martes, 3 de julio de 2012

Burdeles y literatura V.

 
"Piano Bar", obra de Alberto Sughi.
Burdeles y literatura.
Este largo recorrido por algunos burdeles de la literatura llega a su fin. Me gustaría referir algunas obras más que tienen como centro de atención al burdel. Manuel González Astica, en realidad fue un fantasma abandonado ya en la infancia, porque desde siempre él fue ella, la Manuela, la protagonista de esa novela infernal que es "El lugar sin límites" de José Donoso: "De una casa de putas a otra. Desde que tenía recuerdo… de una casa en otra, siempre, desde que lo echaron de la escuela cuando lo pillaron con otro chiquillo y no se atrevió a llegar a su casa porque su papá andaba con un rebenque enorme, con el que llegaba a sacarle sangre a los caballos cuando los azotaba, y entonces se fue a casa de una señora que le enseñó a bailar español. Y después ella lo echó, y otras, siempre de casa en casa, sin un cinco en los bolsillos, sin tener dónde esconderse y descansar…". Pocos personajes como la Manuela revelan el dolor de su condición de travesti poco agraciado y prostituta. Sus ilusiones y sueños chocan brutalmente con la realidad que le infringe una catarata de humillaciones.
Digo infernal porque la Estación El Olivo comienza a languidecer y hundirse bajo las hojas del otoño, como una tumba, como un infierno; sus habitantes han esperado el progreso prometido por don Alejandro, el cacique del lugar, pero la esperanza deviene en fracaso. El mismo prostíbulo compuesto por "siete mesas sucias, donde los hombres dejaban su olor a sudor, aceite de máquinas y cigarros baratos", en el que viven "la japonesa", la Manuela, Lucy, Clotilde y luego también "la japonesita", se hunde lentamente con el correr de los años. Se precipitan también los personajes, y es la hija no deseada de Manuela, quien de un modo simbólico clausura toda esperanza para los habitantes de esa casa, cuando pone definitivamente la tranca en la puerta.
"El lápiz del carpintero" (Manuel Rivas) tiene al burdel como el sitio en el que uno de los protagonistas, Herbal, le cuenta parte de su vida como carcelero del régimen franquista a una de las prostitutas, María da Visitação. A Herbal le interesa relatarle la vida de Daniel Da Barca desde su arresto y su paso por las cárceles, María apenas interviene para pedir una aclaración de un pasaje del relato o dar su interpretación.
"La madre de Ernesto" es un cuento extraordinario de Abelardo Castillo. Hay un prostíbulo, "El Alabama" que comenzó siendo "un rudimentario club nocturno. Dejó de ser rudimentario cuando al turco se le ocurrió agregar unos cuartos en el primer piso y traer mujeres". Y una de las mujeres es la madre de un amigo (Ernesto) que se había ido de su casa y del pueblo con una compañía de teatro y vuelve a trabajar con el turco en el burdel. El narrador y sus dos amigos hacen todo lo posible para justificar su visita al Alabama.
Mientras escribo viene a mi memoria un ser envidiado por la mayoría de los hombres, el capitán Pantaleón Pantoja, aquel que tenía un ejército de prostitutas que navegaban por la selva peruana para luchar cuerpo a cuerpo con los miembros del ejército formal. Pantoja regenteó el prostíbulo ambulante más famoso de la novela latinoamericana y sus "visitadoras" llegaban a los vericuetos más escondidos del amazonas. Recuerdo a Larsen reclutando prostitutas para su local, tan viejas y decrépitas que lo llamaron "Juntacadáveres", ese apodo es el título de la novela de Onetti. El burdel de Larsen es en el fondo un lugar utópico, en el que los hombres van a buscar sus sueños perdidos.
Quedaron sin mencionar algunos géneros que tienen también un tratamiento asiduo del burdel, como son algunas formas del teatro y el tango. Con sueño y deambulando entre mesas de tantas casas de alterne, es hora ya de salir y ver un poco la luz del sol.
Autor: Néstor Tkaczek.

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