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martes, 3 de octubre de 2023

El costado de arriba.

 

Por Juan Martín Devoto.

Décadas pasaron desde que se conoció el magistral poema de Leopoldo Marechal Descubrimiento de la Patria. (*) Y más allá de quiénes defendían o atacaban al autor por su filiación política, vale la pena detenerse en la obra en sí, que lo trasciende y hoy puede todavía iluminar a la Argentina en estos momentos de desconcierto ante el salto al vacío que parece avecinarse.

Luminosas metáforas caben hoy en la descripción de la realidad actual de nuestra Patria. Los apisonadores de adoquines masticando su pan y su cebolla, los albañiles y sus cautelosas plomadas, los abismados hombres de negocio que medían en pulgadas la madera del norte. Mutatis mutandis, fácil es ver retratados en ellas a sectores sindicales, a grupos empresarios o financieros y otros.

Pero antes es preciso prestar atención a la realidad con que describe, con una mezcla de esperanza y desilusión, el mundo del que viene cargado de expectativas a la Ciudad de la Yegua Tordilla para explicar su anhelo de contagiarle esas riquezas del suelo y sus raíces. Y, concluye, “nadie oyó mis palabras, y era justo: yo venía del Sur en caballos y églogas”.

Y es en estos días, tanto tiempo después, seguimos sin querer aceptar la fórmula única que el poeta había recitado en versos admirables:

“No solo hay que forjar el riñón de la Patria,

sus costillas de barro, su frente de hormigón:

es de urgencia poblar su costado de Arriba,

soplarle en la nariz el ciclón de los dioses.

La Patria debe ser una provincia

de la tierra y del cielo”.

Porque él mismo señaló el único camino posible para lograr el destino que nos está reservado al sentenciar que “de todo laberinto se sale por arriba”.

No pareciera que las miradas de quienes aspiran al poder -ya sea político, económico, social o espiritual- se eleven hacia Arriba, sino a la mera búsqueda de un confort terreno de corto aliento y abonado por un individualismo que campea a derecha e izquierda. El cual podría sintetizarse en la única aspiración del sálvese quien pueda, sin la menor expectativa terrenal en el Bien común duradero y menos en la Esperanza verdadera en un profundo anhelo de los bienes eternos.

Por eso es un deber hacer realidad la conclusión del mismo Marechal:

“La Patria no ha de ser para nosotros

nada más que una hija y un miedo inevitable,

y un dolor que se lleva en el costado

sin palabra ni grito”.

(*) En ´’Heptamerón’, 1966.

Publicado en Diario LA PRENSA.

https://www.laprensa.com.ar/El-costado-de-arriba-535621.note.aspx

sábado, 7 de mayo de 2022

Fragmento de "Didáctica de la Patria” de LEOPOLDO MARECHAL.


"Por la mañana, cuando te levantes,
piensa, Josef, en ese nuevo día;
y no te olvides que al salir al sol
entrarás en un campo de batalla.
Que no te engañe el paso normal de los tranvías
ni la canción melosa del frutero
ni el pacífico rostro de tu jefe
ni la sonrisa blanca de tu subordinado.
Ángeles y demonios pelean en los hombres:
el bien y el mal se cruzan invisibles aceros.
Y has de andar con el ojo del alma bien alerta,
si pretendes estar en el costado
limpio de la batalla.
Josef, nada es trivial en esa guerra:
basta el peso ladrón de una bolsa de azúcar
para que llore un ángel y se ría un demonio.

No vaciles jamás en la defensa
o enunciación o elogio
de la Verdad, el Bien y la Hermosura.
Son tres nombres divinos que trascienden al mundo,
y es fácil deletrearlos en las cosas.
No los traiciones, aunque te flagelen:
yo sé bien que la triste Cobardía
suele atar a los hombres junto al Río moroso.
Vence a la Cobardía de los ojos oblicuos,
y la Patria futura dará el santo y el héroe
que han de trazar las líneas de la Cruz.

Liviano de equipaje y avizor en tu guerra,
te asaltarán, empero, no escasas tentaciones.
Josef, has de vencerlas, o llorará la Patria todavía en pañales.
Si te ofrecen un cargo de visibilidad,
acéptalo en razón de tu mérito sólo
y en vista de los frutos que darás a tu pueblo.
Si eres olmo, no admitas la función del peral,
o has de ser un peral falsificado
y un olmo sinvergüenza."

lunes, 17 de agosto de 2020

Homenaje al Gral San Martín de Leopoldo Marechal.

Homenaje al Gral San Martín.
Fragmento de la Cantata Sanmartiniana estrenada en el Cerro de la Gloria, 30.12.1950
El renunciamiento
¡Atención pido al silencio!
¡Silencio pido a las almas!
Aquí dará San Martín
su lección enamorada.
Tres naciones redimidas
por la gloria de sus armas
ya le sonríen amores,
ya le tejen alabanzas.
El héroe llenó la copa
Con el vino de su hazaña:
La copa en su mano hierve,
y lo convida la Fama.
¡Qué peligroso es el vino
del triunfo, si nos embriaga!
San Martín está en la hora
en que luchan vino y alma.
La Gloria lo está invitando
con sus terribles palabras.
"¡No te detengas -le dice-,
no desampares las armas!
¡Halcón de la guerra, busca
tu embriaguez en la batalla!"
San Martín llenó la copa
con el vino de su hazaña:
es la hora de los héroes
en que luchan vino y alma.
Pero el Ángel ya le dicta
su razón de oro y de plata:
"San Martín -le dice el Ángel-,
la hermosura de la espada
vale menos que la rosa
del Amor en la balanza!".
San Martín oyó las voces,
y aquel flechero de Marte
dejó el vino de la Gloria
por el acíbar del Ángel.
¡Ay, los ejércitos lloran
con sus llantos militares!
Llorando están los guerreros,
y lloran porque no saben.
No saben que San Martín
ha roto una dura cárcel
y se aventura en el tiempo
donde ríen las edades.
¡Adiós, brillo de las armas!
¡Adiós, clarines triunfales!
¡San Martín ha desertado
la Gloria por el Romance!
Llorando están los guerreros,
y lloran porque no saben
que más allá de su Gloria
lo está esperando su Ángel.


Música de Julio Perceval, letra de Leopoldo Marechal.
Imagen de Antonio Berni.
Publicado por Fundación Leopoldo Marechal. Imagen del mismo sitio.

Leopoldo Marechal (1900 - 1970) Narrador, poeta, dramaturgo y ensayista argentino. 

domingo, 9 de agosto de 2020

Influencias literarias: Dante, la Divina Comedia y sus sucesores.

Influencias literarias: Dante, la Divina Comedia y sus sucesores.

Por Néstor Tkaczek.
“Un clásico es un libro que nunca termina de decir lo que tiene que decir”, dijo Ítalo Calvino. Es por ello que en la avenida de los siglos y hasta la actualidad innumerables obras artísticas (música, escultura, pintura, literatura) tienen la influencia de la “Divina comedia”.
Un pequeño recorrido por su ascendiente en el panorama literario muestra cuán presente está el poeta florentino en algunas obras de la contemporaneidad. Ese recorrido es aleatorio, viene guiado por el hilo de la memoria. Y así el primero que llega es –cuándo no– Rubén Darío. La referencia a Dante es constante en toda su poesía. Recuerdo el comienzo de “Thanatos”, cuando Darío ya era un poeta desencantado y lejos habían quedado aquellos tiempos y floreos Modernistas. “En medio del camino de la Vida…/ dijo Dante. Su verso se convierte:/ En medio del camino de la Muerte.// Y no hay que aborrecer a la ignorada/ emperatriz y reina de la Nada”…
Es difícil no relacionar esa maravilla narrativa que es “Pedro Páramo” con la “Divina Comedia”. Rulfo toma de Dante la posibilidad de que un vivo explore el mundo de los muertos y Comala en el fondo no es otra cosa que un pueblo infernal, un mundo de muertos al que llega y se relaciona con ellos el protagonista, Juan Preciado. “Cálmese. Ya lo sentirá [el calor] más fuerte cuando lleguemos a Comala. Aquello está sobre las brasas de la tierra, en la mera boca del Infierno. Con decirle que muchos de los que allí mueren, al llegar al Infierno regresan por su cobija». En definitiva en “Pedro Páramo”, no hay una delimitación clara entre ambos mundos. Lo trágico de la novela radica en la imposibilidad de salvación.
“Adán Buenosayres” es la gran novela de Leopoldo Marechal, entre la multiplicidad de influencias, sin dudas está la de Dante. Es clara la filiación en su parte final titulada “El Viaje a la oscura ciudad de Cacodelphia”. Hay aquí un descenso infernal del protagonista guiado por el astrólogo Schultze. Adán recorre sus círculos y asiste al espectáculo de un mundo en total descomposición.
El legado de Dante en el siglo XX se corporiza en una suerte de infierno del desencanto en Marechal, Rulfo y Darío.
* Publicado en Diario " Río Negro", domingo 9 de agosto del 2020.

viernes, 26 de junio de 2020

EL POEMA DE ROBOT de LEOPOLDO MARECHAL.-


EL POEMA DE ROBOT.
El ingeniero de Robot; se dijo:
«Hagamos a Robot a nuestra imagen
y nuestra semejanza».
Y compuso a Robot, cierta noche de hierro,
bajo el signo del hierro y en usinas más tristes
que un parto mineral.
Sobre sus pies de alambre la Electrónica,
ciñendo los laureles robados a una musa,
lo amamantó en sus pechos agrios de logaritmos.
Pienso en mi alma: «El hombre que construye a Robot
necesita primero ser un Robot él mismo,
vale decir podarse y desvestirse
de todo su misterio primordial».
Robot es un imbécil atorado de fichas,
hijo de un padre zurdo y una madre sin rosas.

No es bajo el soplo de la indignación
que refiero esta historia sucia como el uranio.
Yo no maté a Robot con la sal de la ira,
sino con los puñales de la ecuanimidad.
No me gusta el furor que se calza de viento
sólo para barrer golondrinas y hojas:
el furor es amable si responde a un teorema
serio como Pitágoras.
Yo viví en una charca de batracios
prudentes y sonoros en su limo.
Cierta vez pasó un águila sobre nuestras cabezas,
y todos opinaron: «Ese vuelo no existe».
Yo me quedé admirando la excelsitud del águila,
y construí motores de volar.
Los batracios dijeron: «Es orgullo».
Les respondí: «Batracios, la mía es altivez».
El orgullo es un flato del Yo separativo,
mas la altivez declara su propia elevación.

Y aquí estoy, agradable de aforismos,
tal un árbol que empuja sus yemas reventonas.
La casa de Robot está en el polo
contrario del enigma,
y el que a Robot destruye vuelve a mirar el rostro
perdido de. la ciencia.
Yo fui un ser como todos los que nacen de vientre:
rosa más rosa menos, era igual mi niñez
a todas las que gritan o han gritado
junto a ríos cordiales.

Un día mis tutores, fieles a la Didáctica,
me confiaron al arte de Robot.
Mis tutores murieron: eran santos idiotas.
Yo he regado sus tumbas con yoduro de sodio.
Pensando en el astuto cerebro de la Industria,
Robot era un brillante pedagogo sin hiel,
un conjunto de piezas anatómicas
imitadas en cobre y en tungsteno.
Su cabeza especiosa de válvulas y filtros
y su pecho habitado por un gran corazón
(obra de cien piedades fotoeléctricas)
hacían que Robot usase un alma
de mil quinientos voltios.

En rigor, era nulo su intelecto
y ajena su terrible voluntad.
Pero Robot, mirado en sus cabales,
era un hijo brutal de la memoria,
y un archivista loco, respondiendo a botones
o teclas numerados por la triste cordura.
A los que se deleitan con vistosos retratos
les diré que sin duda Robot no era un Adonis.

Visto de frente y con el ojo alerta,
parecía una cruza de marciano y reloj;
y visto de perfil, su hermosura era igual
a la de un ciclotrón en vendimia de isótopos.
No obstante lo que más imponía en Robot
era su honradez inexorable?
una honradez fundida y niquelada
por demiurgos envueltos en iones y sigilo.
Podría ser que atentos a mi ultima estrofa,
se dijesen algunos que aliviano el poema
con las fáciles plumas de la comicidad.
Advierto yo a esos héroes que naufragan
en el bacín lujoso de Aristóteles,
que mi poema es trágico y risible
como un final de siglo.

La risa visceral de la Comedia
no ha de ser inferior a los hipos del Drama.
Si lo cómico nace de cierta privación,
límite o quebradura de algún ser,
todo lo que se instala fuera del Gran Principio
ya es cómico en alguna medida razonable.
La muerte de Robot me ha dictado sentencias
que ya diré a su tiempo y en lugar exactos;
pues escandalizar a los mayores
también es evangélico.

Desde que yo, el aeda, perpetré mi laudable
quemazón, de teorías y cisnes literarios,
no se aburren las Musas, y el poema
recobra su abnegada vocación
de apresar lo decible y lo indecible.
A Robot entregaron mi puericia,
y en esa hora sollozó un arcángel
y se rió un demonio»
Yo lo ignoraba entonces, como es justo,
pues en la gloria de Robot no hay ángeles
ni demonologías en su infierno, sino la exaltación o la tristeza
del átomo de hidrógeno.

Se daba por sentado que yo era el Gran Vacío
y era Robot la Grande Plenitud.
De modo tal que abriendo la espita de Robot:,
llenaba mi vacío con la ciencia más pura,
según la ley alentadora
de los vasos comunicantes.

Los verdores del alma, sus trascendentes plumas
y toda irradiación que no registren
los contadores Geiger
eran para Robot y sus profetas
o un abolido ensueño de calvas teologales
o las divagaciones del mono progresista
con que soñaba Darwin midiendo calaveras.
Y así la Didascalia se dormía feliz
en su ostentosa cama de bronce y palosanto.
Mi primer incidente con Robot
(y el que abría en mi alma la gran desavenencia
que terminó en un crimen de piadosa factura)
sucedió cuando el noble pedagogo
me dictaba el Factor de Cohesión
de los núcleos estables e inestables.

A los que todavía sin grilletes
van del apio a la rosa, bellos como almirantes;
a los que aún entregan a la emoción del viento
una risa pentecostal
en la salud del Cristo vivo;
a todos esos "raros" que aún perfuman el cosmos
digo lo siguiente:
La Física Nuclear suelta el olor
de los gases livianos de la Tabla Periódica;
y ese olor, al obrar en un alma sensible,
nos da el precipitado de la Melancolía.
No es bueno descender a la materia
sin agarrar primero los tobillos del ángel:
Einstein, el matemático, se libró del abismo
porque midió la noche con el arco
de un violín pitagórico.
Leopoldo Marechal (Buenos Aires, 11 de junio de 1900 - 26 de junio de 1970) fue un poeta, dramaturgo, novelista y ensayista argentino.
Autor de obras fundamentales como "Días como flechas", "Heptamerón", "Cuaderno de navegación”, "Antígona Vélez", "Historia de la calle Corrientes", las novelas "El banquete de Severo Arcángelo", "Megafón o la guerra", "Adán Buenosayres" una obra que en su momento fue incomprendida, criticada y silenciada que se considera  una de las novelas más importantes de la literatura argentina del siglo XX.
Una profunda crisis espiritual a su regreso lo devolvió a la Iglesia Católica, donde formó el grupo que dirigía los Cursos de Cultura Católica.
Se destacó en casi todos los géneros literarios: poesía, ensayo, narrativa y teatro. Identificado claramente con el peronismo, habiendo ocupado importantes cargos dentro del gobierno de Juan Domingo  Perón cuando la Dirección General de Cultura se transforma en Secretaría Leopoldo Marechal queda a cargo de la Dirección de Ensenanza Artística y militando activamente en la resistencia peronista, Leopoldo Marechal después de 1955 su presencia fue proscrita y por lo tanto desterrada de los manuales de literatura y de las librerías. Se llamaba a si mismo “el poeta depuesto” y lo fundamentaba: “En nuestra fauna sumergida existen hoy el Gobernante Depuesto, el Militar Depuesto, el Cura Depuesto, el Juez Depuesto, el Profesor Depuesto y el Cirujano Depuesto. No quedó aquí ningún hijo de madre sin deponer. -¿Y usted qué lugar ocupa en esa fauna? –me preguntó Megafón chisporroteante de malicia. –Soy el Poeta Depuesto –le confesé modestamente”.

viernes, 25 de octubre de 2019

LA DACTILÓGRAFA TUBERCULOSA de Nicolás Olivari.

La dactilógrafa tuberculosa. 
de Nicolás OLIVARI.
Esta doncella tísica y asexuada,

esta mujer de senos inapetentes,
-rosicler en los huesos de su cara granulada,
y ganchuda su israelita nariz ya transparente...

Esta pobre yegua flaca y trabajada,
con los dedos espátulas de tanto teclear,
esta pobre mujer invertebrada,
tiene que trabajar...

Esta pobre nena descuajeringada,
con sus ancas sutiles de alfiler,
tiene el alma tumefacta y rezagada
¡y se empeña en comer!

Yo la amé cuatro meses con los ojos,
con mis ojos de perro triste y vagabundo;
cuando le miraba los pómulos rojos,

¡qué dolor profundo!

Un día juntamos hombro a hombro nuestra desdicha;
vivimos dos meses en un cuchitril;
en su beso salivoso naufragó la dicha
y el ansia de vivir...

Una tarde sin historia, una tarde cualquiera,
murió clásicamente en un hospital.
(Bella burguesita que a mi lado pasas, cambia de acera,
porque voy a putear...).


Diego Arzeno más conocido como Nicolás Olivari nacido en Buenos Aires el 8 de septiembre de 1900.
Durante las décadas del 40 y del 50 se mostró coincidente con el peronismo, con la instauración de la dictadura autodenominada revolución Libertadora fue proscripto durante la dictadura de Pedro Eugenio Aramburu y perseguido por sus ideas políticas junto con otros poetas y escritores como Leopoldo Marechal, Nicolás Olivari, Fermín Chávez, Arturo Jauretche, Zoilo Laguna, María Granata, Homero Manzi, etc. Se prohibió la lectura de sus libros en escuelas y se decretó la quema de sus obras.​
En 1962 fue uno de los miembros fundadores de la Academia Porteña del Lunfardo, institución de la que formó parte hasta el día de su muerte.
Publicó libros dedicados a la poesía, tales como "La Amada Infiel", libro de versos aparecido en 1924, "La Musa de la mala pata", "El gato escaldado", "Diez poemas sin poesías", "Los poemas rezagados" y "Pas de quatre".

También fue autor de la letra de algunos tangos: "Tengo Apuro", "Cuarenta Entradas", "La Violeta", etc.

Nicolás Olivari falleció el 22 de septiembre e 1966.

martes, 19 de junio de 2018

Amanecer de Norah Lange.

En el corazón de cada árbol
se ha estremecido la medianoche.

La noche se desmenuza
en lenta procesión de niebla.

Todas las tardes terminan su cansancio.

Los letreros luminosos duermen
el asombro de sus colores
y anticipan la contemplación de cada pobre.

En toda esquina vigila el sueño
y es tu recuerdo la única pena
que humilla la altivez1 de las aceras.

Lejos, el primer mendigo,
traiciona el portal donde ha dormido.
Y la ciudad se abre como una carta.
Berta Nora Lange nació en Buenos Aires el 23 de octubre de 1905 y falleció el 4 de agosto de 1972 en Buenos Aires.
Fue una narradora y poetisa argentina de vanguardia, vinculada primero al Grupo Martín Fierro, especialmente con Jorge Luis Borges y luego al Grupo Proa de Leopoldo Marechal  que la inmortalizó en Adán Buenosayres como Solveig Amundsen.
En 1943 se casó con el escritor argentino Oliverio Girondo.

lunes, 31 de octubre de 2016

EPITAFIOS AUSTRALES. AL RESERO FACUNDO CORVALÁN. Autor: LEOPOLDO MARECHAL.

EPITAFIOS AUSTRALES.

    I. AL RESERO FACUNDO CORVALÁN.

Aquí yace Facundo
Corvalán, un resero.
Porque había nacido en la cama del viento,
sopló todo su día.

Empujando furiosas
novilladas al Sur,
atropelló el desierto, vio su cara de hiel,
y le dejó una pastoral
montada en un caballo blanco.

Vivió y amó según la costumbre del aire:
con un pie en el estribo
y el otro en una danza.
Y, como el aire, se durmió en la tierra
que su talón había castigado.

Nadie toque su sueño:
aquí reposa un viento.

domingo, 30 de octubre de 2016

DIDÁCTICA DE LA ALEGRÍA - CANCIÓN – LEOPOLDO MARECHAL.

DIDÁCTICA DE LA ALEGRÍA

              1

Así, pues, Elbiamante, recogerás los frutos
que yo he cortado en otras latitudes
y a favor de otros climas,
tal un grumete niño que ha encontrado en las playas
el cinturón de Ulises navegante.

              2

No haré aquí un Evangelio (nunca logré la barba
completa de un sectario),
ni siquiera una Guía de Perdidos,
obra que yo reservo a los calientes
empresarios del alma.
Te doy, sí, las grosuras de mi arte,
su riñón bien cubierto, sus maduros pichones.
Y no tras el halago de un laurel
que ya toca mi frente sin herir su modestia,
sino con la esperanza de quien puso en el viento
una paloma rica de mensajes.

              3

Desertarás primero la Tristeza,
con su país de soles indecisos
y de rumiantes vacas.
La Tristeza es el juego más tramposo del diablo:
tiene las presunciones de una Musa frutal,
y sólo es un pañuelo con que se suena el alma
su nariz en resfrío.
Elbiamor, ¿qué dirías de una lámpara hermosa,
pero sin luz adentro?
Tal es, yo te lo juro, la Tristeza:
es igual a esos platos de vitrina
que nunca recibieron y no recibirán
ni una manzana verde ni un cuchillo.

              4

Si la Tristeza es ya tu inquilina morosa,
échala de tu casa, pero sin altivez.
Le dirás que se lleve su catre y su baúl,
que se ponga su gorro de astracán o de lluvia
y que se valla, en fin, a pisar hojas muertas
o a tocar los llorosos violones del hastío.

              5

Una vez expulsada la Tristeza,
cuídate de los Tristes:
ellos no ven la luz, como sea
por el solo agujero de sus flautas.
Yo propongo a los númenes que inventan
la salud y el decoro de la ciudad humana
la construcción de un Barrio de los Tristes
en el suburbio menos frecuentado.
Allá se juntarían, y por fuerza de ley,
todos los hombres de color invierno:
los mártires del hígado y la pena,
los convictos de angustia, los no circuncidados
en el ritual del júbilo,
todos los confesores de zozobras,
todos los virgos de la hilaridad.
Ostentarían como distintivos
una rama de sauce pluvial en el sombrero,
en el brazo una liga de la Parca
y en el ojal un búho de latón esmaltado.
Sólo comerciarían en los ramos que siguen:
el pan de la congoja y el vinagre del tedio;
los barnizados muebles de la desolación,
los trajes en buen uso del espanto,
los ataúdes hechos a medida
para las ilusiones que fallecen,
los elásticos perros del insomnio,
las mulas flacas de la soledad
y otros artículos afines
con la tiroides y el Parnaso.

              6

Elbiamor, la delicia que te pinté recién
es apenas un sueño municipal del alma.
Por lo cual te adelanto los consejos que siguen
y has de observar escrupulosamente.
Si yendo por la calle te enfrentas con un Triste,
busca tu salvación en la otra vereda;
y en premio, la Cordura te adornará la sien
con una fresca rama de cedrón o de mirto.
Si tu encuentro fatal con un Triste sucede

ya en el tranvía ya en el autobús,
descenderás al punto del vehículo innoble
y aguardarás el otro con naturalidad;
entonces la Prudencia
te llenará las manos de alelíes y los bolsillos de castañas.
Si, por desdicha, un Triste visitara tu hogar,
espera dignamente a que se marche;
y luego, con urgencia, lavarás el asiento
donde ubicó sus nalgas tormentosas,
y romperás el vaso en que ha bebido,
y quemarás en tu salón de seda
nueve granos de incienso con tres de cinamomo.
Buscarás en seguida la casa de un Alegre;
pues en verdad te digo
que vale más la rota pantufla de un Alegre
que la sandalia nueva de los Tristes.

              7

 Bueno es ahora que te diga yo
cual ha de ser la esencia de un Alegre perfecto.
No entiendas, Elbiamor, que un Alegre lo es
porque la risa brota sin partera en sus labios,
o porque sus talones en frescura
son dos rojos ovillos de la danza.
Baile, canción o risa traducen a menudo
la sola complacencia de un hígado triunfante.
No desdeñes, empero, la humildad de esas flores,
porque lucir un hígado armonioso
también es un regalo de la Bondad Primera.

              8

Según mi ciencia, es un Alegre puro
quien se atrevió a reír
después de haber mirado en equidad
el semblante primero de la Rosa.
¡Que un hombre así merezca tu saludo!
Porque ya es el espejo de una flor sin otoño.

              9

Y es un Alegre bien atemperado
quien se metió en la caja tenebrosa
de su misma vihuela,
y allí se desnudó para verse el ombligo,
y entendió la verdad,
y luego recobró sus vestiduras
para cantar la desnudez eterna.
Elbiamor, a ese Alegre cantante le darás
un racimo de uvas y un gorro de viajero.

              10

Y es un Alegre de color exacto
el que rompe a bailar
después de haber quemado su corazón de tierra
y de haber visto sobre la ceniza
la figura de un dios ensimismado.
No es bueno que saludes a ese Alegre
ni que lo mires en su justa danza.
Bastará con que dejes en su portal oculto
dos huevos de torcaz y un porrón de agua fresca.

              11

Bajo tales principios, abordaré los altos
problemas de conducta
que ha de plantearte necesariamente
ya el uso de tus días ya el paso de tus noches.
Elbiamor, no es prudente dialogar con un ave
(ya sea cuervo suelto, ya papagayo fijo),
ni menos torturar a la bestia emplumada
con la filosofía de algún amor difunto.
En el reino animal y en sus hijos pintados
hay un decoro alegre y una santa inocencia.
Sobrecargar a un pájaro con el lastre de un hombre
es como hacerle trampas al Pesador Divino.

              12

Entiendo, sin embargo,
que la imprevista muerte de un Amante
pueda llevar al otro, en su locura,
o mejor dicho en su desgarramiento,
a querer violentar el portón del Enigma
con la llave sutil de los ladrones
o con el pico charlatán de un cuervo
sentado en la cabeza de una diosa.
Elbiamor, si encontraras a ese lloroso Amante,
le dirás que no irrite sus párpados de un día.
Pues en verdad te digo que enterrar a un Amado
es como devolver una guitarra
que nos prestó el Silencio padre de toda música.

              13

Podría suceder que no diera el Amante
ningún oído a tu palabra de oro,
y que, siendo el Amante la mitad de un amor,
insistiera en llorar su visible rotura.
Le enseñarás entonces la ingeniosa lección

de ortopedia celeste que yo te di en su tiempo
y en virtud de la cual un Amante partido
sabe reconstruir la mitad que le falta.
Pero, escucha: no es útil enseñar mi receta
si el operario es flojo y el material endeble.
Para el llagado Amante que se dice
la mitad solitaria de un entero amoroso,
es mejor ir saltando con la única pierna
y el ojo impar que le dejó la muerte
hacia el Polo feliz donde se juntan
y se bendicen todas las mitades de amor.

              14

El llanto musical de las viudas recientes
es la demostración de un teorema perfecto,
y ha de inspirarte una emoción abstracta
como el sollozo de la Geometría.
Si alguna madre llora por su niño difunto,
es bueno que te pongas tu vestido de fiesta;
porque se dio la suerte del obrero
que cumplió en un instante su trabajo del día.
Si asistes al entierro de un héroe y si tus pies
van acatando el ritmo de alguna marcha fúnebre,
haz que tu corazón, al mismo tiempo,
lleve un paso de baile;
porque un héroe difunto es como un higo
que al peso de su miel ha soltado la rama.
Elbiamor, no es plausible remojar con el ojo
tales desprendimientos necesarios;
porque son alabanza de las cosas que vuelven
a su centro natal.

              15

De las excavaciones arqueológicas
te mando que te apartes (bien sé yo que te gustan).
Remover con las palas un cementerio indio
es como trastornar sin derecho ninguno
la vieja utilería de la muerte.
¡Ah, si tu pala fiel desenterrase,
no la oscura tinaja de Santiago
con sus huesos vencidos y su rostro que llora,
sino un cántaro seco,
dentro del cual se conservara el grano
de la risa primera!
¡Bendeciría entonces aquel don de tu mano,
y te daría en premio una granada
que se abrió sin cuchillo!
Pero no es útil excavar el humus
para desenterrar una imagen del llanto.

              16

Te ordeno que no explores ni selva ni espesura,
tengan o no el prestigio de la fábula.
Es poco saludable la humedad de los bosques
e irrita las mucosas del corazón viajero.
Además correrías el riesgo de toparte
con los gastado monstruos de la literatura.
¡Oh, qué distinto fuera si, vagando
por un monte frutal, encontraras el árbol
donde se posa el sol para dormirse,
y a su tronco anillado con la doble serpiente
lograras acercarte sin temor!
Entonces dejaría yo de ser tu maestro,
para besar tu frente con labios de discípulo.
Fuera de tal encuentro, lo demás es un simple
goce de la botánica.

              17

Elbiamor, yo conozco tu inclinación al viaje;
pero no has de viajar extrañamente.
No utilices en tierra, como cabalgadura,
ni al Centauro parlante ni al Unicornio mudo;
ni montes en el agua ni al Delfín que te brinde
su lomo resbaloso, ni al Caballo de Mar;
ni despeines el aire ya en Hipogrifo arisco
ya en dócil Clavileño.
Te romperás en vano los riñones del alma,
si tomas a esas bestias como fácil vehículo.
En cambio, te aconsejo navegar en la Rosa:
ya sabes manejar su difícil timón.
Si fatigas los remos y hay soplo en tu velamen,
te allanará sus golfos la hermosura de arriba.

              18

Hay señores que abusan de los ángeles
haciéndolos actuar en muy tristes oficios:
ángeles de cocina o ángeles de salón,
ángeles con tijeras o ángeles con la cítara.
No caigas, Elbiamor, en tan burdo angelismo:
has de saber que un ángel es tu hermano mayor
en el conocimiento de la fruta celeste.
Pero tales razones de familia
no te acuerdan el goce de intimidad alguna,
ni tampoco el derecho de jugar con los ángeles
como si fueran vidrios de colores.
Exactamente, un ángel es el primer espejo
de la Divinidad.
“¿Y cuál espejo soy?”, me dirá tu cordura.
Elbiamor, necesarios y distintos metales
espejaban la hermosa cara de tu Señor.

              19

Deja la soledad para el uso exclusivo
de los poetas devastados
y los filósofos en ruinas.
“¡Estoy solo y medito!”, se gallardea el búho,
muy arropado en su lujosa noche.
Pero el cóndor sereno de los Andes,
erguido en su montaña y al sol de mediodía,
reflexiona en silencio: “La soledad no existe”.
Y es verdad, Elbiamor, que ninguno está solo.

              20

No la curiosidad, torpe mendiga,
sino el amor de relucientes ojos
ha de guiar tus pasos en la ciencia.
Elbiamor, en tu casa (y no lo olvides)
hay una claraboya para la luz de Arriba
y hay un sótano, abajo, para la oscuridad.
No has de asomarte ni a la claraboya
ni al sótano, buscando lo terrible.
Sólo tendrás abiertos los oídos del alma;
porque la claraboya y el sótano que dije
son la doble frontera de tu mundo,
y porque han de llamarte desde las dos fronteras.

              21

Abundan los poetas que, al menos en la estrofa,
quieren eternizar sus amores de un año
y eternizar su gozo de talón fugitivo
y eternizar sus lágrimas que ya el sol evapora.
Elbiamor, no me opongo si quieres imitar
esas nobles tendencias del alma eternizante.
Pero sea con una condición:
en ese mismo anhelo de eternizar las cosas
has de ver el indicio y hasta la vocación
de tu más que segura eternidad.
Porque un sabor eterno se nos ha prometido,
y el alma lo recuerda.

              22

Tomo un pedazo de pan duro,
lo remojo en el agua
y lo doy a los pájaros de arriba.
Come un gorrión el pan y luego tiende
sus alas al espacio:
Elbiamor, el pan duro se ha convertido en vuelo.
Se nutre de mi pan una calandria
y en seguida retoma su profesión del trino:
Elbiamor, el pan duro se ha transformado en música.
No es bueno destruir el pan duro del alma:
vale más remojarlo y transmutarlo
ya en altura ya en canción.

              23

El quirquincho le dice al avestruz:
“Te gano en la carrera”.
Sobre sus patas fósiles ya se apura el quirquincho:
el avestruz, en cambio, sin lanzarse al torneo,
gira sobre sus pies y le muestra la cola.
Elbiamor, si te vieras en caso parecido,
seguirás la lección del avestruz;
pero no has de mostrarle al quirquincho insolente
las plumas de tu cola en arrogancia.
Yo no despreciaría ni el flato de un mosquito.

              24

Sea la paz el agua de tu día
y el vino de tu noche.
Pero si la justicia te llamase a una guerra,
ceñirás tu buen casco y empuñarás tu lanza.
Y verterás tu sangre y la del otro,
fiel a una rigurosa economía.
La tierra se alimenta con la sangre del justo,
y con la del injusto se purga sabiamente.

              25

La división del átomo en procura de la unidad de la materia
es un viejo delirio de la física parda.
Elbiamor, no te ocupes en esas liviandades
ni manejes isótopos de uranio.
Ellos dividirán, hasta perderse,
la materia inasible,
y sólo encontrarán, según peso y medida,
los números cantores del Primer Intelecto.
Porque, a decir verdad, la materia no existe.

              26

Si están o no habitados Marte, Venus y Júpiter,
es una duda torpe que no has de mantener.
Este globo terráqueo (planeta nada ilustre)
se vanagloria, empero, de muchos habitantes:
¿por qué no los tendrían, Elbiamor, los demás?
¿Qué les falta una atmósfera de oxígeno?
Respirarán fotones o electrones.
¿Qué no tienen ganados ni trigales?
Almorzarán sus cobres y amatistas.
Sus almas racionales bien podrían tener
un soporte de cuarzo, sin violentar la lógica.
¿Por qué han de ser iguales a nosotros?
La posibilidad es infinita,
y el Divino Alfarero no se repite nunca.

              27

Un orden venerable, y a menudo cruel,
preside la existencia de toda criatura.
Le dijo el gavilán a la paloma:
“Es mediodía ya, voy a comerte”;
y la paloma se dejó embuchar,
sin acudir a la jurisprudencia.
Elbiamor, no te sumes a la hueste mojada
que llora en estos casos de inefable justicia:
ni le pegues un tiro al gavilán
ni le ofrezcas un lauro a la paloma.
Que nadie arroje a la balanza de oro
ningún lastre importuno.
Más temblaría yo si la paloma
se comiera de pronto al gavilán.

              28

Cuando la rana corajuda
por igualarse con el buey,
se infló del aire de sí misma
y reventó gallardamente,
los olímpicos dioses estallaron
en una formidable carcajada.
Pero un dios que sin duda no reía
dijo a los otros y a su hilaridad:
“En la explosión heroica de la rana
yo advierto la divina locura de los grandes”.
Y entonces una rama de laurel
se consagró al esfuerzo del batracio sublime.

              29

Elbiamor, que te vean siempre igual a ti misma,
ya toques las alturas, ya recorras el suelo.
Ni se rebaja el pan en la mesa del pobre
ni se sublima en el mantel del rico.
Sé como el pan, y la Justicia
dirá tu elogio en la balanza.

              30

Te propongo, con ánimo docente
varias definiciones de tu cuerpo.
La viajera: “Es un traje de turismo,
entre los muchos que ha de usar tu ser
cumpliendo su moción helicoidal”.
La tenebrosa: “Es el cajón de muerte
o el ataúd grosero en que tu alma
yace y espera su liberación”.
La hotelera: “Tu cuerpo es una casa
que has de habitar un día y una noche”.
La fabril: “Es un útil de trabajo,
una herramienta noble (martillo, escoplo, arado)
con que realiza el alma sus oficios terrestres”.
Sea un útil o un traje, sea chalet o féretro,
cuidarás ese poco de tierra necesaria.
Ni adores a tu cuerpo ni le des latigazos:
es un buey de ojos triste, pero muy obediente
si no lo abruma el yugo ni le sobra el alfalfa.

              31

Comerás las verduras de tu huerto,
sin repudiar el haba como los pitagóricos.
Una lechuga, dos acelgas,
una manzana y un limón
te dan las mismas calorías
de un buen pedazo de ternera.
Con todo, no rechaces un lomo de novillo
por temor de que el alma de tu abuela
se haya encarnado en ese pastoril animal.
Tales encarnaciones repugnan al Demiurgo:
Elbiamor, no se ha visto ni ha de verse jamás
que un hombre habite dentro de un caballo.
Lo más triste y usual es que un caballo
se nos meta en el hombre.

              32

Del fermentado jugo de las uvas
no beberás, como no sea
ya en los bautismos, ya en los casamientos.
Repudiarás en toda circunstancia
los brebajes malditos
que aviesamente se destilan
en sigilosos alambiques.
Todo borracho es una casa
que abre sus puertas al ladrón.
Y el que bebe agua pura consigue que florezca
la barba de Esculapio.

              33

Te bañarás asiduamente,
pero sin ínfulas ni orgullo.
Gentes hay que se bañan y lo gritan
como si fuera un acto de heroísmo.
Que la modestia y la necesidad
te lleven de la mano hasta la ducha,
no de otro modo el labrador que limpia
la reja de su arado.

              34

Cómodos e inocentes han de ser tus vestidos:
ni ha de ahogarte la tela ni menos desnudarte.
No des tu mano a las pulseras
ni hagas tu cárcel de una túnica:
el ostentoso pavorreal
es un esclavo de su ropa.

              35

Con los preceptos de mi Alegropeya
lograrás, Elbiamente, construir tu alegría
por la virtud sapiente y obrante de tu alma.
Y darás buena sombra
para todos. Amén.

CANCIÓN – LEOPOLDO MARECHAL.

El Río de tu Sueño cantará el abecedario del agua.
Tendrá árboles, como llamas verdes
chisporroteando alondras;
y altos bambúes cazarán el girasol de las lunas
en el Río de tu Sueño que sólo tú remontas.

El alba será un loto que perfuma
la muerte de tus noches;
de picotear estrellas estarán ebrios tus pájaro-moscas.
Habrá remansos y un polen que hace dormir al viento
en el Río de tu Sueño que sólo tú remontas.

Con mi remo al hombro he visto zarpar cien días.
Mis hermanos pelarán la fruta del mundo, la más roja...
Con mi remo inútil, a lo largo de las noches,
busco el Río de tu Sueño que sólo tú remontas.