lunes, 27 de febrero de 2012

“La Bandera argentina cumple 200 años."


AURORA
Aurora" es una oración, una plegaria a la Bandera, que estaba incluida en la ópera del mismo nombre.
La ópera "Aurora" fue compuesta en 1908, y estrenada en el Teatro Colón el 5 de septiembre del mismo año.
La música es de Héctor Panizza y la letra de H.C. Quesada y L. Illica.


Alta en el cielo un aguila guerrera,
audaz se eleva a vuelo triunfal;
azul un ala del color del cielo,
azul un ala del color del mar.

Así en la alta aurora irradial,
punta de flecha el áureo rostro imita,
y forma estela al purpurado cuello.

El ala es paño, el águila es bandera.
Es la bandera de la patria mía,
del sol nacida, que me ha dado Dios;
es la bandera de la patria mía,
del sol nacida, que me ha dado Dios;
es la bandera de la patria mía,
del sol nacida que me ha dado Dios.

La traducción efectuada al texto original italiano resultó sumamente creativa, consignando términos que no existen en castellano, errores de interpretación, así como referencias a elementos desconocidos en la Argentina. La referencias a un "aguila guerrera" se entiende entre las referencias clasicistas a la mitología greco-latina, donde se compara un águila de color azul y blanco a la bandera nacional.

El escritor Juan Sasturain escribe sobre los neologismos: "En el original italiano, no hay “aurora irradial” (no existe en castellano) sino “aureola irradiale”, es decir: la aureola de rayos del amanecer que, como la que ilumina la cabeza de los santos, ilumina al águila(...) se traduce el verso “il rostro d’or punta de freccia appare” como “punta de flecha el áureo rostro imita”, cuando “rostro” es “pico” en italiano: es decir que el pico del águila, iluminado, parece una punta de flecha, el extremo metálico del asta. (...) el verso “Y forma estela al purpurado cuello” [...] por “porpora il teso collo e forma stello”, que quiere decir (...) que enrojecen (los rayos del sol) el tenso, alargado cuello (del águila) y forman el tallo (“stelo”, no es “estela”), el asta de la bandera. "


domingo, 26 de febrero de 2012

CHACARERA DEL EXPEDIENTE.

La obra del Cuchi Leguizamón tienen ya la categoría de lo anónimo popular que es un máximo galardón como decía Yupanqui cuando la toma el pueblo y la hace suya y se olvidan del autor como el Martín Fierro o El Quijote de la Mancha y forman parte de la música de raíz folclórica argentina.

DEL EJERCICIO DE LA AGOGACÍA DE GUSTAVO LEGUIZAMÓN.
El "Cuchi" Leguizamón debe haber pegado un grito vamos pa´l norte y de la Ciudad de la Plata volvió a su pago natal Salta, La Linda convertido en abogado y fue, entonces, fiscal de Estado, diputado provincial en los tiempos del Presidente Illia, ministro de Cultura por poco tiempo.
Ejerció durante treinta años la abogacía, hasta que decidió dejarla, y lo fundamntó de esta manera: "Estoy harto de vivir en la discordia humana. Me produce una gran satisfacción ver una vieja en el mercado tarareando una música mía. Una vez venía bastante enojado con todos estos inconvenientes que tiene la vida, y un changuito pasó en bicicleta, silbando la Zamba del pañuelo. Entonces lo paro y le pregunto qué es lo que silba: -No sé; me gusta y por eso lo silbo-, me contestó. Ya ves, ésa es la función social de la música". Deja de ser "el doctor" -el abogado penalista- que los salteños defendió durante treinta años de su pobreza, que los salvo de su intemperie legal para pasar a ser "el cuchi".
"Cuchi" Leguizamón decía que componer era como cocinar...
Y escribe la "Chacarera del expediente" por el año 1968.

CHACARERA DEL EXPEDIENTE
El pobre que nunca tiene
ni un peso p'andar contento,
no bien se halla una gallina
que ya me lo meten preso.

El comisario ladino
que oficia de diligente,
lo hace confesar a palos
al preso y a sus parientes.

Y se pasan las semanas
engordando el expediente,
mientras el preso suspira
por un doctor influyente.

La tía le vendió la cama
pa' pagarle al abogado,
si algún día sale libre
tendrá que dormir parado.

El Juez a los cuatro meses
lo cita pa' interrogarlo,
como es pobre y tartamudo
ninguno quiere escucharlo.

Y la prisión preventiva
dictan al infortunado,
que ya lleva un año preso
hasta de Dios olvidado.

Amalaya la justicia
vidita los abogados,
cuando la ley nace sorda
no la compone ni el diablo.

Estas son cosas del pueblo
de los que no tienen nada,
esos que se hallan millones
tienen la Casa Rosada.


UNO DE "LOS INVENTOS"  DE LEGUIZAMÓN QUE LE SALIÓ MUY BIEN.
DUO SALTEÑO - CHACARERA DEL EXPEDIENTE.

jueves, 23 de febrero de 2012

JUAN PANADERO

JUAN PANADERO
-zamba-
Letra: Manuel J. Castilla.

 Música: Gustavo Leguizamón.

Qué lindo que yo me acuerde
De don Juan Riera cantando
Que así le gustaba al hombre
Lo nombren de vez en cuando.


Panadero don Juan Riera
Con el lucero amasaba
Y daba esa flor del trigo
Como quien entrega el alma.


Estribillo


Cómo le iban a robar
Ni queriendo a don Juan Riera
Si a los pobres les dejaba
De noche la puerta abierta.


Por la amistad en el vino
Sin voz querendón cantaba
Y a su canción como al pan
Lo iban salando sus lágrimas


A veces hacía jugando
Un pan de palomas blancas
Y harina su corazón
Al cielo se le volaba.


Por los ´40  Cuchi Legizamón anudó amistad con el poeta Manuel J. Castilla duo creador de zambas, chacareras, carnavalitos, vidalas de antología.
 El Cuchi era un enamorado de la baguala, pero también escuchaba los clásicos como Juan Sebastián Bach, Mahler, Ravel, Stravinsky, Schönberg y Beethoven.
Admiraba al argentino “Mono" Villegas "el jazz de estas tierras", y a brasileños como Chico Buarque, Milton Nascimento, Vinicius para Leguizamón: "Las corrientes de música popular americana más importantes están en Brasil".

miércoles, 22 de febrero de 2012

LOS BUEYES - CARLOS DE LA PUA.


Los bueyes poema Carlos de la Púa.


Vinieron de Italia, tenían veinte años,
con un bagayito por toda fortuna
y, sin aliviadas, entre desengaños,
llegaron a viejos sin ventaja alguna.

Mas nunca a sus labios los abrió el reproche.
Siempre consecuentes, siempre laburando,
pasaron los días, pasaban las noches
el viejo en la fragua, la vieja lavando.

Vinieron los hijos. ¡Todos malandrinos!
Vinieron las hijas. ¡Todas engrupidas!
Ellos son borrachos, chorros, asesinos,
y ellas, las mujeres, están en la vida.

Y los pobres viejos, siempre trabajando,
nunca para el yugo se encontraron flojos;
pero a veces, sola, cuando está lavando,
a la vieja el llanto le quema los ojos.

EL POETA DEL LUNFARDO QUE SE INVENTÓ A SI MISMO.
Se llamaba Carlos Raúl Muñoz y Pérez, pero él mismo se adjudicó el apellido Muñoz del Solar. Fue amigo de Carlos Gardel, de Raúl González Tuñón, Jorge Luis Borges, Aníbal "Pichuco" Troilo, Roberto Arlt, Enrique Cadícamo.
Su singular humor lo acompañó hasta último momento. Siempre se había mantenido al margen de la religión, pero al final aceptó la asistencia de un sacerdote: "Nada cuesta tirarse un lance".

El dia 14 de febrero del año 1898, nace en La Plata (Pcia. de Buenos Aires) "CARLOS DE LA PUA" o "EL MALEVO MUÑOZ", periodista, y poeta que se dio a conocer en 1928 con "La Crencha engrasada". Escribió muchos años en Crítica y el cine lo tuvo como libretista de "Tango", "Galería de esperanzas" e "Internado. 
* Fuente de información: "Anuario del tango" blog A SOLAS CON EL TANGO del comentarista argentino Carlos Basabe Cerdá.

martes, 21 de febrero de 2012

LAS CONTRACANCIONES DE ALFREDO ZITARROSA Y LA GUITARRA NEGRA.

PARA LOS AMANTES DE ALFREDO ZITARROSA.


La tercera entrada que no va a ser la última, si Dios así lo quiere, sobre Alfredo Zitarrosa sus Contracanciones y la Guitarra Negra.

Primero una anécdota simpática que  lo pinta a Alfredo Zitarrosa fue durante un carnaval había sido contratado para cantar siete temas; minutos antes de subir al tablado, el empresario que lo contrató le dijo que tenía la mitad del dinero pautado para pagarle. Zitarrosa entonces cantó tres canciones y cortó su actuación exactamente en la mitad de la cuarta. Le explicó a la gente: "Me pagaron por tres canciones y media. Sepan disculpar. Ahora la seguimos en el boliche de la esquina". Y cantó dos horas más. Ese era Zitarrosa.

En el ’73 Alfredo Zitarrosa compuso los versos llamados “Contracanciones” que incorporaban en ellos parte de sus canciones prohibidas. Son compocisiones de género particular creado que tienen una imprecisa ubicación conceptual, musical y literaria. Las “Contracanciones” fueron el origen de “Guitarra negra”.

Contracanción I.

Enmudecieron todas mis canciones, se hicieron polvo del camino, barro seco que deshacen y avientan los pies del pueblo... Envejecieron, se secaron aquí en mi corazón temblando como pájaros sin alimento, sentadas a la mesa como unas niñas bobas que no saben comer, y sin comida, sin agua y sin comida, sin pan ninguno... Enmudecieron mis canciones cercadas por el odio, ajadas en su propia lagrimazón seca y sin ganas, mecidas rudamente por su padre egoísta, mimadas con exceso por su madre didáctica, consentidas por treinta grabaciones almacenadas entre tangos por catorce guitarras contratadas... Enmudecieron mis canciones desconsoladas, se hicieron polvo del camino... barro seco... que deshacen y avientan los pies del pueblo.

Contracanción II.


Como mono trabajo y pienso,
leo, escucho, medito,
me cuesta respirar,
agarro la guitarra, busco,
encuentro, fumo como un animal.
Éste es el valor de mi canción.
Allí estoy yo subido al micrófono,
me suda la camisa, tiemblo de miedo,
canto, otros se angustian, aplauden,
patean, se consuelan de tanto dolor que han sufrido,
no comprenden que de verdad estamos mal heridos,
pero comprenden el mío, y me consuelan,
ahí me aplaudieron, dijeron qué bonito
cómo toca la guitarra, o al revés,
qué guitarristas bárbaros,
cómo se ve que es un vivo,
así cualquiera canta.
Esa canción, aquélla,
cómo pudo hacerla,
cuánto tiempo llevó,
quiénes me la indujeron,
me la prestaron, me la regalaron,
la estaban haciendo hasta que yo me avivé
y reuní todos los pedazos,
a alguien copió ese llanto,
ese odio, aquel perdón, esta pena,
esta manera de recordar tanta miseria,
las uñas rotas, el desconcierto,
la voz, el timbre y el color,
mi identidad como mis orejas
y las puntas de mis dedos,
¿cómo será la canción?
Pensar que se divierte...
Cántese una, sude, no importa cuánto cobre,
a ver esa flor, a nosotros nos conviene,
a nosotros nos consuela,
a nosotros nos extraña, nos admira,
nos duele, nos deja fríos
¿Cómo será la canción?
Pensar que se divierte...
Fabrica flores, después las vende,
y hasta perfuman a veces.

Contracanción III.


Doña Soledad: quédese quieta en su madera, a vos patria no digas que eras nuestra, Barrio Sur... qué lejanos los días de la buhardilla, cuando enterrábamos coroneles con salvas de fogueo, bajo las ventanas de esas humildes pensiones de Yaguarón... Ya no me vendas la coyunda lírica, la milonga tiernita y sola hasta que fue aplaudida y envejeció de golpe... Ya no me cantes pájaros enjaulados o muertos, pericones de Roxlo, mariposas negras... No me vendas el lamento de los que no aman ni el aire burlón del retobao, que igual puede vivir, y además lo vende la compañía impreso en discos... No me digas qué quiere la canción, ni a dónde va el que se va, ya no volverá... No volverá milonga, guitarra negra, el que se fue... como me dice el tango viejo y fulero de verdad, pero melancólico y sólo nuestro, pero nuestro de veras: el tiempo que se fue, se fue para siempre, y lo mismo el loco Antonio que era comunista amó y murió, peleó rabiosamente con las corvinas de su río para vivir, para seguir peleando de overol, y murió y no vuelve, y no hay luna que le valga ni creciente que me demuestre que estaba amando al río como a una mujer... Qué pena, milonga, que no nos duela casi nada ahora, salvo la muerte del estudiante cuando se escapó aquel tiro ¿te acordás?... Qué pena que no nos dolían los nombres, el nombre de no se quién. Y ahora... ¿no te duelen de veras varios Fernández, varios fusilados, varios huesos partidos, los suicidios raros, el estudiante muerto de casualidad cuando se le escapó otro tiro al represivo?... No me toques el violín Becho, no bebas ese vino del negro milonguero, ni cantes con Manolo, la milonga madre nunca fue flamenca y el nene patudo no nació, lo mismo que está muerta para siempre la esperanza de amanecer entre lirios, hoy por hoy... El futuro está ahí nomás y sangra... nomás de entrada, está mal herido y putea, sangra y masca el freno como una gran bestia echada, pero inmortal... No hay con qué darle, ni con balas de cañón lo perforan para siempre... Como a tu canción, milonga, el hierro que lo vulnera pasa a través de su vida y se le clava en el hueso... Así entrará a la adolescencia: acorazado... Y no le canten milongas.

GUITARRA NEGRA.
Guitarra Negra es un álbum que cuenta las vivencias de Alfredo Zitarrosa y de la historia del Uruguay. De Guitarra Negra hay una edición española de año ´77.  El exilio en Madrid fueron de gran tristeza y soledad, el exilio hizo, también, insostenible la relación con su esposa Nancy que decidió volver con sus hijas: Carla  Moriana y María Serena que sumó una agustia en Alfredo y ser calificado de "cantor peligroso"  sumado con el consumo del alcohol.
Guillermo Pellegrino en el libro "ALFREDO ZITARROSA LA BIOGRAFÍA" (Cuadernos de Sudestada, Peña Lillo-Ediciones Continente, 2011) sostiene que en "1977, viajó por primera vez desde España a México auspiciado por el Instituto Nacional de Bellas Artes y por grupos folklóricos de ese país, encabezados por Julio sólorzano. El 8 de ese mes, en el Auditorio Nacional de Chapultepec, presentó por primera vez en forma oficial su emocionante ´Guitarra Negra´".
Unos meses antes en España había conmovido a Joaquín Sabina y Guillermo Pellegrino cuenta esta anécdota: "Muchos años después, como todo hombre miserable, tuve varias noches en casa con diversas chicas muchas de las cuales no sabía realmente si eran tontas o no. Para sacarme esa duda adopté una prueba: les hago escuchar ´Guitarra negra´; si dice ´¡qué aburrido!´, se va. Por culpa de Zitarrosa (ya que hubo muchas insensibles que no lo supieron apreciar) me he perdido varias noches placenteras".

La primera parte del disco "Guitarra Negra" Zitarrosa realiza una breve recorrida por la historia del Uruguay. Desde aquel hombre que no tenía bandera hasta el progreso que arrasó con lo que le era único: la tierra. Ese hombre que bajo el nombre del adelanto fue olvidado, dejado de lado, exterminado y un Zitarrosa que no se resigna a perder a ese hombre que el adelanto fue olvidando.
 Este recorrido en unos pocos versos ofrece el sueño de un Pueblo ligado a la lucha popular con un compromiso pleno con Uruguay como confesaba en ruedas de amigos o entrevistas "Creo que no nací para vivir fuera del Uruguay. No sirvo para eso".
El segundo recitado de "Guitarra Negra" se titula: " Hoy desde aquí" y está dedicado a su guitarra donde se nota que el exilio marcó a fuego su vida .
 Su destino lejos de su amado país, de sus amigos y de su Pueblo se convierte en una desgarradora canción. Hace un recorrido por su infancia, por su adolescencia, por su adultez.
La persecución política es nombrada como la muerte bajo sospecha de subversión, pero no  lo pudieron se había tomado un ómnibus junto a la vida.  


GUITARRA NEGRA.
Introducción.

Cómo haré para tomarte en mis adentros, guitarra... Cómo haré para que sientas mi torpe amor, mis ganas de sonarte entera y mía... Cómo se toca tu carne de aire, tu oloroso tacto, tu corazón sin hambre, tu silencio en el puente, tu cuerda quinta, tu bordón macho y oscuro, tus parientes cantores, tus tres almas, conversadoras como niñas... Cómo se puede amarte sin dolor, sin apuro, sin testigos, sin manos que te ofendan... Cómo traspasarte mis hombres y mujeres bien queridos, guitarra; mis amores ajenos, mi certeza de amarte como pocos... Cómo entregarte todos esos nombres y esa sangre, sin inundar tu corazón de sombras, de temblores y muerte, de ceniza, de soledad y rabia, de silencio, de lágrimas idiotas...


domingo, 19 de febrero de 2012

MILONGA DE OJOS DORADOS.


MILONGA DE OJOS DORADOS
de ALFREDO ZITARROSA.

Milonga de ojos dorados,
cantale a la que yo quiero;
tu corazón compañero,
musical y acompasado,
vaya volando a su lado
y dígale que no puedo vivir.

Ella, como vos, tenía
los ojos color de oro;
mirándolos casi lloro
–vos bien sabés–, aquel día:
Nunca pensé que existía
una mujer con los ojos así.

No digas que ella se ha ido;
decí más bien que algún día,
igual que tu melodía,
cantándome en el oído,
ella sentirá el latido
del amor que una vez le pedí.

Milonga, vos sos testigo
de que la quiero de veras;
vos no tenés sus caderas
ni aquella boca de trigo,
pero cantando conmigo
irán tus ojos a hablarle de mí.

Milonga de ojos dorados,
volá cantando a buscarla,
y si llegás a encontrarla
–después de haberla mirado–
entregale, enamorado,
el corazón que una vez le ofrecí.



Pensaba hacer otra entrada pero la Lectora María Rosa  al igual una Lectora Alicia de Entre Ríos me envían mensajes que les gusta Don Alfredo... -y Zitarrosa es Zitarrosa- (digo redundando palabras) y amores son amores.
Alfredo Zitarrosa es ARTE, música y letra del respeto al que lo escucha, de decir lo que se piensa con sentimiento de esos "cantores populares pasionales"... y pensar que Alfredo no le gustaba como cantaba y estaba disconforme como componía a su familia le tenía prohibido que lo pongan sus discos y que legado... que obra nos dejó en su corta vida testimonial.


sábado, 18 de febrero de 2012

PA´L QUE SE VA de ALFREDO ZITARROSA.


Pa’l que se va.
(chamarita)
de Alfredo Zitarrosa
(1968)

No te olvides del pago
si te vas pa’ la ciudad
cuanti más lejos te vayas
más te tenés que acordar.
Cierto que hay muchas cosas
que se pueden olvidar
pero algunas son olvidos
y otras son cosas nomás.
No eches en la maleta
lo que no vayas a usar
son más largos los caminos
pa’l que va carga’o de más.
Ahura que sos mocito
y ya pitás como el que más
no cambiés nunca de trillo
aunque no tengas pa’ fumar.
Y si sentís tristeza
cuando mires para atrás
no te olvides que el camino
es pa’l que viene y pa’l que va.

No te olvides del pago
si te vas pa’ la ciudad
cuanti más lejos te vayas
más te tenés que acordar.
Cuanti más lejos te vayas
más te tenés que acordar.


ACERCA DE LA CHAMARRITA.
Parece mostrar cierto ingrediente afro y un evidente parentesco rítmico con la milonga.
El musicólogo brasileño Renato Almenida considera que es original de las Islas Azores, donde conserva el nombre de chamarrita. Luego, fue introducida en Brasil por inmigrantes de estas islas y desde allí pasó al litoral argentino y a Uruguay.
En Brasil es conocida como chimirrita, en su doble condición de danza y canto. Jesús López Flores anota el antecedente de la zamarra, danza de baile enlazado, semejante a la milonga.
Rubén Pérez Bugallo sostiene: "Pareciera ser que su ingreso a la mesopotamia argentina se produjo recién durante la Guerra de la Triple Alianza.
Hay evidencias de que se bailó esporádicamente en salones entrerrianos y santafesinos desde 1855, aunque su popularización se habria producido diez años después, durante la guerra, por el paso de los soldados brasileños que dejó al menos las coplas y tal vez las melodías en la campaña entrerriana y correntina, donde también se la llamó polka canaria ya que se trataría de una variedad de polka popularizada en las Islas Canarias, Azores y Madeira."
El Chamamé, Rubén Pérez Bugallo, Ed. Del sol, 321 pág., 1996.

LA CHAMARRITA PA´L QUE SE VA...
A los efectos de dar una idea de la regionalidad del uso del lenguaje, conviene mencionar una anécdota graciosa que durante una actuación en Venezuela un espectador pedía a Zitarrosa, insistentemente, que cantara “la canción de la deuda”. Ante tal insistencia Zitarrosa le preguntó a que canción se refería, ya que él no había compuesto canción alguna que se refiriera a asuntos de deudas, y esta persona le dijo:”sí esa que dice:”no te olvidés del pago si te vas pa’la ciudad…” La canción está referida al fenómeno de la migración del campo al centro poblado, y del interior a la capital. En sus actuaciones, durante el exilio solía dedicarla especialmente a todos los que como él habían tenido que salir del país, por causa de la dictadura, o por circunstancias socio-económicas.
(Fundación Zitarrosa).

Alfredo Zitarrosa era un hombre de "aspecto duro, extricto" en declaraciones que denotaba un ser de gran sensibilidad de "endurecerse sin perder la ternura jamás...": "En esta etapa de mi vida me emocionan en primer lugar los niños, pero me emociona todo. Desde la niña que pasa por tu puerta sin calcetines, el árbol de la esquina hasta la nube que cubre el cielo. Un buen cantor en el escenario... Un Pugliese, un bandoneón nuevo... Todo importa en la vida. Los niños en primer lugar, pero me interesa mucho el tema de los ideales, la gente humilde, la gente de abajo. El trabajador en primer lugar, pero hasta el lúmpen también, ni hablar los artistas que de por si son creativos".

viernes, 17 de febrero de 2012

EL ÚLTIMO ORGANITO de HOMERO MANZI.


El último organito.
"El último organito" es un tango (¡tangazo! diría...) de 1949 con letra de Homero Manzi con música de su hijo Acho Manzi. Y es el reflejo de una ciudad que ya no exite En 1995 la Municipalidad de Buenos Aires, dejó sin trabajo al último organillero, Manú Balero, quien ofrecia su música y
trabajaba junto con su cotorrita, que por dos pesos, adivinaba el
futuro de la gente sacando con su pico "tarjetitas de la suerte". Al vencer el último no se lo volvieron a otorgar y se perdió en la nada.
Fue uno de los últimos tangos de Homero Manzi grabados por Aníbal "Pichuco" Troilo con la voz de Edmundo Rivero. Manzi fallece en el departamento privado de su conprovinciano, el Ministro de Salud Pública Dr. Ramón Carrillo el 3 de mayo de 1951.

EL ÚLTIMO ORGANITO.
Melancolica imagen del ultimo organito volveras por los antiguos callejones de barro cada vez que los tangos recuerden al arrabal perdido y renascan los hombres y las cosas muertas en el milagro de la evocación.

Las ruedas embarradas del último organito
vendrán desde la tarde buscando el arrabal,
con un caballo flaco y un rengo y un monito
y un coro de muchachas vestidas de percal.


Con pasos apagados elegirá la esquina
donde se mezclan luces de luna y almacén
para que bailen valses detrás de la hornacina
la pálida marquesa y el pálido marqués.


El último organito irá de puerta en puerta
hasta encontrar la casa de la vecina muerta,
de la vecina aquella que se cansó de amar;
y allí molerá tangos para que llore el ciego,
el ciego inconsolable del verso de Carriego,
que fuma, fuma y fuma sentado en el umbral.


Tendrá una caja blanca el último organito
y el asma del otoño sacudirá su son,
y adornarán sus tablas cabezas de angelitos
y el eco de su piano será como un adiós.


Saludarán su ausencia las novias encerradas
abriendo las persianas detrás de su canción,
y el último organito se perderá en la nada
y el alma del suburbio se quedará sin voz.


jueves, 16 de febrero de 2012

Alberto Cortez canta a Atahualpa Yupanqui.


MINERO SOY

Voy llevando los barrenos al socavón,
Mano fuerte y vida triste. Minero soy
Golpeando piedras y piedras de sol a sol...
Me duele el pan que me gano. Minero, soy

Pobrecitos los mineros. Qué buenos muchachos son
Pero tienen la desgracia de morir sin confesión.
Me duele el pan que me gano. Minero soy
Ya vendrán tiempos mejores. Minero, soy

Voy llevando los barrenos al socavón.
Mano fuerte y vida triste. Minero, soy
Ya vendrán tiempos mejores. Minero soy
Me duele el pan que me gano. Minero, soy

Letra de Atahualpa Yupanqui
Fundación Atahualpa yupanqui.

Otra versión de la obra de Atahualpa Yupanqui.


Voy llevando mis barrenos
al socavón.
Sol y piedra, tierra y cielo:
¡minero soy!

Destinos y padeceres
de sol a sol.
Me duele el pan que gano:
¡minero soy!

Sepultao bajo la tierra,
sin ver el sol.
Mao fuerte y vida triste:
¡minero soy!

¡Pachamama! ¡Pachamama!
¡minero soy!
Para romper tu silencio,
voy arrastrando barrenos
al socavón.

¡Minero soy!
¡Minero soy!
¡Minero soy!

Alberto Córtez en 1968 grabó un álbum con el arreglador Waldo de los Ríos dedicado a la obra de Atahualpa Yupanqui un trabajo calificado de "antología" declaró Córtez: ‘Ha pasado el tiempo y cuando hablo con gente del folklore se arrodillan frente a ese trabajo’. Este larga duración tiene los siguientes temas: Camino del indio, Canción de los horneros, Camino a los valles, Minero soy, Guitarra, dímelo tú, Indiecito dormido, La tarde, Viene clareando, Tú que puedes, vuélvete, Chacarera de las piedras.


miércoles, 15 de febrero de 2012

DELMIRA AGUSTINI, POETISA URUGUAYA.

Delmira Agustini. Poetisa nacida en Uruguay.
Abrió las puertas a la poesía femenina. Se especializó en la sensualidad femenina en una sociedad donde no estaba permitido a las mujeres expresarla.
Contrajo matrimonio con Enrique Job Reyes el 14 de agosto de 1913, pero por diversas desavenencias conyugales lo abandonó un mes y medio más tarde, divorciándose el 5 de junio de 1914, trámite durante el cual siguió teniendo “encuentros” con su esposo, hasta que finalmente el 6 de julio del mismo año, Reyes mató a Delmira Agustini de dos tiros en la cabeza, e inmediatamente se suicidó.


Delmira Agustini por Néstor Tkaczek.
Yo muero extrañamente... No me mata la Vida./ No me mata la Muerte, no me mata el Amor;/ muero de un pensamiento mudo como una herida...".
Estos versos no son una premonición, son una equivocación. Es cierto, murió extrañamente, y no por un pensamiento mudo; quizás en el interior de esas dos balas sí estaba algo de la vida, algo del amor, algo de locura y toda la muerte.
Delmira Agustini (1886-1914) cruzó como un remolino la vida y la literatura y a su paso, como los remolinos, levantó bastante polvo en los asépticos círculos sociales montevideanos a los que pertenecía.
Esbelta, de ojos celestes cambiantes a los caprichos de la luz, de "caudalosa cabellera de oro veneciano" (como escribió el crítico uruguayo Zum Felde), de inteligencia y sensibilidad portentosa que le permitía hablar varios idiomas, tocar a los clásicos en el piano o pintar mejor que sus pretendidos maestros. Pero Delmira era por sobre todas las cosas: poeta.
Una de las primeras que con voz propia irrumpió en el mundo literario latinoamericano dominado por los hombres a comienzos del siglo XX.
Ella desbrozó la senda por la que luego se internaron Gabriela Mistral, Alfonsina Storni, Juana de Ibarbourou y tantas otras artistas de América Latina.
Apañada por el Modernismo literario que Rubén Darío esparció por el continente y España, su obra, a medida que pasa el tiempo, busca también dejar atrás ese movimiento y encontrar una voz propia, aunque muchos resabios del modernismo se cuelan en sus versos y la lectura actual sufre algunos tropiezos porque la estética modernista ha sufrido los embates del tiempo.
Cuando publicó "Los cálices vacíos" en 1913, el libro llevaba un pórtico del mismísimo Rubén que comenzaba así: "De todas cuantas mujeres hoy escriben en verso, ninguna ha impresionado tanto mi ánimo como Delmira Agustini, por su alma sin velos y su corazón de flor…".
Esa "alma sin velos" es la que traía los problemas familiares y escandalizaba a la alta burguesía uruguaya.
Porque si ya era problemático en la esfera social ser mujer y no responder al mandato masculino, mucho más si esa jovencita era poeta y tenía dotes intelectuales.
Aunque lo peor de todo era lo que decía en sus poemas: "Y era mi mirada una culebra/ apuntada entre zarzas de pestañas,/ al cisne reverente de tu cuerpo./ Y era mi deseo una culebra/ glissando entre los riscos de la sombra/ ¡A la estatua de lirios de tu cuerpo!/ Tú te inclinabas más y más... y tanto,/ y tanto te inclinaste,/ que mis flores eróticas son dobles,/ y mi estrella es más grande desde entonces,/ toda tu vida se imprimió en mi vida...".
Esto no era bien visto por la familia y por los amigos influyentes que trataban de aconsejarla que no escribiera sobre esos temas.
Su poesía, más allá de la retórica de la época, está fuertemente cargada de erotismo, hay una exacerbación del amor, un deseo sexual muy fuerte impensado para ese tiempo y en una mujer.
Eso no ha impedido que se la reconociera como una poeta de grandes virtudes y resulta hoy cómico leer a los críticos de entonces justificar esos temas como "estados intuitivos", "creación inconsciente más que realidad vivida".
Veintiocho años fue el tiempo que Delmira Agustini, "el frenesí rubio", estuvo en el mundo.
Su muerte está emparentada con esa exaltación del sentimiento que muchos críticos han visto en su obra.
En una pieza de hotel de encuentros furtivos, sonaron tres tiros disparados por su ex marido, ahora convertido en su amante.

Un amor fatal e irrefutable.

La relación amorosa y epistolar entre el político Manuel Ugarte y Delmira Agustini es analizada en un libro que echa nueva luz sobre un vínculo que concluyó con la muerte de la escritora a manos de su ex marido, Enrique Job Reyes.

La figura del político Manuel Ugarte es reivindicada en el libro “Cartas de amor. Delmira Agustini”, en relación, precisamente, con el romance que mantuvo con esa poeta uruguaya y del que deja constancia un intercambio epistolar de alto voltaje erótico.
Hasta este libro, editado por Cal y Canto, la figura de Ugarte (1875-1951) había aparecido diluida en una historia de trazos fuertes: la de una joven poeta de singular personalidad y excelente obra, Delmira Agustini (1886-1914), enamorada de Ugarte y asesinada por su ex esposo Enrique Job Reyes.
Así, para una profusa bibliografía de novelas, ensayos y obras dramáticas, Ugarte había sido –como lo señala la escritora uruguaya Ana Inés Larre Borges, responsable de la edición de “Cartas de amor”– apenas un “actor de reparto”.
Este libro, con prólogo de la poeta Idea Vilariño, reúne la correspondencia de Delmira con Ugarte hacia 1910 y las cartas de la poeta con Reyes –novio, esposo, ex esposo, amante y asesino–, además de otras misivas, algunas consideradas “secretas”.
La relación con Ugarte se inicia cuando Delmira le envía sus libros de poesía. Con la llegada del argentino a Montevideo en 1913, van a conocerse personalmente y el intelectual será uno de los testigos de su casamiento: “Delmira ya estaba profundamente enamorada de Ugarte”, señala Larre Borges. Así, una Delmira indecisa al contraer matrimonio confesará por carta poco después a Ugarte: “Usted hizo el tormento de mi noche de bodas y de mi absurda luna de miel –podría contarle todos sus gestos de aquella noche– lo único que yo esperaba era su mano –era tenerle cerca un momento– usted sin saberlo sacudió mi vida”.
Lo que sigue tiene tono de folletín. El matrimonio dura menos de dos meses y ella regresa a la casa materna con un libro de Ugarte como todo equipaje (“La novela de las horas y los días”) e inicia un sugerente intercambio epistolar.
Dentro del vértigo, su ex marido –con quien vuelve a verse en citas clandestinas– la mata de dos tiros en la cabeza. Completa la historia el fallecimiento de Ugarte, años después en París por un escape de gas, hecho que algunos ven como suicidio.
En esa pasión que no traspasó el umbral de las cartas, la imagen de Ugarte quedó encapsulada en la fotografía de la boda de Delmira: apenas el testigo que observa detrás de los desposados.
Este papel secundario es rebatido por Larre Borges: “los biógrafos de Delmira y los novelistas que recrearon la historia lo trataron como un actor de reparto en el drama de la poeta”.
Libros de enorme éxito como la novela “Delmira”, de Omar Prego Gadea, “lo tratan al igual que todos, como un dandy un poco frívolo que no estuvo a la altura de las circunstancias. Es curioso, porque se lo despoja de todo su perfil político, de su ideario americanista que es el que lo lleva en realidad a Montevideo en 1913 cuando termina siendo testigo de la boda de Delmira y ella le envía esa carta en la que le confiesa que esa noche sólo pensaba en poder estar junto a él”.
Larre Borges rescata al Ugarte poeta, narrador y cronista, amigo de Rubén Darío y Amado Nervo, y traza el perfil del antiimperialista que tuvo por correligionarios a José Ingenieros y Alfredo Palacios, el retrato del político que participó en congresos internacionales junto a Lenin y Rosa Luxemburgo. La editora rebate también la categoría de “indiferente a los reclamos de Delmira” que se le adosó a Ugarte.
Juego de toma y daca, va del recato al ruego. Ella toma la delantera: “hay sinceridades difíciles. Ese ligerísimo velo artístico era casi necesario. Pienso que yo debo adivinar y decir. Piense usted que todo lo que yo le he dicho y le digo se podría condensar en dos palabras. En dos palabras que pueden ser las más dulces o las más difíciles y dolorosas”. La esgrima epistolar se acelera. El expresa su deseo: “Déjeme que me acerque, que la haga crujir apretándola contra mi cuerpo y que ponga al fin en su boca, largo, culpable, inextinguible, el primer beso que siempre nos hemos ofrecido”.
Delmira envía versos encendidos: “Cura en mis labios la tremenda herida”, buscando un encuentro que no se dará. La distancia es un desacomodo. Escribe Ugarte: “Para decir lo que ahora siento, confieso que no sé escribir”.

Textos sobre la pasión

El libro “Cartas de amor. Delmira Agustini” se agrega a la bibliografía que existe sobre la poeta asesinada en 1914: algunas cartas ya habían sido publicadas en “Correspondencia íntima de Delmira Agustini” (1978) y “Poesía. Correspondencia” (1998).
La lista de textos de ficción se inicia con una novela escrita el mismo año de la muerte de Delmira: “La mujer inmolada”, de Vicente Salaverri, y continúa en otras novelas como “La otra mitad”, de Carlos Fernández Moreno; “Fiera de amor”, de Guillermo Giucci y “Delmira”, de Omar Prego.
De los ensayos sobresale el temprano acercamiento “Delmira Agustini”, de Ofelia Machado (1944), al que se agregarán los de Clara Silva: “Genio y figura de Delmira Agustini” y “Pasión y muerte de Delmira Agustini”, ambos editados en Buenos Aires por los sellos Losada y Eudeba, en 1968 y 1972 respectivamente. La misma Larre Borges trató el tema hace diez años en el volumen “Mujeres uruguayas”.
En 1994 apareció otra novela sobre Delmira a cargo del narrador argentino Pedro Orgambide, titulada “Un amor imprudente”. La particularidad de esta historia es que está narrada por Manuel Ugarte.
Según Larre Borges, “Orgambide recrea el tiempo político que falta en las otras historias y logra dar una visión acabada del momento (que atraviesa Ugarte).
Coinciden, así, Orgambide y Larre Borges en reivindicar a Ugarte, ya que “Un amor imprudente –al decir de Larre Borges– surge como una alerta de toda una realidad y contexto social mayoritariamente escamoteado no sólo en las ficciones sino también en las biografías y estudios críticos sobre la poeta”.
(Télam)

El arrojo y el compromiso

A la imagen de un Manuel Ugarte apático, como se lo ha pretendido ver en su relación con la poeta uruguaya Delmira Agustini, Ana Inés Larre Borges –a cargo de la edición de “Cartas de amor”– contrapone la de un intelectual en la vorágine de su actividad política.
“Sobrevivió largamente a Delmira –señala Larre Borges– y escribió una interpretación interesante en el libro ‘Escritores iberoamericanos de 1900’, donde toma una perspectiva feminista y acusa a la sociedad pacata de entonces y al error de los padres de esa tragedia anunciada”.
¿Por qué ha ocurrido todo esto? “Es difícil saberlo. Quizá los uruguayos no podamos perdonarle que haya sido algo indiferente a los reclamos de Delmira y todavía sentimos que si alguien pudo evitar ese desenlace terrible que impuso la muerte a manos del marido, ése pudo haber sido Ugarte”. Agrega Larre Borges: “Son tan bellas las cartas de Delmira que es difícil pensar cómo pudo mantenerse indiferente. La correspondencia entre ambos muestra ese juego”. La poeta Idea Vilariño –que admira a Ugarte por su compromiso político– lo defiende y cree que la falta es de Delmira, que reclama tontamente amor sin entender la misión trascendente y política que él tenía entre manos. “A mí, sin embargo, me conmueven el valor y el arrojo que tiene Delmira para sentir el amor y para reclamarlo y me parece que, en eso, ella es superior a él”. (Télam)

martes, 14 de febrero de 2012

EL PERMISO ARGENTINO.

El permiso es un consentimiento para hacer o decir algo.
José Larralde y Atahualpa Yupanqui y en milonga lo piden...


"PERMISO" es una milonga de José Larralde de 1968.

Permiso dije al dentrar
Y al permiso me lo han dao.
Rispeto al que me ha invitao
Y agradezco su amistad
Y aura que voy a cantar,
Ya que el turno me ha tocao,
Quiero dejar aclarao
Pa´que no haya resquemores
Mis versos son mis dolores
En seis cuerdas enredaos.
[fragmento]
La milonga Permiso fue grabada por Jorge Cafrune en el año ´64 o ´65.


En "COPLAS DEL PAYADOR PERSEGUIDO" el Gran Atahualpa Yupanqui por 1972, también, pide permiso.

Con su permiso voy adentrar,
aunque no soy convidao,
pero en mi pago un asao,
no es de naide, y es de todos.

Yo voy a cantar a mi modo,
después que haya churrasqueao.
[fragmento]


JOSÉ LARRALDE, HERENCIA PA´ UN HIJO GAUCHO.
José Larralde nació un 22 de octubre de 1937 en Huanguelén, en el sur de la provincia de Bs. As.
Escribe sus primeros versos a los 7 años de edad.
Descendiente de vascos por parte de padre que vino de Navarra por el año ´18, a los catorce años, trabajó con el caudillo conservador de Avellaneda Alberto Barceló; parte luego rumbo al sur de la provincia; en la estancia San Lorenzo, conoce a una cocinera, descendientes de árabes, se casan y en plena pampa nace "el pampa" don José Larralde.
José Larralde ha sido trabajador rural, tractorista, albañil, soldador eléctrico, mecánico, y, también, "guitarrero y escribidor" (como se define).
En épocas del dictador Juan Carlos Onganía, llevaba encima un “Permiso de portación de barba” firmado por un comisario de Lanús: "El ciudadano José Larralde es artista. Puede usar barba y pelo largo" (parece mentira leer estas cosas…).
José Larralde es un renegado para algunos, una suerte de patriarca del folclore argentino para muchos. Un decidor que acarrea realidades. Un cantor orillero como le agrada que lo llamen.
Para José Larralde  Don Atahualpa Yupanqui "es el eslabón entre aquello que no tenía propiedad intelectual, no se escribía, no se grababa, no se cobraba, y lo que tenemos hoy. Si Atahualpa no hubiera existido, yo no estaría cantando o, mejor dicho, cantaría otra cosa. Él y algún otro fueron los que, con los payadores, fueron trayendo los ritmos de otros tiempos y nos abrieron el camino aunque todavía no hayamos hecho un estudio profundo de la música nacional; todavía hay una gran parte de ritmos indígenas por descubrirse. Atahualpa, además de ser un gran poeta, era músico y un gran escarbador de la verdad."


ATAHUALPA YUPANQUI, EL CANTO DE LA PATRIA GRANDE.
Atahualpa Yupanqui nació, en el Campo de la Cruz, en José de la Peña, Partido de Pergamino en el norte de la provincia de Buenos Aires, el 31 de enero de 1908.
Su verdadero nombre era Héctor Roberto Chavero. Entre sus antepasados se encuentran indios, padre criollo y madre vasca. Argentino como el que más para lo que guste mandar: "Me galopaban en la sangre trescientos años de América, desde que don Diego Abad Chavero llegó para abatir quebrachos y algarrobos, a hacer puertas y columnas para iglesias y capillas"
Se lo conoce como Atahualpa Yupanqui. o Don Ata. A los 13 años en colaboraciones de un periódico escolar comenzó a utilizar el nombre del último soberano Inca: Atahualpa. Luego agregó el Yupanqui que llevaría por siempre. "El que vino de lejanas tierras a decir... a contar" ese era el destino de lo que haría este hijo de un empleado de ferrocarril que sería uno de los mayores referentes de la música folclórica argentina.
Falleció en Nimes, Francia, el 23 de mayo de 1992, a los 84 años de edad donde se encontraba cumpliendo un compromiso artístico. Sus restos fueron repatriados y descansan en Cerro Colorado de sus amores "no hay pago como mi pago viva el Cerro Colorado".

domingo, 12 de febrero de 2012

UNA DE MALEVOS de Maria Rosa Giovanazzi.

UNA DE MALEVOS de Maria Rosa Giovanazzi.
Las historias que don Braulio relataba entre mate y mate eran para Pedro, parte de su vida, se compenetraba en cada palabra del viejo. Creía estar viviendo en un Buenos Aires perdido en el tiempo. Mundo de taitas y malevos.

Su barrio, actualmente tranquilo, había sido en otros años, ya lejanos, elegido por los guapos. Acostumbraban a solucionar sus querellas con duelos a cuchillo. En esas mismas veredas por las que él transitaba, muchos dejaron su vida en un encontronazo. Las leyendas quedaron grabadas en algunos viejos habitantes, entre ellos don Braulio, quien sabía relatar la vida de los taitas y malevos con el suspenso que a los jóvenes les encantaba escuchar, pero ninguno tan fanático de esos relatos como Pedro.

En aquellas épocas el barrio lucía otra apariencia, explicaba don Braulio, las casas eran chatas, los patios cubiertos por glicinas o parras. En las esquinas, los faroles nocturnos parpadeaban dando a las sombras apariencias casi humanas, jugando a la escondida.

El celular, la notebook, mantenían a Pedro actualizado durante el día, pero llegaba la noche y algo superior lo empujaba a la esquina de Congreso y Mariano Acha. Ella lo atraía, como si fuera una mujer suave y perfumada. Lo transportaba hacía ese mundo paralelo y misterioso en el que sólo él, lograba penetrar y donde el pasado cobraba actualidad.

Por eso no le asombraba, cruzarse cada noche con algún guapo de sombrero reclinado, no comprendía que su fanatismo lo alejaba de la realidad y que esas personas que veía en sus caminatas eran seres llegados desde otra dimensión a los cuales su fuerza mental atraía hasta un mundo que no les pertenecía.

Al que reconocía entre todos, era al malevo Funes, el más valiente de todos los guapos del barrio. Cargaba una mochila de duelos y muertes, que exaltaban su fama, siempre salía triunfante. Ninguno lo igualaba en valor y coraje. Don Braulio lo describía tan bien en sus relatos, que era fácil reconocerlo; alto, de traje oscuro y cruzado, lengue blanco al pecho y el puñal, sugerente, levantaba el saco del lado izquierdo. Funes era zurdo y no cruzaba el brazo por detrás para retirar su hoja, corta y filosa. Detalles que lo hacían rápido al momento de medirse a duelo.

Una de esas noches en que Pedro atravesaba la dimensión de la fantasía, el malevo se detuvo cerca de él, emocionado, no pudo evitar saludarlo.

—Buenas Malevo Funes, ¿cómo anda?

El otro lo miró de arriba abajo con desprecio y siguió su camino sin responder el saludo.

Pedro avergonzado, bajo la cabeza. Su admirado Malevo le había negado el saludo, a él, que lo consideraba el mayor exponente de los cuchilleros porteños. A él, que lo creía su ídolo. Pedro no admiraba a Maradona en futbol ni a Ginobili en básquet ni a Del potro en tenis, sólo admiraba al malevo Funes el más guapo de todos los guapos.

Ofendido se volvió para encararlo y preguntarle el motivo de su gesto desdeñoso y lo que vio le cortó la respiración.

Las manos del malevo estaban apoyadas en la cintura de un joven de cabello ensortijado, Funes le soplaba una basurita del ojo. Hasta allí, podría ser normal, lo que desencantó a Pedro, fue el largo beso con que el malevo le partió la boca al joven de pelo ensortijado.

Pedro se alejó por la calle Congreso, con una lágrima rodando por su cara…


Simplemente me encantó por ese motivo lo publico.
Gracias por vuestra creación "UNA DE MALEVOS" de Maria Rosa Giovanazzi.

http://mariarosag.blogspot.com/