lunes, 26 de diciembre de 2016

Marité Berbel: “Todavía queda mucho por sembrar”. De paso por Buenos Aires para cantar en Radio Nacional la cantante neuquina habló con “Río Negro”. Habló de los herederos del dúo familiar y del nuevo disco que viene en camino.


Nacida en familia de poetas y músicos como su padre Don Marcelo y sus hermanos Néstor y Hugo, un 13 de febrero de 1957, tras la temprana muerte de Néstor en el 69, Marité Berbel tomó la posta del dúo junto a Chelito desde abril de 1972 y ha recorrido el país, Chile, Uruguay, Estados Unidos. La música patagónica -ejecutada con instrumentos autóctonos- fue siempre su bandera.
Alegrías y penas de los mapuches, los paisajes, historias de vida, conforman las letras que, con melodías y ritmos sureños, canta en los más diversos escenarios, escuelas, parajes, ciudades.
Tras presentarse en la Fiesta del Chivito viajó a Buenos Aires para cerrar, en el auditorio de Radio Nacional, el ciclo “Recitales de la Argentinidad”, transmitido en vivo por la 98.7. Allí estuvo con sus hijos Ayelén y Traful, integrantes actuales del Dúo Berbel.
“Nosotros siempre afirmamos que la identidad se puede preservar o defender, como se quiera decir, desde el lugar donde estés y la actividad que te toque. Yo hace cuarenta y cinco años que canto, mis hermanos venían haciéndolo de antes, y mi viejo ni hablar... Ahora siguen mis chicos mostrando al resto del país y adonde nos quieran escuchar, que tenemos identidad patagónica. Somos una región tan habitada por gente de otros lugares, que por ahí hasta nosotros mismos no creemos tenerla, porque absorbemos todo lo proveniente de otros partes; que bienvenido sea, no protesto contra eso porque termina siendo nuestro. La identidad de Patagonia es así, mezcla de gentes, de aromas, de comidas, de música, que han venido de afuera. Sin duda. Y, por supuesto, tenemos nuestra raíz, nuestra manera de ser que buscamos preservar”, consideró la cantante neuquina.
P- De hecho, tu apellido es de origen árabe...
R- Claro. Mirá, algo de eso hay. Mi abuelo era de España, pero sí, de por allá venían sus ancestros. Se escribe con acento en la segunda e. Ahora Los Berbél que cantamos, que tenemos raíz en mi papá, llevamos el acento. Lo que nunca nos quedó claro sí originalmente era así, se lo tendría que preguntar a algún tío que todavía quede, o mi viejo que tenía faltas de ortografía, lo acentuó (ríe Marité). Por ejemplo, yo soy Edit sin hache y mi mamá era con hache, porque a mi padre le preguntaron cómo se escribía y dijo sin... (vuelve a reír). Era una característica suya la falta de ortografía.
P- ¿Cómo definirías a Los Berbel?
R- Siempre digo que papá comenzó a escribir cuando empezó a escribir. Y esto suena redundante y hasta ridículo, pero así fue. Él cuando entró a enganchar las letras para escribir, allá en su segundo grado, arrancó a delinear versitos y en cuanto tuvo conciencia de lugar donde vivía, se volcó a la música. A los once, doce años, ya componía y escribía a la Patagonia. Creo, sin siquiera pensar reflejarlo en otro lugar, si no que lo hacía por sentimiento, por amor a la tierra donde nació y que iba conociendo. Hoy es un canto que nos da identidad a los patagónicos...
El Chaqueño Palavecino estuvo hace poquito, allá en el Valle y nos comentó que quiere hacer un disco con intérpretes del norte, Los Nocheros, Los Tekis, la misma Sole, él por supuesto, con todos temas de Los Berbel. Esta porfía nuestra está dando sus frutos. No sé cuánto hilo me quedará en el carretel, pero mis hijos que ya se han puesto la camiseta de esta música, seguramente van a disfrutar de muchas cuestiones que van a pasar con ella, en adelante. Espero vivir mucho tiempo, pero sí sé que todavía me queda muchísimo por hacer, por sembrar, muchísimo por trabajar y en eso estoy...
P- ¿Cómo recogen Traful y Ayelén esa herencia?
R- Fue por motu propio. Así como te decía que mi viejo incentivó a Chelito y Guchi, jamás impulsé a ninguno de mis hijos para cantar. Mirá que egoísta... es como que no veía más allá, era un sueño, un emprendimiento mío en el que tal vez no los quise involucrar. Ellos fueron teniendo una edad que eligieron abordar esta música que aman profundamente. Respetan mucho la obra de su abuelo, así que sin duda es un tayül que pasó de generación en generación. ¡Es lo que nos ha ido quedando y seguiremos transmitiendo!
P- ¿Qué edades tienen tus hijos?
R- Ayelén 36 y Traful 27. Yo siempre hago una figura de mis hijos, de chiquitos uno los viste como quiere, después llega un tiempo en que empiezan a mirar medio torcido la ropa que les ponés hasta que eligen que ponerse. Me enorgullece que ellos hoy elijan las mismas prendas que han visto vestir a su mamá. Ellos optaron por esta camiseta del canto sureño y por sobre todo, la de su abuelo.
P- En noviembre publicaste en Facebook: “¡Habemus nieto nuevo! ¡Bienvenido Quimey...”
R- Sí. Traful tiene una nena que se llama Quillén y hace un mes a Quimey. Ayelén tiene a Antü. Pehuén tiene dos castizos, che, a Lucía y Tomás, una Marité y un Tayül. Después tengo otro nieto, Elián (10), que vive aquí en Buenos Aires y cuando canté con La Sole en el Luna Park, fue a verme. Se sentó en la platea y al ver la cantidad de gente que había, dijo: ¡todos estos vienen por mi abuela! Acá en Capital, vive un mundo totalmente diferente al de sus hermanos y primos allá, que van a las presentaciones que hacemos y suben conmigo al escenario.
P- Sole anticipó que estará en el CD que vos vas a grabar. ¿Cómo anda la cocina de ese material?
R- Estamos en los preparativos del disco. Lo grabaremos en Neuquén. Si mi hijo termina con su sala de grabación que está armando en la casa que era de mi papá en barrio La Sirena lo haríamos ahí mismo, y si no en otro estudio.
Herencia inevitable.

Don Marcelo (1925-2003) nació en Plaza Huincul, de Juan Berbel y María Teresa Arriagada, neuquina descendiente de mapuches. Compuso los himnos oficiales de la provincia “Neuquén Trabun Mapu” y de su capital “Regreso al ayer”, el primero junto al compositor Osvaldo Arabarco.
“Lo siguieron mis hermanos Hugo y Néstor, que falleció muy jovencito a los 18 años, y ahí me sumé yo. Mi papá, a los varones los incentivó para que cantaran, no a mí que era la nena de la familia. Lo mío fue un gusto, una gana, una necesidad al ver lo que pasaba en mi casa. Me quería sumar a eso y cuando lo pude hacer, Chelito me llevó de la mano a los escenarios. Para mí, cantar música patagónica, era un caballito que venía ensillado y estaba trotando. Me subí en el anca y nada más. Fue natural. Y hoy, si me decís qué otra música hubiese interpretado, diría la de Patagonia que tiene destellos en gente de otras provincias”, contó Marité.
“La identidad de Patagonia es así, mezcla de gentes, de aromas, de comidas, de música, que han venido de afuera. Sin duda”,
Publicado en Diario "Río Negro", 26 de diciembre de 2016.

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