viernes, 8 de junio de 2012

Burdeles y literatura III.

 
Cuentan los viejos que alguna vez en mi pueblo hubo una huelga general que encendió pasiones y casi rodaron cabezas.
Fue una especie de levantamiento, un atisbo revolucionario que casi termina con la carrera de Fructuoso Pérez, el intendente, Cándido Rojas, el juez de paz, y el comisario Ramírez. Ayer en la biblioteca encontré el periódico "El Sol" que contiene una detallada crónica de aquella huelga y que hoy, casi cuarenta años después, suena a historia de Vargas Llosa o García Márquez. La huelga que dividió aguas en el pueblo no fue de petroleros ni nada que se le parezca, fue una huelga de mujeres, de "habitantas" (como las llama "El Sol") de los tres burdeles más famosos del lugar.
No es mi propósito contarte con detalles esta historia que da para escribir una novela, sino referirte algunos hechos que entroncan con obras que tienen como espacio central el prostíbulo.
Parece ser que la huelga vino por un reclamo de mayores porcentajes en las ganancias por parte de las chicas, encabezadas por su líder, "la correntina", que paralizó la vida nocturna de mi pueblo. Así se acabó la parranda y los hombres solos y no tanto, "respetables" y poco menos deambulaban de bar en bar ahítos de alcohol. Los pabellones de YPF eran un polvorín de gente que al menor roce provocaba bataholas dignas de películas del oeste. La unidad sanitaria y la comisaría estaban colmadas.
Al atardecer del quinto día de huelga, un domingo –según dice el periódico– las "habitantas" organizaron una marcha por la calle principal rumbo a la casa de Fructuoso Pérez para exigirle interviniera en el asunto; al mismo tiempo otra columna llegó al solar del intendente convocada por el cura para reclamar que de una vez por todas se expulse a las mujeres y se cierren los burdeles. El juez de paz y el comisario con algunos efectivos se instalaron a las apuradas en el patio y amenazaron con llevarlas a todas a la comisaría. Al parecer semejante revuelo resonó en todo el pueblo y ante la pretensión de arresto colectivo de las "habitantas", aparecieron varios camiones de petroleras multinacionales, que a modo de los elefantes de Aníbal, estuvieron a punto de arrasar la casa de Pérez y de aplastar al comisario y sus efectivos.
Un alboroto similar causó la instalación en las afueras de Piura de la Casa Verde, el mítico prostíbulo que da título a una de las grandes novelas de Mario Vargas Llosa. Así "A las pocas semanas de regresar a Piura don Anselmo con la caravana de habitantas, la Casa Verde había impuesto su dominio. Al principio, sus habitantes salían de la ciudad a ocultas; esperaban la oscuridad, discretamente cruzaban el Viejo Puente y se sumergían en el arenal. Luego las incursiones aumentaron y a los jóvenes, cada vez más imprudentes, ya no les importó ser reconocidos por las señoras… […] Cayeron los piuranos más sobrios, los más trabajadores y rectos. En la ciudad, antes tan silenciosa, se instalaron como pesadillas el ruido, el movimiento nocturnos. Al alba, cuando el arpa y las guitarras de la Casa Verde callaban, un ritmo indisciplinado y múltiple se elevaba al cielo desde la ciudad…"
No es esta la única novela que Vargas Llosa dedica al tema de los burdeles y la prostitución, es un tema recurrente y tiene que ver, creo, con cierta experiencia personal que el autor resume de esta manera: "Y creo que sería desleal para con mi memoria y mi adolescencia no reconocer, también, que en esos años en los que fui dejando de ser niño, mujeres como 'la Pies Dorados' me enseñaron los placeres del cuerpo y los sentidos, a no rechazar el sexo como algo inmundo y denigrante, sino a vivirlo como una fuente de vida y de goce y me hicieron dar los primeros pasos por el misterioso laberinto del deseo".
Autor: Néstor Tkaczek.
Publicado en Diario "Río Negro", 30 de mayo de 2012 (Palimpsestos).

miércoles, 6 de junio de 2012

Burdeles y literatura II


Burdeles y literatura II por Néstor Tkaczek.
Publicado en el Diario "Río Negro", 23-5-2012.

En la columna anterior me dejé llevar por los recuerdos de la pandilla del barrio y nuestro diario frecuentar (por afuera) del burdel, ya que formaba parte de nuestra vecindad.
El tiempo ha borrado tantas cosas, también lo ha hecho con una cicatriz que comenzaba en el esternón y terminaba casi en el ombligo. Su origen tiene que ver con el patio del burdel y unos árboles altos en las cercanías.
Mi querido amigo Carlitos era el adelantado, en todo. Él descubrió que en las tardes calientes de enero las mujeres que andaban en el patio de la casona prescindían de la casi totalidad de sus ropas.
Allá fuimos a treparnos a los árboles, así desde esa atalaya, a la manera de vigías, podríamos descubrir la desnudez misteriosa de los cuerpos. La aventura no duró mucho, nos faltó sigilo, en cada uno de los tres árboles había por lo menos cinco de nosotros, una de las mujeres nos descubrió y amenazó con buscar un revólver; nunca supe cómo bajé del árbol, pero me di cuenta –pasado el susto– de las consecuencias cuando mi remera adquirió un tono rojizo en la zona del abdomen.
Dejemos los recuerdos y volvamos de una buena vez a la literatura.
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Una figura muy afín a los burdeles, que tiene pleno florecimiento en el Medioevo es el personaje de la alcahueta.
Seguramente viene a tu memoria la Trotaconventos de "El libro de buen amor" o bien la entendedera por antonomasia: La Celestina. Personajes que llevan y traen mensajes, conciertan citas, doblan por medio de sus artes las voluntades más rígidas, también son curanderas y muchas tenían en su casa algunas mujeres que les procuran una vida más holgada.
Así Celestina recuerda los años de bonanza gracias a sus chicas y los personajes de su clientela: "...esta mesa, donde ahora están sentadas tus primas (Elicia y Areúsa), nueve mozas de tus días, que la mayor no pasaba de dieciocho y la menor de catorce. (...) Todas me obedecían, todas me honraban, de todas era acatada, ninguna salía de mi querer; lo que yo decía era lo bueno, a cada cual daba su cobro. (...) Mío era el provecho, suyo el afán. Pues servidores... Caballeros, viejos y mozos, abades de todas las dignidades, desde obispos hasta sacristanes".
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"La lozana andaluza" es una novela picaresca dialogada, escrita a comienzos del siglo XVI, cuyo personaje principal es Aldonza una española instalada en Roma como cortesana, y que gracias a su oficio logra sobrevivir y adquirir fortuna, al par que nos muestra el mundo de la prostitución en esa ciudad.
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El romanticismo y el naturalismo se complacieron, con fines bien diferentes, en bucear en la psicología de las damas de burdel y la crítica a los convencionalismos de la época. Quién no recuerda a Margarita Gautier la protagonista de "La dama de las camelias" de A. Dumas.
El amor frustrado por una sociedad que no tolera que la cortesana y un joven de familia distinguida puedan ser felices.
Como buen drama romántico hay renuncias por amor, desencuentros y reencuentros pero ya vanos por la enfermedad fatal de Margarita. El naturalismo también tomó el tema de la prostitución y buscó exponer en sus personajes femeninos la degeneración del espíritu y del cuerpo.
Figura paradigmática es Anne Copeau, Naná, la célebre muchacha que le da nombre a la novela de Zolá.

martes, 5 de junio de 2012

Burdeles y literatura I

Por fin llegamos, después de hoteles, pensiones y demás sitios de pernocte, al lugar que varios lectores reclamaban desde hace tiempo, estamos a las puertas de los burdeles.
La palabra "burdel" parece ser que proviene del francés antiguo y nace en plena Edad Media. "Bordé" significa cabaña de madera; las casas de prostitución estaban en las afueras de las ciudades y eran viviendas precarias de madera, por lo que se asoció el sitio de comercio sexual con el nombre de la construcción. De allí pasó a las diferentes lenguas romances y parece ser que llegó al castellano del provenzal "bordel" o bien del catalán "bordell".
Cada pueblo o ciudad de nuestra Patagonia ha tenido su burdel famoso, que conforme avanza el tiempo, adquiere en la lejanía aires de leyenda.
"El Fox", "La Noche" y "La Tapera" fueron sitios emblemáticos de mi pueblo y permanecen en la memoria de los viejos como lugares "tolerados", –estandartes de una cultura machista– para el esparcimiento de los grandes y como lugar de debut sexual y cierto desenfreno de los jóvenes.
Anécdotas de estos locales hay muchas. Te cuento una familiar: un tío y mi abuelo se encontraron en el ingreso, ambos se sorprendieron ya que cada uno había manifestado en la casa su intención de irse a dormir.
Las peleas frecuentes y los tiros en la madrugada de clientes pasados de copas unían estos burdeles reales con los que de chicos nos proveía la televisión o el cine: los burdeles de las películas de cow-boys, en los que siempre la chica conseguía irse con el vaquero valiente. Me crié enfrente de un burdel. Con la pandilla del barrio imaginábamos que el interior era como los de las películas. De grande caí en la cuenta que incluso el del cine también era una imitación, como lo cuenta en "Casa de geishas", Ana María Shua: "Burdel de pueblo que imita famoso burdel de la capital que imita burdeles de Nueva Orleáns que imitan la idea que los americanos tienen de los burdeles de París. Burdel de pueblo, copia lejana: balcones de terciopelo rojo, mujeres de hierro forjado".
***
Territorio misterioso e infranqueable, a la manera de castillo medieval, no había ninguna posibilidad de traspasar sus muros. Territorio deseado, porque de él veíamos salir a mujeres únicas, que no se parecían ni vestían como las del barrio. El Jasón de la pandilla que trajo el vellocino de oro, fue Marcelo. Se cayó frente a las puertas del burdel en su bicicletita y golpeó la cabeza con una piedra.
Rápidamente fue socorrido he ingresado a la fortaleza; nosotros quedamos expectantes a la espera, mientras envidiábamos su suerte. Al final, nuestro adelantado salió casi llorando, con la cabeza vendada y emprendió la vuelta a casa sin relatarnos nada de su particular aventura.
No sé si será cierto aquello que decía William Faulkner, que el trabajo ideal para un escritor no es el periodismo ni la cátedra, sino el de administrador de un burdel. El padre del "El sonido y la furia" señala que "ese es el mejor ambiente en que un artista puede trabajar.
Goza de una perfecta libertad económica, está libre del temor y del hambre, dispone de un techo sobre su cabeza y no tiene nada que hacer excepto llevar unas pocas cuentas sencillas e ir a pagarle una vez al mes a la policía local. El lugar está tranquilo durante la mañana, que es la mejor parte del día para trabajar.
En las noches hay la suficiente actividad social como para que el artista no se aburra, si no le importa participar en ella…"
Es una lástima –pienso– haber sido un lector tardío de Faulkner.
Néstor Tkaczek.

domingo, 3 de junio de 2012

SI ME VEIS MIRANDO LEJOS...Atahualpa Yupanqui - Pablo del Cerro.


SI ME VEIS MIRANDO LEJOS...
Atahualpa Yupanqui - Pablo del Cerro.



Si me veis mirando lejos
Abrazado a la guitarra,
Es que voy sobre la mar
Sin aire, ni cielo, ni agua.

Y cuando miro el oscuro
Madero de la guitarra,
Seguro es que voy rezando
Por una patria lejana.

Mi mano en el diapasón
Se afirma como una zarpa.
Es que voy gritando cosas
Que me dicta la guitarra.

Cuando inclino la cabeza
Para esconder una lágrima,
Estoy viviendo y muriendo
Lo que ordena la guitarra.

Universo de seis cuerdas,
Y un simple nombre: guitarra
Caminando por el mundo
Al corazón aferrada.

Si me veis mirando lejos
Abrazado a la guitarra,
Es que voy sobre la mar
Sin aire, ni cielo, ni agua.

Este poema integra el libro: LA CAPATAZA.

"La Guitarra es un misterio que sólo se devela cuando el hombre canta o reza junto a ella los salmos de la tierra y de la vida.
La guitarra no miente jamás. Si el hombre se acerca a ella confesándole, el instrumento registra la verdad del pensamiento, lo exacto de la intención, la dimensión cabal de un sentimiento."
Yupanqui. Fragmento tomado del libro La Capataza.


DE ATAHUALPA YUPANQUI.
Entre las memorias o recordaciones que supo hacer don Atahualpa Yupanqui de su niñez y de su casita paterna señalaba que su infancia transcurría de asombro en asombro y de revelación en revelación. Había nacido en el medio rural de aquella pampa húmeda de suaves ondulaciones y horizonte tan redondo como muchas de sus canciones. Era un mundo de balidos y de relinchos, era un mundo de sonidos dulces y barbaros a la vez. Pialadas, vuelcos, potros chucaros y yerras, ijares sangrantes, espuelas crueles, risas abiertas y comentarios de duelos. En aquellos pagos de Pergamino nació para sumarse a la parentela de los Chavero del lejano Loreto Santiagueño. Sabía comentar con verdadera y atrapante conversación que le galopaban en su sangre trescientos años de América, desde que don Diego Abad Martín Chavero llegó para abatir quebrachos y algarrobos de donde salían puertas y columnas para capillas e iglesias. Recordando su perentesco materno sabía comentar que venía de Regino Haram, de Guipúzcoa (Pais Vasco) que llegó al medio de la Pampa para levantar su casona. “Mi tata era un humilde funcionario del ferrocarril, pero nada podía matar el gaucho nómada que había sido. En tanto a la guitarra don Ata recuerda que le llegó y se hizo presente en su vida desde las primeras horas de su nacimiento,…con guitarra alcanzaba el sueño” eran vidalas y cifras que tocaban sus padres y sus tíos.
Autor: Carlos Basabe Cerdá.

sábado, 2 de junio de 2012

PASIONAL.


El tango “PASIONAL” (1951) con letra de  Mario Soto y música de Jorge Caldara desde este RINCÓN BARDA SUREÑA desde nuestra PATAGONIA ARGENTINA.
Éste tangazo (hecho en Argentina, bien hecho).


PASIONAL (TANGO PASIÓN).




No sabrás... nunca sabrás
lo que es morir mil veces de ansiedad.
No podrás... nunca entender
lo que es amar y enloquecer.
Tus labios que queman... tus besos que embriagan
y que torturan mi razón.
Sed... que me hace arder
y que me enciende el pecho de pasión.

Estás clavada en mí... te siento en el latir
abrasador de mis sienes.
Te adoro cuando estás... y te amo mucho más
cuando estás lejos de mí.

Así te quiero dulce vida de mi vida.
Así te siento... solo mía... siempre mía.

Tengo miedo de perderte...
de pensar que no he de verte.
¿Por qué esa duda brutal?
¿Por qué me habré de sangrar
si en cada beso te siento desmayar?
Sin embargo me atormento
porque en la sangre te llevo.
Y en cada instante... febril y amante
quiero tus labios besar.

¿Qué tendrás en tu mirar
que cuando a mí tus ojos levantás
siento arder en mi interior
una voraz llama de amor?
Tus manos desatan... caricias que me atan
a tus encantos de mujer.
Sé que nunca más
podré arrancar del pecho este querer.

Te quiero siempre así... estás clavada en mí
como una daga en la carne.
Y ardiente y pasional... temblando de ansiedad
quiero en tus brazos morir.