lunes, 19 de mayo de 2025

ROSA BLANCA.


José Julián Martí Pérez (La Habana, 28 de enero de 1853 - Dos Ríos, 19 de mayo de 1895).

Hijo de padres españoles, de origen humilde.  

Fue un político, ensayista, periodista y filósofo cubano, fundador del Partido Revolucionario Cubano y organizador de la Guerra de Independencia de Cuba, durante la que murió en combate. Se le ha considerado el iniciador del modernismo literario en Hispanoamérica. Estudió bajo el cuidado del poeta Rafael María de Mendive,

A los dieciséis años fue encarcelado por sus ideas revolucionarias y posteriormente indultado y deportado a España. Continuó su educación en la Universidad de Zaragoza donde se licenció en las carreras de Filosofía y Letras y en Derecho, ambas en 1874.

Vivió luego en México y Guatemala, regresando a Cuba de donde fue nuevamente desterrado en 1879.

Durante su exilio en EE.UU. se dedicó al periodismo y fundó el Partido Revolucionario Cubano en 1892.

“Entre 1880 y 1890 Martí alcanzaría renombre en América a través de artículos y crónicas que enviaba desde Nueva York a importantes periódicos: La Opinión Nacional de Caracas, La Nación de Buenos Aires y El Partido Liberal de México. Posteriormente decide buscar mejor acomodo en Venezuela, a donde llega el 20 de enero de 1881. En Caracas fundó la Revista Venezolana, de la que pudo editar solo dos números. En el segundo número, Martí escribe un notable ensayo sobre el destacado intelectual Cecilio Acosta que disgusta al presidente Guzmán Blanco, motivo suficiente para ser expulsado del país. En Nueva York trabajó para la casa editorial Appleton como editor y traductor" (Wikipedia).

Como escritor fue el precursor del modernismo latinoamericano, representado en numerosas obras entre las que se destacan, “Ismaelillo”, “Versos sencillos” y “Versos libres”.

Fallece en combate en 1895 durante su lucha contra las tropas españolas en Dos Ríos, actual provincia de Granma, en el oriente cubano. 

"La libertad es el derecho que tienen las personas de actuar libremente, pensar y hablar sin hipocresía".

Yo soy un hombre sincero de José Martí.

 


Mis amigos saben cómo se me salieron estos versos del corazón. Fue aquel invierno de angustia, en que por ignorancia, o por fe fanática, o por miedo, o por cortesía, se reunieron en Washington, bajo el águila temible, los pueblos hispanoamericanos. ¿Cuál de nosotros ha olvidado aquel escudo, el escudo en que el águila de Monterrey y de Chapultepec, el águila de López y de Walker, apretaba en sus garras los pabellones todos de la América? Y la agonía en que viví, hasta que pude confirmar la cautela y el brío de nuestros pueblos; y el horror y vergüenza en que me tuvo el temor legítimo de que pudiéramos los cubanos, con manos parricidas, ayudar el plan insensato de apartar a Cuba, para bien único de un nuevo amo disimulado, de la patria que la reclama y en ella se completa, de la patria hispanoamericana, me quitaron las fuerzas mermadas por dolores injustos. Me echó el médico al monte: corrían arroyos, y se cerraban las nubes: escribí versos. A veces ruge el mar, y revienta la ola, en la noche negra, contra las rocas del castillo ensangrentado: a veces susurra la abeja, merodeando entre las flores.

Prólogo de Versos Sencillos, 1891.

Yo soy un hombre sincero.

Yo soy un hombre sincero
De donde crece la palma,
Y antes de morirme quiero
Echar mis versos del alma.
Yo vengo de todas partes,
Y hacia todas partes voy:
Arte soy entre las artes,
En los montes, monte soy.
Yo sé los nombres extraños
De las yerbas y las flores,
Y de mortales engaños,
Y de sublimes dolores.
Yo he visto en la noche oscura
Llover sobre mi cabeza
Los rayos de lumbre pura
De la divina belleza.
Alas nacer vi en los hombros
De las mujeres hermosas:
Y salir de los escombros,
Volando las mariposas.
He visto vivir a un hombre
Con el puñal al costado,
Sin decir jamás el nombre
De aquella que lo ha matado.
Rápida, como un reflejo,
Dos veces vi el alma, dos:
Cuando murió el pobre viejo,
Cuando ella me dijo adiós.
Temblé una vez —en la reja,
A la entrada de la viña,—
Cuando la bárbara abeja
Picó en la frente a mi niña.
Gocé una vez, de tal suerte
Que gocé cual nunca:—cuando
La sentencia de mi muerte
Leyó el alcalde llorando.
Oigo un suspiro, a través
De las tierras y la mar,
Y no es un suspiro,—es
Que mi hijo va a despertar.
Si dicen que del joyero
Tome la joya mejor,
Tomo a un amigo sincero
Y pongo a un lado el amor.
Yo he visto al águila herida
Volar al azul sereno,
Y morir en su guarida
La víbora del veneno.
Yo sé bien que cuando el mundo
Cede, lívido, al descanso,
Sobre el silencio profundo
Murmura el arroyo manso.
Yo he puesto la mano osada,
De horror y júbilo yerta,
Sobre la estrella apagada
Que cayó frente a mi puerta.
Oculto en mi pecho bravo
La pena que me lo hiere:
El hijo de un pueblo esclavo
Vive por él, calla y muere.
Todo es hermoso y constante,
Todo es música y razón,
Y todo, como el diamante,
Antes que luz es carbón.
Yo sé que el necio se entierra
Con gran lujo y con gran llanto.
Y que no hay fruta en la tierra
Como la del camposanto.
Callo, y entiendo, y me quito
La pompa del rimador:
Cuelgo de un árbol marchito
Mi muceta de doctor.

*** De Versos sencillos.

José Julián Martí Pérez fue un político, ensayista, periodista y filósofo cubano, fundador del Partido Revolucionario Cubano y organizador de la Guerra de Independencia de Cuba, durante la que murió en combate. Se le ha considerado el iniciador del modernismo literario en Hispanoamérica. 
Nacimiento: 28 de enero de 1853, La Habana, Cuba.
Fallecimiento: 19 de mayo de 1895, Río Cauto, Cuba.
Datos: Wikipedia.

sábado, 17 de mayo de 2025

Desinformémonos - Mario Benedetti.

Desinformémonos hermanos
tan objetivamente como podamos

desinformémonos con unción
y sobre todo
con disciplina

qué espléndido que tus vastas praderas
patriota del poder
sean efectivamente productivas

desinformémonos
que lindo que tu riqueza no nos empobrezca
y tu dádiva llueva sobre nosotros pecadores
qué bueno que se anuncie tiempo seco

desinformémonos
proclamemos al mundo la mentidad y la verdira

desinformémonos
nuestro salario bandoneón se desarruga
y si se encoge eructa quedamente
como batracio demócrata y saciado

desinformémonos y basta
de pedir pan y techo para el mísero
ya que sabemos que el pan engorda
y que soñando al raso
se entonan los pulmones

desinformémonos y basta
de paros antihigiénicos que provocan
ersipelas y redundancias
en los discursos del mismísimo

basta de huelgas infecto contagiosas
cuya razón es la desidia
tan subversiva como fétida

garanticemos de una vez por todas
que el hijo del patrón gane su pan
con el sudor de nuestra pereza

desinformémonos
pero también desinformemos

verbigracia
tiranos no tembléis
por qué temer al pueblo
si queda a mano el delirium tremens
gustad sin pánico vuestro scotch
y dadnos la cocacola de cada día

desinformémonos
pero también desinformemos

amemos al prójimo oligarca
como a nosotros laburantes

desinformémonos hermanos
hasta que el cuerpo aguante
y cuando ya no aguante
entonces decidámonos
carajo decidámonos
y revolucionémonos.
Mario Benedetti (Paso de los Toros, 14 de septiembre de 1920-Montevideo, 17 de mayo de 2009)​ fue un escritor, poeta, dramaturgo y periodista uruguayo.

viernes, 16 de mayo de 2025

COSAS DE SOBERÓN por Julio Manuel Narváez.


COSAS DE SOBERÓN por Julio Manuel Narváez.

Era un personaje de la zona, algo excéntrico. Parece ser que sufrió un gran dolor cuando su hermano, a quien hacía muchos años que no veía vino a visitarlo y se ahogó en el río.

En una noche bochornosa de verano se fue a dormir sobre el techo playo de la cabaña; cuando de pronto, lo despertaron las voces de la gente que andaba martineando (cazando martinetas en noche oscura con farol y armados de palos).

Escuchó que decían: "Soberón siempre tiene cosas buenas tanto para comer como para beber, rompamos la cerradura y entremos".

Nunca imaginaron que los estaba oyendo.

Soberón usaba como cobijo un poncho desflecado, se la pasó por la cabeza al tiempo que gritaba "Buau".

Los sorprendidos intrusos se dieron tal susto que emprendieron veloz carrera, se oyeron rodar las piedras acantilado abajo. No se desnucaron de casualidad, fue una buena lección.

Julio Manuel Narváez - Ingeniero Huergo.

Publicado en "Espacio de opinión" de "La Comuna de Villa Regina", miércoles 18 de abril de 2012, página 6.

Publicado en EL REGINENSE. 6 de mayo del 2012.

El Ing. Julio Narváez fue un apasionado, como pocos, por los caballos criollos, los animales silvestres de la Patagonia Argentina y un “historiador-recopilador” de esas tantas historias, anécdotas, relatos orales que unen a las localidades valletanas. También fue un coleccionista morteros, antiquísimas máquinas de coser, puntas de flechas, documentos y fotografías.

El Ing. Julio Manuel Narváez  fue nacido y criado en Ingeniero Huergo en 1929. Se alejó de su terruño natal cuando estudió  de Ingeniero Civil.

Opinaba que la indagación histórica "Es algo que siempre me interesó mucho. Tuve la oportunidad de conocer a viejos pobladores que me brindaron muchos datos interesantes sobre esta ciudad" que fueron llevados en el libro De Tiempos Idos.

Falleció en su Ing. Huergo natal, a los 83 años.

RINCÓN BARDA SUREÑA. Más de 1000000 de visitas.

 

El jueves 15 de mayo del 2025 RINCÓN BARDA SUREÑA tiene más 1 millón de visitas o vistas.

miércoles, 14 de mayo de 2025

Historia de vida sobre caballos baguales por Julio Manuel Narváez.

 


Historia de vida sobre caballos baguales por Julio Manuel Narváez.

Hace un tiempo, había combinado con el señor Pedro Juárez (un gaucho de los antes) que me esperaría en la costa sur del río Negro con una yunta de caballos de andar.

Sin pensarlo más traqueamos para el sur, era el mes de abril de 1957. Ya las tardes se iban acortando, así que al atardecer llegamos a un charco barroso rodeado de unas matas de monte que se encontraba sobre la planicie; dos perros que nos acompañaban querían tomar agua allí, y mi compañero los echó del lugar. Le preguntó: ¿por qué hace eso? y me contesta: primero tenemos que sacar agua para nosotros. Luego hizo n fuego y usando él un tacho de pava, preparó unos mates que compartimos. Yo también me moría de sed.

Entre mate y mate, y que conversamos un poco, empezó a oscurecer. Los perros se levantaron y se pusieron a ladrar a un hombre que andaba a pie, que nos dijo: -“Buenas noches”, se trataba del señor Enrique López, quien era muy gaucho; solía soltar el caballo y lo agarraba en el campo, como lo hizo en esa ocasión. Nosotros atamos las cabalgaduras en un monte de olivillos mientras conversaba con el paisano conocido, le encargo si podía conseguirme un bagual overo, a lo que me contestó que iba a tratar de bolearme uno. Cerca de donde acampábamos dijo haber visto dormitando a la manada de Paleta Blanca; a las distintas manadas de caballos las van denominando de acuerdo a características de alguno de sus componentes. En este caso se trata de las del cojudo de pelaje zaino con la particularidad de tener una paleta blanca, se trataba de un animal bastante viejo. Si habría gambeteado tiros de boleadoras, pero no pudo gambetearle al destino, pues apareció muerto en la costa del río a consecuencia del gusano del cuajo, según mi informante.

Durante la noche y habiendo pasado mucho frío, sentí como se levantaba “Don Pedro” y me cobijaba con un ponchito, un perro echado a mis pies aumentaba el calor de mi cuerpo.

Así fue pasando la noche y apenas amaneció, después de unos mates, ensillamos. Nuestros caballos también habían pasado una mala noche, se habían enredado, estaban entumecidos y con el lomo escarchado. Rumbeamos el charco “La Espuela”. A poco de andar, me dice Don Pedro: -“Ahí tiene a sus baguales” y poniendo la pierna sobre la cruz del animal, se pone a liar un cigarrillo (aún hoy me parece verlo en tal postura).

Mis ojos no daban abasto viendo caballos por todos lados, dos yeguas torbillas inmóviles como estatuas mientras el padrillo se paseaba delante de ellas. A mi izquierda una tropilla desparramada; arrimándose al cojudo una yegua madrina baya cabos negros con una potranca colorada de mala cara.

Yo le avisé a Don Pedro que había una yegua madrina, este tirando el pucho y con una puteada me dice: -córtele a ver si la puedo separar, él le silbaba bajito, la yegua miraba al padrillo y a él. En ese momento de indecisión la pudimos cortar, Don Pedro se acercó, le tocó el anca y le manoteó el cogote, le sacó la manea que llevaba en la collera.

Sacó la manea de su caballo y le puso doble manea a la yegua, la arrió con un látigo y la llevó con la tropilla (todos los miembros de la tropilla estaban mordisqueados) por lo pronto pudimos salvar a la madrina y a la potranca.

Al padrillo le pareció que nos arrimábamos mucho, pegó un relincho y disparó seguido de sus yeguas, es por ello que el paisano le tiene odio a los caballos baguales, porque roban la madrina y así desparraman a la tropilla; esto lo hacen los padrillos nuevos, que no pueden hacerse de yeguas que han sido acaparadas por los caballos más veteranos.

A mí no me desilusionaron los caballos baguales, al contrario, sus sentidos exacerbados al máximo por el ejercicio constante, son dignos de encomio, sobre todo, por olfato, como pudimos comprobar en otra oportunidad.

Estamos emprendiendo el regreso, cuando visualizamos a un manadón de por lo menos once yeguarizos. Se trataba de la manada del overo que emprende una veloz huida. Mientras seguimos andando, Don Pedro va prendiendo fuego el mata sebo. Al preguntarle por qué hace eso me contesta: -los baguales le tienen mucho miedo al fuego porque lo produce el hombre y este hecho puede favorecer a otros paisanos que anden recorriendo el campo para bolear a los baguales.

Los baguales son muy madrugadores y vespertinos, en esas horas del día tienen muy poco requerimiento de agua, pues aprovechan al máximo el rocío, por eso mañerean mucho para bajar el agua y lo hacen resoplando, olfateando.

Cuando no ven peligro llegan y, como dicen los paisanos, se encharcan, llegando a tomar cerca de setenta litros de agua, por lo que, después de hacerlo, se encuentran muy vulnerables al acoso del hombre y se acalambran enseguida.

Finalmente, al terminar estas jornadas, como la que acabo de describir, siento alegría por haber conocido todo esto pero a la vez tristeza al ver que se van perdiendo.

Julio Manuel Narváez - Ingeniero Huergo.

Carta de lectores que fuera publicada en el semanario "LA COMUNA DE VILLA REGINA". corresponde a la edición Nro. 437, Espacio de Opinión, miércoles 4 de abril de 2012.

Foto internet ilustrativa de la entrada.

Publicada en El Reginense 10 de abril 2012.

El Ing. Julio Narváez fue un apasionado, como pocos, por los caballos criollos, los animales silvestres de la Patagonia Argentina y un “historiador-recopilador” de esas tantas historias, anécdotas, relatos orales que unen a las localidades valletanas. También fue un coleccionista morteros, antiquísimas máquinas de coser, puntas de flechas, documentos y fotografías.

El Ing. Julio Manuel Narváez  fue nacido y criado en Ingeniero Huergo en 1929. Se alejó de su terruño natal cuando estudió  de Ingeniero Civil.

Opinaba que la indagación histórica "Es algo que siempre me interesó mucho. Tuve la oportunidad de conocer a viejos pobladores que me brindaron muchos datos interesantes sobre esta ciudad" que fueron llevados en el libro De Tiempos Idos.

Falleció en su Ing. Huergo natal, a los 83 años.

Al mar hay que decirlo de César Fernández Moreno.

al mar hay que decirlo
el mar es un hecho que el hombre no puede pasar por alto
hay que volverlo palabras
hay que hacer del mar un sonido que te salga de la boca
un dibujo de letras que te parta el corazón
ahora van a ver qué fácil
yo les voy a decir
el mar

uno va por el camino y de pronto el mar
sale del cielo para abajo
está duro liso cobrizo vertical
uno ve el mar y qué
es algo innecesario rebuscado
un mero color puro
con la tierra y el cielo bastaba para envasar la tarde
pero el camino se derrumba al mar
y el mar te punza la cara se mete en tus sentidos
entonces te das cuenta
lo importante del mar es que viene a la tierra
hay una fuerza que se apoya en el horizonte y se proyecta
     hacia aquí
viene y se rompe en la roca
la vertical gira como hélice lo liso se eriza lo cobrizo se irisa
el mar se particulariza se desparrama se deja chupar por la
     playa
lo duro se fragmenta en un millón de besitos
aquel mar general resulta ser una cita con vos en la costa
un hecho neto de tu biografía
este momento de tu respiración

entonces no es el mar
yo no decía el mar en tanto rompe sobre la orilla
no decía tu retina ni tu epidermis
qué me importa el mar trepando tu pie
yo preguntaba por el mar por el mar
a ver si le puedo sacar el parecido
parece la pampa pero con alambrados de espuma
una palma de mano que sostiene las nubes
una almohada para la cabeza de dios
el ojo de buey por donde mira dios desde su camarote
el ojo de la tierra
una rueda con cámara de horizonte
la línea de flotación de todos los buques
la tumbadora que golpean los nadadores
el refugio subterráneo de las playas
una bailarina deshecha
el ruido líquido la parte más baja del cielo
o el verdadero cielo y estamos al revés las estrellas se
     cayeron arriba
o el verdadero continente y aquí nos ahogamos
si el mar fuera todo eso sería lo que no es
entonces cuál es yo preguntaba por su tejido de adentro
por el mar por el maaar

desde el cielo las olas pierden énfasis
solo configuran la curtida piel del mar
flota un barco al sol como un insecto acuático
la rompiente no grita al abordar la tierra
solo manifiesta su impotencia de seguir mar con una
     marginal protesta de espuma
es tan evidente que la forma de la costa depende de la tierra
que el mar es una extensa pero débil objeción del agua a la
     tierra
a estas alturas todo se pone demasiado abstracto
el cielo siquiera tiene nubes
el mar solo tiene mar
qué manera de estar esto ya no es el mar
las nubes perfeccionan momento a momento su explosión
     silenciosa
solo ellas son humanas están más vírgenes más besables por
     arriba
el mar no existiría si las nubes no lo necesitaran para
     proyectar su forma
las nubes determinan un cielo de arriba y otro de abajo los
     dos con puntitos blancos
el avión elegante vuela gozando el sol
que permanece arriba sin llegar a los hombres
sin embargo las nubes se rasgan se dispersan
y el mar triunfa sigue abajo sin una fisura
pero yo no quería decir ese mar sus componendas con la
     tierra y el cielo
con el sol con la sopa de nubes

yo quería decir el mar
no resbalar entre los planos del silencio
cerré los ojos ahí estaban las mismas nubes
entonces volví abajo para mirar el mar desde el mar
puse mi tiempo en agua por el ancho de un océano
el buque habló humo el mar contestó espuma
al mar hay que decirlo yo insistí
queriendo una vez más restablecer a palabras mi equilibrio
    con el mundo
ahí estaba esa cosa verde
la miré la volví a mirar la seguí mirando hasta que se me
disolvieron los párpados
pero el mar seguía consistiendo en la exagerada redondez
     del horizonte
el paisaje infinito no será para verlo
en vano el hombre se arroja contra él
rebota y vuelve a sus sensaciones orgánicas
a sus dedos amarillos de tabaco a la cutícula irregular de
     sus uñas
ya viene la noche a relevarme ya te cubre de sí
mar como si no fueras lo bastante oscuro
a lo lejos la tierra alardea de faros
como si ella fuera tan clara
en vano tus olas se me aplastan contra los oídos y me
     cambian el mundo
yo no entiendo lo que querés decirme
¿quién te bate desde adentro quién te emociona hasta
     volverte espuma?
¿para qué tanta agua si no podrías ahogar una gaviota?
¿qué te parece la república argentina
te acordás de Mariano Moreno?

pero el mar no responde
la quilla lo hiere lo saja
él opone magia blanca de espuma y recobra su respiración
     ondulante

yo no te puedo ver solo la luna nueva te contempla en secreto
igual me lanzo todo el tiempo sobre vos
¿un contenido? ¿la cosa más grande puesta sobre el planeta?
imagínense un vaso lleno de agua
los habitantes de sus bordes vivirían embrujados por ese
     líquido
en definitiva la menor gota de niebla la más insinuada
     lágrima desembocan en el agua total del mar
cuerpo intermedio penetrable flotable móvil y quieto
su forma conciliadora lo hace hermano del hombre
el mar es una especie de tierra benigna donde no tropiezo
una especie de viento muy fuerte que se ve
al agua la conozco con la boca y el cuerpo
respeta mi perfil mis tejidos más delicados se deja doblar
     nos recibimos por entero
mar ya te voy entendiendo
algo como eso pero no tan largo
solo una sirena podría abreviármelo
(llorando entrecortadamente)
ah si yo fuera pez
ameba siquiera
(más esperanzado)
si me ahogara tal vez…

…el texto continuaba
en la próxima estrofa explicaba el mar completo
yo la escribí crispado sobre la proa
pero esa hoja se me voló al mar.

César Fernández Moreno nacido en Buenos Aires el 26 de noviembre de 1919.
Su primer libro, Gallo ciego (1940), contó con un famoso prólogo en verso de su padre, el también poeta Baldomero Fernández Moreno. A esta época también corresponden Romance de Valle Verde (1941), La mano y el seno (1941), El alegre ciprés (1941) y La palma de la mano (1941).
Ejerció la carrera diplomática, trabajando en la Unesco en París, en La Habana y como agregado cultural en París (cargo que ejercía al momento de su muerte).
Fallece en París el 14 de mayo de 1985.

Por que Cantamos por Mario Benedetti.


 Por que Cantamos

por Mario Benedetti.

Por qué cantamos.
Si cada hora viene con su muerteSi el tiempo es una cueva de ladronesLos aires ya no son los buenos airesLa vida es nada más que un blanco móvil
Usted preguntará por qué cantamos
Si nuestros bravos quedan sin abrazoLa patria se nos muere de tristezaY el corazón del hombre se hace añicosAntes aún que explote la vergüenza
Usted preguntará por qué cantamos
Si estamos lejos como un horizonteSi allá quedaron árboles y cieloSi cada noche es siempre alguna ausenciaY cada despertar un desencuentro
Usted preguntará por qué cantamos
Cantamos porque el río está sonandoY cuando suena el río, suena el ríoCantamos porque el cruel no tiene nombreY en cambio tiene nombre su destino
Cantamos por el niño y porque todoY porque algún futuro y porque el puebloCantamos porque los sobrevivientesY nuestros muertos quieren que cantemos
Cantamos porque el grito no es bastanteY no es bastante el llanto ni la broncaCantamos porque creemos en la genteY porque venceremos la derrota
Cantamos porque el sol nos reconoceY porque el campo huele a primaveraY porque en este tallo, en aquel frutoCada pregunta tiene su respuesta

Cantamos porque llueve sobre el surcoY somos militantes de la vidaY porque no podemos ni queremosDejar que la canción se haga ceniza.

Nota: en internet se encuentran publicaciones con variaciones de este poema.

Mario Benedetti nació en Paso de los Toros (Tacuarembó, Uruguay) el 14 de septiembre de 1920, hijo de Brenno Benedetti y Matilde Farrugia, quienes, siguiendo sus costumbres italianas, lo bautizaron con cinco nombres familiares como Mario Orlando Hardy Hamlet Brenno Benedetti Farrugia.

 El 17 de mayo de 2009 fallece en su casa de Montevideo, a los 88 años de edad.

… … …

Este poema le puso música Alberto Valentín Favero, nacido en la Ciudad de La Plata (provincia de Buenos Aires),  es un músico, pianista, compositor, educador y director de orquesta argentino. En la musicalización de poesía se destacan sus trabajos con la poesía de Mario Benedetti para la cantante Nacha Guevara.

Alberto Favero, Nacha Guevara y Mario Benedetti.

Realizó la producción fonográfica con diversos artistas como Gian Franco Pagliaro, Julio Bocca, Eleonora Cassano, Pedro Orgambide, Nacha Guevara, entre otros.

Vídeo Nacha Guevara canta: Por qué Cantamos.



En el programa "Si lo sabe ladre" con Mario Sapag que imita a Roberto Galán.

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lunes, 12 de mayo de 2025

Oesterheld y su primer cuento en La Prensa.


 Días atrás, “El Eternauta”, la adaptación cinematográfica de la icónica historieta creada por Héctor Germán Oesterheld (1919-1978), con dibujos de Francisco Solano López, llegó a Netflix. En su primera semana en la plataforma la serie argentina, protagonizada por Ricardo Darín, se posicionó como una de las series más vistas de habla no inglesa en el mundo.

La historia recuerda a Oesterheld como el creador de “El Eternauta”, considerado como el relato de ciencia ficción más poderoso que se ha escrito en el país. Sin embargo, durante sus casi 60 años de vida, Oesterheld creó numerosos personajes como Bull Rocket y el Sargento Kirk; Ernie Pike, un corresponsal de guerra que relata batallas de la Segunda Guerra Mundial. Ticonderoga; Randall the Killer; Sherlock Time; Joe Zonda y Rolo, el marciano adoptivo.
También creó su propia editorial: Frontera, que funcionó durante cinco años y por donde pasaron los mejores historietistas del momento. Luego del cierre de Frontera, Oesterheld siguió creando: publicó Misterix, Rayo Rojo, Mort Cinder, y siguen los nombres.

EN LA PRENSA
Vale recordar que su primer cuento, “Truila y Miltar”, se publicó el 3 de enero de 1943 en la Segunda Sección del diario La Prensa, donde también trabajó como corrector.
A continuación la reproducción de aquel cuento que narra la historia de dos gnomos, uno que colecciona reflejos y otro que colecciona sombras:

“Esta es la historia de Truila y Miltar, tal como me la contó Karyl, el más viejo entre los gnomos, en un atarceder de verano, mientras los árboles estaban serenos y apacibles, como si pensaran en recuerdo lejanos. Un atardecer de verano en que la luz y la sombra parecían confundirse.
Truila, el gnomo que se quedó niño, y por eso no lleva barba y por eso sus ojos están llenos de simpleza y de luz; Truila, el gnomo niño, tenía allá entre las retorcidas raíces de la encina una maravillosa colección de reflejos. Así como hay gnomos que cuidan el sueño invernal de los árboles, para que no despierten antes de tiempo, y gnomos que enseñan a las luciérnagas recién nacidas a encender y a apagar sus lámparas, y gnomos que guían a sus hormigueros a las hormigas extraviadas, y gnómos que tejen a la luz de la luna los sueños de los niños, Truila, el gnomo niño, reunía en su casita todos los reflejos que encontraba, para que los demás gnomos se recreasen mirándolos.
En su resplandeciente museo, al lado de la luna mirándose en una charca, estaba el blanco destello de los colmillos del gato montés; y junto a un rayo de sol que resbalaba sobre una hoja brillaba el mirar dulce y profundo de las gacelas. Y también las estrellas, recogidas todas en una gota de rocío, y el arco iris producido por el sol al herir una aguja de hielo, y también...Muchas veces el pájaro de la aurora alzaría su vuelo, si nos pusiéramos a detallar todo lo que había en aquel museo.
Por ese su tesoro, Truila, el gnomo que se quedó niño, era considerado como de los gnomos más ricos en el país de los gnomos. Pero no faltaban los envidiosos, que le decía que su colección nada valía al lado de la de Miltar, el gnomo triste, el de los ojos siempre en sombra, el gnomo que reunía penumbras allá en su casita oculta en lo hondo del barranco.
Sería tan difícil enumerar todo lo que había en el tesoro de Miltar, el gnomo triste... Sería tan difícil como pretender nombrar una por una todas las piedrecitas de color que día a día va lavando el arroyuelo de la montaña. Dicen los que aún recuerdan, que allí estaba la paz oscura del nido del hornero, la sombra melancólica de un sauce sobre el río, la penumbra llena de lejanos rumores de un caracol vacío. Y el pesado misterio de una noche sin luna ni estrellas, y la tiniebla circular que parece abrigar los pies de los hongos sombrerudos... Sería tan difícil enumerar todo el tesoro de Miltar, el gnomo triste...
Si. No quedaban dudas de que Miltar era uno de los gnomos mas afortunados. Pero los envidiosos ponderaban ante él el tesoro de Truila, el gnomo niño, y hasta agregaban que éste se burlaba de la colección de penumbras.
Y tanto hicieron los envidiosos, que Miltar consideró insuficiente su riqueza de sombras, y se dedicó con afán a conseguir alguna nueva penumbra, algo que hiciese exclamar a todos: “Cosa que iguale en valor a ésta no hay en el tesoro de Truila”.
Y Truila a su vez quiso humillar para siempre a Miltar encontrando algún resplandor nuevo, tan extraordinario que de él todos dijesen: “¿De qué vale todo el tesoro de Miltar ante semejante hallazgo?”
Caviló y caviló Truila, el gnomo niño, allá en su casita oculta entre las raíces de la encina, ¿Cómo conseguir ese resplandor extraordinario? Caviló y caviló, hasta que por fin imaginó atrapar todos los rayos de luna que plateaban las hojas del bosque. Y decidió construir una trampa para cazarlos y llevárselos a su casita, reunidos en un haz maravilloso.
En una de sus tantas correrías hasta las casas de los hombres, había visto cómo al salir la luna, todos sus rayos asomaban de pronto por sobre un viejo muro que rodeaba un jardín. Y tras mucho pensar en la manera de atraparlos en el preciso instante en que empezaran a asomar, encontró la solución: pondría en lo alto del muro muchos trozos de vidrio, y en ellos se enredarían los rayos de luna cuando viniesen a alumbrar el jardín.
Sin decir nada a nadie, se fué a las casas de los hombres, y durante todo un día en el jardín preparando la trampa cuando llegó la noche, quedándose al acecho aguardando la aparición de la luna.
Estaba Truila escondido, vigilando su trampa, cuando del otro lado del jardín llegó Miltar, el gnomo triste. Venía a recoger la sombra llena de recuerdos que anidaba entre las grietas del viejo muro. Sobre éste quiso trepar Miltar, para iniciar su búsqueda de sombras. Y no vio los trozos de vidrio, y su mano se desgarró al apoyarse en ellos.
Roja y cálida brotó la sangre, y destellos de sol poniente tuvo la luna al herir los vidrios ensangrentados. Corrió Truila hacia el muro, maravillado ante el nuevo reflejo. Y vió entonces a Miltar, el gnomo triste, con su mano des- garrada, que le miraba con sus ojos llenos de sombra.
Todos los reflejos se borraron entonces para Truila, y una pena muy grande anidó en su corazón y ensombreció su frente. Miltar, un pobre gnomo triste, tenía su mano desgarrada, y él, Truila, era el culpable, todo por querer ser el primero, el gnomo más rico entre los gnomos. Baja la cabeza, dejó manar el tibio arroyo de las lágrimas.
Vió Miltar la sombra que ensombrecía la frente de Truila, el gnomo niño. ¿Qué sombra entre todas sus sombras podría igualarse a la que oscurecía la frente de Truila, que le estaba revelando que éste podía ser su amigo?
En sus ojos llenos de sombra brilló entonces un límpido destello... ¡El, Miltar, el gnomo triste, tenía un amigo!
Y vió Truila el destello alegre que iluminaba los ojos de Miltar, y comprendió que este reflejo tan pequeñito y nuevo sobrepasaba a todos los reflejos que guardaba en su casita, allí entre las retorcidas raíces de la encina... El puro destello de un par de ojos que descubren un amigo…
Nunca mas rivalizaron Truila, el gnomo niño, y Miltar, el gnomo triste. Reunieron sus dos tesoros y anduvieron desde entonces siempre juntos.
Y son los envidiosos, los que quieren hacer recordar a Miltar que Truila le desgarró una vez la mano, los que si- guen poniendo trozos de vidrio sobre los muros.
Y los pobres rayos de luna, que nada tienen que ver en esto, siguen enredándose en ellos...
Esto me lo contó Karyl, el mas viejo entre los gnomos, en un lento atardecer de verano en que Ia luz y Ia sombra parecían confundirse, coma si fueran muy amigos”.
Publicado en LA PRENSA.