Vivía en El Toboso una moza llamada Aldonza Lorenzo, hija de
Lorenzo Corchuelo y de Francisca Nogales. Como hubiese leído novelas de
caballería, porque era muy alfabeta, acabó perdiendo la razón. Se hacía llamar
Dulcinea del Toboso, mandaba que en su presencia las gentes se arrodillasen y
le besaran la mano, se creía joven y hermosa pero tenía treinta años y pozos de
viruelas en la cara. Se inventó un galán a quien dio el nombre de don Quijote
de la Mancha. Decía que don Quijote había partido hacia lejanos reinos en busca
de lances y aventuras, al modo de Amadís de Gaula y de Tirante el Blanco, para
hacer méritos antes de casarse con ella. Se pasaba todo el día asomada a la
ventana aguardando el regreso de su enamorado. Un hidalgo de los alrededores,
un tal Alonso Quijano, que a pesar de las viruelas estaba prendado de Aldonza,
ideó hacerse pasar por don Quijote. Vistió una vieja armadura, montó en su
rocín y salió a los caminos a repetir las hazañas del imaginario don Quijote.
Cuando, confiando en su ardid, fue al Toboso y se presentó delante de Dulcinea,
Aldonza Lorenzo había muerto.
1 comentario:
Que buen cuento. No lo conocía. Te aplaudo por dar a conocer a nuestros grandes escritores. Denevi fue uno de ellos.
Muy buen fin de semana Guillermo.
mariarosa
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