lunes, 6 de enero de 2014

Cuentos y relatos: Padre Nuestro, Ave María y el Papa Francisco de Mariano Giammona.


Padre Nuestro, Ave María y el Papa Francisco.

Habían sido compañeros de estudios allá hace como sesenta años en La Plata. Primero nos cobijó la Escuela Secundaria y después la Universidad, los años los teníamos encima, los recuerdos también, pero cada vez eran más borrosos, y las figuras y las caras de los que éramos del grupo, se nos desdibujaban y a veces quedaban totalmente borradas, lo mismo que sus nombres y apellidos.
Elsa y Pascual se contactaron desde La Plata, y me avisan que a mediados del año 2013 se hacía una cena de reencuentro de los que obtuvimos el título Universitario a mediados de la década del sesenta. Una hermosa oportunidad para revivir recuerdos y actualizar pieles que recordábamos frescas y sin pliegues por caras arrugadas por el paso del tiempo;  cabellos renegridos,  por cabezas calvas,  o blancas por las canas implacables. Claro, ninguno bajaba de los setenta y eso pesaba.
No pudo ser, mi salud me hizo quedar en mi Viedma adoptada y aquí quedamos empecinados en encontrar el origen de esa fiebre que ya tenía más de cuatro meses de vida y no aflojaba.
En los primeros días de octubre, encontramos el problema,  el antibiótico hizo su efecto…,  los rezos propios y ajenos también, y retomé mi vida normal, achatada y apichonada por mi estado de salud.  Hasta ese entonces mi existencia se reducía a estar tirado en un sillón, sin ganas de hacer nada, y mirando embelesado el carisma y la forma en que estaba conduciendo la Iglesia el nuevo PAPA. Soy creyente me dije, y también católico apostólico romano, -no dejo de serlo por no ir  los Domingos a Misa-, por lo demás  tengo muchos años encima y soy muy  respetuoso; ¿porqué no puedo escribirle a mi PAPA y decirle lo que  siento viendo su accionar y su pensamiento? El 8 de octubre despache la carta al Vaticano…

Pasó octubre y en los primeros diez días de noviembre vuelve a contactarse Elsa para avisarme que el 6 de diciembre se hacía otra cena de reencuentro, esta vez de egresados de la Secundaria que también me perdí por problemas con el vuelo a Buenos Aires. En la charla me comenta su proyecto de ir hasta Tierra del Fuego y volver por Chile para reingresar cerca de Bariloche. No dudé en invitarlos a mi casa en su viaje de ida, que emprendería el 2 de enero.

El 3 de enero, después de haber pernoctado en mi casa de Viedma, nos embarcamos en mi camioneta con la intención de que tuvieran una panorámica de la zona. Temprano en la mañana, recorrimos la costanera, hasta llegar a la Ruta 1, y trasladarnos al Balneario El Cóndor.

Como turistas de un día tuvieron suerte, vieron cosas que no se ven normalmente y vivieron aventuras que tampoco son normales. Yo les venía contando sobre las diferencias de mareas, sobre que entre la costanera y el mar había que atravesar no menos de 400 a 500 metros de arenas y médanos, que esa distancia la recorríamos en nuestros vehículos por una calle consolidada por el Municipio, y que allí los estacionábamos cerquita del mar. Nada de eso pudieron comprobar,… una terrible sudestada hizo crecer el mar, dejando sumergidos esos 400 o 500 metros, al límite de dejar bajo agua a los baños químicos, un parador y a una camioneta, cuyo conductor desprevenido no atinó a sacarla a tiempo. Tanto fue la crecida que a escasos 15 metros de donde nos habíamos estacionado en la costanera, vimos a una persona que alegremente practicaba surf entre los medanos de arena.

Pocos loros barranqueros había en la colonia más grande del mundo, pero igual los pocos a la vista eran muchos para sus ojos, que se deleitaban con sus  bellos colores. 

Maravillados quedaron viendo el mar embravecido al costado del camino asfaltado que nos llevaría al balneario La Lobería,  y ya entrando en el ripio,  el monte patagónico les resultaba atípico a sus ojos y ni les cuento su asombro cuando veían los avestruces pastando como gallinas a escasos 40/50 metros del  vehículo detenido, o corriendo por el camino delante nuestro  a gran velocidad,  balanceando sus alones para mantener el equilibrio. 

Su suerte seguía, entrando a Punta Bermeja, después de muchos tiempo se reinauguraba el avistaje de los lobos marinos después de muchos meses que el mar arrasara con su bravura,  sus mas de 300 metros de pasarelas. Sólo había un mirador desde donde a pesar de la alta marea, se apreciaba  a las mamás lobos con sus crías y la presencia altanera, custodiante y desafiante del macho. Turistas anteriores no tuvieron la misma suerte ante la clausura por refacción del apostadero de lobos más grande de la Patagonia y uno de los mas importantes del mundo.

Sólo tenía dos fotos Pascual para poder sacar. Se las hice reservar para que las gastara desde el mirador de la Bahía Rosas, el que aparece en bajada después de una curva rodeada de estepa patagónica. Así lo hizo Pascual, quedandole sólo una que se suponía iba a gastar en algo importante.

Circulábamos por el ripio en dirección a la playa distante unos 10 Km., donde existe abundante pesca y espectacular vista panorámica. El camino era empedrado, pero los vientos y los medanos cercanos en pocas horas se mueven y hasta inutilizan totalmente el camino cerrando el paso. Nosotros que estamos acostumbrados a encontrar arena en el camino, somos bastante precavidos y entre llevar los vehículos “alegres” o “ tristes”, preferimos llevarlos “alegres”, es decir en velocidad y en un cambio que permita una fácil tracción,  y la norma es que salvo problemas graves,  jamás hay que detenerse. En ese momento Pascual grita “pará, pará”. Yo pensé en alguna emergencia y detuve la camioneta…, no había ninguna emergencia, Pascual solo quería gastar su última foto…, el vehiculo quedó sobre una acumulación fenomenal de arena fina y caliente y al querer retomar la marcha, rápidamente quedó encajado y apoyado sobre el diferencial, es decir que quedó en el aire. Aquí empzó la aventura para ellos, yo con una hipoglucemia encima, poco podía hacer, ellos, turnandose con una maderita a modo de pala, escarbaban queriendo dejar libre la rueda. Yo, con mi glucemia, poco podía hacer. Sólo pensaba que hacer… celular no había, las olas que se veían abajo tenían 3 o 4 metros de altura, el viento corría a unos 40 Km. por hora, pasar no pasaba nadie… yo razonaba que con semejante temporal nadie iba a pasar para ir a pescar, ni de ida ni de vuelta…, me equivoqué, … al poco rato se vio venir una motito de 50 cm3, salvado el hombre pensó Pascual. Llegó el motociclista con su cara ensangrentada, el viento lo había tirado de la moto, y en su estado poco podía ayudarnos, por lo demás se ve que sabía, levantandose del suelo desde donde había espiado debajo de la Pick Up, dijo…”es inútil cavar con un palito, con una pala puede ser, la camioneta está en el aire… hay mucho que cavar”… “Yo voy hasta la playa donde estoy acampado con un colectivo, si no encuentro auxilio, les mando la pala con mi hijo…”. Se fue… otra vez el desierto y solos, el viento, la arena, el sol,  Pascual seguía cavando,  yo pensando…, me vino a la cabeza aquella carta al PAPA, donde le contaba que yo rezaba cuando lo necesitaba hacer, que no necesariamente en Misa donde no solía concurrir los Domingos, que lo hacía parado, acostado o en cualquier lugar, o cuando lo necesitaba… y en este momento lo estoy necesitando me dije… y ahí, con la cara mirando al sur, recibiendo el viento, la arena y la brisa del mar, comencé con el Padrenuestro, luego el Ave María, y después el pedido de ayuda…

No pasaron más que tres minutos… una pick up 4x4 blanca con un biólogo al volante. Estaba el hombre doblando en cuatro la soga que portaba para que fuera más resistente, y otro ruido de motor… una turista francesa mostrando por la ventanilla un cable de acero de esos de los chinos. Cambiabamos la soga por el cable, y otro ruido de motor, detrás de los otros vehículos una camioneta tambien doble tracción, con una linga de 10 metros. Todo en no más de dos minutos… gracias Señor dije…

Despues de almorzar en La Lobería mirando el mar, llegamos a casa y contamos las penurias a mi mujer.

Pascual se fue con Elsa rumbo a Caleta Olivia, Pupy apenas salidos revisa  el buzón del correo, …
varios sobres…
uno extraño, dirigido a mi…

lo abro…era del Vaticano, era la respuesta del PAPA, que agradecía mi carta  y que impartía

“de Corazón la Bendición Apostólica como prenda de copiosos favores divinos”…

la carta estaba fechada el 29-11-2013 y llegó a mi casa el día 3/1/2014, fecha en la que me acordé del Padre Nuestro, del Ave María y del propio Francesco…  


Mariano Giammona es un rionegrino por adopción y sentimiento se radicó en la Ciudad de Villa Regina en el año 1.973 que la hizo propia. Reside en Viedma (Capital de la Provincia de Río Negro).


El Correo electrónico para quienes desean contactarse con el autor: mgiammona2002@hotmail.com

Imágenes gentileza: Sr. Mariano Giammona.

Gracias por vuestras entregas que con gusto son publicadas en este sitio.

No hay comentarios: