domingo, 11 de noviembre de 2018

Literatura: Roma y las escritoras por NÉSTOR TKACZEK.

En la vastedad de Roma, es imposible decir qué pasaba con la mujer dedicada a las letras porque a lo largo del tiempo la consideración fue variando; y mutable era también la atención prestada a la figura femenina en las diferentes regiones del imperio.
En la evolución del comportamiento femenino, las mujeres lograron cada vez mayor libertad, y de estar recluidas en sus casas y educar a sus hijos e hijas pasaron a inquietar a los varones en los asuntos públicos.
Poco material escrito por mujeres romanas ha llegado hasta nuestros días. Se da el caso de Sulpicia (s.I a.C), mujer de noble familia de la zona de Aquitania. Se menciona como autora de una sátira contra Domiciano y de algunos epigramas elegiacos conservados gracias al poeta Tibulo. Acá te dejo unos poquitos versos de Sulpicia, atiende al sentido general, ya que hice una traslación muy libre que seguramente hará a la poeta inquietarse en su tumba: “Mi luz, ¿ya no me quieres más?/ Lo veo en la forma en que me tratas hace días./ Si alguna vez en mi vida juvenil/ hice algo tan estúpido como lo que hice/ ayer, cuando te dejé solo,/ porque yo no quería mostrar mi amor”. De las pocas líneas conservadas, aparece la voz poética envuelta en un halo de vergüenza, como si le costara sostener la palabra. Unos versos sugerentes en los que Sulpicia se planta y dice lo que vale como mujer y sobre todo como mujer que escribe, te los traduzco a vuela pluma: “Por fin, el amor que he esperado ha llegado./ (No hay vergüenza en decirlo: no cubro mi faz)./ Venus mantuvo su promesa: ahora puedo contar/ mi alegre historia a los que no creen./ Estuve a punto de no escribir nada sobre mi amado./ Pero me alegro de haberlo hecho:/ (Por qué usar una máscara mojigata,/ si ésta que soy es lo suficiente mujer para él)”.
De otras escritoras apenas nos han llegado testimonio pero no su obra; así Cornificia (s. I. a.C) fue considerada la mejor poeta de su tiempo; sin embargo no se han conservado ni siquiera versos aislados.
Publicado en Diario "Río Negro", 4 de noviembre de 2018.

Palimpsestos: Roma y las escritoras II.

Hay en la antigüedad una figura egregia, única, que concentró gran parte del conocimiento elaborado por siglos en regiones tan dispares como Persia, la India, Grecia, Egipto, su nombre es Hipatia y quizás haya sido una de las mujeres más brillantes de la historia del conocimiento.
Hipatia nació en el siglo IV d.C. en la ciudad de Alejandría. Era hija de un gran matemático y astrónomo, quien le inculcó el amor por estas ciencias; pero Hipatia también amaba la filosofía, la pedagogía, la música y todo el saber de su tiempo. Su academia fue un culto a la sabiduría por encima de cualquier sectarismo. Eso era peligroso en la Alejandría que le tocó vivir, además Hipatia era pagana. Un grupo de monjes exaltados la asesinó. El crimen nunca se aclaró y sus escritos desaparecieron con la esperanza de que su figura fuera borrada de la historia; sin embargo su estatura intelectual era demasiado imponente y sólida para poder derribarla. Se sabe que inventó un aparato para destilar el agua, un hidrómetro graduado para medir la densidad de los líquidos y un artefacto para medir el nivel del agua; se sabe de diversos tratados astronómicos y matemáticos.
Hubo otras mujeres que se destacaron en el declinante imperio Romano, así tenemos el caso de Vibia Perpetua (s. III d. C) quien fue encarcelada y condenada por convertirse al cristianismo. Algunos creen que murió en la arena del circo, víctima de las fieras, otros dicen que fue decapitada. Su aporte a la historia de la escritura es significativo, ya que cuando estaba en la cárcel escribió sus vivencias en un diario, que algunos juzgan como el inicio de la primera persona narrativa literaria. Aquí te dejo un fragmento de su escrito: “Todos los que fueron juzgados antes de mí confesaron la fe. Cuando me llegó el turno, mi padre se aproximó con mi hijo en brazos y, haciéndome bajar de la plataforma, me suplicó: ‘Apiádate de tu hijo’. El presidente Hilariano se unió a los ruegos de mi padre, diciéndome: ‘Apiádate de las canas de tu padre y de la tierna infancia de tu hijo. Ofrece sacrificios por la prosperidad de los emperadores’. Yo respondí: ¡No!

Publicado en Diario "Río Negro", domingo 11 de noviembre de 2018.

1 comentario:

ANA MARÍA MANCEDA dijo...

MUY INTERESANTE. GRACIAS POR EL APORTE CULTURAL-