martes, 21 de febrero de 2012

LAS CONTRACANCIONES DE ALFREDO ZITARROSA Y LA GUITARRA NEGRA.

PARA LOS AMANTES DE ALFREDO ZITARROSA.


La tercera entrada que no va a ser la última, si Dios así lo quiere, sobre Alfredo Zitarrosa sus Contracanciones y la Guitarra Negra.

Primero una anécdota simpática que  lo pinta a Alfredo Zitarrosa fue durante un carnaval había sido contratado para cantar siete temas; minutos antes de subir al tablado, el empresario que lo contrató le dijo que tenía la mitad del dinero pautado para pagarle. Zitarrosa entonces cantó tres canciones y cortó su actuación exactamente en la mitad de la cuarta. Le explicó a la gente: "Me pagaron por tres canciones y media. Sepan disculpar. Ahora la seguimos en el boliche de la esquina". Y cantó dos horas más. Ese era Zitarrosa.

En el ’73 Alfredo Zitarrosa compuso los versos llamados “Contracanciones” que incorporaban en ellos parte de sus canciones prohibidas. Son compocisiones de género particular creado que tienen una imprecisa ubicación conceptual, musical y literaria. Las “Contracanciones” fueron el origen de “Guitarra negra”.

Contracanción I.

Enmudecieron todas mis canciones, se hicieron polvo del camino, barro seco que deshacen y avientan los pies del pueblo... Envejecieron, se secaron aquí en mi corazón temblando como pájaros sin alimento, sentadas a la mesa como unas niñas bobas que no saben comer, y sin comida, sin agua y sin comida, sin pan ninguno... Enmudecieron mis canciones cercadas por el odio, ajadas en su propia lagrimazón seca y sin ganas, mecidas rudamente por su padre egoísta, mimadas con exceso por su madre didáctica, consentidas por treinta grabaciones almacenadas entre tangos por catorce guitarras contratadas... Enmudecieron mis canciones desconsoladas, se hicieron polvo del camino... barro seco... que deshacen y avientan los pies del pueblo.

Contracanción II.


Como mono trabajo y pienso,
leo, escucho, medito,
me cuesta respirar,
agarro la guitarra, busco,
encuentro, fumo como un animal.
Éste es el valor de mi canción.
Allí estoy yo subido al micrófono,
me suda la camisa, tiemblo de miedo,
canto, otros se angustian, aplauden,
patean, se consuelan de tanto dolor que han sufrido,
no comprenden que de verdad estamos mal heridos,
pero comprenden el mío, y me consuelan,
ahí me aplaudieron, dijeron qué bonito
cómo toca la guitarra, o al revés,
qué guitarristas bárbaros,
cómo se ve que es un vivo,
así cualquiera canta.
Esa canción, aquélla,
cómo pudo hacerla,
cuánto tiempo llevó,
quiénes me la indujeron,
me la prestaron, me la regalaron,
la estaban haciendo hasta que yo me avivé
y reuní todos los pedazos,
a alguien copió ese llanto,
ese odio, aquel perdón, esta pena,
esta manera de recordar tanta miseria,
las uñas rotas, el desconcierto,
la voz, el timbre y el color,
mi identidad como mis orejas
y las puntas de mis dedos,
¿cómo será la canción?
Pensar que se divierte...
Cántese una, sude, no importa cuánto cobre,
a ver esa flor, a nosotros nos conviene,
a nosotros nos consuela,
a nosotros nos extraña, nos admira,
nos duele, nos deja fríos
¿Cómo será la canción?
Pensar que se divierte...
Fabrica flores, después las vende,
y hasta perfuman a veces.

Contracanción III.


Doña Soledad: quédese quieta en su madera, a vos patria no digas que eras nuestra, Barrio Sur... qué lejanos los días de la buhardilla, cuando enterrábamos coroneles con salvas de fogueo, bajo las ventanas de esas humildes pensiones de Yaguarón... Ya no me vendas la coyunda lírica, la milonga tiernita y sola hasta que fue aplaudida y envejeció de golpe... Ya no me cantes pájaros enjaulados o muertos, pericones de Roxlo, mariposas negras... No me vendas el lamento de los que no aman ni el aire burlón del retobao, que igual puede vivir, y además lo vende la compañía impreso en discos... No me digas qué quiere la canción, ni a dónde va el que se va, ya no volverá... No volverá milonga, guitarra negra, el que se fue... como me dice el tango viejo y fulero de verdad, pero melancólico y sólo nuestro, pero nuestro de veras: el tiempo que se fue, se fue para siempre, y lo mismo el loco Antonio que era comunista amó y murió, peleó rabiosamente con las corvinas de su río para vivir, para seguir peleando de overol, y murió y no vuelve, y no hay luna que le valga ni creciente que me demuestre que estaba amando al río como a una mujer... Qué pena, milonga, que no nos duela casi nada ahora, salvo la muerte del estudiante cuando se escapó aquel tiro ¿te acordás?... Qué pena que no nos dolían los nombres, el nombre de no se quién. Y ahora... ¿no te duelen de veras varios Fernández, varios fusilados, varios huesos partidos, los suicidios raros, el estudiante muerto de casualidad cuando se le escapó otro tiro al represivo?... No me toques el violín Becho, no bebas ese vino del negro milonguero, ni cantes con Manolo, la milonga madre nunca fue flamenca y el nene patudo no nació, lo mismo que está muerta para siempre la esperanza de amanecer entre lirios, hoy por hoy... El futuro está ahí nomás y sangra... nomás de entrada, está mal herido y putea, sangra y masca el freno como una gran bestia echada, pero inmortal... No hay con qué darle, ni con balas de cañón lo perforan para siempre... Como a tu canción, milonga, el hierro que lo vulnera pasa a través de su vida y se le clava en el hueso... Así entrará a la adolescencia: acorazado... Y no le canten milongas.

GUITARRA NEGRA.
Guitarra Negra es un álbum que cuenta las vivencias de Alfredo Zitarrosa y de la historia del Uruguay. De Guitarra Negra hay una edición española de año ´77.  El exilio en Madrid fueron de gran tristeza y soledad, el exilio hizo, también, insostenible la relación con su esposa Nancy que decidió volver con sus hijas: Carla  Moriana y María Serena que sumó una agustia en Alfredo y ser calificado de "cantor peligroso"  sumado con el consumo del alcohol.
Guillermo Pellegrino en el libro "ALFREDO ZITARROSA LA BIOGRAFÍA" (Cuadernos de Sudestada, Peña Lillo-Ediciones Continente, 2011) sostiene que en "1977, viajó por primera vez desde España a México auspiciado por el Instituto Nacional de Bellas Artes y por grupos folklóricos de ese país, encabezados por Julio sólorzano. El 8 de ese mes, en el Auditorio Nacional de Chapultepec, presentó por primera vez en forma oficial su emocionante ´Guitarra Negra´".
Unos meses antes en España había conmovido a Joaquín Sabina y Guillermo Pellegrino cuenta esta anécdota: "Muchos años después, como todo hombre miserable, tuve varias noches en casa con diversas chicas muchas de las cuales no sabía realmente si eran tontas o no. Para sacarme esa duda adopté una prueba: les hago escuchar ´Guitarra negra´; si dice ´¡qué aburrido!´, se va. Por culpa de Zitarrosa (ya que hubo muchas insensibles que no lo supieron apreciar) me he perdido varias noches placenteras".

La primera parte del disco "Guitarra Negra" Zitarrosa realiza una breve recorrida por la historia del Uruguay. Desde aquel hombre que no tenía bandera hasta el progreso que arrasó con lo que le era único: la tierra. Ese hombre que bajo el nombre del adelanto fue olvidado, dejado de lado, exterminado y un Zitarrosa que no se resigna a perder a ese hombre que el adelanto fue olvidando.
 Este recorrido en unos pocos versos ofrece el sueño de un Pueblo ligado a la lucha popular con un compromiso pleno con Uruguay como confesaba en ruedas de amigos o entrevistas "Creo que no nací para vivir fuera del Uruguay. No sirvo para eso".
El segundo recitado de "Guitarra Negra" se titula: " Hoy desde aquí" y está dedicado a su guitarra donde se nota que el exilio marcó a fuego su vida .
 Su destino lejos de su amado país, de sus amigos y de su Pueblo se convierte en una desgarradora canción. Hace un recorrido por su infancia, por su adolescencia, por su adultez.
La persecución política es nombrada como la muerte bajo sospecha de subversión, pero no  lo pudieron se había tomado un ómnibus junto a la vida.  


GUITARRA NEGRA.
Introducción.

Cómo haré para tomarte en mis adentros, guitarra... Cómo haré para que sientas mi torpe amor, mis ganas de sonarte entera y mía... Cómo se toca tu carne de aire, tu oloroso tacto, tu corazón sin hambre, tu silencio en el puente, tu cuerda quinta, tu bordón macho y oscuro, tus parientes cantores, tus tres almas, conversadoras como niñas... Cómo se puede amarte sin dolor, sin apuro, sin testigos, sin manos que te ofendan... Cómo traspasarte mis hombres y mujeres bien queridos, guitarra; mis amores ajenos, mi certeza de amarte como pocos... Cómo entregarte todos esos nombres y esa sangre, sin inundar tu corazón de sombras, de temblores y muerte, de ceniza, de soledad y rabia, de silencio, de lágrimas idiotas...


2 comentarios:

Alicia Abatilli dijo...

¡GRACIAS!
Sobran las palabras, luego de leer tu entrada.
Si puedes, te pido un favor, quita las palabras de verificación de tu blog, no las veo para dejarte un comentario.
Alicia

mariarosa dijo...

Muy buena entrada, no conocía esta parte de la vida de don Alfredo Zitarrosa.

mariarosa