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lunes, 13 de noviembre de 2023

EL HOMBRE Y LA CULEBRA - Félix María de Samaniego.


A una Culebra que, de frío yerta,
en el suelo yacía medio muerta
un labrador cogió; mas fue tan bueno,
que incautamente la abrigó en su seno.
Apenas revivió, cuando la ingrata
a su gran bienhechor traidora mata.

lunes, 26 de abril de 2021

EL BURRO FLAUTISTA de Tomás de Iriarte.


EL BURRO FLAUTISTA.

  Esta fabulilla,

salga bien o mal,

me ha ocurrido ahora

por casualidad.

  Cerca de unos prados

que hay en mi lugar,

pasaba un borrico

por casualidad.

  Una flauta en ellos

halló, que un zagal

se dejó olvidada

por casualidad.

  Acercóse a olerla

el dicho animal,

y dio un resoplido

por casualidad.

  En la flauta el aire

se hubo de colar,

y sonó la flauta

por casualidad.

  «¡Oh!», dijo el borrico,

«¡qué bien sé tocar!

¡y dirán que es mala

la música asnal!».

Sin reglas del arte,

borriquitos hay

que una vez aciertan

por casualidad.

 

Sin reglas del arte, el que en algo acierta es por casualidad.

Tomás de Iriarte y Nieves Ravelo fue  junto con Félix María de Samaniego uno de los fabulistas más importantes del siglo XVIII. También fue poeta , dramaturgo y poeta español de la Ilustración y el neoclasicismo  nacido en Puerto de la Cruz, Tenerife el 18 de septiembre de 1750. Fallece en Madrid el 17 de septiembre de 1791. Hermano de los diplomáticos Bernardo de Iriarte y Domingo de Iriarte y sobrino del humanista, bibliógrafo y poeta Juan de Iriarte.​

jueves, 16 de abril de 2020

El Ciervo en la Fuente de Félix María de Samaniego (1745-1801).

Un Ciervo se miraba
en una hermosa cristalina Fuente;
placentero admiraba
los enramados cuernos de su frente,
pero al ver sus delgadas, largas piernas,
al alto cielo daba quejas tiernas
«¡Oh dioses! ¿A qué intento,
a esta fábrica hermosa de cabeza
construir su cimiento
sin guardar proporción en la belleza?
¡Oh qué pesar! ¡Oh qué dolor profundo
¡No haber gloria cumplida en este
mundo!
Hablando de esta suerte
el Ciervo, vio venir a un lebrel fiero.
Por evitar su muerte,
parte al espeso bosque muy ligero;
pero el cuerno retarda su salida,
con una y otra rama entretejida.
Mas libre del apuro
a duras penas, dijo con espanto:
«Si me veo seguro,
pese a mis cuernos, fue por correr tanto;
lleve el diablo lo hermoso de mis cuernos,
haga mis feos pies el cielo eternos».
Así frecuentemente
el hombre se deslumbra con lo hermoso;
elige lo aparente,
abrazando tal vez lo más dañoso;
pero escarmiente ahora en tal cabeza:
el útil bien es la mejor belleza.


Félix María Serafín Sánchez de Samaniego nació en Laguardia, Álava, el 12 de octubre de 1745. Era hijo de Félix Ignacio Sánchez de Samaniego y Munibe y de Juana María Teresa Zabala y Arteaga.
Escritor español famoso por sus fábulas, de tono aleccionador mediante moralejas.
Samaniego ridiculiza los defectos humanos en sus fábulas, imitando a los grandes fabulistas Fedro, Esopo y La Fontaine.
Por estos escritos y otros de índole anticlerical, sufrió la persecución de la Inquisición: el Tribunal de Logroño trató de confinarlo en un convento en 1793 tras considerar anticlerical y licenciosa parte de su obra; se salvó del castigo gracias a la intervención de sus influyentes amigos.
Fallece en Laguardia el 11 de agosto de 1801.

domingo, 28 de agosto de 2016

La cigarra y la hormiga de Félix María Serafín Sánchez de Samaniego Zabala.

La cigarra y la hormiga.

Cantando la Cigarra
pasó el verano entero,
sin hacer provisiones
allá para el invierno;
los fríos la obligaron
a guardar el silencio
y a acogerse al abrigo
de su estrecho aposento.
Viose desproveída
del precioso sustento:
sin mosca, sin gusano,
sin trigo, sin centeno.

Habitaba la Hormiga
allí tabique en medio,
y con mil expresiones
de atención y respeto
la dijo: «Doña Hormiga,
pues que en vuestro granero
sobran las provisiones
para vuestro alimento,
prestad alguna cosa
con que viva este invierno
esta triste cigarra,
que alegre en otro tiempo,
nunca conoció el daño,
nunca supo temerlo.
No dudéis en prestarme;
que fielmente prometo
pagaros con ganancias,
por el nombre que tengo.»

La codiciosa hormiga
respondió con denuedo,
ocultando a la espalda
las llaves del granero:
«¡Yo prestar lo que gano
con un trabajo inmenso!
Dime, pues, holgazana,
¿qué has hecho en el buen tiempo?»
«Yo, dijo la Cigarra,
a todo pasajero
cantaba alegremente,
sin cesar ni un momento.»
«¡Hola! ¿conque cantabas
cuando yo andaba al remo?
Pues ahora, que yo como,
baila, pese a tu cuerpo.»
La cigarra y la hormiga es una de las fábulas atribuidas a Esopo y recreada por Jean de la Fontaine y Félix María Samaniego.