viernes, 12 de julio de 2013

EL PACTO de Gian Franco Pagliaro.



No esperes de mi, lo que no puedo darte
No me pidas el sol, ni el horizonte

No me pidas la luna, ni una pequeña estrella

No confíes demasiado en algunas de mis palabras,

No siempre digo lo que pienso
Ni pienso lo que digo
No sueñes un mañana junto a mi...Tomados de la mano...
Mañana tal vez no existirá el mañana...
No quieras arreglar tu vida contando con mi ayuda,
Necesito todas mis fuerzas para arreglar mi vida,
No me tendrás a tu lado cuando te sientas sola,
Yo me he sentido solo y no es el fin del mundo.
No quiero verte triste,
A penas soporto mi tristeza,
No me digas quien eres ni como eres
No quiero conocerte, todavía se muy poco de mi y eso me preocupa.
Hagamos un pacto…un pacto de caballeros
A pesar de que eres la mas linda de las mujeres
Cuando estemos juntos…no me preguntes nada
y yo no te daré ninguna respuesta que pueda lastimarte…
No me hables del futuro...no menciones proyectos
Mi único plan es amarte cada vez que quiero...
cada vez quieres…cada vez que podamos…
No importa como, no importa donde, no importa la razón,
No siempre hay una razón para cada cosa…
Antes de amarnos, no hay nada que nos una...
Después de amarnos tampoco...así de simple
Lo único que quiero de ti es que me ames
con toda la profundidad del mar...
Con todo el vuelo de los pájaros,
con toda la sensualidad de la vida
No quiero otra cosa, ni creo que me puedas dar otra cosa..
Si estas de acuerdo seguimos adelante
y no me pidas lo que no puedo darte.




OTRO MÁS....
UNA CIERTA MELANCOLÍA de 
GIAN FRANCO PAGLIARO.


Hay en el aire un cierta melancolía
como cuando se alejan los barcos de los puertos
y no se resignan los pañuelos
en el muelle.
Hoy el sol tampoco ha salido.
Llueve desde hace una semana,
desde que llegó el otoño
con su enorme hacha de patíbulo
y decapitó lo más bello y luminoso del paisaje.
Es un verdugo el otoño,
aunque algún poeta del crepúsculo
le haya dedicado sus mejores versos.
La ciudad no es la misma
bajo el cielo oscuro,
nadie es el mismo en esta estación del año,
es difícil encontrar una sonrisa
en días como éste.
De no ser por ti no habría salido con este día,
se me ocurre que hoy sale únicamente la gente
que no falta nunca a ninguna cita.
Voy despacio y seguro
hacia la lejanía de tu rostro.
Un horizonte sin besos
me espera  y no me desespero.
Y no me desespero
porque lo sabía amor mío,
sabía que en una tarde como ésta
te irías para siempre.
He visto flotar el adiós en el océano de tus ojos
desde las flores de la última primavera,
desde entonces tienes el equipaje listo y
el corazón viajero.
No estoy abatido ni desencantado de veras,
tampoco sorprendido.
Sé que ninguna de mis palabras
de la más densa a la más intensa
tendrá el peso suficiente de un ancla
para retenerte en este desolado mar.
Si así lo quieres  que así sea.
No te pediré que te quedes  ni te suplicaré,
nunca fui el capitán de tu barco
tampoco el timonel.
El mar que te lleva es al fin y al cabo
el mar que te trajo,
el mar que siempre se queda.
Estos versos los escribí para ti
esta mañana,
cuando me levanté y sentí en el aire
una cierta melancolía.

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