¿Adónde irás tirano, adónde irás?
tus manos ensangrentadas, ¿dónde las esconderás?
¿Adónde irás tirano, adónde irás?
si el pueblo encuentra tu rastro, sus plantas has de besar.
Te esconderás en las balas, la balas vienen y van,
en la cadena que oprime, la rompe la libertad,
¿dónde empieza la cadena, dónde tiene su final?
¿cuál de los dos desde lejos el prisionero será?
Te esconderás en los niños, a odiar les enseñarás,
no te servirá de nada, también a ti te odiarán.
Te esconderás en las sombras, el sol te delatará
y cuando salgas al sol, serás sombra y te verán.
En el pavor de las madres un refugio buscarás,
el vientre que parió un hijo, puede parir otro más.
Soltarás tus perros flacos, sin aflojar el collar,
cuidado del perro hambriento, muerde y no quiere largar.
Te esconderás en la flor, en el tranquilo trigal,
la flor morirá de pena, el trigo se agitará.
Te descubrirán los hombres al gusto amargo del pan
cuando llevarlo a los hijos les cueste la dignidad.
Querrás escapar de noche, ¿a qué horizonte?
¿dónde ir que no amanezca?, la luz te perseguirá
y con las manos cruzadas, las mismas de tu impiedad
ante los pies de tu pueblo, suplicante caerás.
Sentirás su voz por dentro que te dice:
Tienes manchadas las manos con sangre de libertad,
deshojaste la alegría, torturaste por pensar,
sembraste el odio, la guerra y mataste por matar,
cercenando la belleza que podía emocionar,
traicionaste a tus hermanos a la hora de luchar
por una justa manera de vivir, de trabajar.
Y no sé si el Dios que tanto invocas
te podría cobijar de la furia de los hombres
cansados de soportar la injusticia, la impotencia,
por ser mansos nada más.
Solo los que se liberan, conocen la libertad,
los que han vivido negándola siempre esclavos morirán.
En las calles las sonrisas, la flor nueva y el trigal,
todas las voces del pueblo gritarán una vez más: paz, paz,
paz.
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