas y rígidas hogueras
hacia mi corazón que muge y grita?


Este rayo ni cesa ni se agota:
de mí mismo tomó su procedencia
y ejercita en mí mismo sus furores.


Esta obstinada piedra de mí brota
y sobre mí dirige la insistencia
de sus lluviosos rayos destructores.

viernes, 12 de febrero de 2021

Lo que pedí de Liliana Felipe.

¿Qué será?
hace que las cosas pasen
tan rápidamente
no puedo pensarlas.

¿Qué será?
me hace olvidarlas si puedo
la puerta queda abierta
se van con el viento.

¿Qué será?
hace a mi corazón querer llevar
carga ligera
no lo conmueve
en un hombre de aire

¿Qué será?
hace que me quede aquí
en este lugar
tan lejos de lo que pedí
a mi porvenir.

¿Qué será?
hace que cambie de idea
demasiado cerca
aun esperando
calmar mi respuesta.

miércoles, 10 de febrero de 2021

Mala leche de Liliana Felipe.


Pueden matar a los que quieran
pueden robarse lo que sea
en el país de la abundancia
para comer no nos alcanza

Y si te dicen que me vieron
agarrada de las greñas yo no estaba
andaba occisa desatada como araña pisoteada
enamorada

Mala leche, mala leche, mala leche
yo no estuve, no quise, no pude,
no vi, no estaba y nunca supe nada

Cierra la puerta de tu casa
el universo no se acaba
mientras más tengas, más te deben
si fumas como divorciada

Mala leche, mala leche, mala leche
yo estoy muerto y no me quejo
voy derecho y no me quito
si me pegan, me desquito

martes, 9 de febrero de 2021

LA LEYENDA DEL CHOGÜÏ.

LA LEYENDA DEL CHOGÜÏ.
En una humilde vivienda, rodeada por árboles y ríos, vivía una indígena de orígen guaraní con su pequeño.
Era joven bella y, con esa belleza tan natural y a la vez especial de rasgos indígenas, pero a pesar de eso, la mujer sólo tuvo ese hijo y se encontraba sola con el niño al que amaba con su vida y mezquinaba profundamente.
Al no tener hermanos el niño creció en la soledad, sin nadie con quien jugar.
Mientras la madre realizaba los quehaceres de la casa o se iba a cultivar la tierra, el niño jugaba únicamente con los animales que criaba su madre o se internaba entre los árboles en busca de frutas.
La madre le advertía siempre antes de irse: "No quiero que salgas de la casa, puede venir un animal salvaje y hacerte daño"
El niño lo prometía, pero atraído por los sonidos del bosque o empujado por la soledad en que se encontraba, solía olvidar la promesa.
Muchas veces llegó la joven madre a casa cuando ya el sol se había hundido en el fondo de la tierra y no encontró a su pequeño; desesperada se internaba en el bosque gritándole para que volviera.
Al principio le imponía castigos menores, pero desesperada por tener que buscar sustento y que el niño no se expusiera a los peligros, terminó pegándole fuerte con las ramas de los arbustos.
El pequeñín, impedido de abandonar la choza, sin poder jugar, aburrido y deseoso de regresar al bosque, se propuso, para el futuro, volver a casa cada día antes de que su madre retornara.
Así lo hizo durante mucho tiempo, le aterraba la idea de verse de nuevo castigado.
Subía hasta las alturas de los árboles para agarrar las frutas, aunque siempre llevaba al menos una naranja, que era su fruto preferido y que tan deliciosamente saboreaba.
Le gustaba también, verse confundido con los pájaros y mariposas que revoloteaban en los ramajes.
También admiraba las tardes cuando el sol estaba a punto de perderse más allá del bosque, se ponía a contemplar las bandadas de aves que emprendían vuelo en busca de lugar seguro para pasar la noche, entonces su corazón se llenaba de nostalgia.
Hubiera querido ser una de ellas, y volar libremente sin que la presencia de la madre limitara su tiempo.
No podía comprender por qué no era dueño de aquel espacio libre del que disfrutaban los pájaros.
Con frecuencia, se sentía de especie inferior, la más desdichada del bosque. Pero un día se entretuvo mirando cómo una bandadas de pájaros chogüís se elevaban buscando el cielo y luego bajaban haciendo parábolas, como si se fuera a enterrar con el sol en la tierra.
A ratos, miraba desde arriba, desde la copa del árbol donde se encontraba, para ver si su madre se acercaba al rancho; podía ver desde allí la vereda por donde, presumiblemente, aparecería ella.
Calculó que bajando rápido le quedaría tiempo para llegar antes a casa, y siguió allí, contemplando el vuelo de las aves.
Miró hacia el cielo, que empezaba a llenarse de estrellas y pensó, mientras suspiraba con tristeza: si tuviera alas volaría hasta allí.
En esas meditaciones se encontraba cuando le llegó de pronto el grito de su madre, que había llegado a casa sin que él la hubiese visto.
Sobresaltado, trató de descender, pero sus pies perdieron apoyó y cayó pesadamente desde las alturas.
La madre no pudo escuchar el único quejido de su hijo…
Tupâ había escuchado los deseos del niño y justo en el momento en que sus ojos se cerraron definitivamente, y antes de que su cuerpecito tocara el suelo, se fue transformando, y tomó la figura de un pájaro chogüî.
Sobre la cabeza de la madre pasó volando y cantando, para meterse entre la bandada.
Según cuenta la leyenda, aquel niño guaraní, convertido en pajaro chogüí, cada día vuelve a los alrededores de su casa, y mientras la madre va y viene del pueblo a su morada, él canta y picotea las naranjas, que por siempre han sido su fruta preferida …
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lunes, 8 de febrero de 2021

Probadita de Eternidad de Liliana Felipe.

Probadita de Eternidad 
de Liliana Felipe.


Tengo muchas ganas de que
con la técnica de los pájaros me beses toda.
Tengo muchas ganas de que
con la técnica de los pájaros me toques todas
las partes del alma y del cuerpo y del cuerpo sin alma también.

Para ver mis ojos lamiendo tus ojos
para ver tu ombligo
que será, será, será el testigo
de que el pasado nos vuelve a pasar,
siempre el pasado nos vuelve a pasar,
de que el pasado nos vuelve a pasar,
siempre el pasado nos vuelve a pasar.

Habrá que traducirlo como a los silencios,
habrá que masajearlo como a las orejas,
habrá que silenciarlo como a los abismos,
habra que sumergirlo como a las fritangas,
habrá que tolerarlo como a las cajeras,
habrá que respetarlo como a las ballenas,
habrá que recordarlo cuando se nos olvide,
habrá que comprimirlo cuando se nos dilate,
habrá que triturarlo como a los impuestos,
habrá que programarlo como a los placeres,
habrá que calentarlo como a las tortillas,
habra que contemplarlo como al infinito.

Tengo muchas ganas de que
con la técnica de los pájaros me beses toda.
Tengo muchas ganas de que
con la técnica de los pájaros me toques todas
las partes del alma y del cuerpo y del alma sin cuerpo también.

Para ver mis ojos lamiendo tus ojos
para ver tu ombligo
que será, será, será el testigo
de que el pasado nos vuelve a pasar,
siempre el pasado nos vuelve a pasar,
de que el pasado nos vuelve a pasar,
siempre el pasado nos vuelve a pasar.

Habrá que traducirlo como a las ballenas,
habrá que masajearlo como a las cajeras,
habrá que silenciarlo como a los olvidos,
habrá que sumergirlo cuando se nos dilate,
habrá que tolerarlo como a las fritangas,
habrá que respetarlo como a las tortillas,
habrá que recordarlo como a los impuestos,
habrá que comprimirlo como al infinito,
habrá que triturarlo como a los silencios,
habrá que programarlo como a los abismos,
habrá que calentarlo como a los placeres,
habrá que contemplarlo como a las orejas.

Habrá que traducirlo como a los olvidos,
habrá que masajearlo cuando se nos dilate,
habrá que silenciarlo como a las fritangas,
habrá que sumergirlo como a los abismos,
Habrá que tolerarlo como a los impuestos,
habrá que respetarlo como a los silencios,
habrá que recordarlo como a las ballenas,
habrá que comprimirlo como a los placeres,
habrá que triturarlo como a las cajeras,
habrá que programarlo como al infinito,
habrá que calentarlo como a las orejas,
habrá que contemplarlo como a las tortillas.

Tengo muchas ganas de que
con la técnica de los pájaros me beses toda.
Tengo muchas ganas de que
con la técnica de los pájaros me toques todas
las partes del alma y del cuerpo y del cuerpo sin alma también.

Liliana Felipe nació en Las Varillas, Córdoba en 1954.  Compositora, pianista y cantante mexicana de origen argentino. 

CANTARES CAMPESINOS / Nicomedes Santa Cruz.-

El agua la manda el cielo,
la tierra la puso dios.
Viene el amo y me la quita,
¡la p...ita que se partió!

A ver, respóndame, hermano:
si esta fue tierra ´e los incas
¿de donde hay dueños de fincas
con títulos en la mano?
Pa mí que al pobre serrano
le vienen tomando el pelo.
Acequia, puquio, riachuelo
todo en títulos se fragua.
¿De ´onde tiene dueño l´agua?
¡el agua la manda el cielo!

Y por último, los incas
no han sido los más primeros;
antes los huancas ´stuvieron
y antes que ellos los mochicas.
Ora hay haciendas tan ricas
pa sólo un dueño o pa dos
y gritan a toda voz
que heredaron de su padre...
¡Que no me vengan, compadre,
la tierra la puso Dios!

Donde no hay minas de gringos
hay tierras de gamonales,
pagan míseros jornales
y te andan a los respingos.
Se trabaja los domingos
Más pior que en tiempo ´e la mita.
Y hasta si tengo cholita
para mi pobre querer,
por el gusto de ...poder
viene el amo y me la quita.

Creo que, ultimadamente,
debiera ser propietario
quien fecunda el suelo agrario
con el sudor de su frente.
Así espera nuestra gente
y así mesmo espero yo.
Y así ha de ser, pues si no
a gringos y gamonales
vamo a recontrasacarle
¡la p... ita que se partió!

    RITMOS NEGROS DEL PERÚ
A don Porfirio Vásquez A.
Ritmos de la esclavitud
Contra amarguras y penas.
Al compás de las cadenas
Ritmos negros del Perú.

De África llegó mi abuela
vestida con caracoles,
la trajeron lo` epañoles
en un barco carabela.
La marcaron con candela,
la carimba fue su cruz.
Y en América del Sur
al golpe de sus dolores
dieron los negros tambores
ritmos de la esclavitud

Por una moneda sola
la revendieron en Lima
y en la Hacienda “La Molina”
sirvió a la gente española.
Con otros negros de Angola
ganaron por sus faenas
zancudos para sus venas
para dormir duro suelo
y naíta`e consuelo
contra amarguras y penas...

En la plantación de caña
nació el triste socavón,
en el trapiche de ron
el negro cantó la zaña.
El machete y la guadaña
curtió sus manos morenas;
y los indios con sus quenas
y el negro con tamborete
cantaron su triste suerte
al compás de las cadenas.

Murieron los negros viejos
pero entre la caña seca
se escucha su zamacueca
y el panalivio muy lejos.
Y se escuchan los festejos
que cantó en su juventud.
De Cañete a Tombuctú,
De Chancay a Mozambique
llevan sus claros repiques
ritmos negros del Perú.

Nicomedes Santa Cruz Gamarra es un Peruano nacido en Lima el 4 de junio de 1925.
Desde 1981, se trasladó a Madrid, donde residió hasta su muerte el  5 de febrero de 1992.

miércoles, 3 de febrero de 2021

El vals de Vicente Aleixandre.

Eres hermosa como la piedra,
oh difunta;
oh viva, oh viva, eres dichosa como la nave.
Esta orquesta que agita
mis cuidados como una negligencia,
como un elegante biendecir de buen tono,
ignora el vello de los pubis,
ignora la risa que sale del esternón como una gran batuta.

     Unas olas de afrecho,
un poco de serrín en los ojos,
o si acaso en las sienes,
o acaso adornando las cabelleras;
unas faldas largas hechas de colas de cocodrilos;
unas lenguas o unas sonrisas hechas con caparazones de cangrejos.
Todo lo que está suficientemente visto
no puede sorprender a nadie.
 

    Las damas aguardan su momento sentadas sobre una lágrima,
disimulando la humedad a fuerza de abanico insistente.
Y los caballeros abandonados de sus traseros
quieren atraer todas las miradas a la fuerza hacia sus bigotes.

     Pero el vals ha llegado.
Es una playa sin ondas,
es un entrechocar de conchas, de tacones, de espumas o de dentaduras postizas.
Es todo lo revuelto que arriba.

     Pechos exuberantes en bandeja en los brazos,
dulces tartas caídas sobre los hombros llorosos,
una languidez que revierte,
un beso sorprendido en el instante que se hacía "cabello de ángel",
un dulce "sí" de cristal pintado de verde.

     Un polvillo de azúcar sobre las frentes
da una blancura cándida a las palabras limadas,
y las manos se acortan más redondeadas que nunca,
mientras fruncen los vestidos hechos de esparto querido.

     Las cabezas son nubes, la música es una larga goma,
las colas de plomo casi vuelan, y el estrépito
se ha convertido en los corazones en oleadas de sangre,
en un licor, si blanco, que sabe a memoria o a cita.

     Adiós, adiós, esmeralda, amatista o misterio;
adiós, como una bola enorme ha llegado el instante,
el preciso momento de la desnudez cabeza abajo,
cuando los vellos van a pinchar los labios obscenos que saben.
 

    Es el instante, el momento de decir la palabra que estalla,
el momento en que los vestidos se convertirán en aves,
las ventanas en gritos,
las luces en ¡socorro!
y ese beso que estaba (en el rincón) entre dos bocas
se convertirá en una espina
que dispensará la muerte diciendo:
Yo os amo.