lunes, 11 de enero de 2016

¿Sabes compañero? de Nicolás Olivari.

¿Sabes compañero lo que es no tener horizonte?,
¿y a los veinte y tantos años?
Las manos se crispan en el vacío de los ideales
y alargan las brazadas de tinieblas
para la apagada hoguera de la fe...
Tendido en el lecho miro el hilo de humo que consuela,
nuestra juventud es un hilo de humo que se agita
sin razón,
algún día se oirá una detonación
en la casa aburrida y el enorme bostezo de sus paredes inhóspitas
te recogerá, arrugado y flácido
como un muñeco de comedia italiana.
Ya pasa la caravana del tedio por el Sahara del cráneo
hinchado de arena gris de hastío;
los largos albornoces de la inutilidad dan al viento
su caricatura de alas...
Pasan por la linfa de mi cuerpo, arrugado y flácido,
la corte del hampa de los instintos neutralizados
en la comicidad de la cultura.
¿No oyes al niño que se muere al lado?,
su sofoco de angustia te da un martillazo en las sienes
y complica tu hastío ciudadano
el andar de oca de las mujeres
el paso de los transeúntes
y el perpetuo gotear de las canillas mal cerradas...
¡Allá! ¡allá!, es tu interjección eterna,
¡más allá!, ¡más allá! debe estar la verdadera vida.
Fuma tirado en el lecho, fuma,
y silba el tango sin fin
que comenzó en la esquina del arrabal del mundo...
Hay que justificar nuestra inutilidad de babosa
que se arrastra pegada a los sentimientos...
¡Adiós, poeta!, tu padre, el mío, el del otro,
ronca en la alcoba,
en la misma alcoba donde ronca sus cincuenta años de costumbre
y su lumbre
agiganta tus ideas suicidas
en el pozo negruzco de tu vacilación,
vacilación
que llena al corazón
de ganas de morir
o dormir... o dormir...
Tu padre adelanta tu agonía,
día a día fallece un poco,
y sientes que el oscuro destino que te liga
a su ronquido igual
escarba tus entrañas
con la sensación más desgraciada: la de la intolerancia...
Y tú falleces a ratos, a puchos, a retazos,
sin la parada de tirarte a muerto
como un fardo
en la vía pública
y al pasar la gente diga:
-Era feo y mísero el pobre poeta de la urbe...
-...más feo y más mísero que un caballo hinchado...
-...que una mosca verde...
-...que un perro sarnoso...
Y pase una mujer que te dé con el pie,
y pase una señora y te dé un centavo para las velas,
y pase un fariseo y te robe la cabellera,
y pase un amigo y te robe las metáforas,
y pase al fin una figura incierta y borracha,
-pálida y claudicante-
te mire implorante
y acaso diga:
-Cuán luminosa, Jesús, era su frente...
Pero mi cuerpo interrumpirá el tráfico
y licuará el asombro de su gesto decisivo
en la luminosa chorrera de puteadas
de los horteras
amenazados de llegar tarde a sus mostradores
ante el salto grotesco del poeta
que buscó vengarse de su ciudad
incrustando sus sesos en los adoquines
-adoquines sobados por dos millones de suelas ciudadanas-
para fijar en la tradición arrabalera
-arrabal que es la placenta de la Pampa prometida-
el mismo gesto macho
de aquel otro versolari, de aquel otro payador,
de aquel otro hermanito en el Mester de Juglaría:
..."Entiérrenme en campo verde
donde me pise el ganao..."


NICOLÁS OLIVARI.  Nombre real: Diego Arzeno fue un poeta, letrista, periodista y escritor argentino nacido el 8 septiembre 1900, falleció el 22 septiembre 1966.
Nicolás Olivari comenzó su carrera literaria con "Carne al sol", colección de cuentos publicada en 1922. En 1924, Modesto H. Álvarez publicó su primer poemario, La amada infiel, eslabón inicial de un arco lírico que se continuó, a lo largo de los años 20, La musa de la mala pata (Martín Fierro, 1926) y El gato escaldado (Gleizer, 1929).
Desde muy joven abrazó la carrera periodística colaborando en "Crítica", "El Pregón", Noticias Gráficas, "Reconquista", "La Ëpoca", "El Laborista", "Democracia", como crítico teatral y a veces desempeñándose como jefe de redacción. También lo hizo en revistas varias y radios.

En 1929 escribió el tango “La violeta” con música de Cátulo Castillo.

LA VIOLETA.

Con el codo en la mesa mugrienta
y la vista clavada en el suelo,
piensa el tano Domingo Polenta
en el drama de su inmigración.
Y en la sucia cantina que canta
la nostalgia del viejo paese
desafina su ronca garganta
ya curtida de vino carlón.

E La Violeta la va, la va, la va;
la va sul campo che lei si sognaba
ch’era suo yinyín que guardándola estaba...

Él también busca su soñado bien
desde aquel día, tan lejano ya,
que con su carga de ilusión saliera
como La Violeta que la va, la va...

Canzoneta de pago lejano
que idealiza la sucia taberna
y que brilla en los ojos del tano
con la perla de algún lagrimón...
La aprendió cuando vino con otros
encerrado en la panza de un buque,
y es con ella, metiendo batuque,
que consuela su desilusión.


En lo que hace a sus ideas políticas y sociales se mostró coincidente con el peronismo y luego con la instauración de la dictadura autodenominada “revolución Libertadora”  fue proscripto durante la dictadura de Pedro Eugenio Aramburu y perseguido por sus ideas políticas junto con otros poetas y escritores como Leopoldo Marechal, Fermín Chávez, Arturo Jauretche, Zoilo Laguna, María Granata, etc. Se prohibió la lectura de sus libros en escuelas y se decretó la quema de sus obras.

No hay comentarios: