viernes, 15 de enero de 2016

Antiguo almacén “A la ciudad de Génova” de Nicolás Olivari (1.929).

Antiguo almacén “A la ciudad de Génova”
de Cangallo y Ombú.
Tu recuerdo se viene en pareja
con el recuerdo de mi lejana infancia
mientras un cuarteador criollo,
—malevo y picaflor—
cuarteaba la “cucaracha” que iba hasta Boedo y Europa
o sea: el fin del mundo.
Y cuando el General Don Julio Argentino Roca, en coche,
inauguró la máxima cloaca
que en su entraña Cangallo encierra.
Te recuerdo en las vueltas de coperío
de tu coro de borrachos,
apilados al estaño de tus mostradores
donde, en una losa, triste como mi infancia,
—verdinegra de codos y de malas palabras—
había estas cuartetas:

“Mi padre por fiar
en herencia me dejó
el deber de trabajar
desde el día que murió.

Si las Casas Introductoras
me fiaran las cuentitas
yo también a mis amigos
les fiaría las copitas…”

(¿Dónde estás, François Villon, linghera o atorrante
que a tu inspiración libraste un alcohólico instante?)

Te recuerdo, Cangallo y Ombú.
esponjada en mi memoria en la fiebre de mis muchos males,
porque yo estaba siempre enfermo,
—los umbrales de Cangallo han recogido todas mis fiebres—
mis ardores de lagarto acurrucado al buen sol del 905,
sol que fue mejor que el del Centenario para mis raquíticos huesos…
Te recuerdo, Cangallo y Ombú:
¡Mi madre era entonces tan joven y tan bella!
—La más hermosa de todas las mujeres—.
Me acunaba con “La Morocha”.
Fue esta canción la primer palabra argentina que escuché en el dulce dialecto de su boca:
“—Yo soy la morocha,
la más agraciada…”

¡Cangallo y Ombú!
si sos toda la urbe del recuerdo,
si estás reventando de nostalgia,
como reventaban los claveles tras la oreja del malevo Julio,
el que mató al cabito Ibáñez. Como reventaban los balazos
en el atrio de Balvanera en las bravas elecciones nacionalistas,
cuando los Vázquez, con su botín elástico
y su bolsillo hinchado de patacones
remataban libretas en el comité de la vuelta,
donde yo acudía con los ojos agrandados por el espanto electoral,
llevado de la mano por mi tío,
el dueño del “Antiguo almacén de Génova”
que, imperturbable y gubernista,
vendía la caña de durazno al comité...

El entierro del General Mitre
preludió las primeras manifestaciones socialistas,
y el coro de La Internacional
—exótica, cosmopolita y bárbara
como una gárgara de grapa—.
Cangallo y Ombú,
yo he visto que por tu esquina desfilan las sombras desfondadas
a puñaladas,
con un boquete en el pecho, y en la frente una greña aceitada…

Los malevos, los italianos, buenos y borrachos
de mis recuerdos.
Miquelín, grande como una estatua,
que se iba a la cosecha y volvía rico dos semanas
—apenas para pagar la vuelta a todo el barrio—.
Hasta que le duraba la plata cantaba,
cantaba las lejanas canciones milanesas de su tierra
y hombreaba recuerdos como hombreando cereal…
Pero cuando era inútil pedir fiado
comenzaba a hablar mal.
Tenía el vino malo y maldecía a la Virgen, Nuestra Señora,
con feroces palabras que deglutía mi avidez porteña.

Trémolos compadrones de cuarteadores
y cinchadas de vascos lecheros junto al boliche.
Figuritas de cigarrillos Vuelta Abajo
y puchos de Brasil.
En esta mezcla gateó mi infancia
y desde allí me vino este amor tan grande que te tengo,
¡Buenos Aires!
Buenos Aires, loma del diablo, Buenos Aires, patria del mundo,
Buenos Aires ancha y larga y grande,
como aquella primer palabra en argentino que le oí a mi madre:
“Yo soy la morocha,
la más agraciada…”

¡Buenos Aires morocha de río, de hierro y de asfalto!
¡Buenos Aires! ¡Seguís siendo la más agraciada de todas las poblaciones!

jueves, 14 de enero de 2016

MILONGA DE CARLOS BASABE.

VAYAN PRESTANDO ATENCION
VA A CANTAR UN RIONEGRINO
SIN PRETENDER QUE EL DESTINO
SE LE ENANQUE AL SENTIMIENTO
YO SOY UN JIRÓN DEL VIENTO
NACIDO EN LOS JARIYALES
CON ARRULLOS DE SAUZALES
TRISTEZAS DE ANOCHECIDA
OLOR A TIERRA LLOVIDA
FRESCOR DE LOS MANANTIALES
SOY COMO EL AVE CANORA
MODESTO CON EL PLUMAJE
PERO AL DECIR DEL HEMBRAJE
MUCHAS ME HABRÁN CODICIAO
NUNCA ME HAN VISTO MAMAO
SOY PRUDENTE CON EL VINO
CARIÑOSO COMO UN TRINO
GORDITO DE NACIMIENTO
SEMILLA QUE TRAJO EL VIENTO
DE LOS PAGOS ARGENTINOS
PARA CANTAR UNOS VERSOS
SOY COMO LENGUA DE GATO
ÁSPERO AL ABRIR LA BOCA
SIN PRESTARME AL ARREBATO
Y EN LAS REUNIONES DE AMIGOS
NO ME GUSTA COMPETIR
NI PIENSO EN SOBRESALIR
TAL VEZ PORQUE SOY SUREÑO
O PORQUE MIS POBRES SUEÑOS
ME GRITAN QUE SOY FELIZ
SOY NUBE QUE SE DESGARRA
CON CADA ENDECHA SUREÑA
BUEN AMIGO PA MAS SEÑA
Y ASI LO PUEDO AFIRMAR
AHORA LO INVITO A CANTAR
AQUÍ TIENE MI GUITARRA
SUELTE DEL CANTO LA AMARRA
DESATE LOS SENTIMIENTOS
Y DEJE QUE SILVE EL VIENTO
HASTA QUE VUELVA A ACLARAR.

lunes, 11 de enero de 2016

¿Sabes compañero? de Nicolás Olivari.

¿Sabes compañero lo que es no tener horizonte?,
¿y a los veinte y tantos años?
Las manos se crispan en el vacío de los ideales
y alargan las brazadas de tinieblas
para la apagada hoguera de la fe...
Tendido en el lecho miro el hilo de humo que consuela,
nuestra juventud es un hilo de humo que se agita
sin razón,
algún día se oirá una detonación
en la casa aburrida y el enorme bostezo de sus paredes inhóspitas
te recogerá, arrugado y flácido
como un muñeco de comedia italiana.
Ya pasa la caravana del tedio por el Sahara del cráneo
hinchado de arena gris de hastío;
los largos albornoces de la inutilidad dan al viento
su caricatura de alas...
Pasan por la linfa de mi cuerpo, arrugado y flácido,
la corte del hampa de los instintos neutralizados
en la comicidad de la cultura.
¿No oyes al niño que se muere al lado?,
su sofoco de angustia te da un martillazo en las sienes
y complica tu hastío ciudadano
el andar de oca de las mujeres
el paso de los transeúntes
y el perpetuo gotear de las canillas mal cerradas...
¡Allá! ¡allá!, es tu interjección eterna,
¡más allá!, ¡más allá! debe estar la verdadera vida.
Fuma tirado en el lecho, fuma,
y silba el tango sin fin
que comenzó en la esquina del arrabal del mundo...
Hay que justificar nuestra inutilidad de babosa
que se arrastra pegada a los sentimientos...
¡Adiós, poeta!, tu padre, el mío, el del otro,
ronca en la alcoba,
en la misma alcoba donde ronca sus cincuenta años de costumbre
y su lumbre
agiganta tus ideas suicidas
en el pozo negruzco de tu vacilación,
vacilación
que llena al corazón
de ganas de morir
o dormir... o dormir...
Tu padre adelanta tu agonía,
día a día fallece un poco,
y sientes que el oscuro destino que te liga
a su ronquido igual
escarba tus entrañas
con la sensación más desgraciada: la de la intolerancia...
Y tú falleces a ratos, a puchos, a retazos,
sin la parada de tirarte a muerto
como un fardo
en la vía pública
y al pasar la gente diga:
-Era feo y mísero el pobre poeta de la urbe...
-...más feo y más mísero que un caballo hinchado...
-...que una mosca verde...
-...que un perro sarnoso...
Y pase una mujer que te dé con el pie,
y pase una señora y te dé un centavo para las velas,
y pase un fariseo y te robe la cabellera,
y pase un amigo y te robe las metáforas,
y pase al fin una figura incierta y borracha,
-pálida y claudicante-
te mire implorante
y acaso diga:
-Cuán luminosa, Jesús, era su frente...
Pero mi cuerpo interrumpirá el tráfico
y licuará el asombro de su gesto decisivo
en la luminosa chorrera de puteadas
de los horteras
amenazados de llegar tarde a sus mostradores
ante el salto grotesco del poeta
que buscó vengarse de su ciudad
incrustando sus sesos en los adoquines
-adoquines sobados por dos millones de suelas ciudadanas-
para fijar en la tradición arrabalera
-arrabal que es la placenta de la Pampa prometida-
el mismo gesto macho
de aquel otro versolari, de aquel otro payador,
de aquel otro hermanito en el Mester de Juglaría:
..."Entiérrenme en campo verde
donde me pise el ganao..."


NICOLÁS OLIVARI.  Nombre real: Diego Arzeno fue un poeta, letrista, periodista y escritor argentino nacido el 8 septiembre 1900, falleció el 22 septiembre 1966.
Nicolás Olivari comenzó su carrera literaria con "Carne al sol", colección de cuentos publicada en 1922. En 1924, Modesto H. Álvarez publicó su primer poemario, La amada infiel, eslabón inicial de un arco lírico que se continuó, a lo largo de los años 20, La musa de la mala pata (Martín Fierro, 1926) y El gato escaldado (Gleizer, 1929).
Desde muy joven abrazó la carrera periodística colaborando en "Crítica", "El Pregón", Noticias Gráficas, "Reconquista", "La Ëpoca", "El Laborista", "Democracia", como crítico teatral y a veces desempeñándose como jefe de redacción. También lo hizo en revistas varias y radios.

En 1929 escribió el tango “La violeta” con música de Cátulo Castillo.

LA VIOLETA.

Con el codo en la mesa mugrienta
y la vista clavada en el suelo,
piensa el tano Domingo Polenta
en el drama de su inmigración.
Y en la sucia cantina que canta
la nostalgia del viejo paese
desafina su ronca garganta
ya curtida de vino carlón.

E La Violeta la va, la va, la va;
la va sul campo che lei si sognaba
ch’era suo yinyín que guardándola estaba...

Él también busca su soñado bien
desde aquel día, tan lejano ya,
que con su carga de ilusión saliera
como La Violeta que la va, la va...

Canzoneta de pago lejano
que idealiza la sucia taberna
y que brilla en los ojos del tano
con la perla de algún lagrimón...
La aprendió cuando vino con otros
encerrado en la panza de un buque,
y es con ella, metiendo batuque,
que consuela su desilusión.


En lo que hace a sus ideas políticas y sociales se mostró coincidente con el peronismo y luego con la instauración de la dictadura autodenominada “revolución Libertadora”  fue proscripto durante la dictadura de Pedro Eugenio Aramburu y perseguido por sus ideas políticas junto con otros poetas y escritores como Leopoldo Marechal, Fermín Chávez, Arturo Jauretche, Zoilo Laguna, María Granata, etc. Se prohibió la lectura de sus libros en escuelas y se decretó la quema de sus obras.

domingo, 10 de enero de 2016

Vals Municipal de María Elena Walsh.


Una vez y otra vez
cantaremos la fiel serenata.
Díganme dónde está, cómo es,
Buenos Aires, la reina del Plata.

Es un hombre con una mujer
que se besan en Pampa y la vía.
Es el eco de un tango de ayer
que el zaguán no olvidó todavía.
Es un loco por Libertador
que matándose cruza la vida
y es la flauta del afilador
que recorre la calle Laprida.

Una vez y otra vez
cantaremos la fiel serenata.
Díganme dónde está, cómo es,
Buenos Aires, la reina del Plata.

Es un sol de Quinquela Martín
y es soñar con el mar desde el río.
Es la noche de Villa Piolín
que nos llena de culpa y de frío.
Es la guerra y la demolición
arrasando paredes y calles.
Es París en el teatro Colón
y en los libros de Plaza Lavalle.

Una vez y otra vez
cantaremos la fiel serenata.
Díganme dónde está, cómo es,
Buenos Aires, la reina del Plata.

Es un chico que piensa en inglés
y una vieja nostalgia en gallego,
es el tiempo tirado en cafés
y es memoria en la Plaza Dorrego.
Es un pájaro y un vendedor
que rezongan con fe provinciana.
Y también es morirse de amor
un otoño en el Parque Lezama.


Una vez y otra vez 
cantaremos la fiel serenata. 
Diganme donde está, como es 
Buenos Aires la reina del Plata.

CUARTETO SUPAY
CANTABAN A MARÍA ELENA WALSH
EN EL LARGA DURACIÓN "DAME LA MANO Y VAMOS YÁ" EN 1981 INTERPRETABAN ESTE VALS.

jueves, 7 de enero de 2016

Cuando la idea del yo se aleja por Alberto Girri.



Cuando la idea del yo se aleja. 

De lo que va adelante
y de lo que sigue atrás,
de lo que dura y de lo que cae,
me deshago,
abandonado quedo
del fuerte soplo,
del suave viento,
y quieto, las espaldas
vueltas las manos hacia arriba,
apoyo en el suelo,
corazón
abjurando de armas, faltas,
de oraciones donde borrar las faltas,
blando organismo, entidad
que ignora cómo decir: “Yo soy”
y en la enfermedad y la muerte,
vejez y nacimiento,
ya no encontrarán lugar,
como no lo encontraría el tigre
para meter su garra,
el rinoceronte el cuerno,
la espada su filo.

Antes hacía, ahora comprendo.