ODA A LA PATRIA
de LEOPOLDO LUGONES.
Patria, digo, y los versos de la oda
Como aclamantes brazos paralelos,
Te levantan Ilustre, Única y Toda
En unanimidad de almas y cielos.
Visten en pompa de cerúleos paños
Su manto de Andes tus espaldas nobles,
Y sobre ellas encumbran tus Cien Años
Su fresca fuerza de leales robles.
Corcel azul de la eterna aventura,
Sobre la playa que se ablanda en seno,
Con su crin derramada en suave holgura
Se alarga el mar como a pedirte freno.
Y la nube del cielo, y la severa
Nieve del monte, y la marina espuma,
En su elemento azul te dan bandera,
Con símil que la Gloria al Bello suma.
Sea en tu cielo y todo lo serene,
Tu Buena Voluntad estrella suave;
Y el Sol la brasa de tu hogar que tiene
Del lado de venir puesta la llave.
Brinda a los oprimidos tu regazo
Con aquel ademán largo y seguro,
Que designa en la estética del brazo
Una serenidad de mármol puro.
Prolongando en justicia tu honra de antes,
Cimienta así tus seculares torres,
Y sea tu aderezo de diamantes
El tesoro de lágrimas que ahorres.
A hombro de monte carga el riel; su acero
Audaz, evoque con alegre asombro,
La epopeya en que el sable granadero,
Barra de luz viril cruzaba en tu hombro.
Abre al peñasco su opulenta entraña
Donde mismo sangró el héroe recio,
Para acendrar en oro de montaña
Aquella sangre que no tiene precio.
En fraternal progreso ese oro entrega
Más allá de tus lindes soberanos,
Cual corono la parra solariega
El muro medianil de los hermanos.
Para henchir de riqueza el buque ufano
Cuadra la ceba sus compactas reses,
Y el calor germinal de tu verano,
Hecho sólida luz se logra en mieses.
Dando su prez al laborioso empeño,
Te aduerme con eclógicos olores
La profunda pradera, en fértil sueño
De humedad, de luciérnagas y flores.
Y en la sencillez de juventud, serena
Con la perennidad que te atestigua
El linaje solar, eres morena
Como la grave, libertad antigua.
Salta en ese color temple de raza,
Previa ante el Sol natal como una proa,
La Libertad tu eterno rumbo traza
Y al verso exige su sonora loa.
Así puesto a la forja de mis fraguas
Que estallarán su cántico en centellas,
Honraré, sean hombres, montes o aguas,
Tus Personas mejores y más bellas.
Y tú entre todas, si, genial maestro,
Digno de ti, formárate, divina,
La estatua que concibo, hija de mi estro,
En tu metal epónimo, Argentina.
A mis hermanos en tu amor la entrego,
Transustanciándolo en líricos caudales
Mi tesoro filial, al hondo fuego
Que sintetiza fuerzas primordiales.
Para que como signo de fortuna,
Que inicia y colma las empresas francas,
Te evoquen, cincelada por la Luna,
En plata colosal de nubes blancas.
Patria, digo, y los versos de la oda
Como aclamantes brazos paralelos,
Te levantan Ilustre, Única y Toda
En unanimidad de almas y cielos.
Visten en pompa de cerúleos paños
Su manto de Andes tus espaldas nobles,
Y sobre ellas encumbran tus Cien Años
Su fresca fuerza de leales robles.
Corcel azul de la eterna aventura,
Sobre la playa que se ablanda en seno,
Con su crin derramada en suave holgura
Se alarga el mar como a pedirte freno.
Y la nube del cielo, y la severa
Nieve del monte, y la marina espuma,
En su elemento azul te dan bandera,
Con símil que la Gloria al Bello suma.
Sea en tu cielo y todo lo serene,
Tu Buena Voluntad estrella suave;
Y el Sol la brasa de tu hogar que tiene
Del lado de venir puesta la llave.
Brinda a los oprimidos tu regazo
Con aquel ademán largo y seguro,
Que designa en la estética del brazo
Una serenidad de mármol puro.
Prolongando en justicia tu honra de antes,
Cimienta así tus seculares torres,
Y sea tu aderezo de diamantes
El tesoro de lágrimas que ahorres.
A hombro de monte carga el riel; su acero
Audaz, evoque con alegre asombro,
La epopeya en que el sable granadero,
Barra de luz viril cruzaba en tu hombro.
Abre al peñasco su opulenta entraña
Donde mismo sangró el héroe recio,
Para acendrar en oro de montaña
Aquella sangre que no tiene precio.
En fraternal progreso ese oro entrega
Más allá de tus lindes soberanos,
Cual corono la parra solariega
El muro medianil de los hermanos.
Para henchir de riqueza el buque ufano
Cuadra la ceba sus compactas reses,
Y el calor germinal de tu verano,
Hecho sólida luz se logra en mieses.
Dando su prez al laborioso empeño,
Te aduerme con eclógicos olores
La profunda pradera, en fértil sueño
De humedad, de luciérnagas y flores.
Y en la sencillez de juventud, serena
Con la perennidad que te atestigua
El linaje solar, eres morena
Como la grave, libertad antigua.
Salta en ese color temple de raza,
Previa ante el Sol natal como una proa,
La Libertad tu eterno rumbo traza
Y al verso exige su sonora loa.
Así puesto a la forja de mis fraguas
Que estallarán su cántico en centellas,
Honraré, sean hombres, montes o aguas,
Tus Personas mejores y más bellas.
Y tú entre todas, si, genial maestro,
Digno de ti, formárate, divina,
La estatua que concibo, hija de mi estro,
En tu metal epónimo, Argentina.
A mis hermanos en tu amor la entrego,
Transustanciándolo en líricos caudales
Mi tesoro filial, al hondo fuego
Que sintetiza fuerzas primordiales.
Para que como signo de fortuna,
Que inicia y colma las empresas francas,
Te evoquen, cincelada por la Luna,
En plata colosal de nubes blancas.
El poema de Leopoldo Lugones "A LA PATRIA" fue transcrito de una Antología Poética de Leopoldo Lugones y pertenece a las "ODAS SECULARES" (Año del Centenario, 1910) Edición COLECCIÓN AUSTRAL ESPASA-CALPE TERCERA EDICIÓN (20 - V-1942), páginas: 86 a 89. Publicado en el 2010 en "El Reginense" GUILLERMO PIRRI ARGENTINO cuando empezaba a ser bloguero y ni soñaba con este UNIVERSO POESÍA desde el Sur Argentino que llamo RINCÓN BARDA SUREÑA.
Leonardo Castellani sobre Lugones.
Sería un desastre para la Argentina que olvidase a Lugones. Incluso para su política tiene importancia; no digamos para su historia —siendo como es una gran estampa viva de este país en angustiosa muda biológica—; sobre todo la historia de la educación, en la cual él actuó —bien y mal— incesantemente; y de cuyas fallas fue en parte una víctima.
Sus “Obras Poéticas Completas” fueron editadas por España; y recientemente reeditados cinco de sus mejores libros de prosa, también por Aguilar, de Madrid. Sus dos mejores libros de prosa —truncos por su muerte—, a saber, “El ideal caballeresco” y “Misión del escritor”, no han sido aún editados. Sus libros editados aquí lo fueron por un israelita, Manuel Gleizer, “un verdadero israelita en quien dolo no hay”,como dice el Evangelio. Su patria no le ha hecho mucho caso; si no es que llamemos “patria” a la trenza política roquista, que le hizo dones con el fin de tenerlo atado. Esperemos que su verdadera patria cumpla al menos la humilde petición que, en nombre de toda la prosapia que en él se resumía, le dirigió no mucho antes de morir.
Sus “Obras Poéticas Completas” fueron editadas por España; y recientemente reeditados cinco de sus mejores libros de prosa, también por Aguilar, de Madrid. Sus dos mejores libros de prosa —truncos por su muerte—, a saber, “El ideal caballeresco” y “Misión del escritor”, no han sido aún editados. Sus libros editados aquí lo fueron por un israelita, Manuel Gleizer, “un verdadero israelita en quien dolo no hay”,como dice el Evangelio. Su patria no le ha hecho mucho caso; si no es que llamemos “patria” a la trenza política roquista, que le hizo dones con el fin de tenerlo atado. Esperemos que su verdadera patria cumpla al menos la humilde petición que, en nombre de toda la prosapia que en él se resumía, le dirigió no mucho antes de morir.
“Que nuestra patria quiera salvarnos del olvido
por estos cuatro siglos que en ella hemos servido”.
por estos cuatro siglos que en ella hemos servido”.
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