sábado, 30 de noviembre de 2019

REY MAGO DE LAS NUBES de León Gieco y Ricardo Vilca.

Los chicos chiquititos del pueblo aquel
Solo quieren pan, agua y juguetes
Rey mago de las nubes
Que se van hacia otros lugares
Hablan bajito sonríen al suelo
Y se persignan por agua del cielo
Un mundo de viento con las campanas
Sonando en el pueblo
Por que tienen el sol
Porque tienen la estrella
Llevan el ángel de la vida eterna
Por que quieren juntar
Almas en soledad
Cruzan las nubes hacia la altura
Por estar tan abierta la montaña
Lejos esta el río con el agua
Cualquier primavera se hace esperar
Para poder dar flores
El aire que se agita tras el vuelo
De almas que pasan como sueños
Bendice la voz, bendice rezos
Y algún nacimiento
Por que tienen el sol
Porque tienen la estrella
Llevan el ángel de la vida eterna
Por que quieren juntar
Almas en soledad
Cruzan las nubes hacia la altura
Los chicos chiquititos del pueblo aquel...
Los chicos chiquititos del pueblo aquel...


martes, 26 de noviembre de 2019

Para una palabra hermosa de César Fernández Moreno (Buenos Aires, 1919 - París, 1985).


Tengo una palabra hermosa
en teclas de la Olivetti
¿Acaso será spaghetti,
será alambre, será cosa?
Prosa en verso o verso en prosa,
hoy, mañana, aquí o allá,
mi palabra lucirá
todo su actual esplendor.
Elige, amigo lector,
¿no ves que la he escrito ya?


César Fernández Moreno nació el 26 de noviembre de 1919 hace 100 º años.
Poeta y ensayista argentino, fundó y dirigió la colección poética Fontefriada y las revistas literarias Contrapunto, Correspondencia y Zona; fue crítico de cine en la revista Nosotros, colaborador del diario La Nación y de la revista Sur.
Alcanzó su cumbre expresiva en el año 1963 con la publicación de "Argentino hasta la muerte" obra que vino a consagrar la ya dilatada trayectoria poética de César Fernández Moreno.
Ejerció la carrera diplomática, trabajando en la Unesco en París, en La Habana y como agregado cultural en París (cargo que ejercía al momento de su muerte). Falleció con 65 años de edad en París.

domingo, 24 de noviembre de 2019

DE PRONTO ENTRÓ LA LIBERTAD de RAÚL GONZÁLEZ TUÑON.


De pronto entró la Libertad.
Estábamos todos dormidos,
algunos bajo los árboles,
otros sobre los ríos,
algunos más entre el cemento,
otros más bajo la tierra.
De pronto entró la Libertad
con una antorcha en la mano.
Estábamos todos despiertos,
algunos con picos y palas,
otros con una pantalla verde,
algunos más entre libros,
otros más arrastrándose, solos.
De pronto entró la Libertad
con una espada en la mano.
Estábamos todos dormidos,
estábamos todos despiertos
y andaban el amor y el odio
más allá de las calaveras.
De pronto entró la Libertad,
no traía nada en la mano.
La Libertad cerró el puño.
¡Ay! Entonces…

sábado, 23 de noviembre de 2019

CANCIÓN DEL NIÑO QUE SOÑABA de Aurelio Arturo Martínez.

Ésta es la canción del niño que soñaba
caminando por el salón penumbroso
de brisa lenta que estremecía sus pequeñas alas,
y oía, afuera, entre los árboles las arpas de la noche,
y voces ¿por qué tantas voces en el silencio?

Y cuando ya en el lecho su estrella descendía
y se quedaba temblando en un rincón como un sollozo,
el niño salía por la ventana como un pajarillo
pero su cuerpo muerto se estremecía en el sueño.

Y subía a las montañas y a la nieve lunar de las montañas.
Veía landas sin luna, desiertos acuáticos
y por fin hacia el final de las sombras,
una ciudad desierta, iluminada
y como en un relato de magnificencia y catástrofes,
por las calles un solemne cortejo: un asno
paso a paso y sobre su lomo entrañas humanas,
entrañas: gruesos rubíes y topacios.

Y termina la canción porque el gallo canta
y el sueño despierta el pequeño cadáver,
y llega el alba sobre sus yeguas blancas.


PALABRA.
Nos rodea la palabra
la oímos
la tocamos
su aroma nos circunda
palabra que decimos
y modelamos con la mano
fina y tosca
y que
forjamos
con el fuego de la sangre
y la suavidad de la piel de nuestras
amadas
palabra omnipresente
con nosotros desde el alba
o aún antes
en el agua oscura del sueño
o en la edad de la que apenas salvamos
retazos de recuerdos
de espantos
de terribles ternuras
que van con nosotros
monólogo mudo
diálogo
la que ofrecemos a nuestros amigos
la que acuñamos
para el amor la queja
la lisonja
moneda del sol
o de plata
o moneda falsa
en ella nos miramos
para saber quiénes somos
nuestro oficio
y raza
refleja
nuestro yo
nuestra tribu profundo espejo
y cuando es alegría y angustia
y los vastos cielos y el verde follaje
y la tierra que canta
entonces ese vuelo de palabras
es la poesía
puede ser la poesía
Aurelio Arturo Martínez (La Unión, 22 de febrero de 1906-†Bogotá, D. C., 24 de noviembre de 1974) fue un poeta, abogado y magistrado colombiano.

La calle del agujero en la media de Raúl González Tuñon.


Yo conozco una calle que hay en cualquier ciudad
y la mujer que amo con una boina azul.
Yo conozco la música de un barracón de feria
barquitos en botellas y humo en el horizonte.
Yo conozco una calle que hay en cualquier ciudad.
Ni la noche tumbada sobre el ruido del bar
ni los labios sesgados sobre un viejo cantar
ni el afiche apagado del grotesco armazón
telaraña del mundo para mi corazón.
¡Ni las luces que siempre se van con otros hombres
de rodillas desnudas y de brazos tendidos!
-Tenía unos pocos sueños iguales a los sueños
que acarician de noche a los niños dormidos-.
Tenía el resplandor de una felicidad
y veía mi rostro fijado en las vidrieras
y en un lugar del mundo era un hombre feliz.
¿Conoce usted paisajes pintados en los vidrios?
¿Y muñecos de trapo con alegres bonetes?
¿Y soldaditos juntos marchando en la mañana
y carros de verduras con colores alegres?
Yo conozco una calle de una ciudad cualquiera
y mi alma tan lejana y tan cerca de mí
y riendo de la muerte y de la suerte y
feliz como una rama de viento en primavera.
El ciego está cantando. Te digo: ¡Amo la guerra!
Esto es simple querida, como el globo de luz
del hotel en que vives. Yo subo la escalera
y la música viene a mi lado, la música.
Los dos somos gitanos de una troupe vagabunda
alegres en lo alto de una calle cualquiera.
Alegres las campanas como una nueva voz.
Tú crees todavía en la revolución
y por el agujero que coses en tu media
sale el sol y se llena todo el cuarto de luz.
Yo conozco una calle que hay en cualquier ciudad,
una calle que nadie conoce ni transita.
Solo yo voy por ella con mi dolor desnudo
solo con el recuerdo de una mujer querida.
Está en un puerto. ¿Un puerto? Yo he conocido un puerto.
Decir, yo he conocido, es decir: Algo ha muerto.

viernes, 22 de noviembre de 2019

LLUVIA de Raúl González Tuñón.

Entonces comprendimos que la lluvia también era hermosa. Unas veces cae mansamente y uno piensa en los cementerios abandonados.
Entonces comprendimos que la lluvia también era hermosa.
Unas veces cae mansamente y uno piensa en los cementerios abandonados. Otras veces cae con furia, y uno piensa en los maremotos que se han tragado tantas espléndidas islas de extraños nombres.
De cualquier manera la lluvia es saludable y triste.
De cualquier manera sus tambores acunan nuestras noches y la lectura tranquila corre a su lado por los canales del sueño.
Tú venías hacia mí y los otros seres pasaban:
No habían despertado todavía al amor.
No sabían nada de nosotros.
De nuestro secreto.
Ignoraban la intimidad de nuestros abrazos voluptuosos, la ternura de nuestra fatiga.
Acaso los rostros amigos, las fotografías, los paisajes que hemos visto juntos, tantos gestos que hemos entrevisto o sospechado, los ademanes y las palabras de ellos, todo, todo ha desaparecido y estamos solos bajo la lluvia, solos en nuestro compartido, en nuestro
apretado destino, en nuestra posible muerte única, en nuestra posible resurrección.
Te quiero con toda la ternura de la lluvia.
Te quiero con toda la furia de la lluvia.
Te quiero con todos los violines de la lluvia.
Aún tenemos fuerzas para subir la callejuela empinada. Recién estamos descubriendo los puentes y las casas, las ventanas y las luces, los barcos y los horizontes.
Tú estás arriba, suntuosa y bíblica, pero tan humana, increíble, pero, tan real, numerosa, pero tan mía.
Yo te veo hasta en la sombra imprecisa del sueño.
Oh, visitante.
Ya es seguro que ningún desvío nos separará.
Iguales luces señaleras nos atraen hacia la compartida vida, hacia el destino único.
Ambos nos ayudaremos para subir la callejuela empinada.
Ni en nuestra carne ni en nuestro espíritu nunca pasaremos la línea del otoño.
Porque la intensidad de nuestro amor es tan grande, tan poderosa, que no nos daremos cuenta cuando todo haya muerto, cuando tú y yo
seamos sombras, y todavía estemos pegados, juntos, subiendo siempre la callejuela sin fin de una pasión irremediable.
Oh, visitante.
Estoy lleno de tu vida y de tu muerte.
Estoy tocado de tu destino.
Al extremo de que nada te pertenece sino yo.
Al extremo de que nada me pertenece sino tú.
Sin embargo yo quería hablar de la lluvia, igual, pero distinta, ya al
caer sobre los jardines, ya al deslizarse por los muros, ya al reflejar sobre el asfalto las súbitas, las fugitivas luces rojas de los
automóviles, ya al inundar los barrios de nuestra solidaridad y de
nuestra esperanza, los humildes barrios de los trabajadores.
La lluvia es bella y triste y acaso nuestro amor sea bello y triste y
acaso esa tristeza sea una manera sutil de la alegría. Oh, íntima,
recóndita alegría.
Estoy tocado de tu destino.
Oh, lluvia. Oh, generosa.

jueves, 21 de noviembre de 2019

Los poetas y los ríos de JORGE CASTAÑEDA.


Supo decir Ciro Alegría que “el hombre es igual al río, profundo y con sus reveses, pero voluntarioso siempre”. Y razón tiene. Poetas de las más diversas edades y regiones han glosado la magia de sus ríos.

El uruguayo Aníbal Sampayo dejó una de sus mejores metáforas al escribir que “El Uruguay no es un río, es un cielo azul que viaja”.

Y mucho antes uno de nuestros primeros vates, Manuel José de Lavardén dejó uno de los primeros elogios de nuestra literatura a nuestro río padre: “Augusto Paraná, sagrado río, / primogénito ilustre del océano, / que en el carro de nácar refulgente, / tirado de caimanes recamados/ de verde y oro, vas de clima en clima, / de región en región, vertiendo franco, / suave frescor y pródiga abundancia”.
Pero ya más cercano Jaime Dávalos con profunda voz lírica le cantó al mismo río con aires de zamba diciendo “Brazo de la luna que bajo el sol/ el cielo y el agua rejuntará/ hijo de las cumbres y de la selva/ que extenso y dulce recibe el mar”.
El gran humanista español don Miguel de Unamuno sintetizó en cuatro versos los ríos de su país para que nadie los olvide: “Ebro, Miño, Duero, Tajo, / Guadiana y Guadalquivir./ Ríos de España que trabajo/ irse a la mar a morir”. Una versión popular le agrega toda la sal española al decir “Ega, Arga y Aragón/ hacen al Ebro varón”.
Y otra vez Ciro Alegría en lírica lucha le increpa: “Río Marañón, déjame pasar. / Eres duro y fuerte, no tienes perdón. / Río Marañón tengo que pasar. / Tú tienes las aguas; / yo mi corazón”.
Pablo Neruda, poeta nacional de Chile, en su “Canto General”, glorifico a los grandes ríos de América.
Dijo al Bío Bío: “Tú me diste el lenguaje/ el canto nocturno; / mezclado con lluvia y follaje. / Y luego te vi entregarte al mar/ dividido en bocas y senos/ ancho y florido/ murmurando una historia/ color de sangre”.
En su “Oda de invierno al río Mapocho” le pide que “una pata de tu espuma negra/ salte del légamo a la flor del fuego/ y precipite la semilla del hombre”.
En cambio al Orinoco le pide “déjame en las márgenes/ de aquella hora sin hora/ Orinoco de aguas escarlata/ río de razas, río de raíces”. Y al Amazonas lo encumbra como un “padre patriarca” y le dice que es la “eternidad secreta de las fecundaciones”.
¿Acaso Miguel Hernández no escribió que “Podrá porfiar el Tíber/ su vetusta grandeza de siglos/ arrumbándose en siete colinas. / Podrá regar las fuentes/ del derecho y la belleza/ quedó al mundo, Roma/ severas leyes, / y extendió por doquier su blasón latino”. Y recuerda memorioso que junto al Tíber “escribió Virgilio de su inmensa/ y pródiga lira/ con tanta fama la Eneida”.
¿Acaso Julio César no dejó una de sus frases inmortales cuando afirmó que “hay que cruzar el Rubicón”, con todo lo que ello implicaba para los enemigos de Roma? ¿Acaso no son famosos los ríos que nombra el Génesis donde estaba el paraíso terrenal: El Éufrates, el Tigris y el Pisón? ¿Y no dijo el sabio Salomón que “todos los ríos van a dar a la mar”?
No le han faltado rapsodas a los grandes ríos del mundo como al Nilo, el Volga, el Sena el Támesis, pero sin embargo al Danubio le cupo la gloria de inmortalizarlo a un músico, el maravilloso Johann Strauss.
Y salvando las grandes distancias entre estos grandes maestros de la literatura universal, yo poeta rionegrino, no pude menos que dejar los versos de la “canción para mi río”, por darme siempre una lección de grandeza y de fugacidad: “Quiero mojar mis manos en el río/ su agua fresca bajando del Limay/ viajar en las lanchitas por sus aguas/ buscar el sol en su boca de sal. Nostalgia del Río Negro en la comarca/ de frutas y manzanas me hablará/ su corazón perfuma en las riberas/ como mis penas sus aguas se van.
Quiero dejar mis horas en tu cauce/ hablando de mis cosas al pasar/ me saludan los sauces y los mimbres/ y esta vida con ganas de soñar. En la arteria de tus aguas quedaré/ y en tus olas su espuma de cristal/ cómo pasa el caudal de tu corriente/ pasan también mis años que se van.
*Escritor de Valcheta.
Publicado en Diario "Río Negro", 19/11/2019.

domingo, 17 de noviembre de 2019

No te rías de un colla de Fortunato Ramos.


No te rías de un colla 
de Fortunato Ramos.

No te rías de un colla que bajó del cerro,
que dejó sus cabras, sus ovejas tiernas, sus habales yertos;
no te rías de un colla, si lo ves callado,
si lo ves zopenco, si lo ves dormido.

No te rías de un colla, si al cruzar la calle
lo ves correteando igual que una llama, igual que un guanaco,
asustao el runa como asno bien chúcaro,
poncho con sombrero, debajo del brazo.

No sobres al colla, si un día de sol
lo ves abrigado con ropa de lana, transpirando entero;
ten presente, amigo, que él vino del cerro, donde hay mucho frío,
donde el viento helado rajeteó sus manos y partió su callo.

No te rías de un colla, si lo ves comiendo
su mote cocido, su carne de avío,
allá, en una plaza, sobre una vereda, o cerca del río;
menos si lo ves coquiando por su Pachamama.

Él bajó del cerro a vender sus cueros,
a vender su lana, a comprar azúcar, a llevar su harina;
y es tan precavido, que trajo su plata,
y hasta su comida, y no te pide nada.

No te rías de un colla que está en la frontera
pa'l lao de La Quiaca o allá en las alturas del Abra del Zenta;
ten presente, amigo, que él será el primero en parar las patas
cuando alguien se atreva a violar la Patria.

No te burles de un colla, que si vas pa'l cerro,
te abrirá las puertas de su triste casa,
tomarás su chicha, te dará su poncho, y junto a sus guaguas,
comerás un tulpo y a cambio de nada.

No te rías de un colla que busca el silencio,
que en medio de lajas cultiva sus habas
y allá, en las alturas, en donde no hay nada,
¡así sobrevive con su Pachamama!

Fortunato Ramos  nació el 16 de octubre de 1947 en Coraya, Departamento de Humahuaca, Provincia de Jujuy, la Argentina es un músico, poeta, recitador, escritor, maestro rural y labrador argentino.

Foto: Web.

viernes, 15 de noviembre de 2019

A LA PURÍSIMA CONCEPCIÓN DE NUESTRA SEÑORA de Luis de Góngora y Argote.

A LA PURÍSIMA CONCEPCIÓN DE NUESTRA SEÑORA de Luis de Góngora y Argote.
 A LA PURÍSIMA CONCEPCIÓN DE NUESTRA SEÑORA.
"Virgen pura, si el sol, luna y estrellas".
Si ociosa no, asistió naturaleza
Incapaz a la tuya, oh gran Señora,
Concepción limpia, donde ciega ignora
Lo que muda admiró de tu pureza.

Díganlo, oh Virgen, la mayor belleza
Del día, cuya luz tu manto dora,
La que calzas nocturna brilladora,
Los que ciñen carbunclos tu cabeza.

Pura la Iglesia ya, pura te llama
La Escuela, y todo pío afecto sabio
Cultas en tu favor da plumas bellas

¿Qué mucho, pues, si aun hoy sellado el labio,
Si la naturaleza aun hoy te aclama
Virgen pura, si el sol, luna y estrellas?

miércoles, 13 de noviembre de 2019

En los bellos días de noviembre de Laura Yasan.


En los bellos días de noviembre
dónde estabas cuando abrí la puerta
y un hombre me alargó sus dedos
sudorosos
y me lamió con su mirada negra
y jadeó sobre mis palabras

dónde estabas cuando me fui con él
cuando vestí de puta sólo para ofenderte
cuando sangré y hedí
cuando pedí perdón y caían mis lágrimas
sobre la punta de tus zapatos


dónde que era siempre tan lejos tan fría
tan inmediatamente tarde
dónde que te llamé hasta quedar sorda
hasta romperme los dientes
hasta rajarme la vagina

dónde que en los bellos días de noviembre
te llamé
en las lluvias de julio te llamé
te dejé papelitos debajo de la almohada
fotos despedazadas con los puños
secretos como gritos

dónde
que iba y volvía con tu nombre colgando
de los ojos
y los ojos se volvieron cadenas
y las cadenas barcos
y los barcos se hundieron como ojos
en las profundidades de una noche
tremenda.

Publicado en 
Blog POESÍA DEL MONDONGO.
http://poesiadelmondongo.blogspot.com.ar/
2 de enero de 2017.

Laura Yasan, Buenos Aires, Argentina, 1960.

Publicaciones:
Doble de alma (Tierra Firme, Bs. As.1995)
Cambiar las armas (Botella al mar, Bs. As. 1997)
Loba negra (La bohemia, 1999 y Edit.Educa 1999) 
Cotillón para desesperados (La bohemia, Bs. As. 2001)
Tracción sangre (La bohemia, Bs. As. 2004)
Ripio (Grupo Editorial Latinoamericano, Bs. As. 2007) 
la llave marilyn (Edit.Casa de las Américas, Cuba, 2009 – Edic. del Dock Bs. As. 2010) 
animal de presa (Edic. Torremozas, Madrid, 2011)
Safari antología personal (Edic. Floricanto, México, 2012 y Edic. Liliputienses, Barcelona 2013)
Pietrisco (Edizioni Fili d'Aquilone, Roma, Italia, 2014)
Premio Carmen Conde, Madrid, España, 2011
Premio Casa de las Américas, Cuba 2008
Premio Único de Poesía EDUCA, Costa Rica, 1998,
Premio del Fondo Nacional de las Artes, Buenos Aires, 1998
Primer Premio Municipal de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, 2005.
Mención especial del jurado en el IV Premio Internacional de Poesía Ciudad de Medellín, Colombia

Sus poemas fueron publicados en diferentes revistas literarias del país y del exterior, como así también en numerosas antologías.
Su obra fue parcialmente traducida al inglés, al alemán, al francés y al italiano.
Ha coordinado talleres de escritura en distintas unidades penitenciarias, institutos de menores, hogares de ancianos, bibliotecas municipales y en forma privada, tarea que desarrolla hasta el presente.
En la actualidad se dedica intensivamente a explorar en la combinación de diferentes ramas del arte con técnicas psicodramáticas, disciplina en la cual se recibió en 2011.
Ha diseñado y coordina actualmente el programa de trabajo "Palabra Virtual", talleres de creación literaria a través de correo electrónico.

martes, 12 de noviembre de 2019

SONETO de Gaspar Núñez de Arce.


Cuando de tus desórdenes testigo
te sorprende en los brazos del tumulto,
¡oh Libertad! avergonzado oculto
mi rostro y sollozando te maldigo.

En lucha interna y desigual conmigo
arráncame el dolor airado insulto:
quiero olvidarte, abandonar tu culto,
y ciegamente a mi pesar te sigo.

Te sigo a mi pesar. Sueño o quimera
riges mi voluntad, llenas mi vida
y dejaré de amarte cuando muera.

Eres como la hermosa fementida
que inspira al alma la pasión primera:
cuanto más inconstante, más querida.

Gaspar Núñez de Arce (Valladolid, 4 de agosto de 1832​​-Madrid, 9 de junio de 1903) fue un poeta y político español.

domingo, 10 de noviembre de 2019

Destino de la carne de Vicente Aleixandre.-

Destino de la carne 
de Vicente Aleixandre.

No, no es eso. No miro
del otro lado del horizonte un cielo.

No contemplo unos ojos tranquilos, poderosos,

que aquietan a las aguas feroces que aquí braman.
No miro esa cascada de luces que descienden
de una boca hasta un pecho, hasta unas manos 
    blandas,
finitas, que a este mundo contienen, atesoran.
Por todas partes veo cuerpos desnudos, fieles
al cansancio del mundo. Carne fugaz que acaso
nació para ser chispa de luz, para abrasarse
de amor y ser la nada sin memoria, la hermosa
redondez de la luz.
Y que aquí está, aquí está, marchitamente eterna,
sucesiva, constante, siempre, siempre cansada.
Es inútil que un viento remoto, con forma vegetal,
    o una lengua,
lama despacio y largo su volumen, lo afile,
lo pula, lo acaricie, lo exalte.
Cuerpos humanos, rocas cansadas, grises bultos
que a la orilla del mar conciencia siempre
tenéis de que la vida no acaba, no, heredándose.
Cuerpos que mañana repetidos, infinitos, rodáis
como una espuma lenta, desengañada, siempre.
¡Siempre carne del hombre, sin luz! Siempre
    rodados
desde allá, de un océano sin origen que envía
ondas, ondas, espumas, cuerpos cansados, bordes
de un mar que no se acaba y que siempre jadea
    en sus orillas.

Todos, multiplicados, repetidos, sucesivos, amontonáis
    la carne,
la vida, sin esperanza, monótonamente iguales bajo
    los cielos hoscos que impasibles se heredan.
Sobre ese mar de cuerpos que aquí vierten sin
    tregua, que aquí rompen
redondamente y quedan mortales en las playas,
no se ve, no, ese rápido esquife, ágil velero
que con quilla de acero, rasgue, sesgue,
abra sangre de luz y raudo escape
hacia el hondo horizonte, hacia el origen
último de la vida, al confín del océano eterno
que humanos desparrama
sus grises cuerpos. Hacia la luz, hacia esa escala
     ascendente de brillos
que de un pecho benigno hacia una boca sube,
hacia unos ojos grandes, totales que contemplan,
hacia unas manos mudas, finitas, que aprisionan,
donde cansados siempre, vitales, aún nacemos.


Vicente Pío Marcelino Cirilo Aleixandre y Merlo nació en Sevilla, 26 de abril de 1898. 
Fallece en la Ciudad de Madrid un 13 de diciembre de 1984.
Elegido académico en sesión del día 30 de junio de 1949, ingresó en la Real Academia Española el 22 de enero de 1950. 
Obtuvo el Premio Nacional de Literatura en 1934,​ el Premio de la Crítica en 1963 por En un vasto dominio, y en 1969, por Poemas de la consumación, y el Premio Nobel de Literatura en 1977.