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miércoles, 27 de agosto de 2025

Poema del día: 27 de agosto del 2025: Amada pastora mía de Lope Félix de Vega Carpio (1562-1635).


«—Amada pastora mía,

tus descuidos me maltratan,

tus desdenes me fatigan,

tus sinrazones me matan.

 

A la noche me aborreces

y quiéresme a la mañana;

ya te ofendo a medio día,

ya por la tarde me llamas;

 

agora dices que quieres,

y luego que te burlabas,

ya ríes mis tibias obras,

ya lloras por mis palabras.

 

Cuando te dan pena celos

estás más contenta y cantas;

y cuando estoy más seguro

parece que te desgracias.

 

A mi amigo me maldices

y a mi enemigo me alabas;

si no te veo me buscas,

y si te busco te enfadas.

 

Partíme una vez de ti,

lloraste mi ausencia larga,

y agora que estoy contigo

con la tuya me amenazas.

 

Sin mar ni montes en medio,

sin peligro ni sin guardas,

mar, montes y guardas tienes

con una palabra airada.

 

Las paredes de tu choza

me parecen de montaña,

un mar el llegar a vellas

y mil gracias tus desgracias.

 

Como tienes en un punto

el amor y la mudanza,

pero bien le pintan niño,

poca vista y muchas alas.

 

Si Filis te ha dado celos,

el tiempo te desengaña,

que como ella quiere a uno

pudo por otra dejalla.

 

Si el aldea lo murmura,

siempre la gente se engaña,

y es mejor que tú me quieras

aunque ella tenga la fama.

 

Con esto me pones miedo

y me celas y amenazas:

si lloras, ¿cómo aborreces?

y si burlas, ¿cómo amas?—».

 

Esto Belardo decía

hablando con una carta,

sentado al pie de un olivo

que el dorado Tajo baña.

 

Lope de Vega Carpio​​ (Madrid, 25 de noviembre de 1562 - Madrid, 27 de agosto de 1635)​ fue uno de los poetas y dramaturgos más importantes del Siglo de Oro español. En el 390º aniversario de la muerte de Lope Félix de Vega Carpio (1562-1635).

"Pero la vida es corta: viviendo, todo falta; muriendo, todo sobra".

Obras: Fuenteovejuna, El perro del hortelano, La dama boba, Pastores de Belén, entre otras.

jueves, 17 de abril de 2025

Letras para cantar de Sor Juana Inés de la Cruz.


Hirió blandamente el aire
Con su dulce voz Narcisa,
Y él le repitió los ecos
Por boca de las heridas.

De los celestiales Ejes
El rápido curso fija,
Y en los Elementos cesa
la discordia nunca unida.

Al dulce imán de su voz
Quisieran, por asistirla,
Firmamento ser el Móvil,
El Sol ser estrella fija.

Tan bella, sobre canora,
Que el amor dudoso admira,
Si se deben sus arpones
A sus ecos, o a su vista.

Porque tan confusamente
Hiere, que no se averigua,
si está en la voz la hermosura,
O en los ojos la armonía.

Homicidas sus facciones
El mortal cambio ejercitan;
Voces, que alteran los ojos
Rayos que el labio fulmina.

Quién podrá vivir seguro,
si su hermosura Divina
Con los ojos y las voces
Duplicadas armas vibra.

El Mar la admira Sirena,
Y con sus marinas Ninfas
Le da en lenguas de las Aguas
Alabanzas cristalinas:

Pero Fabio que es el blanco
Adonde las flecha tira,
Así le dijo, culpando
De superfluas sus heridas:

No dupliques las armas,
Bella homicida,
que está ociosa la muerte
Donde no hay vida.

viernes, 24 de noviembre de 2023

Un poema de Baltasar del Alcázar.

A
mor, no es para mí ya tu ejercicio,
porque cosa que importa no la hago;
antes, lo que tu intentas yo lo estrago,
porque no valgo un cuarto en el oficio.

Hazme, pues, por tu fe, este beneficio:
que me sueltes y des carta de pago.
Infamia es que tus tiros den en vago:
procura sangre nueva en tu servicio.

Ya yo con solas cuentas y buen vino
holgaré de pasar hasta el extremo;
y si me libras de prisión tan fiera,

de aquí te ofrezco un viejo, mi vecino,
que te sirva por mí en el propio remo,
como quien se rescata de galera.

Baltasar del Alcázar (Sevilla, 1530 – Ronda, 1606) fue un poeta español del Siglo de Oro.

viernes, 31 de marzo de 2023

A CRISTO de Baltasar del Alcázar.

A CRISTO
de Baltasar del Alcázar.

Cansado estoy de haber sin Ti vivido,
que todo cansa en tan dañosa ausencia;
mas, ¿qué derecho tengo a tu clemencia,
si me falta el dolor de arrepentido?

Pero, Señor, en pecho tan rendido
algo descubrirás de suficiencia
que te obligue a curar como dolencia
mi obstinación y yerro cometido.

Mi conversión es tuya y Tú la quieres;
tuya es, Señor, la traza, tuyo el medio
de conocerme yo y de conocerte.

Aplícale a mi mal, por quien Tú eres,
aquel eficacísimo remedio
compuesto de tu sangre, vida y muerte.
    

martes, 17 de enero de 2023

CANCIÓN REAL A UNA MUDANZA de Antonio Mira de Amescua.


CANCIÓN REAL A UNA MUDANZA 
de Antonio Mira de Amescua.

Ufano, alegre, altivo, enamorado,
Rompiendo el aire el pardo jilguerillo,
Se sentó en los pimpollos de una haya,
Y con su pico de marfil nevado
De su pechuelo blanco y amarillo
La pluma concertó pajiza y baya;
Y celoso se ensaya
A discantar en alto contrapunto
Sus celos y amor junto,
Y al ramillo, y al prado y a las flores
Libre y ufano cuenta sus amores.
Mas ¡ay! que en este estado
El cazador cruel, de astucia armado,
Escondido le acecha,
Y al tierno corazón aguda flecha
Tira con mano esquiva
Y envuelto en sangre en tierra lo derriba.
¡Ay, vida mal lograda,
Retrato de mi suerte desdichada!

De la custodia del amor materno
El corderillo juguetón se aleja,
Enamorado de la yerba y flores,
Y por la libertad del pasto tierno
El cándido licor olvida y deja
Por quien hizo a su madre mil amores:
Sin conocer temores,
De la florida primavera bella
El vario manto huella
Con retozos y brincos licenciosos,
Y pace tallos tiernos y sabrosos.
Mas ¡ay! Que en un otero
Dio en la boca de un lobo carnicero,
Que en partes diferentes
Lo dividió con sus voraces dientes,
Y a convertirse vino
En purpúreo el dorado vellocino.
¡Oh inocencia ofendida,
Breve bien, caro pasto, corta vida!

Rica con sus penachos y copetes,
Ufana y loca, con ligero vuelo
Se remonta la garza a las estrellas,
Y, puliendo sus negros martinetes,
Procura ser allá cerca del cielo
La reina sola de las aves bellas:
Y por ser ella de ellas
La que más altanera se remonta,
Ya se encubre y trasmonta
A los ojos del lince más atentos
Y se contempla reina de los vientos.
Mas ¡ay! que en la alta nube
El águila la vio y al cielo sube,
Donde con pico y garra
El pecho candidísimo desgarra
Del bello airón que quiso
Volar tan alto con tan corto aviso.
¡Ay, pájaro altanero,
Retrato de mi suerte verdadero!

Al son de las belísonas trompetas
Y al retumbar del sonroso parche,
Formó escuadrón el capitán gallardo;
Con relinchos, bufidos y corvetas
Pidió el caballo que la gente marche
Trocando en paso presuroso el tardo:
Sonó el clarín bastardo
La esperada serial de arremetida,
Y en batalla rompida,
Teniendo cierta de vencer la gloria,
Oyó a su gente que cantó victoria.
Mas ¡ay! que el desconcierto
Del capitán bisoño y poco experto,
Por no observar el orden
Causó en su gente general desorden,
Y, la ocasión perdida,
El vencedor perdió victoria y vida.
¡Ay, fortuna voltaria,
En mis prósperos fines siempre varia!

Al cristalino y mudo lisonjero
La bella dama en su beldad se goza,
Contemplándose Venus en la tierra,
Y al más rebelde corazón de acero
Con su vista enternece y alboroza,
Y es de las libertades dulce guerra:
El desamor destierra
De donde pone sus divinos ojos,
Y de ellos son despojos
Los purísimos castos de Diana,
Y en su belleza se contempla ufana.
Mas ¡ay! que un accidente,
Apenas puso el pulso intercadente,
Cuando cubrió de manchas,
Cárdenas ronchas y viruelas anchas
El bello rostro hermoso
Y lo trocó en horrible y asqueroso.
¡Ay, beldad malograda,
Muerta luz, turbio sol y flor pisada!

Sobre frágiles leños, que con alas
De lienzo débil de la mar son carros,
El mercader surcó sus claras olas:
Llegó a la India, y, rico de bengalas,
Perlas, aromas, nácares bizarros,
Volvió a ver las riberas españolas.
Tremoló banderolas,
Flámulas, estandartes, gallardetes:
Dio premio a los grumetes
Por haber descubierto
De la querida patria el dulce puerto.
Mas ¡ay! que estaba ignoto
A la experiencia y ciencia del piloto
En la barra un peñasco,
Donde, tocando de la nave el casco,
Dio a fondo, hechos mil piezas,
Mercader, esperanzas y riquezas.
¡Pobre bajel, figura
Del que anegó mi próspera ventura!

Mi pensamiento con ligero vuelo
Ufano, alegre, altivo, enamorado,
Sin conocer temores la memoria,
Se remontó, señora, hasta tu cielo,
Y contrastando tu desdén airado,
Triunfó mi amor, cantó mi fe victoria;
Y en la sublime gloria
De esa beldad se contempló mi alma,
Y el mar de amor sin calma
Mi navecilla con su viento en popa
Llevaba navegando a toda ropa.
Mas ¡ay! que mi contento
Fue el pajarillo y el corderillo exento,
Fue la garza altanera,
Fue el capitán que la victoria espera,
Fue la Venus del mundo,
Fue la nave del piélago profundo;
Pues por diversos modos
Todos los males padecí de todos.

Canción, ve a la coluna
Que sustentó mi próspera fortuna,
Y verás que si entonces
Te pareció de mármoles y bronces,
Hoy es mujer; y en suma
Breve bien, fácil viento, leve espuma.

Antonio Mira de Amescua (Guadix, Granada, 17 de enero de 1577​(¿?) - Granada, 8 de septiembre de 1644). Poeta y dramaturgo español.

miércoles, 16 de junio de 2021

De las "Novelas amorosas y ejemplares" de María de Zayas.



En el claro cristal del desengaño
se miraba Jacinta descuidada,
contenta de no amar, ni ser amada,
viendo su bien en el ajeno daño.
    Mira de los amantes el engaño,
la voluntad, por firme, despreciada,
y de haberla tenido escarmentada,
huye de amor el proceder extraño.
    Celio, sol de esta edad, casi envidioso,
de ver la libertad con que vivía,
exenta de ofrecer a amor despojos,
    galán, discreto, amante y dadivoso,
reflejos que animaron su osadía,
dio en el espejo, y deslumbró sus ojos.
    Sintió dulces enojos,
y apartando el cristal, dijo piadosa:
"Por no haber visto a Celio, fui animosa,
y aunque llegue a abrasarme,
no pienso de sus rayos apartarme."

María de Zayas Sotomayor (Madrid, 1590-¿1661?), fue una escritora española del Siglo de Oro. Sus novelas cortas tuvieron gran éxito y se siguieron reimprimiendo hasta que en el siglo XVIII la Inquisición decidió prohibirlas. Es, junto a Ana Caro de Mallén y sor Juana Inés de la Cruz, una de las tres grandes escritoras

lunes, 31 de mayo de 2021

No fueron tus divinos ojos, Ana de Lupercio Leonardo de Argensola (1559-1613).


  No fueron tus divinos ojos, Ana, 
los que al yugo amoroso me han rendido; 
ni los rosados labios, dulce nido 
del ciego niño, donde néctar mana; 

     ni las mejillas de color de grana; 
ni el cabello, que al oro es preferido; 
ni las manos, que a tantos han vencido; 
ni la voz, que está en duda si es humana. 

     Tu alma, que en tus obras se trasluce, 
es la que sujetar pudo la mía,
porque fuese inmortal su cautiverio. 

     Así todo lo dicho se reduce 
a solo su poder, porque tenía 
por ella cada cual su ministerio.

jueves, 27 de mayo de 2021

A una mujer que se afeitaba y estaba hermosa de Argensola.


A una mujer que 
se afeitaba y estaba hermosa
de Argensola.

Yo os quiero confesar, don Juan, primero,
 que aquel blanco y color de doña Elvira
 no tiene de ella más, si bien se mira,
que el haberle costado su dinero.

Pero tras eso confesaros quiero
que es tanta la beldad de su mentira,
que en vano a competir con ella aspira
belleza igual de rostro verdadero.

Mas ¿qué mucho que yo perdido ande
por un engaño tal, pues que sabemos
que nos engaña así Naturaleza?

Porque ese cielo azul que todos vemos,
ni es cielo ni es azul. ¡Lástima grande
 que no sea verdad tanta belleza!


La palabra actual para “afeite” es “maquillaje”.
Porque ese cielo azul que todos vemos, ni es cielo ni es azul ¡Lástima grande que no sea verdad tanta belleza! Bartolomé Leonardo de Argensola.

Lupercio Leonardo de Argensola (1559-1613) y Bartolomé Leonardo de Argensola (1562-1631) nacieron en Barbastro (Huesca).

Y la recreación del tema en el "tangazo" Maquillaje que hace Homero Expósito dice:

No, ni es cielo ni es azul, ni es cierto tu candor, ni, al fin, tu juventud.
Tu compras el carmín y el pote de rubor que tiembla en tus mejillas,
y ojeras con verdín para llenar de amor tu máscara de arcilla.

Tú, que tímida y fatal te arreglas el dolor después de sollozar,
sabrás cómo te amé, un día al despertar sin fe ni maquillaje,
ya lista para el viaje que desciende hasta el color final.

Mentiras, que son mentiras tu virtud, tu amor y tu bondad y, al fin, tu juventud,
mentiras, te maquillaste el corazón, ¡mentiras sin piedad!, ¡qué lástima de amor!

Tú, que tímida y fatal te arreglas el dolor después de sollozar,
sabrás cómo te amé, un día, al despertar sin fe ni maquillaje,
ya lista para el viaje que desciende hasta el color final.

viernes, 11 de septiembre de 2020

A Roma sepultada en sus ruinas de Francisco de Quevedo.

A Roma sepultada en sus ruinas.

Buscas en Roma a Roma, ¡oh, peregrino!,
y en Roma misma a Roma no la hallas;
cadáver son las que ostentó murallas,
y tumba de sí proprio el Aventino.


Yace donde reinaba el Palatino;
y limadas del tiempo, las medallas
más se muestran destrozo a las batallas
de las edades que blasón latino.


Sólo el Tibre quedó, cuya corriente,
si ciudad la regó, ya, sepoltura,
la llora con funesto son doliente.


¡Oh, Roma!, en tu grandeza, en tu hermosura,
huyó lo que era firme, y solamente
lo fugitivo permanece y dura.

Francisco de Quevedo
poeta español del Siglo de Oro.

sábado, 23 de mayo de 2020

DE LA BREVEDAD ENGAÑOSA DE LA VIDA - Luis de Góngora y Argote, 1623.

Menos solicitó veloz saeta
Destinada señal, que mordió aguda;
Agonal carro en la arena muda
No coronó con más silencio meta,

Que presurosa corre, que secreta,
A su fin nuestra edad. A quien lo duda
(Fiera que sea de razón desnuda)
Cada sol repetido es un cometa.

Confiésalo Cartago, ¿y tú lo ignoras?
Peligro corres, Licio, si porfías
En seguir sombras y abrazar engaños.

Mal te perdonarán a ti las horas,
Las horas que limando están los días,
Los días que royendo están los años.


Luis de Góngora y Argote ​ (Córdoba (España) nace el 11 de julio de 1561- Fallece un 23 de mayo de 1627) fue un poeta y dramaturgo español del Siglo de Oro.

miércoles, 21 de agosto de 2019

La arqueología desvela el misterio de la gran victoria del Cid: la batalla de Alcócer.-

El misterio parece haber tocado a su fin. Una excavación llevada a cabo en un páramo de Ateca (Zaragoza) ha descubierto material taifal hispano musulmán del siglo XI o principios del XII. Una serie de objetos que, junto a pruebas documentales, han ayudado a situar un asentamiento musulmán, cuya pista se perdió hace siglos, y que dio nombre a la cidiana batalla de Alcocer.
Cuenta el célebre «Cantar de Mio Cid» que el Cid Campeador y su ejército tomaron Alcocer frente a los musulmanes con esta argucia: fingieron abandonar su campamento y cuando los habitantes de Alcocer se acercaron a una tienda abandonada, los del Cid les sorprendieron y tomaron el pueblo.
Otros 3.000 hombres más llegados desde Valencia fueron vencidos en una cruenta batalla por el Cid y los suyos, que prosiguieron el camino del destierro Jalón abajo, con un sustancioso botín en los bolsillos y tres mil marcos de plata, fruto de la venta de Alcocer a los pueblos cercanos.
Aunque la localidad de Alcocer tiene una gran importancia en el cantar de gesta, que se basa libremente en la figura del caballero castellano del siglo XI Rodrigo Díaz de Vivar, su pista se perdió hace siglos, lo que dio lugar a un debate entre los estudiosos acerca de la existencia real o no de ese asentamiento musulmán que se recoge en el cantar.
«Ha habido autores muy reconocidos que han pensado que Alcocer no ha existido nunca y que ese episodio fue un invento para realzar la figura del Cid», explica el historiador atecano Francisco Martínez, que indaga desde hace más de treinta años acerca de los pasos del personaje.
Los topónimos que aparecen en el cantar, las pruebas documentales, así como una excavación previa en 2004 en el paraje de Ateca denominado La Mora Encantada determinaron que se trataba, de forma muy probable, de la ubicación del desaparecido asentamiento de Alcocer.
Evidencias que demuestran que ese lugar «por lo menos geográficamente no es pensado, sino que es real», defiende el estudioso, ya que el cantar tiene un trasfondo biográfico y al tratarse de una gesta hay que averiguar qué episodios se basan en hechos reales y cuáles son imaginarios.
Una nueva excavación realizada el pasado diciembre por los arqueólogos José Luis Cebolla y Francisco Javier Ruiz y financiada por la Diputación Provincial de Zaragoza, corrobora que los restos de utensilios encontrados pertenecen a finales del siglo XI o principios del XII, por lo que podrían coincidir con la época del Cid.
Lo más curioso es que en el paraje se han encontrado grandes porcentajes de ceniza en la tierra, fragmentos quemados y restos de vasijas rotas en muchos trozos que dan señales, según el historiador, de que ese campamento musulmán fue abandonado precipitadamente y por causas no deseadas por sus pobladores.
Pero, ¿por qué esa aparente huida de los habitantes de Alcocer? Martínez enumera dos posibles razones: o bien realmente existió un episodio histórico relacionado con el Cid y el poblado se abandonó a finales del siglo XI, o bien el sitio fue quemado durante la conquista de Alfonso I el Batallador de la comarca de Calatayud en 1120.
«Si además excavas y lo que salen son restos de un poblado que tiene material cerámico del siglo XI y que está abandonado precipitadamente puede coincidir con la historia», relata Martínez en cuanto a las conexiones con el cantar.
De hecho, del actual camino del Cid que sigue las huellas literarias e históricas de Rodrigo Díaz de Vivar a través de las provincias de Burgos, Soria, Guadalajara, Zaragoza, Teruel, Castellón, Valencia y Alicante, los de Alcocer son, según el investigador, «los únicos restos cidianos de que se tiene constancia y se ha verificado que existieron en la época del Cid».
Ahora, el yacimiento aguarda tapado una posible nueva campaña para descubrir su extensión o cómo fue abandonado y los restos encontrados, que incluyen cerámicas barnizadas y utensilios domésticos, como un molino de mano o el mango de un cuchillo, serán restaurados.

A la espera de despejar incógnitas y fuera realidad o leyenda la batalla de Alcocer, uniendo todos los indicios toponímicos, topográficos y documentales, el sitio que se describe en el cantar, «difícilmente podría ser otro que el de La Mora Encantada», defiende el historiador.

Publicado ABC CULTURA 7/1/2017.

sábado, 13 de julio de 2019

Soneto IV de Garcilaso de la Vega.-


Un rato se levanta mi esperanza, 
mas cansada de haberse levantado, 
torna a caer, que deja, a mal mi grado, 
libre el lugar a la desconfianza. 

    ¿Quién sufrirá tan áspera mudanza 
del bien al mal? ¡Oh corazón cansado, 
esfuerza en la miseria de tu estado, 
que tras fortuna suele haber bonanza! 

    Yo mismo emprenderé a fuerza de brazos 
romper un monte que otro no rompiera, 
de mil inconvenientes muy espeso; 

    muerte, prisión no pueden, ni embarazos, 
quitarme de ir a veros como quiera, 
desnudo espirtu u hombre en carne y hueso.

Gómez Suárez de Figueroa, renombrado como Inca Garcilaso de la Vega a partir de 1563 (Cuzco, Gobernación de Nueva Castilla, 12 de abril de 1539-Córdoba, España, 23 de abril de 1616), fue un escritor, historiador y militar nacido en el territorio actual del Perú.

Se le considera como el primer mestizo cultural de América que supo asumir y conciliar sus dos herencias culturales: la inca y la española, alcanzando al mismo tiempo gran renombre intelectual. Luis Alberto Sánchez lo describe como el «primer mestizo de personalidad y ascendencia universal que parió América (Wikipedia).


sábado, 2 de marzo de 2013

Un poema de Lupercio Leonardo de Argensola.

 


Dentro quiero vivir de mi fortuna

y huir los grandes nombres que derrama

con estatuas y títulos la Fama

por el cóncavo cerco de la luna.

 

Si con ellos no tengo cosa alguna

común de las que el vulgo sigue y ama,

bástame ver común la postrer cama,

del modo que lo fue la primer cuna.

 

Y entre estos dos umbrales de la vida,

distantes un espacio tan estrecho,

que en la entrada comienza la salida,

 

¿qué más aplauso quiero, o más provecho,

que ver mi fe de Filis admitida

y estar yo de la suya satisfecho?

 

Lupercio Leonardo de Argensola (Barbastro, Huesca, 14 de diciembre de 1559 - Nápoles, 2 de marzo de 1613) fue un poeta, historiador y dramaturgo español.