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martes, 3 de febrero de 2015

Zamba Del Cantor Enamorado de Hernan Figueroa Reyes.

Zamba Del Cantor Enamorado 

de Hernan Figueroa Reyes.

El viejo río Cosquín
fue el testigo quieto

de un desengaño,
que un guitarrero cantor
sufriera en el arenal
cuando se escondía el sol.

Cuentan paisanos de allá
que un amanecer
se escuchó su canto,
era un lamento de amor
que del pecho le brotó
y entre los cerros quedó.

Quisiera verte volver
en una tarde de enero,
si vuelves me encontrarás
en la orilla del Cosquín
con mi guitarra cantora,
y en mis labios sentirás
que aún perdura el amor
que me dejaste al partir.

Que cosas las del amor
si hasta agarra pena solo pensarlas,
cuando comienza a gustar
como agua de manantial
solo se empieza a alejar.

Alguna vez al pasar
por el viejo río
en noche estrellada,
quizá puedan escuchar
las coplas que del cantor
nacieran por un dolor.


Hernán Figueroa Reyes salteño el hombre nacido el 14 de septiembre de 1936 nos abandonó el 5 de febrero de 1973 fue un popular músico, cantante y compositor salteño de música folclórica de Argentina. Sus canciones que integran el cancionero popular de Argentina como "El corralero" (una tonada del chileno Sergio Sauvalle),"Disculpe" del escritor y compositor uruguayo (H.Ferrari), "Zamba para decir adiós" (Argentino Luna), "Chacarera de un triste" (Hermanos Simón), "El tata está viejo" (Rafael Carret “El Pato” Carret), "Tendrás un altar" (A. Polito - I. Diez), "Zamba para no morir" y sus temas propios "Zamba del cantor enamorado", "Zamba del gaucho guerrero". El 2 de febrero de 1973 sufrió un accidente de automóvil en el «km 109» de la ruta nacional RN 9, sufriendo graves heridas que le causaron la muerte el 5 de febrero, a la edad de 36 años.


domingo, 21 de septiembre de 2014

EL CORRALERO, tonada chilena de Sergio Sauvalle - EL OVERO de Boris Elkin.

EL CORRALERO de Sergio Sauvalle tonada popularizada en Chile por Pedro Messone y en la Argentina por Hernán Figueroa Reyes que estando de vacaciones en Chile el guitarrista y compositor Sergio Sauvalle le mostró la canción "El Corralero" y Hernán Figueroa Reyes la escuchó y la grabó con el éxito que sabemos .
'Tá muy malo el corralero,
y allá en el potrero como viejo está;
hay que ayudarlo a que muera
para que no sufra más.
Siempre fuiste el más certero,
y por eso debes su mal aliviar.

¿Cómo pretende que yo,
que lo crié de potrillo,
clave en su pecho un cuchillo
porque el patrón lo ordenó?
¡Déjelo no más pastar!
No rechace mi consejo,
que yo lo voy a enterrar
cuando se muera de viejo.


Junto al estero del bajo
lo encontré tendido, casi al expirar;
me acerqué muy lentamente,
y se lo quise explicar.
Pero al verlo resignado,
me tembló la mano y me puse a llorar.


Dicen que el chileno Sergio Sauvalle se inspiró en un poema de Boris Elkin llamada "El overo".



EL OVERO de Boris Elkin.

¡Degoyalo Cipriano, degoyalo!
ya el matungo no tiene mas remedio;
hace dos o tres días que está caido
y es al ñudo buscarle un alivio…

Anoche al acostarme, yo pensaba
en eso mesmo que me estás diciendo,
y esta mañana preparé la daga
pa’despenar pa’siempre al pobre overo.

Pero…¿Sabe mi vieja lo que pasa?;
me alcanzó a conocer a veinte metros,y,
levantando un poco la cabeza
me hizo un relincho corto desde el suelo.

Me arrimé pa’matarlo
y vi en sus cansados ojos negros,
yo no se que mirada tan extraña,
que me tembló la daga entre los dedos.

Y me puse a pensar;
¿Qué me diría al saber que soy yo quien lo degüello?
¿Es así como pagan los cristianos,
después de que uno está caido y está viejo?

Este es un bien pa’vos,
quise explicarle;
sentirás un dolor cuando entre el fierro,
pero después verás cuando la sangre
entre a chorriar y a coloriarte el pecho.

Tuito ese dolor se te irá yendo;
y, sacando coraje ni se de adonde;
con una mano le tantié el pescuezo.

Y cuando estaba a punto e degollarlo,
me menearon la mano los recuerdos,
recularon los años de mi vida
y me entraron a arriar los pensamientos,
pa’los tiempos aquellos
que ninguno me prestó mas servicio que el overo.

Yo tenía pa’ aquel tiempo veinte años,
y el sería un potrillo e’ tres y medio;
cuando una vez por cosas, por zonceras
casi ni me acuerdo…
le pegué unos zachazos en el tuzo al comisario mesmo.

Tuve que juir…
mi suerte estaba puesta en las patas de mi parejero,
y pa’ganar el monte, evadió ríos y metió los cerros;
y si de un galope no cruzó los Andes,
jué porque nunca le pedí ese esfuerzo.

Después, cuando unos ojos
que no sé si eran brujos o hechizeros
me enredaron pa’ siempre;
y armé rancho, pa’tener en mi rancho dos luceros,
mi overo puso el anca pa’llevarte;
y como pa’dir al cura estaba lejos,
hizo a la vez de cura, de padrino
y jué testigo e’nuestro casamiento.

Después de algunos años,
cuando el gurisito cayó enfermo;
¿Quién galopeó las doce leguas
que hay extendidas de aquí hasta el pueblo?
¿Y quién galopeó las otras doce
pa’ venir hasta aquí con los remedios?

¡Por eso no me animé a degollarlo!
dejalo al pobre overo…
que se muera solito allá en el bajo,
que yo perdí el coraje hasta pa’verlo…