jueves, 31 de mayo de 2018

Por una cabeza. Letra: Alfredo Le Pera. Música: Carlos Gardel.

Por una cabeza
de un noble potrillo
que justo en la raya
afloja al llegar,
y que al regresar
parece decir:
No olvidés, hermano,
vos sabés, no hay que jugar.
Por una cabeza,
metejón de un día
de aquella coqueta
y burlona mujer,
que al jurar sonriendo
el amor que está mintiendo,
quema en una hoguera
todo mi querer.

Por una cabeza,
todas las locuras.
Su boca que besa,
borra la tristeza,
calma la amargura.
Por una cabeza,
si ella me olvida
qué importa perderme
mil veces la vida,
para qué vivir.

Cuántos desengaños,
por una cabeza.
Yo juré mil veces,
no vuelvo a insistir.
Pero si un mirar
me hiere al pasar,
sus labios de fuego
otra vez quiero besar.
Basta de carreras,
se acabó la timba.
¡Un final reñido
ya no vuelvo a ver!
Pero si algún pingo
llega a ser fija el domingo,
yo me juego entero.
¡Qué le voy a hacer..!

martes, 29 de mayo de 2018

Noche divina de Alfonsina Sorni.

Noche divina 
de Alfonsina Storni.

Este jardín nos cede su delicia,
 nos cede el árbol de manzanas lleno:
 fuente de dioses a la sed propicia,
 pan del instinto, para el hambre, bueno.
   
Mas blanco mármol sin igual pudicia
 fija en nosotros su mirar sereno:
 muslo desnudo, vigoroso el seno,
 puro, como la luz que lo acaricia.
   
Se hacen tus ojos demasiado azules,
 cubren tus manos impalpables tules
 y algo divino te levanta en vuelo.
  
 No cortemos la fruta deleitosa
 y mira el alma en una nube rosa
 cómo es de azul la beatitud del cielo.

¡Adiós!
Las cosas que mueren jamás resucitan, 

las cosas que mueren no tornan jamás. 
¡Se quiebran los vasos y el vidrio que queda 
es polvo por siempre y por siempre será! 

Cuando los capullos caen de la rama 
dos veces seguidas no florecerán... 
¡Las flores tronchadas por el viento impío 
se agotan por siempre, por siempre jamás! 

¡Los días que fueron, los días perdidos, 
los días inertes ya no volverán! 
¡Qué tristes las horas que se desgranaron 
bajo el aletazo de la soledad! 

¡Qué tristes las sombras, las sombras nefastas, 
las sombras creadas por nuestra maldad! 
¡Oh, las cosas idas, las cosas marchitas, 
las cosas celestes que así se nos van! 

¡Corazón... silencia!... ¡Cúbrete de llagas!... 
-de llagas infectas- ¡cúbrete de mal!... 
¡Que todo el que llegue se muera al tocarte, 
corazón maldito que inquietas mi afán! 

¡Adiós para siempre mis dulzuras todas! 
¡Adiós mi alegría llena de bondad! 
¡Oh, las cosas muertas, las cosas marchitas, 
las cosas celestes que no vuelven más! ...

Alfonsina Storni nacida en Sala Capriasca (cantón suizo del Ticino), Suiza el 29 de mayo de 1892​​​​.
Fueron sus padres fueron Paolina Martignoni di Origlio y Alfonso Storni, suizos de origen italiano. Alfonso Storni  y Señora, llegaron muy jóvenes, y casados,  en 1880 a San Juan.
Fundaron una pequeña empresa familiar, y años después, las botellas de cerveza etiquetadas “Cerveza Los Alpes, de Storni y Cía” que se comercializarían en la región de cuyo.
Retornaron a su lugar de origen en 1885. En San Juan nacieron los dos hijos mayores, Romeo y María, con los que el matrimonio se trasladó a su país.
En Suiza nació Alfonsina.
Cuatro años después, la familia decidió viajar de nuevo a San Juan donde residirá hasta 1900.
“Trabajó como maestra de escuela y también dio clases de arte dramático. Al poco tiempo del nacimiento de su hijo Alejandro, trabaja en el comercio, hasta que el Consejo Nacional de Educación le otorgó un nombramiento.
Fue colaboradora en "Caras Y Caretas" de Buenos Aires y fue premiado uno de sus cuentos. Realizó alguna incursión en el teatro, aunque es famosa por sus libros de poemas. Inicia su carrera literaria en 1916 cuando se edita La inquietud del rosal, donde reúne sentimientos con un nuevo romanticismo. Publicó El dulce daño (1918), Irremediablemente (1919) y Languidez (1920). Viaja por Europa, en 1930 y 1934, lo que produjo un cambio de estilo poético, como aparece en sus libros más logrados: Mundo de siete pozos (1934) y Mascarilla y trébol (1938).
En 1935 se le diagnostica un tumor del que fue operada, aunque el cáncer continuó y pasó por períodos depresivos tras el suicidio de amigos como Horacio Quiroga, Leopoldo Lugones o Egle Quiroga.
En octubre de 1938 viaja a Mar del Plata. Le envió dos cartas a su hijo y un Poema de despedida al diario "La Nación".
Acabó con su vida suicidándose en la playa de la Perla en el mar de Plata el 25 de octubre de 1938.” (Fuente de información: https://www.buscabiografias.com).

El fondo de la vida.

Alfonsina Storni ha llegado hasta nosotros envuelta en la leyenda de su suicidio, ocurrido en 1938. Aquella noche eligió una muerte poética, que años después inspiraría la conmovedora canción 
Alfonsina y el mar, compuesta por Ariel y Félix Luna y cantada por varias generaciones de voces de distintos registros. Una canción que embellece aún más a este ser entre frágil y fuerte que rescataba para todos nosotros la primavera, las flores, el modernismo color azul, una caricia perdida, un claro de luna, una mirada... Y lo hacía con una libertad expresiva y una sinceridad interna completamente seductoras para los lectores de su época y para los que se han ido subiendo poco a poco a su carro de amor, vida y muerte.
El amor la hace mujer, y como tal habla de él sin regatear espinas, ni congoja, ni melancolía, ni sexo. Alfonsina restituye a la mujer su verdadera edad y sus deseos, se rebela contra esa forma de mutilación psicológica llamada virginidad ("Tú me quieres alba...", siguiendo los pasos de Hombres Necios, de sor Juan Inés de la Cruz).

domingo, 27 de mayo de 2018

SACADOR DE LEÑA - ELIAS CHUCAIR.

SACADOR DE LEÑA
ELIAS CHUCAIR.

Ni changas por por milagro
en invierno quedan...
Por eso es que el hombre
alzó a su pobreza
y marchóse al campo
con pico y barreta
y su perro hambreado
que nunca lo deja...
Compartirán liebre y piche
hasta la primavera.

Peleando en el monte
Huinca saca leña,
a cambio de agua
que en pago le acercan,
junto con tabaco,
harinas y yerba.

Allá en esos cerros
donde extrae la leña,
el agua no existe,
¡pero sí la arena.....!
Y soplan los vientos
y abunda la piedra.

Y por esas cosas
-que entenderse cuesta
los hijos de Huinca
en el pueblo tiemblan
de hambre y de frío...
y él sacando leña.

Mañanas y tardes
a pico y barreta
descubre raíces
que tapa la tierra...
Prestarán calores
a quien las encienda.

Cuando arrastra ramas
marcando una huella,
los brazos del Huinca
y las ramas de leña
una sola cosa
parece que fueran.

En su real de chapas
prestadas y viejas,
de noche la helada
sus brillos refleja;
mientras que abajo
Huinca sueña y sueña,
envuelta en cansancio
angustia y pobreza.

Los hijos del hombre
en el pueblo tiemblan,
de hambre y de frío...
Y él sacando leña.


Autor: Elias Chucair (1985) pertenece al Libro "Hombre y paisaje". Se transcribe lo publicado en el Periódico "El Ciudadano" de Villa Regina. Director: Franco González. "Nuestra Gente y las Letras" página 13.

DATOS BIOGRÁFICOS de Don Elías Chucair.
Elias Chucair nació el 25 de Mayo de 1926, en la localidad de la Línea Sur Rionegrina de Ingeniero Jacobacci. Es un narrador local que basa sus fuentes en testimonios orales, diarios y publicaciones antiguas, archivos municipales de todo tipo, colecciones privadas de fotos y correspondencia y otros documentos, es un poeta, ensayista y de investigación histórica. Hijo de inmigrantes árabes, libaneses que llegaron a nuestro país en 1911 con un hermano y se quedaron. 
Se considera un autodidacta.
Entre sus obras figuran: “Bajo el cielo Azul”, “Sur adentro”, “Desde Haillamapu”, “Con viento patagónico”, “Tiempo y distancia”, “Con grillos y silencios”, “Ayer aquí”, “La inglesa bandolera y otros relatos patagónicos”, “El maruchito hacedor de milagros en la meseta patagónica”, “Partidas sin regreso de árabes en la Patagonia”, “De umbral adentro”, “El collar del chenque”, “Acercando ayeres”, “Dejaron Improntas”, “Rastreando bandoleros”, “Cantata para mi pueblo y sus pioneros”, “Cuentos y relatos patagónicos”, “Anécdotas de un rincón patagónico”, “Hacia mis raíces, El Líbano”, “Antología rionegrina de cuentos”, “Quetrequile, el pueblo que fue”, “Historiando a mi pueblo”, “Huahuel Niyeo-Ingeniero Jacobacci”, “Breves historias de mi pago”, “Historias de vida en suelo patagónico”, “Teatro vocacional en la Línea Sur rionegrina”, “Antología poética”, “Desde la Patagonia...de todo un poco”, “Vivencias de Patagonia en un poema” y “Del archivo de la memoria”, Rescatando Ayeres; Testimonios de Antaño. 
En el año 2000 la Legislatura de Río Negro declaró de Interés Educativo y Cultural su obra literaria.
Ha ejercido el  periodismo entre los años 1949 y 1958, se desempeñó como corresponsal del Diario “Esquel” del Chubut. Es uno de los creadores de la “Fundación Ameghino” de Río Negro. 
Fue legislador provincial en los dos primeros períodos legislativos de la provincia de Río Negro. Fue Intendente de Jacobacci, desde 1970 a 1973. 
Fue director del Museo de Ciencias Naturales e Historia Regional “Jorge Gerhold”  de Ingeniero Jacobacci (ad-honorem). Participó de la primera filial de la S.A.D.E. en la provincia de Río Negro. Fue nominado entre las personalidades del año 2000 en el Compendio Biográfico de Neuquén y Río Negro.

En el año 2004, fue galardonado con la “Distinción UGARIT” en la Categoría “Cultura” por la Federación de Entidades Argentino-Árabes (FEARAB) en el Salón Dorado de la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

sábado, 26 de mayo de 2018

Elías Chucair, un poeta de umbral adentro por Jorge Castañeda.

Walt Withman, el gran poeta de Long Island y autor de “Las hojas de hierba” supo decir que “quién toca este libro toca a un hombre”. Yo diría que quién toca un libro de Elías Chucair, poeta y escritor de Ingeniero Jacobacci, no solo estará tocando a un hombre sino a toda una región, con su paisaje, sus bellezas, sus pobladores, su zona rural, sus vientos, sus lejanías, su olvido, sus personajes, sus leyendas y sus mitos.

Palabras, palabras, palabras, al decir de Hamlet, príncipe de Dinamarca, dando forma y expresión a un lugar en el mundo –su lugar en el mundo: su pueblo, la Región Sur, la Patagonia.

Esa región que “Patagonia se llama y que trae de tiempos lejanos una rica historia larga” y que fuera el imán para atraer aventureros de toda ralea y condición que se afincaron en ella, como también a los inmigrantes venidos de aquellos países del Oriente: libaneses como los padres de Elías, por ejemplo.
Elías Chucair va pintando con mano firme y pluma amena las vivencias y anécdotas de quienes pasaron por estas regiones y dejaron en ellas familias y afectos. En síntesis, como el título de uno de sus libros lo dice: “Dejaron improntas”.
Parafraseando al bueno de Baldomero Fernández Moreno podemos afirmar de Elías que “todo lo que tuvo que ser lo ha sido”: padre de familia, periodista, comerciante, político, escritor, historiador, amigo.
Cuando nos encontramos solemos intimar en los menesteres que más nos agradan: las letras y los libros, los poemas y los relatos. Y yo lo escucho recitar con verdadera pasión a los clásicos y a los actuales, porque si algo sabe este poeta con estampa de patriarca es enseñar hablando, así nomás, hablando.
Su biblioteca estudio es un santuario de libros y recortes. De saberes, de recogimiento intelectual, donde las viejas voces amigas emergen del silencio claustral.
Por mi parte tengo en el anaquel preferido de mi biblioteca –el de los libros dedicados por sus autores que ya sobrepasan los seiscientos ejemplares- todos los publicados por Elías Chucair, un ramillete que ya supera los treinta y cinco títulos, entre los de poesía, cuentos, relatos, novelas e historias.
En alguno de ellos dice: “Para mi estimado amigo Jorge, con el viejo afecto y los mejores deseos”. Elías – Marzo de 2015.
El primer libro que cayó en mis manos para deslumbrarme y abrirme los ojos al paisaje y al corazón de la gente de nuestra zona fue “Bajo cielo sur”, un poemario imperdible para comprender lo que significa la palabra identidad. Y entonces supe entender que no hay grandes o pequeños libros, ni grandes ni pequeños escritores, sino grandes hombres y pequeños hombres. Supe que cada uno tiene su propio tono, su propia voz; y la de mi amigo Elías Chucair es la voz de toda una región que todavía duerme a la intemperie de una sociedad cada vez más injusta a pesar de esa tan mentada “modernidad” que se lleva todo sin dejar dividendos.
Si se toca algún libro de Elías se escuchará como música de fondo el soplo arisco del viento patagónico, se sentirá el gusto a michay en la boca, se andará en las tropas de carros como antes, se bajará para tributar al “Maruchito”, se escucharán los tiros de la bandolera inglesa, se investigarán las matanzas de Lagunitas, se develará el misterio del “Collar del chenque”, se dejarán improntas, se pasará de umbral adentro entre tiempo y distancia, Sur adentro, con grillos y silencios.
Tengo en mis manos su último libro: “Testimonios de antaño” un placentero viaje al pasado que cuenta historias del pago chico. La época de oro de los ferrocarriles, de pioneros como el Ingeniero Jacobacci, del destino de sus libros, y de sus amigos de otro tiempo.
Elías Chucair es el viejo maestro abriendo generosamente las puertas de su corazón para todos los que amamos las letras.
Ha sabido reponerse a esos golpes duros que la vida a veces quiere propinar a sus criaturas para templarles el ánimo.
Elías es un ejemplo para todos los escritores patagónicos: por su pasión por la palabra, por su rescate de la pequeña historia de la región, por su gran bohonomía, por su sentido de la amistad, por una condición ética que nunca admitió claudicaciones. ¡Elías es un grande!!
Por eso yo levanto como Maese Gonzalo de Berceo mi copa de Bon vino y bebo a tu salud, hermano Elías, ¡Que Dios te siga dando larga vida!!
Fuente de información: ADN Río Negro, 26/05/2018.-

viernes, 25 de mayo de 2018

Caminito soleado. Letra: Alfredo Le Pera. Música: Carlitos Gardel.

Claro caminito criollo
florido y soleado,
con pañuelo bordeado
vos me viste pasar.
Mientras los pastos amigos
que saben mi anhelo,
como dulce consuelo,
su verde saludo
me hacían llegar.

Cruzando montes y valles,
con alas venía
mi pobre carreta,
con su carga de esperanzas
las ruedas le hacían
al viento gambetas.
Y cuando ya atravesaba
la hondura del valle
de lenta corriente,
una congoja naciente
detuvo su impulso
parando su andar,
porque en ese arroyito
a veces tus ojos
se saben mirar.

Y así que vi su casita
de puro celoso
me sobró el pampero
para contarle chismoso
que traigo en mi apero
mil prendas de amor.
Para su pelo una cinta
que llevo escondida
de lindo color.
Para sus labios mi antojo
y para sus ojos
un claro cristal,
y pa' su blanca garganta
el criollo que canta
tiene este cantar.

Claro caminito criollo
florido y soleado,
yo quiero que se asombre
cuando ella me nombre
al verme llegar.


miércoles, 23 de mayo de 2018

Sus ojos se cerraron (Tango, 1935) Letra: Alfredo Le Pera. Música: Carlos Gardel.

Sus ojos se cerraron...
y el mundo sigue andando,
su boca que era mía
ya no me besa más,
se apagaron los ecos
de su reír sonoro
y es cruel este silencio
que me hace tanto mal.
Fue mía la piadosa
dulzura de sus manos
que dieron a mis penas
caricias de bondad,
y ahora que la evoco
hundido en mi quebranto,
las lágrimas pensadas
se niegan a brotar,
y no tengo el consuelo
de poder llorar.

¡Porqué sus alas tan cruel quemó la vida!
¡porqué esta mueca siniestra de la suerte!
Quise abrigarla y más pudo la muerte,
¡Cómo me duele y se ahonda mi herida!
Yo sé que ahora vendrán caras extrañas
con su limosna de alivio a mi tormento.
Todo es mentira, mentira es el lamento.
¡Hoy está solo mi corazón!

Como perros de presa
las penas traicioneras
celando mi cariño
galopaban detrás,
y escondida en las aguas
de su mirada buena
la suerte agazapada
marcaba su compás.
En vano yo alentaba
febril una esperanza.
Clavó en i carne viva
sus garras el dolor;
y mientras en las calles
en loca algarabía
el carnaval del mundo
gozaba y se reía,
burlándose el destino
me robó su amor.

lunes, 21 de mayo de 2018

Cerraron sus ojos. Rimas de Gustavo Adolfo Becquer.

Cerraron sus ojos
que aún tenía abiertos,
taparon su cara
con un blanco lienzo,
y unos sollozando,
otros en silencio,
de la triste alcoba
todos se salieron.

La luz que en un vaso
ardía en el suelo,
al muro arrojaba
la sombra del lecho,
y entre aquella sombra
veíase a intervalos
dibujarse rígida
la forma del cuerpo.

Despertaba el día
y a su albor primero
con sus mil ruidos
despertaba el pueblo.
Ante aquel contraste
de vida y misterio,
de luz y tinieblas,
yo pensé un momento:

¡¡Dios mío, qué solos
se quedan los muertos!!

De la casa, en hombros,
lleváronla al templo,
y en una capilla
dejaron el féretro.
Allí rodearon
sus pálidos restos
de amarillas velas
y de paños negros.

Al dar de las Ánimas
el toque postrero,
acabó una vieja
sus últimos rezos,
cruzó la ancha nave,
las puertas gimieron
y el santo recinto
quedóse desierto.

De un reloj se oía
compasado el péndulo
y de algunos cirios
el chisporroteo.
Tan medroso y triste,
tan oscuro y yerto
todo se encontraba
que pensé en un momento:

¡¡Dios mío, qué solos
se quedan los muertos!!

De la alta campana
la lengua de hierro
le dio volteando
su adiós lastimero.
El luto en las ropas,
amigos y deudos
cruzaron en fila
formando el cortejo.

Del último asilo,
oscuro y estrecho,
abrió la piqueta
el nicho a un extremo:
allí la acostaron,
tapiáronle luego,
y con un saludo
despidióse el duelo.

La piqueta al hombro
el sepulturero,
cantando entre dientes,
se perdió a lo lejos.
La noche se entraba,
el sol se había puesto:
perdido en las sombras,
yo pensé en un momento:

¡¡Dios mío, qué solos
se quedan los muertos!!

En las largas noches
del helado invierno,
cuando las maderas
crujir hace el viento
y azota los vidrios
el fuerte aguacero,
de la pobre niña
a veces me acuerdo.

Allí cae la lluvia
con un son eterno:
allí la combate
el soplo del cierzo.
Del húmedo muro
tendida en el hueco,
¡acaso de frío
se hielan sus huesos!...

¿Vuelve el polvo al polvo?
¿Vuela el alma al cielo?
¿Todo es, sin espíritu,
podredumbre y cieno?
No sé; pero hay algo
que explicar no puedo,
algo que repugna
aunque es fuerza hacerlo

¡a dejar tan tristes,
tan solos los muertos!

viernes, 18 de mayo de 2018

Voy contra mi interés al confesarlo. Rimas de Gustavo Adolfo Becquer.

Voy contra mi interés al confesarlo,
no obstante, amada mía,
pienso cual tú que una oda solo es buena
de un billete del Banco al dorso escrita.
No faltará algún necio que al oírlo
se haga cruces y diga:
Mujer al fin del siglo diez y nueve
material y prosaica... ¡Boberías!
¡Voces que hacen correr cuatro poetas
que en invierno se embozan con la lira!
¡Ladridos de los perros a la luna!
Tú sabes y yo sé que en esta vida,
con genio es muy contado el que la escribe,
y con oro cualquiera hace poesía.

martes, 15 de mayo de 2018

Boca a boca de Delmira Agustini.

Boca a boca 
de Delmira Agustini. 

Copa de vino donde quiero y sueño
beber la muerte con fruición sombría,
surco de fuego donde logra Ensueño
fuertes semillas de melancolía.

Boca que besas a distancia y llamas
en silencio, pastilla de locura,
color de sed y húmeda de llamas...
¡Verja de abismos es tu dentadura!

Sexo de un alma triste de gloriosa;
el placer unges de dolor; tu beso,
puñal de fuego en vaina de embeleso,
me come en sueños como un cáncer rosa...

Joya de sangre y luna, vaso pleno
de rosas de silencio y de armonía,
nectario de su miel y su veneno,
vampiro vuelto mariposa al día.

Tijera ardiente de glaciales lirios,
panal de besos, ánfora viviente
donde brindan delicias y delirios
fresas de aurora en vino de poniente...

Estuche de encendidos terciopelos
en que su voz es fúlgida presea,
alas del verbo amenazando vuelos,
cáliz en donde el corazón flamea.

Pico rojo del buitre del deseo
que hubiste sangre y alma entre mi boca,
de tu largo y sonante picoteo
brotó una llaga como flor de roca.

Inaccesible... Si otra vez mi vida
cruzas, dando a la tierra removida
siembra de oro tu verbo fecundo,
tú curarás la misteriosa herida:
lirio de muerte, cóndor de vida,
¡flor de tu beso que perfuma al mundo!

sábado, 12 de mayo de 2018

Las doce en el reloj - Jorge Guillén.


Las doce en el reloj 
de Jorge Guillén.

Dije: ¡Todo ya pleno!
Un álamo vibró.
Las hojas plateadas
Sonaron con amor.
Los verdes eran grises,
El amor era sol.
Entonces, mediodía,
Un pájaro sumió
Su cantar en el viento
Con tal adoración
Que se sintió cantada
Bajo el viento la flor
Crecida entre las mieses,
Más altas. Era yo,
Centro en aquel instante
De tanto alrededor,
Quien lo veía todo
Completo para un dios.
Dije: Todo, completo.
¡Las doce en el reloj!

Jorge Guillén Álvarez (Valladolid, 18 de enero de 1893 – Málaga, 6 de febrero de 1984).