martes, 3 de octubre de 2023

El costado de arriba.

 

Por Juan Martín Devoto.

Décadas pasaron desde que se conoció el magistral poema de Leopoldo Marechal Descubrimiento de la Patria. (*) Y más allá de quiénes defendían o atacaban al autor por su filiación política, vale la pena detenerse en la obra en sí, que lo trasciende y hoy puede todavía iluminar a la Argentina en estos momentos de desconcierto ante el salto al vacío que parece avecinarse.

Luminosas metáforas caben hoy en la descripción de la realidad actual de nuestra Patria. Los apisonadores de adoquines masticando su pan y su cebolla, los albañiles y sus cautelosas plomadas, los abismados hombres de negocio que medían en pulgadas la madera del norte. Mutatis mutandis, fácil es ver retratados en ellas a sectores sindicales, a grupos empresarios o financieros y otros.

Pero antes es preciso prestar atención a la realidad con que describe, con una mezcla de esperanza y desilusión, el mundo del que viene cargado de expectativas a la Ciudad de la Yegua Tordilla para explicar su anhelo de contagiarle esas riquezas del suelo y sus raíces. Y, concluye, “nadie oyó mis palabras, y era justo: yo venía del Sur en caballos y églogas”.

Y es en estos días, tanto tiempo después, seguimos sin querer aceptar la fórmula única que el poeta había recitado en versos admirables:

“No solo hay que forjar el riñón de la Patria,

sus costillas de barro, su frente de hormigón:

es de urgencia poblar su costado de Arriba,

soplarle en la nariz el ciclón de los dioses.

La Patria debe ser una provincia

de la tierra y del cielo”.

Porque él mismo señaló el único camino posible para lograr el destino que nos está reservado al sentenciar que “de todo laberinto se sale por arriba”.

No pareciera que las miradas de quienes aspiran al poder -ya sea político, económico, social o espiritual- se eleven hacia Arriba, sino a la mera búsqueda de un confort terreno de corto aliento y abonado por un individualismo que campea a derecha e izquierda. El cual podría sintetizarse en la única aspiración del sálvese quien pueda, sin la menor expectativa terrenal en el Bien común duradero y menos en la Esperanza verdadera en un profundo anhelo de los bienes eternos.

Por eso es un deber hacer realidad la conclusión del mismo Marechal:

“La Patria no ha de ser para nosotros

nada más que una hija y un miedo inevitable,

y un dolor que se lleva en el costado

sin palabra ni grito”.

(*) En ´’Heptamerón’, 1966.

Publicado en Diario LA PRENSA.

https://www.laprensa.com.ar/El-costado-de-arriba-535621.note.aspx

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