viernes, 31 de julio de 2015

CANCIÓN de LEOPOLDO MARECHAL.

"Lo esencial es romper el silencio, y el agua de los grandes mutismos"
LEOPOLDO MARECHAL.
CANCIÓN.

El Río de tu Sueño cantará el abecedario del agua.
Tendrá árboles, como llamas verdes
chisporroteando alondras;
y altos bambúes cazarán el girasol de las lunas
en el Río de tu Sueño que sólo tú remontas.

El alba será un loto que perfuma
la muerte de tus noches;
de picotear estrellas estarán ebrios tus pájaro-moscas.
Habrá remansos y un polen que hace dormir al viento
en el Río de tu Sueño que sólo tú remontas.

Con mi remo al hombro he visto zarpar cien días.
Mis hermanos pelarán la fruta del mundo, la más roja...
Con mi remo inútil, a lo largo de las noches,

busco el Río de tu Sueño que sólo tú remontas.

miércoles, 29 de julio de 2015

Un sábado más de Chico Novarro.

La boca del subte bosteza mi andar
rumbo a la salida de la Diagonal.
Cuando el obelisco le tira un mordisco
a una nube flaca que intenta pasar,
es un viejo Apolo que nunca despega
parado en la tarde de un sábado más.

Un sábado más, un sábado más,
sobre Buenos Aires un sábado más.

Las siete clavadas, acusa el reloj,
y empieza el concierto de suelas en do.
Arranco la cinta del último atado
y un aire pesado me anuncia humedad,
mientras a mi lado desfila la gente
que asalta Corrientes un sábado más.

Un sábado más, un sábado más,
sobre Buenos Aires sábado más.

Y entre las bocinas de la procesión
gritan los canillas "Crónica" y "Razón",
esquivando el pique de un auto lavado
la quinta de clavo quieren enganchar.
Total esta noche, minga de yirar,
si hoy pelea Locche en el Luna Park.

sábado, 25 de julio de 2015

El último round de Chico Novarro.

El último round. 
Un tango de Chico Novarro.
Cuando ya los años se te van juntando
y sentís la palma de vivir tirando.
Cuando ya los sueños no tienen polenta
y sumando ausencias se te va la cuenta.
Cuando ves que pasan suspirando al lado
dos que se prometen lo que vos no has dado,
cuando te parece, al doblar la esquina,
que ya no te junan, como ayer, las minas.

¡Qué bronca!
Ver que la vida se apura
en cada cacho de sol
en cada noche de amor,
en cada curda.
¡Qué bronca!
Saber que el tiempo se va
y abandonar la pelea,
antes del último round.

Cuando en el estaño, ya sin un amigo,
masticando un tango te quedás dormido,
hasta que se juega la ultima mano
y el patrón sacude la tapa del piano.
Cuando ya ni un perro pasa por la calle,
vos seguís pendiente de cualquier detalle
y vagás buscando restos de ternura,
como los cirujas entre la basura.

viernes, 24 de julio de 2015

EL DESALOJO de Manuel J. Castilla.

El desalojo.

Yo lo encontré una tarde al desalojo.
Estaba en la vereda, en mueble y otro mueble amontonado,
su corazón desparramado y quieto.
Botado con sus cosas querendonas
se dejaba mirar como una granada abierta, volteada por el viento.
Nadie vio
su tanta desnudez tan destapada.

Nadie leyó
en el misal a la intemperie
estas palabras y su voz pedigüeña:
“Arcángel San Miguel
líbrame de enemigos
y acompáñame a la sombra de Dios”.
Eran rezos de anciana, esos. Y húmedos.
Temblorosos deseos a destiempo de la desalojada.
Eso era el desalojo.

Y era
una cocina negra de latón, apagada.
De sus hornallas
volaba la ceniza
en el aire inocente de la calle.

Lo sacaron del fondo de la casa,
a la fuerza, rameándolo
de donde estaba quieto, encariñado.

Salió de sus begonias llenas de escalofríos y manchadas,
entre los curanderos ramos de la ruda
junto al ángel lloroso del visillo.

Su Jesús enseñaba con la mano derecha
su corazón llagado desde un cuadro
y unos ojos sin culpas, de corderos.

Después vi su fatiga
en un botinero entre cretonas apagándose
polvosos, sus zapatos cansados.

En sus cajones
vi horquillas de mujer olvidadas,
y el cisne de una polvera, por morirse,
unas guindas sin sangre
en la capelina de un sombrero
como una juventud antigua, enamorada.

Vi el azul de lavar, angelicado, de otros días,
desvanecerse en la batea de algarrobo
con un olor cansado de mujer.

Todo eso estaba dentro de la entraña
rota del desalojo.
La mesa sin el vino, en la calle y sus panes,
y sin cuchillos y sin tenedores,
la silla con su ausente
y el ropero colgando sus vestidos vacíos
viendo por los espejos pasar indiferente
el cielo azul y hermoso de la tarde.

lunes, 20 de julio de 2015

CANTO X DEL MARTÍN FIERRO DE JOSÉ HERNÁNDEZ - PRIMERA PARTE: El gaucho Martín Fierro (1872).

CRUZ
Amigazo, pa sufrir 
han nacido los varones; 
éstas son las ocasiones 
de mostrarse un hombre juerte, 
hasta que venga la muerte 
y lo agarre a coscorrones. 

El andar tan despilchao 
ningún mérito me quita. 
Sin ser una alma bendita 
me duelo del mal ajeno: 
soy un pastel con relleno 
que parece torta frita. 

Tampoco me faltan males 
y desgracias, le prevengo; 
también mis desdichas tengo, 
aunque esto poco me aflige: 
yo sé hacerme el chancho rengo 
cuando la cosa lo esige. 

Y con algunos ardiles 
voy viviendo, aunque rotoso; 
a veces me hago el sarnoso 
y no tengo ni un granito, 
pero al chifle voy ganoso 
como panzón al máiz frito. 

A mí no me matan penas 
mientras tenga el cuero sano, 
venga el sol en el verano 
y la escarcha en el invierno. 
Si este mundo es un infierno 
¿por qué afligirse el cristiano? 

Hagámoslé cara fiera 
a los males, compañero, 
porque el zorro más matrero 
suele cáir como un chorlito: 
viene por un corderito 
y en la estaca deja el cuero. 

Hoy tenemos que sufrir 
males que no tienen nombre, 
pero esto a naides lo asombre 
porque ansina es el pastel, 
y tiene que dar el hombre 
más vueltas que un carretel. 

Yo nunca me he de entregar 
a los brazos de la muerte; 
arrastro mi triste suerte 
paso a paso y como pueda, 
que donde el débil se queda 
se suele escapar el juerte. 

Y ricuerde cada cual 
lo que cada cual sufrió, 
que lo que es, amigo, yo, 
hago ansí la cuenta mía: 
ya lo pasado pasó, 
mañana será otro día. 

Yo también tuve una pilcha 
que me enllenó el corazón, 
y si en aquella ocasión 
alguien me hubiera buscao, 
siguro que me había hallao 
más prendido que un botón. 

En la güella del querer 
no hay animal que se pierda; 
las mujeres no son lerdas 
y todo gaucho es dotor 
si pa cantarle al amor 
tiene que templar las cuerdas. 

¡Quién es de una alma tan dura 
que no quiera una mujer! 
Lo alivia en su padecer: 
si no sale calavera 
es la mejor compañera 
que el hombre puede tener. 

Si es güena, no lo abandona 
cuando lo ve desgraciao, 
lo asiste con su cuidao 
y con afán cariñoso, 
y usté tal vez ni un rebozo 
ni una pollera le ha dao. 

Grandemente lo pasaba 
con aquella prenda mía 
viviendo con alegría 
como la mosca en la miel. 
¡Amigo, qué tiempo aquél! 
¡La pucha que la quería! 

Era la águila que a un árbol 
dende las nubes bajó, 
era mas linda que el alba 
cuando va rayando el sol, 
era la flor deliciosa 
que entre el trebolar creció. 

Pero, amigo, el comendante 
que mandaba la milicia, 
como que no desperdicia 
se fue refalando a casa: 
yo le conocí en la traza 
que el hombre traiba malicia. 

El me daba voz de amigo, 
pero no le tenía fe. 
Era el jefe, y ya se ve, 
no podía competir yo; 
en mi rancho se pegó 
lo mesmo que saguaipé. 

A poco andar conocí 
que ya me había desbancao, 
y él siempre muy entonao 
aunque sin darme ni un cobre, 
me tenía de lao a lao 
como encomienda de pobre. 

A cada rato, de chasque 
me hacía dir a gran distancia; 
ya me mandaba a una estancia, 
ya al pueblo, ya a la frontera; 
pero él en la comendancia 
no ponía los pies siquiera. 

Es triste a no poder más 
el hombre en su padecer, 
si no tiene una mujer 
que lo ampare y lo consuele; 
mas pa que otro se la pele 
lo mejor es no tener. 

No me gusta que otro gallo 
le cacaree a mi gallina. 
Yo andaba ya con la espina, 
hasta que en una ocasión 
lo solprendí en el jogón 
abrazándomé a la china. 

Tenía el viejito una cara 
de ternero mal lamido, 
y al verle tan atrevido 
le dije: "Que le aproveche, 
que había sido pa el amor 
como guacho pa la leche". 

Peló la espalda y se vino 
como a quererme ensartar, 
pero yo sin tutubiar 
le volví al punto a decir: 
"Cuidao no te vas a pér...tigo, 
poné cuarta pa salir." 

Un puntazo me largó 
pero el cuerpo le saqué 
y en cuanto se lo quité, 
para no matar un viejo, 
con cuidao, medio de lejo, 
un planazo le asenté. 

Y como nunca al que manda 
le falta algún adulón, 
uno que en esa ocasión 
se encontraba allí presente 
vino apretando los dientes 
como perrito mamón. 

Me hizo un tiro de revuélver 
que el hombre creyó siguro, 
era confiado y le juro 
que cerquita se arrimaba, 
pero siempre en un apuro 
se desentumen mis tabas. 

El me siguió menudiando 
mas sin poderme acertar, 
y yo, déle culebriar, 
hasta que al fin le dentré 
y áhi no más lo despaché 
sin dejarlo resollar. 

Dentré a campiar en seguida 
al viejito enamorao. 
El pobre se había ganao 
en un noque de lejía. 
¡Quién sabe cómo estaría 
del susto que había llevao! 

¡Es zonzo el cristiano macho 
cuando el amor lo domina! 
El la miraba a la indina, 
y una cosa tan jedionda 
sentí yo, que ni en la fonda 
he visto tal jedentina. 

Y le dije: "Pa su agüela 
han de ser esas perdices." 
Yo me tapé las narices, 
y me salí estornudando, 
y el viejo quedó olfatiando 
como chico con lumbrices. 

Cuando la mula recula, 
señal que quiere cociar; 
ansí se suele portar 
aunque ella lo disimula: 
recula como la mula 
la mujer, para olvidar. 

Alcé mis ponchos y mis prendas 
y me largué a padecer 
por culpa de una mujer 
que quiso engañar a dos. 
Al rancho le dije adiós, 
para nunca más volver. 

Las mujeres dende entonces 
conocí a todas en una. 
Ya no he de probar fortuna 
con carta tan conocida: 
mujer y perra parida, 
no se me acerca ninguna. 

jueves, 16 de julio de 2015

El juego en que andamos de Juan Gelman.

El juego en que andamos de Juan Gelman.

Si me dieran a elegir, yo elegiría
esta salud de saber que estamos muy enfermos,
esta dicha de andar tan infelices.
Si me dieran a elegir, yo elegiría
esta inocencia de no ser un inocente,
esta pureza en que ando por impuro.
Si me dieran a elegir, yo elegiría
este amor con que odio,
esta esperanza que come panes desesperados.
Aquí pasa, señores,
que me juego la muerte.

domingo, 12 de julio de 2015

El viento, el viento alto de Fernando Pessoa.

El viento, el viento alto 
de Fernando Pessoa.

El viento, alto en su elemento
Me hace más solo -no me estoy
Lamentando, él se tiene que lamentar.

Es un sonido abstracto, insondable
venido del elusivo fin del mundo.
Profundo es su significado.

Me habla el todo inexistente en él,
Cómo la virtud no es un escudo, y
Cómo la mejor es estar en silencio.

Fernando Pessoa nació el 13 de junio de 1888 en Lisboa, Portugal, y falleció el 30 de noviembre de 1935, víctima de una enfermedad hepática cuando tenía tan sólo 47 años. Esta considerado como  uno de los escritores portugueses más reconocidos de todos los tiempos y  se caracterizó por ser innovadora para la lengua portuguesa.

domingo, 5 de julio de 2015

La Chispa de Armando Tejada Gómez.

La Chispa 
de Armando Tejada Gómez.

Hay, entre dos relámpagos,
desde el vagido al grito
ese asunto caliente
que llamamos: la vida.
Antes y luego de esa
llamarada estupenda,
la eternidad es sólo
materia en movimiento.
Mientras dure la chispa,
esa lámpara breve,
hay que habitar durando
la entraña del misterio:
usar la luz, violarla
para verla por dentro.
Mientras dure la chispa,
esa terca fogata,
mientras arda en lo cósmico
esta señal de fuego.
Antes y luego de este
sonido de la sangre,
la eternidad es sólo
carozo del silencio.

sábado, 4 de julio de 2015

Soy del sur de Héctor Negro.


SOY DEL SUR
de Héctor Negro.
Soy del Sur.
Bien del Sur.
De este sur Buenos Aires,
que amanece entre rosas
de alquitrán.
Justo al Sur
de mi sed,
está.

Golondrina llena de neblina y humo.
Entre espigas altas de chatarra y luna.
Madrugada nueva
donde busco el sol.
Voy silbando un tango por el Sur.
Cerca
del rencor dormido que despertará.

Soy del Sur.
Bien del Sur.
Y crecí tras el puente.
Donde encienden las fraguas
su verdad.
Todo un Sur,
donde fui
metal.

Tras el Riachuelo, la hojarasca oscura
de mi Sur violento me templó la vida.
Y una mariposa,
me enseñó a volar.
Y mis ojos suben por el Sur.
Llenos
de esas ganas mías de alcanzar su luz.

Soy del Sur.
Bien del Sur.