miércoles, 1 de octubre de 2025

Poema para octubre de Leopoldo de Luis.


Poema para octubre

de Leopoldo de Luis.

La tarde es una rosa vagamente
en la rama desnuda del ocaso.
Una rosa ceniza, como un frío
beso crecido en unos muertos labios.

Leve sombra desliza
su palidez de hielo entre mis manos.
Las pupilas alargan sus miradas
como cautivos pájaros.

Octubre otra vez fruto
de este paisaje, este árbol
donde día tras día oscuramente
mi pobre corazón se va quedando.

Vivir es reencontrarse
en todo lo lejano,
ser otra vez aliento en el paisaje
que fue otra vez soñado.

Vivir es ser corteza de este roble
que en hielo y sol el tiempo va quemando.

El mar de la memoria
se enciende, se ilumina, y a su amparo
el corazón revive,
remoza primaveras, sollozando.

La tarde es una rosa vagamente
en la rama desnuda del ocaso.

A la piadosa luz de octubre vuelvo
y entre la tibia cuenca de mis manos

como un niño dormido
mi corazón levanto.

Vivir es retornar a cada Octubre
para sentirse el corazón dorado.

La tarde es una rosa vagamente
ceniza.
Octubre es fruto
otra vez en el árbol.


Leopoldo Urrutia de Luis, más conocido como Leopoldo de Luis, nació en Córdoba (España) un 11 de mayo de 1918.

Hijo de Alejandro Urrutia Cabezón (un cordobés nacido en La Coruña, abogado e intelectual del grupo modernista, poeta, republicano.

Estudió Magisterio en Valladolid y desde los diecisiete años se radicó en Madrid donde colaboró activamente en las revistas “Garcilaso”, “Espadaña”, “Cántico”, “Ínsula”, “Poesía Española” y “Revista de Occidente”.

Al estallar la Guerra Civil Española, se alistó en el Batallón Pasionaria del Quinto Regimiento del ejército republicano y profundizó su amistad con Miguel Hernández.

Terminada la guerra como capitán del estado mayor del general Escobar, en el frente de Extremadura, pasó por la cautividad en la posguerra (plaza de toros de Ciudad Real y penal de Ocaña), así como por los batallones de trabajadores del Franquismo en el Campo de Gibraltar; así estuvo entre 1939 y 1940, en que fue liberado.

Considerado como un valioso representante de la poesía de la post-guerra.

Fallece en Madrid (España) un 20 de noviembre de 2005. 

lunes, 29 de septiembre de 2025

DÓNDE IREMOS A PARAR de Jorge CASTAÑEDA.

 


DÓNDE IREMOS A PARAR.

Lo dijo mi amigo ahoniken Oscar Payaguala y nació la canción.
Los políticos mendaces
Buscando su conveniencia
Inicuos maracanases
Agotando la paciencia.
Ya perdida la decencia
Dónde iremos a parar.
El honor está perdido
La moral abandonada
El Pueblo como vencido
Y la Patria derrotada.
En está cruel estacada
Dónde iremos a parar.
La Patagonia entregada
Qué manera de sufrir
La vida no vale nada
Ya no se puede vivir.
Si no es nuestro el porvenir
Dónde iremos a parar.
El Estado es un botín
Al que todos echan mano
La ambición no tiene fin
Y vamos a contramano.
Al ver tanto esfuerzo en vano
Dónde iremos a parar.
Al verse tan ultrajada
La Patria tiene un dolor
Y sufre sin decir nada
El oprobio del rencor.
Si olvidamos el amor
Dónde iremos a parar.
Jorge Castañeda.
Valcheta.

domingo, 28 de septiembre de 2025

MUERTE SIN FIN de José Gorostiza Alcalá.

 MUERTE SIN FIN
            I
Conmigo está el consejo y el ser: yo
soy la inteligencia; mía es la fortaleza
PROVERBIOS, 8, 14
Con él estaba yo ordenándolo todo; y
fui su delicia todos los días, teniendo
solaz delante de él en todo tiempo.
PROVERBIOS, 8, 30
Mas el que peca contra mí defrauda
su alma; todos los que me aborrecen
aman la muerte.
PROVERBIOS, 8, 36

Lleno de mí, sitiado en mi epidermis
por un dios inasible que me ahoga,
mentido acaso
por su radiante atmósfera de luces
que oculta mi conciencia derramada,
mis alas rotas en esquirlas de aire,
mi torpe andar a tientas por el lodo;

lleno de mí —ahíto— me descubro
en la imagen atónita del agua,
que tan sólo es un tumbo inmarcesible,
un desplome de ángeles caídos
a la delicia intacta de su peso,
que nada tiene
sino la cara en blanco
hundida a medias, ya, como una risa agónica,
en las tenues holandas de la nube
y en los funestos cánticos del mar
—más resabio de sal o albor de cúmulo
que sola prisa de acosada espuma.
No obstante —oh paradoja— constreñida
por el rigor del vaso que la aclara,
el agua toma forma.
En él se asienta, ahonda y edifica,
cumple una edad amarga de silencios
y un reposo gentil de muerte niña,
sonriente, que desflora
un más allá de pájaros
en desbandada.
En la red de cristal que la estrangula,
allí, como en el agua de un espejo,
se reconoce;
atada allí, gota con gota,
marchito el tropo de espuma en la garganta
¡qué desnudez de agua tan intensa,
qué agua tan agua,
está en su orbe tornasol soñando,
cantando ya una sed de hielo justo!
¡Mas qué vaso —también— más providente
éste que así se hinche
como una estrella en grano,
que así, en heroica promisión, se enciende
como un seno habitado por la dicha,
y rinde así, puntual,
una rotunda flor
de transparencia al agua,
un ojo proyectil que cobra alturas
y una ventana a gritos luminosos
sobre esa libertad enardecida
que se agobia de cándidas prisiones!

viernes, 26 de septiembre de 2025

YO QUIERO SER BOMBERO de Alberto Cortez.

 


YO QUIERO SER BOMBERO.


El padre asegura, será un ingeniero

la madre pretende que sea doctor.

Las tías quisieran que fuera banquero

un hombre de mundo, un gran seductor.

 

La abuela sugiere que aprenda un oficio

para que la vida se pueda ganar

en tanto el abuelo augura que el niño

se pondrá las botas, será militar.

 

Desde su galaxia el niño ya sabe

que cuando sea grande tendrá que ceder.

Pero, mientras tanto, él tiene la llave

del eterno sueño de ser o no ser.

 

Bombero, bombero, yo quiero ser bombero

Bombero, bombero, porque es mi voluntad.

Bombero, bombero, yo quiero ser bombero

que nadie se meta con mi identidad.

 

El niño es un joven que acepta el legado.

Ya le abre sus puertas la universidad.

Al cabo de un tiempo es  un gran abogado

y al cabo de un otro, también es papá.

 

El hijo conjuga futuro y pasado

en las opiniones de lo que será.

Los padres y abuelos ya lo han programado

y rueda la rueda y siempre es igual.

 

Desde su galaxia el niño ya sabe

que cuando sea grande tendrá que aprender

a ser como todos y a tirar la llave

del eterno sueño de ser o no ser..

 

Bombero, bombero, yo quiero ser bombero

Bombero, bombero, porque es mi voluntad.

Bombero, bombero, yo quiero ser bombero

que nadie se meta con mi identidad.

 

Al fin de los tiempos, el niño es un viejo

sentado a la sombra de su realidad

y desde la infancia, como en un espejo,

desfilan las cosas que ya no serán.

 

La casa paterna, juguetes y amigos

y aquel despilfarro de la libertad

se van poco a poco quedando dormidos

en los largos brazos de la soledad.

 

El viejo se apaga y vuelve a su mente

el niño soñando, con ser o no ser.

Cerrando los ojos se va lentamente,

cantando bajito por última vez:

 

Bombero, bombero, yo quiero ser bombero

Bombero, bombero, porque es mi voluntad.

Bombero, bombero, yo quiero ser bombero

que nadie se meta con mi identidad.

Letra: Alberto Cortez. Música: Alberto Cortez.

*** Pertenece a la Página: http://www.albertocortez.com/

Alberto Cortez. Nace en 1940 en la localidad de Rancul, provincia de La Pampa, República Argentina, el 11 de marzo José Alberto García Gallo.

Era descendiente de españoles por parte de su padre, y de italianos piemonteses por parte de su madre, Ana Magdalena Gallo.

Alberto Cortez fallece el jueves 4 de abril de 2019 en la ciudad de Móstoles, Comunidad de Madrid, España, a los 79 años.




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lunes, 22 de septiembre de 2025

GRIETA MATINAL de Álvaro Mutis.

Cala tu miseria,
sondéala, conoce sus más escondidas cavernas.
Aceita los engranajes de tu miseria,
ponla en tu camino, ábrete paso con ella
y en cada puerta golpea
con los blancos cartílagos de tu miseria.
Compárala con la de otras gentes
y mide bien el asombro de sus diferencias,
la singular agudeza de sus bordes.
Ampárate en los suaves ángulos de tu miseria.
Ten presente a cada hora
que su materia es tu materia,
el único puerto del que conoces cada rada,
cada boya, cada señal desde la cálida tierra
donde llegas a reinar como Crusoe
entre la muchedumbre de sombras
que te rozan y con las que tropiezas
sin entender su propósito ni su costumbre.
Cultiva tu miseria,
hazla perdurable,
aliméntate de su savia,
envuélvete en el manto tejido con sus más secretos
     hilos.
Aprende a reconocerla entre todas,
no permitas que sea familiar a los otros
ni que la prolonguen abusivamente los tuyos.
Que te sea como agua bautismal
brotada de las grandes cloacas municipales,
como los arroyos que nacen en los mataderos.
Que se confunda con tus entrañas, tu miseria;
que contenga desde ahora los capítulos de tu muerte,
los elementos de tu más certero abandono.
Nunca dejes de lado tu miseria,
así descanses a su vera
como junto al blanco cuerpo
del que se ha retirado el deseo.
Ten siempre lista tu miseria
y no permitas que se evada por distracción o engaño.
Aprende a reconocerla hasta en sus más breves
     signos:
el encogerse de las finas hojas del carbonero,
el abrirse de las flores con la primera frescura de la
     tarde,
la soledad de una jaula de circo varada en el lodo
del camino, el hollín en los arrabales,
el vaso de latón que mide la sopa en los cuarteles,
la ropa desordenada de los ciegos,
las campanillas que agotan su llamado
en el solar sembrado de eucaliptos,
el yodo de las navegaciones.
No mezcles tu miseria en los asuntos de cada día.
Aprende a guardarla para las horas de tu solaz
y teje con ella la verdadera,
la sola materia perdurable
de tu episodio sobre la tierra.

de Los trabajos perdidos [1965]
Álvaro Mutis Jaramillo (Bogotá, 25 de agosto de 1923-Ciudad de México, 22 de septiembre de 2013)​.