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domingo, 17 de mayo de 2020

La Patria por Francisco Luis Bernárdez.-

La Patria 
por Francisco Luis Bernárdez.-
Dios la fundó sobre la tierra para que hubiera menos hambre y menos frío.
Dios la fundó sobre la tierra para que fuera soportable su castigo.
Desde aquel día es para el hombre desamparado como el árbol del camino.
Porque da frutos como el árbol y como el árbol tiene sombra y tiene nidos.
Manos de amor la hicieron grande como sus cielos, sus montañas y sus ríos.
Como el candor de sus rebaños y la virtud de sus trigales infinitos.
Manos seguras en el día de la victoria y en la noche del vencido.
Tanto en el puño de la espada como en la mano y en el hombro del amigo.
Podemos dar gracias al cielo por la belleza y el honor de su destino.
Y por la dicha interminable de haber nacido en el lugar donde nacimos.

Su nombre suena en el silencio con el sonido luminoso de las armas.
Vive de gloria y de justicia como el perfume de la flor vive de savia.
Es un sonido de monedas caritativas que la tierra desparrama.
Y de trigales que maduran sagradamente para el cuerpo y para el alma.
Nombre de luz para los ciegos, nombre de hogar para los hombres sin morada.
Para el hambriento y el sediento, nombre de pan y al mismo tiempo nombre de agua.
Nombre que suena entre los nombres como entre todas las demás la voz amada.
¿Quién no distingue entre los otros el tintineo de la llave de su casa?
Es el amor hecho armonía y el incansable corazón hecho palabra.
Nobles espadas la escribieron para que ahora la pronuncien las campanas.

El ancho río de la patria viene cantando de una fuente dolorosa.
Pero este mar que lo recibe recuerda el gusto de las lágrimas remotas.
El árbol fiel que nos cobija tiene raíces torturadas en la sombra.
De aquel obscuro sufrimiento viven las flores y los frutos y las hojas.
Nuestro es el día perdurable, nuestro es el sol, nuestra es la luz maravillosa.
Para gozar lo que hoy gozamos fue menester la noche larga y tenebrosa.
Este sosiego pensativo tiene relámpagos de hierro en la memoria.
En los arados impasibles hay un lejano resplandor de espadas rotas.
La patria duerme como un niño, con la cabeza en el regazo de la historia.
Su sueño es dulce y reposado como el que sigue a la virtud y a la victoria.

La patria vive dulcemente de las raíces enterradas en el tiempo.
Somos un ser indisoluble con el pasado, como el alma con el cuerpo.
Como la flor con el perfume, como las llamas y la luz con el incendio.
Como la madre con el hijo que tiene en brazos, como el grito con el eco.
Mucho dolor fue necesario para sembrar lo que cantando recogemos.
Nuestra nobleza está fundada con la firmeza del amor en todo aquello.
Como la roca en la montaña, como la dicha de la casa en los cimientos.
Como la piel en nuestra carne, como la carne dolorosa en nuestros huesos.
Seres borrados por los siglos están velando por nosotros desde lejos.
Cuando florecen los linares, sus ojos claros nos contemplan en silencio.

Dios la fundó sobre la tierra para que hubiera menos llanto y menos luto.
Dios la fundó para que fuera como un inmenso corazón en este mundo.
Mano sin tasa para el pobre, puerta sin llave, pan sin fin, sol sin crepúsculo.
Dulce regazo para el triste, calor de hogar para el errante y el desnudo.
La caridad es quien inspira su vocación de manantial y de refugio.
En las tinieblas de la historia la Cruz del Sur le dicta el rumbo más seguro.
Ninguna fuerza de la tierra podrá torcer este designio y este rumbo.
Por algo hay cielo en la bandera y un gesto noble y fraternal en el escudo.
¡Gracias, Señor, por este pueblo de manos limpias, frentes altas y ojos puros!
¡Gracias, Señor, por esta tierra de bendición y porque somos hijos suyos!

domingo, 27 de marzo de 2016

Soneto de la Encarnación de Francisco Luis Bernárdez.

Soneto de la Encarnación
de Francisco Luis Bernárdez.

             … il suo fattore 
            Non disdegnò di farsi sua fattura.
Dante, Par. XXXIII

Para que el alma viva en armonía
con la materia consuetudinaria
y, pagando la deuda originaria,
la noche humana se convierta en día;


para que a la pobreza tuya y mía
suceda una riqueza extraordinaria
y para que la muerte necesaria
se vuelva sempiterna lozanía,

lo que no tiene iniciación empieza,
lo que no tiene espacio se limita,
el día se transforma en noche oscura,

se convierte en pobreza la riqueza,
el modelo de todo nos imita, 
el Creador se vuelve criatura.

sábado, 26 de marzo de 2016

Sonetos del poeta argentino, Francisco Luis Bernárdez.


Si para recobrar lo recobrado
debí perder primero lo perdido,
si para conseguir lo conseguido
tuve que soportar lo soportado,

si para estar ahora enamorado
fue menester haber estado herido,
tengo por bien sufrido lo sufrido,
tengo por bien llorado lo llorado.

Porque después de todo he comprobado
que no se goza bien de lo gozado
sino después de haberlo padecido.

Porque después de todo he comprendido
que lo que el árbol tiene de florido
vive de lo que tiene sepultado.

Soneto II

Firme en la majestad y en la armonía
de su maravillosa arquitectura,
cuya seguridad serena y pura
es más fuerte que el tiempo y su porfía,

tu casi celestial topografía
alza la claridad de su estructura,
dando cuerpo de paz y de dulzura
al alma de la eterna poesía.

Y hace que, confundidos y abrazados,
la letra y el espíritu inflamados
unan su voluntad y su poder,

para vivir en el espacio frío
y en el tiempo dramático y sombrío
con la luz y el calor de un solo ser.

Francisco Luis Bernárdez, fue un poeta y periodista argentino que nació un cinco de octubre del año 1900, en la provincia de Buenos Aires.  Inició su carrera literaria en España (desde 1920 hasta 1924), donde leía a los poetas modernistas que lo influenciaron en sus primeros libros y Portugal.
Cuando volvió de España y Portugal, Francisco Luis Bernárdez se unió al grupo de Florida, también llamado grupo Martín Fierro, una agrupación informal de artistas de vanguardia que significó una parte importante en la renovación literaria y estética argentina durante las décadas de 1920 y de 1930.
En 1944, asumió en la recién creada Subsecretaría Nacional de Cultura como director general de Cultura Intelectual, al tiempo que Leopoldo Marechal era designado director general de Cultura Estética en la misma Subsecretaría. Entre 1944 y 1950, Bernárdez fue director general de Bibliotecas Públicas Municipales.
Luego del golpe de Estado de 1955, fue incorporado al servicio extranjero de Argentina, como embajador en Madrid, hasta 1960. Se jubiló como ministro plenipotenciario.
Fue miembro de la Academia Argentina de Letras.
Falleció en 1978.

viernes, 25 de marzo de 2016

Romance de la niña cordobesa de Francisco Luis Bernárdez.

Romance de la niña cordobesa.
En su vecindad el tiempo
parece que no corriera,
pues el invierno es verano,
y el otoño, primavera:
Las noches se vuelven días,
los días no tienen fecha,
y cuando el sol se termina
parece que el sol empieza.
Sus ojos siempre lejanos
a pesar de su presencia
(porque miran de muy lejos
aunque miren de muy cerca)
son dos pájaros oscuros,
desterrados de la tierra:
Uno se llama nostalgia
y otro se llama tristeza.
Las mañanas y las tardes
de Córdoba son más bellas
que las del resto del mundo
porque las frente las sueña;
y las noches de los otros
(para mí no puede haberlas)
han aprendido su oficio
en la de su cabellera.
Su voz es como el arroyo
pensativo de la tierra,
que dulcifica el paisaje
por más huraño que sea,
pues aunque sus aguas dulces
van pensando en lo que piensan,
dejan como por descuido
una flor en cada piedra.
En mi vida he visto nada
como sus manos morenas
para alumbrar mi camino
con la luz de sus estrellas:
La derecha me señala 
el rumbo de su cabeza.
Y el seguro derrotero
de su corazón la izquierda.
Su presencia es como el vino
que, junto a la chimenea,
toma el viajero cansado
para recobrar sus fuerzas,
mientras el viento y la lluvia
están llamando a la puerta,
como queriendo decirle
que en el camino lo esperan.
Quiero vivir en un mundo
maravilloso que tenga
su frente por horizonte
y sus ojos por fronteras,
sin más noches que la dulce
noche de su cabellera,
ni más estrella de plata
que las de sus manos buenas,
soñando mañana y tarde,
por única recompensa,
con el laurel de su nombre
para ceñir mi cabeza,
y dando todas las voces
musicales de la tierra
por una sola palabra
de la niña cordobesa.


jueves, 24 de marzo de 2016

EL GALLO de Francisco Luis Bernárdez.


Pintura: Negación de Pedro. TOURNIER, Nicolas. Museo del Prado. Madrid.
Me dijeron: —¿Lo conoces?
Respondí: —No sé quién es.
Y el gallo, que me escuchaba,
cantó, por primera vez,
con una voz tan potente
que, sobre la tierra fiel,
arrastraba como un viento
mis promesas de papel.

El gallo cantó tres veces,
y otras tantas te negué.

¿Estabas con Jesucristo?
Jamás estuve con él.
Y el gallo, que me escuchaba,
cantó por segunda vez,
conmoviendo con su canto
la tierra bajo mis pies,
pero no el alma dormida
como una piedra en mi ser.

El gallo cantó tres veces,
y otras tantas te negué.

¿Eres uno de los suyos?
Ni lo soy ni lo seré.
Y el gallo, que me escuchaba,
cantó por tercera vez,
para que el mundo supiera
que ya estaba por nacer
un día que no sería
de arena, como mi fe.

El gallo cantó tres veces,
y otras tantas te negué.

Después de escuchar tres veces
mi traición y el canto aquél,
el Señor clavó los ojos
en mi corazón infiel,
y los hundió tan adentro
que de dolor desperté,
y ante la noche sagrada
lloré por primera vez.

El gallo cantó tres veces,
y otras tantas te negué.

miércoles, 23 de marzo de 2016

¿JESÚS O BARRABÁS? - Francisco Luis Bernárdez.

Este ladrón es Jesús,
y este ladrón Barrabás.
¿A cuál de los dos queréis
que os entregue en libertad?
Es necesario elegir,
por toda la eternidad,
entre un ladrón verdadero
y este ladrón: la Verdad.

—¿Queréis que os suelte a Jesús?
—Suéltanos a Barrabás.


El uno roba los bienes,
el otro la voluntad;
aquél para su provecho,
éste para nuestra paz;
el primero por malicia,
el segundo por bondad;
Jesús para nuestro bien,
para su bien Barrabás.

—¿Queréis que os suelte a Jesús?
—Suéltanos a Barrabás.


El uno por lo de aquí
y el otro por lo de allá,
cada cual según su amor,
cada cual según su afán,
ambos despojan al hombre
de su vida y su caudal:
Barrabás, de todo el oro,
y Jesús de todo el mal.

—¿Queréis que os suelte a Jesús?
—Suéltanos a Barrabás.


Los dos esperan al hombre
sin cansarse de esperar:
Barrabás, días y noches,
Jesús, una eternidad;
cada cual a su manera,
cada cual en su lugar:
uno en las encrucijadas
y otro en la cruz de verdad.

—¿Queréis que os suelte a Jesús?
—Suéltanos a Barrabás.

Francisco Luis Bernárdez  fue un poeta argentino nacido en 1900 falleció en 1978.

lunes, 24 de febrero de 2014

Soneto interior - Francisco Luis Bernárdez - 1937.


 Aquí donde la tierra es menos tierra,
donde el agua es el agua del olvido,
donde el aire es un aire sin sonido
y donde el fuego ya no mueve guerra;

Aquí donde la tierra se destierra,
donde el agua carece de sentido,
donde el aire prefiere estar dormido
y donde el fuego su pasión encierra;

el hombre de mirada pensativa
substituye las cosas de su casa;
la tierra, con su carne fugitiva,

el aire, con el aire de su aliento,
el agua, con su propio sentimiento,
el fuego, con el fuego que lo abrasa.


Francisco Luis Bernárdez  fue un poeta argentino nacido en 1900 falleció en 1978.

Otro soneto popular es:

Si para recobrar lo recobrado
debí perder primero lo perdido,
si para conseguir lo conseguido
tuve que soportar lo soportado,

si para estar ahora enamorado
fue menester haber estado herido,
tengo por bien sufrido lo sufrido,
tengo por bien llorado lo llorado.

Porque después de todo he comprobado
que no se goza bien de lo gozado
sino después de haberlo padecido.

Porque después de todo he comprendido
que lo que el árbol tiene de florido
vive de lo que tiene sepultado.