lunes, 30 de octubre de 2023

 


Poema El Herido

de Miguel Hernández.

Para el muro de un hospital de sangre.

I

Por los campos luchados se extienden los heridos.
Y de aquella extensión de cuerpos luchadores
salta un trigal de chorros calientes, extendidos
en roncos surtidores.
La sangre llueve siempre boca arriba, hacia el cielo.
Y las heridas suenan, igual que caracolas,
cuando hay en las heridas celeridad de vuelo,
esencia de las olas.
La sangre huele a mar, sabe a mar y a bodega.
La bodega del mar, del vino bravo, estalla
allí donde el herido palpitante se anega,
y florece, y se halla.
Herido estoy, miradme: necesito más vidas.
La que contengo es poca para el gran cometido
de sangre que quisiera perder por las heridas.
Decid quién no fue herido.
Mi vida es una herida de juventud dichosa.
¡Ay de quien no esté herido, de quien jamás se siente
herido por la vida, ni en la vida reposa
herido alegremente!
Si hasta a los hospitales se va con alegría,
se convierten en huertos de heridas entreabiertas,
de adelfos florecidos ante la cirugía.
de ensangrentadas puertas.

II

Para la libertad sangro, lucho, pervivo.
Para la libertad, mis ojos y mis manos,
como un árbol carnal, generoso y cautivo,
doy a los cirujanos.
Para la libertad siento más corazones
que arenas en mi pecho: dan espumas mis venas,
y entro en los hospitales, y entro en los algodones
como en las azucenas.
Para la libertad me desprendo a balazos
de los que han revolcado su estatua por el lodo.
Y me desprendo a golpes de mis pies, de mis brazos,
de mi casa, de todo.
Porque donde unas cuencas vacías amanezcan,
ella pondrá dos piedras de futura mirada
y hará que nuevos brazos y nuevas piernas crezcan
en la carne talada.
Retoñarán aladas de savia sin otoño
reliquias de mi cuerpo que pierdo en cada herida.
Porque soy como el árbol talado, que retoño:
porque aún tengo la vida.

“Para la libertad” corresponde a la segunda parte de un Poema de Miguel Hernández, llamado “El herido” que le pusiera música Joan Manuel Serrat.

Miguel Hernández Gilabert fue un poeta y dramaturgo de especial relevancia en la literatura española del siglo XX. 
Nacimiento: 30 de octubre de 1910, Orihuela, España
Fallecimiento: 28 de marzo de 1942, Alicante, España

domingo, 29 de octubre de 2023

La caricia perdida de Alfonsina Storni.

La caricia perdida 
de Alfonsina Storni.
Se me va de los dedos la caricia sin causa, 
se me va de los dedos... En el viento, al pasar, 
la caricia que vaga sin destino ni objeto, 
la caricia perdida ¿quién la recogerá? 

Pude amar esta noche con piedad infinita, 
pude amar al primero que acertara a llegar. 
Nadie llega. Están solos los floridos senderos. 
La caricia perdida, rodará... rodará... 

Si en los ojos te besan esta noche, viajero, 
si estremece las ramas un dulce suspirar, 
si te oprime los dedos una mano pequeña 
que te toma y te deja, que te logra y se va. 

Si no ves esa mano, ni esa boca que besa, 
si es el aire quien teje la ilusión de besar, 
oh, viajero, que tienes como el cielo los ojos, 
en el viento fundida, ¿me reconocerás?

sábado, 28 de octubre de 2023

LA PALOMA de Rafael Alberti.

 


Se equivocó la paloma

se equivocaba.

 

Por ir al Norte, fue al Sur.

Creyó que el trigo era agua.

Se equivocaba.

 

Creyó que el mar era el cielo;

que la noche la mañana,

se equivocaba.

 

Que las estrellas rocío;

que la calor, la nevada.

Se equivocaba.

 

Que tu falda era tu blusa;

que tu corazón, su casa.

Se equivocaba.

 

(Ella se durmió en la orilla.

Tú en la cumbre de una rama.)

 

Rafael Alberti Merello (El Puerto de Santa María, 16 de diciembre de 1902-El Puerto de Santa María, 28 de octubre de 1999) fue un escritor español, especialmente reconocido como poeta, miembro de la generación del 27.

"La Paloma" canta Joan Manuel Serrat.

jueves, 26 de octubre de 2023

PARA LAS DÉCIMAS DE NICOLÁS GUILLÉN de José Lezama Lima.


Sin aumentar su poder,
Júpier ya no merienda,
y que el instante comprenda
la lucidez sin ceder
el rasguño de la venda.
La naturaleza fascina
la escama que se inclina
tanto al aire que al cristal,
cuando hiende el calamar
a la cipriota divina.

Pregunta, deja el reverso
el cumpleaño del verso,
sonrisa de la toronja
la amarilla luz esponja.
Fiesta y final de la luz,
brillan los huesos en cruz.
Azul oscuro la trampa,
la tapa sopla y levanta.
Salta hasta los mismos ojos,
clásicos ya sus antojos.

Viene como los cantores,
taburete, compás y fines.
Silenciosa la sitiería,
cumple la orden día por día.
Felizmente su papeleta
tiene la fecha y la glorieta
de los cantores en la noche,
condecorado va en un coche.
Las mulas son cascabeles
mascan mosquitos y papeles.

martes, 24 de octubre de 2023

UNA OSCURA PRADERA ME CONVIDA de José LEZAMA LIMA.


Una oscura pradera me convida,
sus manteles estables y ceñidos,
giran en mí, en mi balcón se aduermen.
Dominan su extensión, su indefinida
cúpula de alabastro se recrea.
Sobre las aguas del espejo,
breve la voz en mitad de cien caminos,
mi memoria prepara su sorpresa:
gamo en el cielo, rocío, llamarada.
Sin sentir que me llaman
penetro en la pradera despacioso,
ufano en nuevo laberinto derretido.
Allí se ven, ilustres restos,
cien cabezas, cornetas, mil funciones
abren su cielo, su girasol callando.
Extraña la sorpresa en este cielo,
donde sin querer vuelven pisadas
y suenan las voces en su centro henchido.
Una oscura pradera va pasando.
Entre los dos, viento o fino papel,
el viento, herido viento de esta muerte
mágica, una y despedida.
Un pájaro y otro ya no tiemblan.

José María Andrés Fernando Lezama Lima fue un poeta, novelista, cuentista, ensayista y pensador estético cubano. Es considerado como el escritor más representativo de la literatura cubana e hispanoamericana junto a José Martí.
Su estilo barroco ha influido en numerosos escritores de habla hispana. 
Nacimiento: 19 de diciembre de 1910, La Habana, Cuba. Fallecimiento: 9 de agosto de 1976, La Habana, Cuba.

domingo, 22 de octubre de 2023

PREPARATIVOS DE VIAJE de Dámaso Alonso.

Unos
se van quedando estupefactos,
mirando sin avidez, estúpidamente, más allá, cada vez más allá,
hacia la otra ladera
otros
voltean la cabeza a un lado y otro lado,
sí, la pobre cabeza, aún no vencida,
casi
con gesto de dominio,
como si no quisieran perder la última página de un libro de aventuras,
casi con gesto de desprecio
cual si quisieran
volver con despectiva indiferencia las espaldas
a una cosa apenas si entrevista,
mas que no va con ellos.
Hay algunos
que agitan con angustia los brazos por fuera del embozo,
cual si en torno a sus sienes espantaran tozudos moscardones azules
o cual si bracearan en un agua densa, poblada de invisibles medusas.
Otros maldicen a Dios,
escupen al Dios que los hizo
y las cuerdas heridas de sus chillidos acres
atraviesan como una pesadilla las salas insomnes del hospital,
hacen oscilar como viento sutil
las alas de las tocas
y cortan el torpe vaho del cloroformo.
Algunos llaman con débil voz
a sus madres
las pobres madres, las dulces madres
entre cuyas costillas hace ya muchos años que se pudren las tablas del ataúd.
Y es muy frecuente
que el moribundo hable de viajes largos,
de viajes por transparentes mares azules, por archipiélagos remotos,
y que se quiera arrojar del lecho
porque va a partir el tren, porque ya zarpa el barco.
(Y entonces se les hiela el alma
a aquellos que rodean al enfermo. Porque comprenden.)
Y hay algunos, felices,
que pasan de un sueño rosado, de un sueño dulce, tibio y dulce,
al sueño largo y frío.
Ay, era ese engañoso sueño,
cuando la madre, el hijo, la hermana
han salido con enorme emoción, sonriendo, temblando, llorando,
han salido de puntillas,
para decir: « ¡Duerme tranquilo, parece que duerme muy bien!»
Pero, no: no era eso.
... Oh sí; las madres lo saben muy bien: cada niño se duerme de una manera distinta...
Pero todos, todos se quedan
con los ojos abiertos.
Ojos abiertos, desmesurados en el espanto último,
ojos en guiño, como una soturna broma, como una mueca ante un panorama grotesco,
ojos casi cerrados, que miran por fisura, por un trocito de arco, por el segmento inferior de las pupilas.
No hay mirada más triste.
Sí, no hay mirada más profunda ni más triste.
Ah, muertos, muertos, ¿qué habéis visto
en la esquinada cruel, en el terrible momento del tránsito?
Ah, ¿qué habéis visto en ese instante del encontronazo con el camión gris de la muerte?
No sé si cielos lejanísimos de desvaídas estrellas, de lentos cometas solitarios hacia la torpe nebulosa inicial,
no sé si un infinito de nieves, donde hay un rastro de sangre, una huella de sangre inacabable,
ni si el frenético color de una inmensa orquesta convulsa cuando se descuajan los orbes,
ni si acaso la gran violeta que esparció por el mundo la tristeza como un largo perfume de enero,
ay, no sé si habéis visto los ojos profundos, la faz impenetrable.
Ah, Dios mío, Dios mío, ¿qué han visto un instante esos ojos que se quedaron abiertos?

* Dámaso Alonso y Fernández de las Redondas (Madrid, 22 de octubre de 1898-Ibídem, 25 de enero de 1990).

miércoles, 18 de octubre de 2023

El poeta murió al amanecer de Raúl González Tuñón.

El poeta murió al amanecer 
de Raúl González Tuñón.
Sin un céntimo, solo, tal como vino al mundo,
murió al fin en la plaza frente a la inquieta feria.
Velaron el cadáver del dulce vagabundo
dos musas: la esperanza y la miseria.
Fue un poeta completo de su vida y su obra,
escribió versos casi celestes, casi mágicos,
de invención verdadera
y como hombre de su tiempo que era
también ardientes cantos y poemas civiles
de esquinas y banderas.

Algunos, los más viejos, lo negaron de entrada.
Algunos, los más jóvenes, lo negaron después.
Hoy irán a su entierro cuatro buenos amigos,
los parroquianos del Café,
los artistas del circo ambulante,
unos cuantos obreros,
un antiguo editor,
una hermosa mujer
y mañana, mañana,
florecerá la tierra que caiga sobre él.

Deja muy pocas cosas, libros, un Heine, un Whitman,
un Quevedo, un Darío, un Rimbaud, un Baudelaire,
un Schiller, un Bertrand, un Becquer, un Machado,
versos de un ser querido que se fue antes que él,
muchas cuentas impagas, un mapa, una veleta
y una antigua fragata dentro de una botella.
Los que le vieron dicen que murió como un niño.
Para él fue la muerte como el último asombro:
tenía una estrella muerta sobre el pecho vencido,
y un pájaro en el hombro.

"Traigo la palabra y el sueño, la realidad y el juego de lo inconsciente, lo cual quiere decir que yo trabajo con toda la realidad y si hay alguna persona que quiere saber lo que me ha ocurrido ya se puede ir enterando" .
Fragmento de "Juancito caminador" uno de los últimos poemas de González Tuñón.

ECHE VEINTE CENTAVOS EN LA RANURA
(de El violín del diablo)
A pesar de la sala sucia y oscura
de gentes y de lámparas luminosa
si quiere ver la vida color de rosa
eche veinte centavos en la ranura.
Y no ponga los ojos en esa hermosa
que frunce de promesas la boca impura.
Eche veinte centavos en la ranura
si quiere ver la vida color de rosa.
El dolor mata, amigo, la vida es dura,
eche veinte centavos en la ranura
si quiere ver la vida color de rosa.
II
Lamparillas de la Kermesse,
títeres y titiriteros,
volver a ser niño otra vez
y andar entre los marineros
de Liverpool o de Suez.
III
Teatrillos de utilería.
Detrás de esos turbios cristales
hay una sala sombría.
Paraísos artificiales.
IV
Cien lucecitas. Maravilla
de reflejos funambulescos.
¡Aquí hay mujer y manzanilla!
Aquí hay olvido, aquí hay refrescos.
Pero sobre todo mujeres
para hombres de los puertos
que prenden como alfileres
sus ojos en los ojos muertos.

No debe tener esqueleto
el enano de Sarrasani,
que bien parece un amuleto
de la joyería Escasany.
Salta la cuerda, sáltala,
ojos de rata, cara de clown
y el trala-trala-trálala
ritma en tu viejo corazón.

Estampas, luces, musiquillas,
misterios de los reservados
donde entrarán a hurtadillas
los marinos alucinados.
Y fiesta, fiesta casi idiota
y tragicómica y grotesca.
Pero otra esperanza remota
De vida miliunanochesca…
V
¡Qué lindo es ir a ver
la mujer
la mujer más gorda del mundo!
Entrar con un miedo profundo
pensando en la giganta de Baudelaire…
Nos engañaremos, no hay duda,
si desnuda nunca muy desnuda,
si barbuda nunca muy barbuda
será la mujer.
Pero ese momento de miedo profundo…
¡Qué lindo es ir a ver
la mujer
la mujer más gorda del mundo!
VI
Y no se inmute, amigo, la vida es dura,
con la filosofía poco se goza.
Eche veinte centavos en la ranura
si quiere ver la vida color de rosa.

Raúl González Tuñón nace en Ciudad de Buenos Aires el 29 de marzo de 1905 - Fallece el 14 de agosto de 1974.
Hijo de inmigrantes españoles de origen obrero, el sexto de siete hermanos.
Raúl González Tuñón se lo considera “la vanguardia literaria” de nuestra Argentina de los años ´20. Por esos años como era costumbre o moda de los intelectuales viajaran a Europa.  
Vivió en París y también en Madrid donde trabó relación con César Vallejo, Rafael Alberti, Miguel Hernández, Federico García Lorca y Pablo Neruda.
En sus tareas de índole periodista González Tuñón trabajó en diario “Crítica” de Natalio Botana. Un diario sensacionalista de esos años donde brindó espacio a Jorge Luis Borges, Conrado Nalé Roxlo, Roberto Arlt, Carlos de la Púa, Alfonsina Storni y Ulyses Petit de Murat y en diario "Clarín", donde escribió crítica de artes plásticas y crónicas de viajes.
“Se casó con Amparo Mom y trabó una profunda amistad con Pablo Neruda y su esposa Delia del Carril (también argentina). Cuando estalló la Guerra Civil Española, ambas parejas se trasladaron desde Madrid a Santiago de Chile y compartieron una misma casa. Secundó al poeta chileno en la fundación de la sección chilena de la Alianza de Intelectuales para la Defensa de la Cultura, organización antifascista surgida del Congreso Escritores de Valencia, realizado en Barcelona, en medio de los bombardeos franquistas” (Wikipedia).
El primero de febrero de 1946, ante la inminencia de la elecciones presidenciales, Raúl  González Tuñón firma la “Declaración de escritores en apoyo a la Unión Democrática" junto con Victoria Ocampo, Borges y Sábato. La Unión Democrática fue una alianza electoral contra el entonces Coronel Perón, con el respaldo del embajador norteamericano Braden,  de la que participaron diversos partidos políticos, entre ellos, la Unión Cívica Radical, el Partido Socialista, el Partido Demócrata Progresista, el Partido Demócrata Nacional y el Partido Comunista. La fórmula presidencial estuvo integrada por Tamborini y Mosca, ambos del radicalismo.
Afiliado al Partido Comunista de la Argentina.  
Fallece el 14 de agosto de 1974 a los 69 años.

martes, 17 de octubre de 2023

El 45 de María Elena Walsh.


El 45 
de María Elena Walsh.

Te acordás hermana qué tiempos aquellos,
la vida nos daba la misma lección.
En la primavera del cuarenta y cinco
tenias quince años lo mismo que yo.

Te acordás hermana de aquellos cadetes,
del primer bolero y el té en El Galeón
cuando los domingos la lluvia traía
la voz de Bing Crosby y un verso de amor.

Te acordás de la Plaza de Mayo
cuando «el que te dije» salía al balcón.
Tanto cambió todo que el sol de la infancia
de golpe y porrazo se nos alunó.

Te acordás hermana qué tiempos de seca
cuando un pobre peso daba un estirón
y al pagarnos toda una edad de rabonas
valía más vida que un millón de hoy.

Te acordás hermana que desde muy lejos
un olor a espanto nos enloqueció:
era de Hiroshima donde tantas chicas
tenían quince años como vos y yo.

Te acordás que más tarde la vida
vino en tacos altos y nos separó.
Ya no compartimos el mismo tranvía,
sólo nos reúne la buena de Dios.

viernes, 13 de octubre de 2023

A Caña y a Café (américa). Canta: Julio Iglesias.

 

Me hueles a merengue y a bolero, a caña y a café.
Me hueles a corrido y a charango, carnavalito y miel.
Me hueles a maracas y a guitarra,
A gaucho solitario y a sabana,
A piel morena y sal,
A caña y a café.

A caña y a café. (a caña y a café)
A caña y a café. (a caña y a café)
Me hueles a guayaba,
A cordillera helada,
A tierra verde y lluvia tropical,
A caña y a café. (a caña y a café)

A caña y a café. (a caña y a café)
A caña y a café.
A caña y a café.
A piel morena y sal.
A caña y a café.

Me hueles a tabaco y a manises, a dátiles y a ron.
Me hueles a emigrantes que se fueron cantando una canción.
Me hueles a torrente y a quebrada,
Me hueles a mujer enamorada,
A piel morena y sal,
A caña y a café. (a caña y a café).

A caña y a café. (a caña y a café)
A caña y a café.
A caña y a café.
A piel morena y sal.
A caña y a café. (a caña y a café)

Oye, morena linda, ¡cómo me gustas! (a caña y a café)
Oye, morena linda, ¡cómo me gustas! (a caña y a café)
Oye, morena linda, ¡cómo me gustas! (a caña y a café)
Oye, oye, negrita linda... (a caña y a café)
Oye, negrita... linda...
Oye, negrita linda, cómo me gustas... (a caña y a café)
Baila... baila conmigo... (a caña y a café).


Un tema que canta Julio Iglesias inspirado en tema "América" de José Luis Perales.



El clavel de Evaristo Carriego.

El clavel
de Evaristo Carriego.


Fue al surgir de una duda insinuativa,
cuando hirió tu severa aristocracia,
como un símbolo rojo de mi audacia,
un clavel que tu mano no cultiva.

Quizás hubo una frase sugestiva,
o viera una intención tu perspicacia,
pues tu serenidad llena de gracia
fingió una rebelión despreciativa...

Y así, en tu vanidad, por la impaciente
condena de un orgullo intransigente,
mi rojo heraldo de amatorios credos

mereció, por su símbolo atrevido,
como un apóstol o como un bandido,
la guillotina de tus nobles dedos.

Evaristo Francisco Estanislao Carriego fue un poeta argentino nace el 7 de mayo de 1883 en Paraná (provincia de Entre Ríos). Fallece el 13 de octubre de 1912 en Buenos Aires a los 29 años.

jueves, 12 de octubre de 2023

Amor América. Autor: Pablo Neruda.


Amor América.
Autor: Pablo Neruda.


Antes de la peluca y la casaca 
fueron los ríos, ríos arteriales: 
fueron las cordilleras, en cuya onda raída 
el cóndor o la nieve parecían inmóviles: 
fue la humedad y la espesura, el trueno 
sin nombre todavía, las pampas planetarias. 

El hombre tierra fue, vasija, párpado 
del barro trémulo, forma de la arcilla, 
fue cántaro caribe, piedra chibcha, 
copa imperial o sílice araucana. 
Tierno y sangriento fue, pero en la empuñadura 
de su arma de cristal humedecido, 
las iniciales de la tierra estaban 
escritas. 
Nadie pudo 
recordarlas después: el viento 
las olvidó, el idioma del agua 
fue enterrado, las claves se perdieron 
o se inundaron de silencio o sangre. 

No se perdió la vida, hermanos pastorales. 
Pero como una rosa salvaje 
cayó una gota roja en la espesura 
y se apagó una lámpara de tierra. 

Yo estoy aquí para contar la historia. 
Desde la paz del búfalo 
hasta las azotadas arenas 
de la tierra final, en las espumas 
acumuladas de la luz antártica, 
y por las madrigueras despeñadas 
de la sombría paz venezolana, 
te busqué, padre mío, 
joven guerrero de tiniebla y cobre, 
oh tú, planta nupcial, cabellera indomable, 
madre caimán, metálica paloma. 

Yo, incásico del légamo, 
toqué la piedra y dije: 
Quién 
me espera? Y apreté la mano 
sobre un puñado de cristal vacío, 
Pero anduve entre flores zapotecas 
y dulce era la luz como un venado, 
y era la sombra como un párpado verde. 

Tierra mía sin nombre, sin América, 
estambre equinoccial, lanza de púrpura, 
tu aroma me trepó por las raíces 
hasta la copa que bebía, hasta la más delgada 
palabra aún no nacida de mi boca.

América de José Luis Perales.

 

Me hueles a merengue y a boleroA caña y a caféMe hueles a corrido y a charangoCarnavalito y miel.
Me hueles a maracas y a guitarraA gaucho solitario y a sabanaA piel morena y salMe hueles a canela y a bananasQuerida siempre, y siempre maltratadaSoñando libertad.
América, AméricaMe hueles a guayaba, a cordillera heladaA tierra verde y lluvia tropicalMe hueles a pradera y a eterna primaveraMe hueles a futuro y libertad.
América, AméricaMe hueles a guayaba, a cordillera heladaA tierra verde y lluvia tropicalMe hueles a pradera y a eterna primaveraMe hueles a futuro y libertad.
Me hueles a tabaco y a manisesA dátiles y a ronMe hueles a emigrantes que se fueronCantando una canción.
Me hueles a torrente y a quebradaA sangre campesina derramadaPara tu libertadMe hueles a mujer enamoradaQuerida siempre, y siempre abandonadaSoñando frente al mar.
América, AméricaMe hueles a guayaba, a cordillera heladaA tierra verde y lluvia tropicalMe hueles a pradera y a eterna primaveraMe hueles a futuro y libertad.
América, AméricaMe hueles a guayaba, a cordillera heladaA tierra verde y lluvia tropicalMe hueles a pradera y a eterna primaveraMe hueles a futuro y libertad.
América, AméricaMe hueles a guayaba, a cordillera heladaA tierra verde y lluvia tropicalMe hueles a pradera y a eterna primaveraMe hueles a futuro y libertadAmérica, América.

Bandera de la Hispanidad o de la Raza, 1932.




José Luis Perales Morillas nacido en Castejón, Cuenca  que es una provincia española de la comunidad autónoma de Castilla-La Mancha el 18 de enero de 1945 es un cantautor, productor y autor español. Es uno de los autores más prolíficos y exitosos en la escena española.

“Su primera presentación en Hispanoamérica, y su gran oportunidad según Perales, fue en el Teatro Gran Rex de Buenos Aires, Argentina; donde tuvo un gran recibimiento. «El viaje a Argentina supuso un acontecimiento. Me habían programado en el teatro más importante de Buenos Aires y cuando llegué, la ciudad estaba inundada de carteles que decían «Bienvenido a Argentina, José Luis Perales». Me llevé una sorpresa increíble, yo no creía que fuese tan popular allí... Hasta rodé una peliculita con mi tomavistas, imagínate como estaría de sorprendido del recibimiento» (Wikipedia). 

Compuso canciones para distintos autores. “Y como es él” era un tema para que lo cantara Julio Iglesias pero en el sello discográfico dijeron que sería un éxito (y lo fue) que lo cantara Perales su autor.

En agosto del 2023 estando en Inglaterra, en medio de unas vacaciones familiares, sorprendido por los rumores, hizo su descargo luego de que algunos medios publicaran su fallecimiento y esa noticia difundida por redes sociales. Una irresponsabilidad.

La noticia incluso había llegado a su artículo de Wikipedia, la enciclopedia abierta, en la que su entrada tenía una fecha de muerte: el 7 de agosto de 2023.

José Luis Perales se despidió de los escenarios en abril de 2022. 

*** Cuadro de imágenes pertenece a GPA EL BLOG DE LA PATAGONIA.

https://guillermopirriargentino.blogspot.com/

miércoles, 11 de octubre de 2023

La jiribilla de Pablo Neruda.

La jiribilla

de Pablo Neruda.

AMÉRICA, no invoco tu nombre en vano.
Cuando sujeto al corazón la espada,
cuando aguanto en el alma la gotera,
cuando por las ventanas
un nuevo día tuyo me penetra,
soy y estoy en la luz que me produce,
vivo en la sombra que me determina,
duermo y despierto en tu esencial aurora:
dulce como las uvas, y terrible,
conductor del azúcar y el castigo,
empapado en esperma de tu especie,
amamantado en sangre de tu herencia.

domingo, 8 de octubre de 2023

La sombra de la patria de Almafuerte.



Sueltos van sus cabellos. En guedejas
Por su busto encorvado se derraman
Como velo de angustias o sombría
Melena de león. Adusta, pálida,
Desencajado el rostro: la vergüenza
no tiene la pupila más opaca,
Ni la faz de Jesús, al beso infame,
Se contrajo más rígida. Adelanta
Con medroso ademán... ¡Oh! ¡La ignominia
Con paso triunfador nunca se arrastra!
La voraz invasión de lo pequeño
No hiere como el rayo, pero amansa!
Cuando el alma inmortal cae de rodillas
La materia mortal cae deshojada!
La caída, más honda es la caída
Que nos pone a merced de la canalla,
De lo ruin, de lo innoble, de lo fofo
Que flota sobre el mar como resaca,
Corno fétido gas en el vacío,
Cual chusma vil, sobre la especie humana.

II

Yo la siento gemir, y sus gemidos -
Resonante, recóndita cascada -
En mi cerebro entumecido se hunden,
Y allí, en mitad de las tinieblas, cantan,
Con el santo fervor de los que piensan
Ablandar a su dios con sus plegarias,
Con el grave compás de los que lloran
Y al son de los sollozos se acompañan,
Con el hondo plañir de los que yacen
Más allá de la luz y la esperanza...
Yo la siento gemir, y sus gemidos,
Saetas del pesar, me despedazan,
Reproches del deber, me paralizan,
Pregones de vergüenza, me anonadan!
Yo la siento gemir, y sus gemidos
Sobre mi frágil corazón, estallan
Como todos los vientos de la tierra
Soplando, sin cesar, sobre una rama,
Como toda la fuerza de los orbes
Gravitando, a la vez, sobre una espalda.
Como todo el dolor del universo
Que en una sola vida se agolpara,
Como toda la sombra de los siglos
En una sola mente refugiada.

III

Yo la siento gemir, y me parece
Que la bóveda azul se desencaja,
Cual si fuera una ruina miserable
Que Saturno esparciese con sus alas,
Cual si fuera una cúpula proterva
Que derrumbase Dios, bajo sus plantas...
Yo la siento gemir, y el oceano
Y la selva, y las cumbres y la pampa,
Y la nube y el viento y las estrellas,
Y todo lo insensible y sin entrañas,
Me parece que sienten, me parece
Que asumen voz y proporción humanas;
Me parece que vienen y se postran
Sobre la regia púrpura de mi alma,
Y la súplica ardiente de las cosas
En miserere trágico levantan.

IV

Yo la siento cruzar ante mis ojos
Y es una estrella muerta la que pasa.
Dejando en pos de su fulgor, la sombra,
Porque en pos de su luz, reina la nada!
Yo la siento cruzar ante mis ojos
Y la pupila tras de sí me arranca,
Cual si su imagen desgreñada y torva,
En vez de su visión, fuese una garra!
Yo la siento cruzar ante mis ojos
En aterrante procesión fantástica,
De biblias del deber que ya no enseñan,
De apóstoles del bien que ya no hablan,
De laureles de honor que ya no honran,
De inspirados de Dios que ya no cantan,
De púdicas estolas que envilecen,
De patenas limpísimas que manchan,
De eucarísticos panes que envenenan,
De banderas celestes que se arrastran!
Yo la siento cruzar... ¡Seres felices
Que carecéis de luz en la mirada!
¡Ah! ¡yo no puedo soportar la mía
Bajo la horrible sombra de mi patria!

V

¿Dónde estás, Jehová? ¿Dónde te ocultas?
¿Qué? ¿No vuelves tus ojos y la salvas?
¿Qué? ¿No giras tu rostro y la contemplas?
¿Qué? ¿No extiendes tu mano y la levantas?
Miras echar sobre su casto seno-
¡Que fue pulcro, Señor, como la nácar.
Antes de que su rastro en él dejase
La vil caricia de la gran canalla!-
Miras echar sobre sus nobles hombros,-
¡Hombros que fueran los de Juno y Diana,
Si el azote brutal del infortunio
Su pulido marfil no flagelara!
Miras echar sobre su cuerpo sacro,-
¡Tan sacro, sí, como tus hostias santas,
Porque también tus hostias se mancillan
Porque también tus hostias se profanan!-
Miras echar sobre la patria nuestra,-
Digo por fin, vibrante de arrogancia,-
El hediondo capote del esbirro
Que ha de ser su señor, si no le matas;
¿Y el rayo de tu enojo no descuelgas?
¿Tu flamígero brazo, no descargas?
¿Tu cielo fulgurante, no oscureces?
¿Y tus mundos atónitos no paras?

VI

¿Dónde estás, Jehová? ¿Desde que cumbre,
Circundada de monstruos y de llamas;
Desde qué abismo negro, impenetrable;
Desde qué estrella errante y solitaria
Ves su profanación y no fulminas?
¿Oyes la voz de tu poeta y callas?
La voz de tu poeta que te siente,
La voz de tu poeta que te aclama,
La voz de tu poeta que te adora,
En la noche en el día y en el alba,
En el secreto foro de su pecho
Y en el público altar de su palabra.
¿Dónde estás, Jehová, que así me dejas
Buscarte ansioso por doquier, y callas?
¿Y callas como un ídolo sin lengua,
Como un muñeco rígido sin alma,
A quien supuso vida el fanatismo
Y atribuyó justicia la ignorancia?

VII

¡Sí! La virtud, las leyes, el derecho
La religión, la libertad, la patria,
La tradición gloriosa de los pueblos,
La consigna inviolable de las razas,
Y todo lo que da calor y vida
A ese artefacto rígido que llaman
El universo tuyo, son apenas
Un sueño, una mentira, una palabra;
Una cosa que suena como un disco
Chocando sobre el mármol de una escala;
Una cosa que está como una piedra,
Descendiendo veloz de una montaña:
Una mancha que brilla,
Una boca que grita y que no habla!

VIII

Y la doblez, la astucia, la codicia;
La vileza del sable que amenaza;
La insidia ruin que a la virtud deshonra
Y a las turbas conturba y maniata;
La evidencia del mal, su negro imperio,
Sojuzgando las cosas y las almas,
Cual si fuera la torpe levadura
Que lleva la creación en sus entrañas,
La genésica fuerza incontrastable,
El fiat inicial del protoplasma,-
Esos son la verdad, Dios de los pueblos,
A cuyos pies la humanidad se arrastra
Como van los rebaños trashumantes
Hacia donde los vientos arrebatan,
Los pluviales arroyos a los ríos,
Y a las aguas del mar todas las aguas!

IX

Esos son la verdad, Dios providente,
Que todo lo precaves y lo mandas,
Arquitecto invisible, que dispones
La orientación del pórtico y su fábrica,
Poderoso caudillo que presides
La instrucción del soldado y la batalla,
Tragediante inmortal que verificas
La negra intriga de tus propios dramas!
Esos son la verdad Dios de justicia,
A cuyo tribunal siempre se llama,
Que has hecho del placer el ancho cauce
Que conduce a la muerte o la nostalgia,
Que has dejado indefensa a la gacela
Armando al lobo de potentes garras,
Que has dividido el mundo de los hombres.
En los más, que padecen y trabajan,
Y en los menos, que gozan y que cumplen
La misión de guiar la recua humana,
Y que más grandes son cuando más mienten,
Y que más nobles son cuando más matan!...
¿Dónde estás, Jehová? ¿Dónde te ocultas,
Que así me dejas blasfemar y callas,
Mi rebelión airada no sofrenas,
Mi pequeñez pomposa no anonadas,
Mi razón deleznable no enloqueces,
Y esta lengua de arpía no me arrancas?

X

Los que sabéis de amor -de amor excelso,
Que recorre la arteria y la dilata,
Que reside en el pecho y lo ennoblece,
Que palpita en el ser y lo agiganta-;
Los que sabéis de amor, nobles mancebos,
Fuertes, briosos, púdicos, sin mancha,
Que recién penetráis en el santuario
De la fecunda pubertad sagrada;
Vosotros, -Sí, vosotros ¡oh! mancebos
De talante gentil y alma entusiasta,
Que todavía honráis a vuestras madres,
Circuyendo de besos y de lágrimas
El augusto recinto de sus frentes,
¡La espléndida corona de sus canas!
Volved los rostros a la reina ilustre
Que prostituida por los viejos, pasa,
Y si al poner los ojos en los suyos,
Ojos de diosa que del polvo no alza,
No sentís el dolor que a los varones
Ante el dolor de la mujer ataca;
Si al contemplar su seno desceñido,
Seno de virgen que el rubor abrasa,
No sentís el torrente de la sangre
Que inunda el rostro en borbollón de grana;
Si al escuchar sus ayes angustiosos,
-Ayes de leona que en su jaula brama-
No sentís una fuerza prodigiosa
Que os empuja a la lucha y la venganza;
¡Arrancaos a puñados, de los rostros,
Las mal nacidas juveniles barbas,
Y dejad escoltar a vuestras novias
La Sombra de la Patria!

Pedro Bonifacio Palacios, Almafuerte (San Justo, Argentina, 1854-La Plata, Argentina, 1917).